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Bolsilibros - Selección Terror 88. La Bruja de la Colina Roja, de Clark Carrados

Terror, Relato

La sierra continuaba su lento descenso, a la vez que giraba a miles de revoluciones por minuto. Con los pelos literalmente de punta, se dio cuenta de que su cuerpo iba a ser cortado por la mitad.—No, no… —balbució—. Déjeme libre… Usted… Charlotte no tenía ningún pariente…—Te equivocas. Tenía un familiar. ¿Quieres saber quién era?De pronto, se arrancó la piel de la cara.Vio una descarnada calavera. En un instante, comprendió el sentido de las palabras de aquella mujer.—Tú eres…—Sí, la Muerte —confirmó ella.Y un instante después, los dientes de la sierra mordieron su cuerpo.


Bolsilibros - Selección Terror 90. Drácula 75, de Curtis Garland

Terror, Relato

«… Creo que lo hemos encontrado. Hago un alto para escribir estas líneas apresuradas y tensas. Estoy nervioso, impaciente. Tiemblo de excitación, como ocurre siempre que uno está al borde de un hallazgo trascendente.»Lo hallé. Aquí, en esta tumba donde nos hemos quedado la señorita Reed, el señor Payton y yo… En la tumba del esposo de la condesa Drácula… Era tal como imaginé. Un compartimento oculto, tras la losa de ese muro. Una cripta secreta, dentro de otra cripta. Y, si no estoy radicalmente equivocado, dentro de esa segunda cripta escondida… sé a quién voy a encontrar… También sé lo que debo hacer. Mis compañeros serán testigos de ello. El mundo, espero, descansará tranquilo en los próximos siglos, después de que yo consiga mi propósito…».


Bolsilibros - Selección Terror 91. El muerto que no murió, de Clark Carrados

Terror, Relato

La multitud rodeaba la colina, en cuya cima había un roble solitario, de una de cuyas ramas iba a ser colgado el reo. De pie sobre la carreta que le había conducido al patíbulo, Rittringham pidió hablar unas palabras antes de que se cumpliera la sentencia.—¡Pueblo de East Valley! —gritó, con toda la fuerza de sus pulmones—. Muero inocente del crimen de que se me ha acusado. Pero no me vengaré de mis jueces ni de los ejecutores de la ley. Un día volveré para vengarme del hombre que verdaderamente asesinó a Vince Corley; y no sólo me vengaré de él, sino de sus hijos y los hijos de sus hijos. ¡Maldito, maldito sea siempre el nombre de…!Rittringham no pudo pronunciar el nombre. Alguien había arreado al caballo que tiraba del carro y el cuerpo del reo quedó suspendido en el aire.


Bolsilibros - Selección Terror 92. Cuando la sangre ahoga, de Ada Coretti

Terror, Relato

Aún tenía a salvo la yugular, de eso que siguiera viviendo. ¿Acaso era lo que su asesino pretendía, que se dilatara su agonía en medio de aquel afluir aparatoso de sangre? Posiblemente, sí. Bien estaba demostrando que la lanza daba infaliblemente donde quería.Y otra lanza, pintarrajeada a rayas rojas y negras, iba ya camino de él.Pegado al árbol, no podía hacer nada, nada en absoluto, por evitarlo. Sólo podía rogar que acabase con él de una vez.Su ruego no fue satisfecho. La lanza le atravesó nuevamente el cuello, pero por lo visto por ningún lugar enteramente vital.Nuevo afluir de sangre por la boca, a chorros, a borbotones, hasta sentir que se asfixiaba, que se ahogaba.Otra lanza.Ésta sí acabó con su vida, al provocarle un súbito colapso. Pero aún la mano asesina lanzó otra lanza, y otra, todas dirigidas al cuello, hasta que la cabeza quedó tétricamente decapitada, separada del cuerpo.El cuerpo se desplomó contra el suelo.La cabeza quedó sujeta al árbol.


Bolsilibros - Selección Terror 93. La mujer reptil, de Curtis Garland

Terror, Relato

Los ojos del médico forense se clavaron en un punto determinado del cuello, y los dedos trataron de aplanar allí un poco la inflamada epidermis violácea, como en busca de algo. El gesto del médico era de sorpresa y desorientación.—¿Ve usted lo que yo veo, sargento? —indagó, pidiendo la ayuda del hombretón fornido, de uniforme azul.Éste se aproximó más, estudiando algo que asomaba ahora en la piel del difunto. Sacudió la cabeza, perplejo.—Si —convino—. Veo dos señales, dos protuberancias que parecen haberse formado en torno a dos orificios oscuros, rellenos de gotas de sangre negruzca. Como… como si le hubiera mordido… un vampiro, doctor.Y la idea supersticiosa le estremeció inevitablemente.El médico tuvo una rara sonrisa de ironía al asentir, despacio, replicando:—Cierto, sargento. Parece la mordedura de un vampiro… o de un reptil. Un gigantesco reptil, diría yo… altamente venenoso. En suma: algo que no existe en Londres ni virtualmente, en ninguna parte del mundo.


