Los truenos, repetidos por las rocas inmensas y «cañones», acompañados por el sibilante caminar de un viento huracanado, coreaban la escena más patética que pueda concebir la imaginación humana. Unos ramalazos luminosos, casi constantes, hacían percibir con tétrica claridad a los protagonistas.
Rodeados por bloques de piedra basáltica, de oscura tonalidad, y brillando como acero a consecuencia del agua y de la iluminación de los relámpagos, encontrábase un grupo de personas que formaban el conjunto más extraño, bajo una especie de saliente que les protegía, en parte, del ataque desde arriba. Un hombre, empuñando violentamente el rifle que apoyaba sobre su costado, se movía en todas direcciones como fiera enjaulada dando órdenes sin cesar a otros cow-boys vestidos como él, cubiertas las cabezas con el sombrero de ancha ala tejana, abatida su arrogancia por los torrentes de agua que les hacían colgar de modo humillante a los costados de los rostros.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Los dos jinetes galopaban con rapidez, con toda la rapidez que permitían las fuertes extremidades de los dos caballos que les transportaban. No hablaban entre sí, tal vez porque tendrían que hacerlo a gritos, sin éxito posiblemente; pero más seguro habría de ser por la preocupación de aquel grupo de caballos que a dos millas escasas de ellos galopaban con igual ahínco, montados por hombres cuyos propósitos no podían ser más explícitos para los fugitivos.
Llevaba sobre sus espaldas polvo de todos los caminos del Oeste. Estaba cansado de vagar en busca de un hombre, y ahora había llegado a un pueblo donde, por lo visto, sobraba su presencia. ¿Estaría allí el asesino que buscaba?..., ¿o tal vez le hubieran contundido con alguien reclamado por la Ley...?
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
-Mejor será, forastero, que no te muevas. Te tengo encañonado. Levanta las manos.
El aludido movióse lentamente, después de obedecer en lo que a las manos se refería, y miró a quién le habló, diciendo:
—No es costumbre recibir así a los forasteros en el Oeste; voy de paso y no me preocupan esas diferencias que al parecer existen entre algunos ranchos de esta comarca.
—¡Cállate! Eres uno de los que asaltaron la diligencia la última semana; Lewis Cromwell te ha reconocido. Es la tercera vez que eso ha sucedido y siempre que llevaba dinero en abundancia. Alguien os informa de este movimiento de dinero. Posiblemente algún empleado de Michael habló más de lo debido. Sabremos quiénes son vuestros cómplices.
—¿Sabes lo que creo?
Recreábase contemplando la sombra que su cuerpo proyectaba sobre la minúscula y semidesértica vegetación, al tiempo que, echando hacia atrás el ancho sombrero tejano, miró el caballo que acababa, después de un supremo esfuerzo, de morir en el momento en que más lo necesitaba.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Una de las ciudades de las que más se ha escrito es, sin duda, Dodge City, la ciudad que no tuvo más ley que la que imponían aquellos hombres audaces después de varias semanas de una vida dura en lucha titánica con los elementos y con la tozudez del ganado. Dodge City no era el remanso para que hallaran la paz y descanso aquellos seres, sino el lugar en que las pasiones contenidas se desataran excitadas por unos alcoholes ínfimos y por otra serie de tentaciones.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Le pisó la mano sin compasión para evitar que aquel pistolero alcanzara el arma. Si conseguía empuñarla era hombre muerto, porque él estaba desarmado... y sabía que su enemigo no vacilaría en asesinar a sangre fría...
—Este barco, como todos, embarca las más heterogéneas personas y cada uno de los que viajamos somos un verdadero misterio para los demás. Decimos lo que nos parece o nos conviene y ocultamos lo que nos interesa. Unos vamos de verdad en busca de fortuna; otros huyendo de un pasado, indiferentes a lo que suceda después.
—¡Cállate, charlatán! Siempre que bebes un whisky nos colocas uno de tus discursos tan desagradables.
Llamábanse Susan y Norma.
No eran ya muy jóvenes, pero tampoco habían llegado a los treinta.
El poco reposo, la vida en ambientes faltos de oxígeno, viciados por las emanaciones petrolíferas del alumbrado masivo, hacía envejecer a estas mujeres con gran rapidez, y el abuso de los tintes y maquillajes arrugaba muy pronto la piel de sus rostros.
Los cuartos inmediatos se hallaban en el segundo piso de la casa, cuyo bajo estaba todo él dedicado a saloon.
Apoyando las dos manos en el suelo y echándose el sombrero hacia atrás el vaquero miraba con expresión triste, de máximo desaliento, al caballo que acababa de morir, lanzándole en su caída a varias yardas de distancia.
El animal había resultado herido en la persecución, sin que el jinete se diera cuenta de ello, comprendiendo su error al suponer, como lo hizo horas antes, que no sabía manejar las armas aquel grupo de jinetes que le persiguieron por la llanura sin que pudiera explicarse la causa.
No había medio de entenderse en aquel barullo tan intenso como había en el barco, especialmente en la parte de popa.
Entre un mar revuelto de mercancías, los viajeros más heterogéneos deseosos de saber qué era lo que sucedía.
El barco iba perdiendo velocidad poco a poco, hasta que al fin se detuvo frente a un islote pequeño que había en el río.
La violentísima parada del tren, entre agudos chirridos metálicos, hizo que los viajeros fuesen lanzados Unos contra otros mirándose con ojos de asombro más que de molestia.
Una demanda o interrogación muda había en cada mirada y las ventanillas, abiertas febrilmente, encuadraron rostros Renos de curiosidad.
El tren caminaba junto al río Lodgepok y hacía poco tiempo que había salido de Kimball, la estación provisional que la Compañía propietaria del ferrocarril había instalado, al fin, después de una campaña en la que no faltaron las violencias.
Dodge City fue durante mucho tiempo la encrucijada de los caminos ganaderos que, ascendiendo desde el Sur, fueron buscando mercados a sus reses.
Fue de las ciudades más populosas y de las más difíciles de dominar, pues era Dodge City el lugar de expansión para los conductores de manadas que tenían a esta ciudad como la Meca de sus limitadas aspiraciones.
El capataz de Albert Ferris miró satisfecho a su patrón. Este montó a caballo y se alejó de la casa para reunirse con su hijo Lamont Ferris. Harvis marchó al pueblo. Antes de entrar en El Cimarrón, se acercó al taller del herrero. Henry Walton, que así se llamaba éste, estaba distraído colocando las herraduras en el caballo de uno de sus clientes.