Menú



Buscar





Blue cluster legends 3. Tragedia en la Base Quiy, de Iliana Ivanova

Ciencia ficción, Juvenil, Fantástico, Novela

Ya. Te gustan los tropes de Enemigos a Amantes, pero te enteras que el monstruo que mató a tu familia lo hizo por accidente. Te das cuenta de que no es del todo inocente y aún así no puedes considerarlo tu enemigo jurado y mucho menos odiarlo. Llevas en su casa casi un mes y él lo ha pasado haciéndote sentir como una invitada distinguida sin tener idea de quién es la mujer de la que se está enamorando ahora mismo. Quieres decirle pero tienes mucho MUCHO miedo de su reacción, porque aunque no lo quieras, éste tipo ya te ha atrapado en su horizonte de eventos. ¿QUÉ. RAYOS. VAS A HACER? 
Una nube oscura se cierne sobre la Isla de Semarius. La noche llega y el Hombre de Venus tiene muchos problemas y amenazas con las que debe lidiar antes que su corazón roto. ¿Podrá perdonar a Irai? ¿Podrá perdonarse él mismo? 
El volumen 3 está listo. Es una montaña rusa, pero si la disfrutas demasiado te llevará a la garganta de un dragón mucho antes de que te dés cuenta. Esto es Blue Cluster Legends. ✊❤️ Una historia intensa que te atrapará. ¡Los Kaiju existen pero no son lo que creías que eran!


Bolsilibro - Galaxia 2000 20. El enigma de la luna, de Alex Towers

Novela, Ciencia ficción

Salió de la casa de piedra totalmente pertrechado para el largo viaje que pensaba iniciar. Sus anchas espaldas cargaban la pesada mochila, la espada grande y la ballesta. El carcaj, sujeto al cinto, rebosaba flechas. Sobre el pecho los tres puñales enfundados y colgada del hombro la cinta de cuero que sostenía la cantimplora. Wokar aspiró el aire fresco varias veces y se alejó sin molestarse en cerrar la puerta de madera. Anduvo hasta la parte posterior de la casa y se detuvo ante las dos tumbas. Una de ellas era muy antigua, reciente la otra. La vieja, la de su madre, estaba rodeada de piedras que fueron pulimentadas por su padre y él mismo durante varias semanas. Era una hermosa tumba. La otra era demasiado sencilla. Sólo tenía un tablero de madera con un nombre y una fecha sobre un montón de tierra bien aprensada. Estuvo musitando una vieja y larga oración durante varios minutos. Se la había enseñado su madre, más religiosa que su padre. Wokar no sabía si iba a servir para algo la plegaria, pero pensó que no le costaba nada recitarla en voz baja. Si el dios a quien estaba destinada quería oírle no necesitaba gritarla en la soledad de la montaña. Antes de salir del pequeño recinto acotado por una alambrada volvió a mirar la tumba de su padre, el duro y animoso Wok, y sonrió. —Siempre fuiste un terco, padre. Te empeñaste en ir solo y el viaje te mató. Debiste haber permitido que te acompañara. Recordó que el regreso del viejo Wok no supuso ninguna alegría. Después de su ausencia de ocho meses tuvo que ayudarlo a subir a la montaña, tan enfermo estaba su organismo, tan agotadas sus fuerzas.


Bolsilibro - Galaxia 2000 24. Cuando los dioses rugen, de Man S. War

Ciencia ficción, Novela

Cuando los dioses rugen (número 24 de la colección Galaxia 2000) fue uno de los tres bolsilibros que legó este autor, los otros fueron: Cien mil tentáculos verdes (número 32 y último de la colección Galaxia 2000), ambos con el pseudónimo de Man S. War, y La ciénaga de Satán (número 28 de la colección Thanatos), con el pseudónimo de Van der Dolz. Como vemos, es un autor que llegó tarde a los bolsilibros y cuando éstos estaban a punto de desaparecer del catálogo Fórum.