Bolsilibros - Selección Terror 132. Noche de difuntos, de Clark Carrados

Terror, Relato

El excéntrico millonario Hyram W. Koldicutt ha fallecido y en su mansión se han reunido todos los herederos mencionados en el testamento, que incluye la siguiente cláusula para el cobro de la herencia: «Tras la lectura del testamento, se procederá al entierro del difunto, en el lugar ya señalado en el jardín. Los hombres cavarán la tumba, mientras las mujeres les alumbran con los seis cirios que hay en el túmulo. En dicho lugar están ya las herramientas necesarias para cavar la tumba, más la lápida con la inscripción correspondiente».Pero ésa no será la única sorpresa del testamento que se inicia con las siguientes palabras: «He sido asesinado. Mis herederos, parientes en distintos grados, tienen prisa por cobrar su parte de herencia. Y cobrarán esa parte, desde luego, suponiendo que vivan para ello…».Tras finalizar la lectura del testamento, dará comienzo una noche de difuntos, muerte y horror.


Bolsilibros - Selección Terror 154. Más horrible cada vez, de Ada Coretti

Terror, Novela

«Era agradable internarse en el bosque de Allen Rood, sentarse junto a un árbol, bajo su protectora sombra, apoyar la espalda en su grueso tronco y escribir versos. Así al menos opinaba Charlton Mennedy, que se consideraba un hombre plenamente feliz.

Pero aquella tarde, antes de llegar a su árbol favorito, el joven quedó parado, detenido. Acababa de ver un agujero en el suelo, un agujero con forma de fosa, muy profundo. ¡Y en el fondo había un ataúd! ¡Un ataúd abierto, como esperando el cuerpo que debía de serle destinado!».


Bolsilibros - Selección Terror 158. El muerto está muy sano, de Clark Carrados

Terror, Novela

«De repente, se sintió lanzado a un profundísimo abismo y descendió con fantástica vertiginosidad, en una bramadora atmósfera, rodeado de nubes de espeso y pestilente vapor, de las que, con gran frecuencia, surgían abrasadoras lenguas de fuego. Luego, sin saber cómo, se encontró erguido, en una espaciosa habitación, en la que el brillo del pavimento quedaba apagado a veces por suaves hilachas de vapor que serpenteaban con lentas irregularidades.Creía hallarse solo en la estancia, pero estaba equivocado.Había otro hombre».


Bolsilibros - Selección Terror 159. Sangre roja, sangre muerta, de Burton Hare

Terror, Novela

«Repentinamente, el médico se fijó en la mano derecha del cadáver. Los dedos estaban rígidos, contraídos de tal forma que semejaban una zarpa pronta a descargar su golpe. Al mismo tiempo se le antojaron retorcidos y sarmentosos, como si el hombre hubiera padecido alguna suerte de deformación reumática aguda. Sólo que eso se le antojó punto menos que imposible a la edad que aparentaba el individuo muerto.Un tanto intrigado, el doctor Boland abandonó la sombría estancia. Notaba una extraña sensación jamás experimentada, algo como una inquietud infundada, una tensión nerviosa capaz de alterar su plácida personalidad.Dejó todo preparado para el análisis, anotó unas instrucciones para la joven enfermera analista y, cansado, se acostó.Ni siquiera en sueños pudo librarse de la incomprensible inquietud que ya antes le sorprendiera.La inquietud que era el inicio de la pesadilla».


Bolsilibros - Selección Terror 161. Los dientes de la fiera, de Clark Carrados

Terror, Novela

«De súbito, crujieron los arbustos vecinos. Alguien se presentó inopinadamente en el lugar.Ella lanzó un grito de susto. El hombre frunció el ceño primero; luego sintió un vago temor al ver la clase de persona que había aparecido de modo tan repentino.¿Persona?Sí, tenía dos brazos y dos piernas, y vestía ropas de hombre, pero había en sus facciones algo que hacía dudar fuese un ser humano. Si lo era, su normalidad resultaba incompleta».