Bolsilibros - C. F. Toray 1ª Época 1. Tracción, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Los rostros estaban vueltos hacia el horizonte. Miles de ojos miraban al cielo con esperanza. Una esperanza de años y años, un deseo que había durado generaciones enteras y que ahora, por fin, parecía próximo a cumplirse. En la gran plaza, un altavoz emitió unas frases de tono monocorde: —Faltan cinco minutos para el «Instante S». La gente hablaba, pero los murmullos sonaban contenidos, temerosos. Apenas si se escuchaba un tenue zumbido de voces, el susurro de unos fieles en oración dentro de una gran catedral. Arriba, casi sobre sus cabezas, el sol era rojo, de un rojo sanguíneo, siniestro. Daba algo de calor y muy poca luz.


Bolsilibros - C. F. Toray 1ª Época 11. Megápolis, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

La ciudad ocupaba una extensión inmensa. En su caso, la expresión: «Hasta perderse de vista», no se podía aplicar, porque nunca dejaba de verse. A cualquier parte que se fuera, siempre se veía la ciudad, siempre estaba la ciudad, nunca se abandonaba la ciudad..., porque la ciudad era el planeta entero. ¿Cuál había sido su origen? ¿De qué concentración urbana había nacido? La ciudad procedía de todas y ninguna a la vez; era una ciudad distinta de todas, pero también la suma de cuantas habían sido en el pasado...


Bolsilibros - C. F. Toray 1ª Época 14. Llamada a los marcianos, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Muchas personas recibieron octavillas similares. No es aventurado suponer que la inmensa mayoría las destruyeron apenas recibidas. Simplemente, consideraban aquel mensaje —si de tal podía calificarse— como una propaganda de nueva especie. Otras personas, en cambio, escribieron al apartado mencionado. Todas, naturalmente, sostenían ser oriundos de Marte. Dennis Horton fue uno de los que recibieron la octavilla. Leyó las frases escritas y luego, tras convertir el papel en una bola, lo arrojó a un rincón. Semanas más tarde, en uno de los periódicos de mayor circulación, apareció un anuncio, sobrio de contenido, pero detonante en su expresión: ¡MARCIANOS, NUESTRO DESTIERRO TOCA A SU FIN!


Bolsilibros - C. F. Toray 1ª Época 20. En lo profundo, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Afuera, soplaba el viento, un viento de siglos, que movía enormes masas de metano y amoníaco helados, que se arrastraban con aparente pereza por la llanura oscura situada al pie de las montañas. Marco Diteri, con el casco bajo el brazo izquierdo, consultó el indicador barométrico que había en las proximidades de la esclusa. Frunció el ceño; la presión externa tendía a descender. La temperatura rondaba los doscientos centígrados negativos. Debía haber sido más baja aún, pero no llegaba al cero absoluto, debido tanto al movimiento de los gases como a lo que se suponía cierta actividad plutónica interna del planeta.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 2. Multiplicidad, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

El hombre caminaba rápidamente por la acera, echando de cuando en cuando miradas aprensivas hacia atrás. Bill Muggs temía ser seguido. Era un hombre de aspecto más bien corriente y se confundía fácilmente con la multitud que pululaba por las aceras de la gran urbe. Nadie se fijaba en él. Cada cual caminaba a sus propios asuntos. Los de Muggs tenían poco de honestos. Abandonó la gran avenida y se metió por una calle transversal, en donde el tránsito y el bullicio eran menores. Muggs no se atrevía siquiera a tomar un taxi.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 11. Robinsones del cerebro, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El enorme gravimóvil que se detuvo a la puerta del laboratorio del doctor Robles era negro, con detalles de oro puro en la carrocería, tales como las manijas de las portezuelas, los adornos de la proa y la popa y hasta la inútil parrilla del morro. Cortinillas de seda auténtica permitían ocultar su interior, si así lo deseaban sus ocupantes, aunque, en aquellos momentos estaban descorridas. —Aquí es, señor Duttweiler —dijo el conductor. Jackson R. Duttweiler se ladeó un poco y miró el edificio a través de la ventanilla. —Miserable —calificó el conjunto. —Es un hombre no muy rico, señor —dijo uno de los acompañantes de Duttweiler. —Lo sé, pero cuando ordenó la construcción de este edificio, tenía dinero. En fin, no hemos venido aquí por una cuestión de buen gusto arquitectónico. Abre, Max.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 28. EL Número 400, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

El Jefe se inclinó sobre el interfono y soltó uno de sus acostumbrados bufidos: — ¡Que venga MP-400 inmediatamente! — Sí, señor — contestó su secretario personal —. Haré que lo busquen en el acto, señor. El jefe debía de estar muy preocupado, porque cuando envió a buscarme no lo hizo por medios ordinarios, sino que envió nada menos que un gravimóvil, con una escuadra de guardias armados con fusiles radiantes. El jefe me conocía y sabía que sólo de esta manera era posible arrancarme de los brazos de la despampanante pelirroja con la que me había retirado a meditar unos días en las montañas de Tsink-Kasij.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 32. El hombre que nunca nació, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El gran satélite estaba allá arriba, orbitando en torno a la Tierra a poco más de treinta mil kilómetros, escudriñando el cosmos con sus poderosos telescopios, ópticos y de señales de radio, enorme conjunto de maquinaria flotando ingrávidamente en el espacio y sustentador de las vidas de decenas de millares de personas. Su nombre oficial era Ciudad Satélite número 1 — C.S.1 en abreviatura —. Casi nadie le llamaba de esa manera. La C.S.1 tenía muchos sobrenombres: «El Monstruo», «La Locura de los Humanos», «El Ojo», «La Torre de Babel», éste debido a la altura a que se hallaba sobre la Tierra y a la profusión de lenguas que se hablaban en su interior... y otros muchos más, la mayoría simples caprichos de sus autores. El satélite no sólo vigilaba el cosmos. También vigilaba la Tierra.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 34. El mercenario, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

Ella era alta, esbelta, de formas generosamente contorneadas, cintura de avispa, caderas de ánfora y piernas largas y perfectamente proporcionadas. Lle­vaba el pelo teñido según la última moda, es decir, en un tono rosadovioleta que contrastaba agradable­mente con el intenso, verde de sus pupilas. Ray Trudno se quedó boquiabierto al verla en el salón de su apartamiento al regresar del baño. —¿Quién es usted? —preguntó—. ¿Qué hace aquí en mi casa? ¿Cómo ha entrado sin que yo lo supiera? La joven rió suavemente. —Hace usted demasiadas preguntas a un tiempo, señor Trudno —manifestó—. ¿Por qué no me invita antes a una copa de uno cualquiera de los maravi­llosos licores que elaboran ustedes, los terrícolas?


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 42. Ruptura, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Con gesto agresivo, Myrin Kopper contempló el indicador de carga de su pistola solar. La perspectiva no podía ser más sombría. Un proyectil pasó chillando por encima de su cabeza y fue a estrellarse contra una roca situada a cincuenta metros tras él. La roca voló en multitud de pedazos diminutos, que se esparcieron zumbando como metralla. Tenía tres cargas en la pistola, ni una más. Podía deshacer a tres hombres -seis, con un máximo de buena suerte, si se les ocurría acercarse por parejas-, pero nada más. Después...


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 51. Fuerza total, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El hombre corría desesperadamente, como si le persiguiesen cien legiones de diablos. De cuando en cuando, volvía la cabeza hacia atrás y después de este gesto y a pesar de que tenía los pulmones a punto de reventar, aceleraba todavía más la velocidad de su frenética carrera. Atravesó un seto y atropelló una serie de macizos de flores, pisoteándolos sin compasión. Chick Fallass sabía que corría con la muerte a los talones. De pronto, divisó a lo lejos las luces de una casa, cuya vista le hizo lanzar una exclamación de alivio. Si conseguía llegar a la casa, estaba salvado, pensó. De pronto, oyó voces muy cerca de él. —Vamos, ya lo tenemos. —No le dejéis escapar, muchachos.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 52. Yo nunca moriré, de Addison Starr