Bolsilibros - Selección Terror 163. Las plantas asesinas, de Clark Carrados

Terror, Novela

De pronto, notó un leve roce en uno de los tobillos. Alzó la cabeza. Una cosa oscura, cilíndrica, reptaba hacia él, enroscándose como una serpiente en su pierna derecha.Otra cuerda subió y pasó por encima de su cintura. La arrojó lejos de un manotazo. Luego saltó al suelo, pero, de pronto, la liana que tenía enroscada en la pierna tiró de él y le hizo caer de bruces.Forcejeó con la segunda de las lianas, que buscaba su cintura. Haciendo, un terrible esfuerzo, consiguió ponerse en pie.Una tercera serpiente avanzó hacia él, oscilando espantosamente en el aire. Quería llegar a la cocina, a alguna parte donde encontrase un arma cortante, pero las enredaderas gigantizadas se lo impidieron.De pronto, sintió un terrible tirón y cayó de espaldas. Una liana buscó su cuello. Agarrándola con ambas manos, se esforzó por partirla en dos, sin conseguirlo.Otra serpiente vegetal se enroscó en torno a su muslo izquierdo. Se sentía desesperado, dándose cuenta de que su derrota era cuestión de minutos.


Bolsilibros - Selección Terror 166. Las pirañas, de Curtis Garland

Terror, Novela

Hailey ha muerto ya. Soy la sombra vengadora. Una vez, la muerte surgió del agua, Stella. De nuevo la Muerte viene con el agua. Es el Terror. El Terror Acuático que va hacia ti. También tu hermoso cuerpo se verá convertido en simples huesos descarnados. Muy pronto. Te retorcerás en el agua mientras eres devorada por el propio monstruo que tú ayudaste a crear. ¡Estás sentenciada sin remedio, Stella! Recuerda una noche de agosto. Recuérdala mientras vivas, que será ya tan poco.


Bolsilibros - Selección Terror 168. El arcángel negro, de Clark Carrados

Terror, Novela

La mujer, joven, hermosa, de larga cabellera negra que pendía suelta en ambos lados de su cabeza, estaba tendida sobre una especie de altar de granito, que coronaba un túmulo del mismo material. Una escalera de seis peldaños, permitía el acceso al túmulo, que se hallaba bajo las bóvedas de un fantástico castillo, que no parecía ubicado en el planeta.


Bolsilibros - Selección Terror 170. El siniestro asesino soy yo, de Ada Coretti

Terror, Novela

Lex Reeves detuvo su descapotable, se apeó, y con largas y elásticas zancadas entró a tomar una cerveza en el parador de la carretera. Tendría unos veintisiete años, una figura atlética y un rostro virilmente atractivo. Trabajaba en la bolsa de Nueva York. Actualmente, de vacaciones, se estaba dedicando a viajar. Le gustaban las mujeres bonitas. Sentía por ellas una auténtica debilidad. —Bien fría. Pero apenas solicitada la cerveza en el mismo mostrador, vio a una muchacha estupenda en una mesita redonda, apartada. Entonces le dijo al camarero: —Sírvame la cerveza allí. —De acuerdo, señor. Lex Reeves se sentó en la mesita contigua. Quedó frente a la chica morena, de ojos oscuros y profundos, de deliciosa figura. Se sentía dispuesto a una nueva conquista. No obstante, pronto se dio cuenta de que la tal muchacha no estaba para muchos devaneos. Tenía los nervios a flor de piel.


Bolsilibros - Selección Terror 172. Sangre en un cráneo, de Curtis Garland

Terror, Novela

—¿Qué vio, señorita? ¿Qué puede ser peor que un nuevo cadáver bañado en sangre?—Era..., era la calavera...—¡La calavera!—Les juro que era cierto. No me creerán, pero..., ¡pero vi un cráneo humano, moviéndose por el suelo, como si estuviese vivo..., alejándose de la mujer muerta! ¡Luego vino hacia acá, como persiguiéndome a mí! ¡Era un cráneo, una cabeza descarnada y horrible, dotada de movimiento, de vida! ¡Les juro que era eso!—Absurdo, por Dios —rechazó él, pálido, pero con gesto incrédulo—. Sin duda, su imaginación le jugó una mala pasada... No pudo ver un disparate así... ¡Es imposible!—¡No lo es! —clamó ella, exasperada—. ¡Lo vi tan claramente como ahora les veo a ustedes dos! Es más, cuando oí la rotura de vidrios abajo, y sentí sus pisadas, su modo de aproximarse hasta aquí... estaba segura de que no era un ser humano moviéndose por mi casa..., sino la propia calavera andante...