Ciencia ficción, Novela

Es curioso. Nunca había visto esa luz. Nunca. Hay muchas luces en el cielo oscuro. Muchas, cuando no las cubren las nubes. Esas oscuras y feas nubes que, cuando estallan sobre uno, revientan materialmente en agua, en fulgores y en estruendos. La Tierra, entonces, se conmueve y agita. El fuego todavía hierve con demasiada fuerza en sus entrañas. Los lagos de lava caliente borbotean allá, en la brumosa distancia caliente. Son como erupciones a flor de piel, de ese fuego interno y terrible que aún no hace mucho invadía la superficie de este maldito cuerpo celeste donde he nacido y donde vivo.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 59. La nave vengadora, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El hombre corría desesperadamente, como si le persiguiesen cien legiones de diablos. De cuando en cuando, volvía la cabeza y miraba hacia atrás y lo que veía le hacía apretar el paso, con un olvido total de la fatiga que atenazaba sus músculos. Para Vix Forster, aquella situación era una pesadilla. No hacía siquiera una semana, era un distinguido primer oficial en una astronave comercial. Ahora, por un extraño azar del destino, se había convertido en un proscrito, cuya cabeza sería pronto pregonada en cien años luz a la redonda... si quienes le perseguían daban tiempo a que se emitiesen los correspondientes boletines de reclamación. Vix no quería ni pensar siquiera en lo que le esperaba caso de ser atrapado. El único pensamiento fijo en su mente era el de la fuga.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 62. Marte, base de ataque, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

Los radares de larga distancia captaron en sus pantallas la señal de un aparato cuya órbita no había sido registrada de antemano, y los operadores dieron la señal de alarma. Las llamadas se sucedieron rápidamente y todas las frecuencias de radio fueron ensayadas, sin que se consiguiera la menor respuesta por parte de los tripulantes del enigmático artefacto. Cohetes defensivos de alta potencia, bajo el mando directo del Comandante general de las fuerzas de la O.N.U., fueron puestos en disposición de ser disparados para interceptar la trayectoria de la nave que parecía surgir de las profundidades del espacio. Pero antes de que se diera la orden de fuego, fue capturada una desesperada llamada procedente del aparato que volaba directamente hacia la Tierra: — Van a atacarnos! ¡Quieren destruir el planeta! ¡Marte es una base de ataque...! ¡Habla Tony Zeiss, segundo jefe de Camp Vickary! ¡Marte es una base de ataque!


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 67. Fórmula para destruir un planeta, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Volvió la cabeza una vez más y masculló un juramento a media voz. Sí, aún seguían sus pasos aquellos malditos sabuesos. 
Y el coronel Fert-Tsu, en cabeza. Eric Allen se dijo que, a menos que no consiguiese eludir la persecución, podía darse por perdido. 
Fert-Tsu tenía procedimientos especiales para hacer hablar a sus prisioneros. Decía que no había lengua rebelde para él. 
Allen no tenía el menor deseo de comparar la exactitud de aquel dicho. Todo su interés se centraba en esfumarse cuanto antes. 
Pero, ¡maldita sea! ¿es que no iba a haber algún lugar apropiado en toda la extensión de la avenida? 
Fert-Tsu y sus esbirros caminaban despacio, al mismo ritmo que él. Al perseguido le parecía que Fert-Tsu demoraba la captura, saboreando sádicamente el terror de su víctima, gozándose en dilatar el momento de la aprehensión, para influir así en los nervios de su perseguido. Incluso podía haberlo matado allí mismo.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 69. Paz en las estrellas, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El pequeño trineo, movido por un poco voluminoso pero potente motor eléctrico, se deslizó a casi cien kilómetros a la hora por la llanura helada, llegó al campamento, lo rebasó en unos ciento cincuenta metros, viró en ángulo de 90° y, finalmente, se detuvo al pie de un enorme bloque de hielo. Su piloto cerró el contacto y la hélice se detuvo tan silenciosamente como había girado hasta entonces. El piloto levantó la cúpula de la cabina del aparato y se volvió hacia la joven que se hallaba a su lado en el asiento delantero: —Ya hemos llegado, señorita Kildare. Ella hizo un gesto de asentimiento, mientras contemplaba la enorme mole de hielo casi tan transparente como el vidrio, situada a pocos pasos de distancia. La transparencia permitía ver con gran claridad lo que había en el interior del bloque.


Bolsilibros - C. F. Toray 2ª Época 74. El arma sin límites, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

El sonido de aquella carcajada era hiriente, desagradable. — ¿Casarme yo contigo? Andrés, ¿es que te has creído que estoy loca? Andrés se puso pálido. — Lily, yo creí que... — No sé cómo te has hecho esas ilusiones, Andrés. Jamás se me hubiera podido ocurrir que quisieras casarte conmigo. — Lily, mi situación no es tan mala... — No es la situación, hombre, sino tú. No me gustas ni me gustarás nunca, ¿lo entiendes? Andrés se mordió los labios.