Bolsilibros - Selección Terror 174. Míster Macabro, de Curtis Garland

Terror, Novela

Era como un profundo, sibilante jadeo, el sonido de una voz inhumana o acaso de una bestia desconocida.Un arrastrar siniestro llegó del fondo del oscuro sótano. Todo el sótano olía a humedad, a abandono. Y a algo más.Algo que, de momento, no logró identificar, pero que le causó profundas náuseas. Luego, comprendió que era el hedor de la propia Muerte, el fuerte olor nauseabundo a carne putrefacta, a corrupción, a hediondez...Descubrió primero a ella, encogida, petrificada, con ojos dilatados de horror, allá en un rincón del sótano, tras unos quinqués hechos añicos y de una lata de queroseno volcada. El color de su rostro, de sus manos temblorosas era níveo.Tenía motivos para sentir terror, para mostrar aquel rostro despavorido, aquella mirada extraviada, fija en el horror viviente que se movía hacia ella...Si es que «aquello» era, en realidad, un ser viviente y no un cadáver ambulante, un cuerpo corrompido, surgido de la tumba, regresando de la Muerte...


Bolsilibros - Selección Terror 175. Un demonio particular, de Clark Carrados

Terror, Novela

Pamela Bromfield era la persona más rica y de mayor influencia en la aldea. Era una mujer anciana e impedida, que no podía moverse de su cama o de su silla de ruedas.Al atardecer, apareció la primera rata.Una mujer vio al roedor, enorme, casi como un gato, en medio de la calle, y lanzó un agudo grito. Luego agarró una escoba y quiso alejar al intruso, pero la rata, de pronto, se irguió sobre sus patas traseras y enseñó sus aguzados colmillos, a la vez que emitía un feroz chillido.La mujer, acobardada, retrocedió. Entonces, un gato se precipitó sobre la rata, pero, casi en el acto, un segundo roedor saltó sobre el lomo del felino y empezó a morderle ferozmente en la parte posterior del cuello.En la taberna, el dueño se disponía a servir una cerveza a su único cliente cuando, de súbito, vieron tres ratas que empezaban a saltar por el interior del local. El tabernero agarró un grueso bastón, pero, de pronto, sintió un atroz dolor en la pantorrilla derecha...


Bolsilibros - Selección Terror 178. La leyenda de la bestia, de Curtis Garland

Terror, Novela

—La Bestia… Dios mío, no puede ser posible… ¡No puede ser!Pero instintivamente sus ojos se dirigieron a un punto de su gabinete donde un reflejo del sol nublado, filtrándose entre los cortinajes, hacía brillar extrañamente unos ojos de vidrio de color rojizo. Unos ojos que, sin embargo, nada reflejaban, porque eran sólo cuentas de vidrio en una figurilla situada encima de una repisa.Una figurilla de extraña, atroz fealdad. En cuya peana o soporte de madera se leía sobre una pequeña placa de plata el nombre grabado:«LA BESTIA DE LOS BOSQUES DEL NORTE DE CALIFORNIA»Richard Graves, repentinamente, parecía sentir miedo de algo. Sus ojos no se apartaban de las dos cuentas de rojo vidrio que eran los ojos de aquella abominable figura…


Bolsilibros - Selección Terror 179. El médico del infierno, de Clark Carrados

Terror, Novela

El sonido de la deglución de saliva llegó claramente a sus oídos. Casi en el mismo instante, se produjo otro sonido.Eran huesos partidos y destrozados por unas potentes mandíbulas. De repente, concibió una horrible sospecha.Casi se mareó.«No, no puede ser…», pensó, espeluznado.Pero el instinto le dijo que los huesos que crujían en las mandíbulas de los fieros doberman-pinscher no eran de un animal precisamente…


Bolsilibros - Selección Terror 181. Las ratas están locas, de Curtis Garland

Terror, Novela

Fue una extraña invitación. Al principio, era imposible imaginar su verdadera naturaleza. En realidad, hubiera sido imposible aun después, llegar a suponer lo que se ocultaba tras ella. Era algo rara, eso sí. Pero por el momento, nada más.Cuando recibí el tarjetón dentro de su sobre lacrado, pensé en cualquier otra cosa menos en lo que realmente era. Un amigo mío iba a casarse pronto, y no había concretado aún la fecha. Imaginé que sería el anuncio de su boda. O algo parecido.Abrí el sobre con la indiferencia habitual en la tarea, ya que uno es un periodista que igual escribe de sucesos que de política o ecos de sociedad, además de emprender largos viajes en busca de la noticia, como corresponsal. Por regla general, era invitado tantas veces, que la mayor parte de esas invitaciones quedaban olvidadas por completo, o asistía un interino en mi lugar.Mi primera sorpresa fue cuando empecé a leer el tarjetón impreso.Su texto era sorprendente..