Respecto a Blaise Pascal (1623-1662), Baudelaire escribió en Las flores del mal que «tenía un abismo que se movía con él». Y era cierto: un abismo que le llevó a enfrentarse a la naturaleza humana de la forma más inmisericorde que la Historia de la Filosofía había conocido hasta el momento. En un tiempo marcado por un optimismo sin fisuras en la razón, Pascal, profundo conocedor de la misma, nos obligó a no apartar la vista de sus límites, a aceptarlos. Al hacerlo, pretendía recordarnos que las cuestiones realmente importantes para el hombre, aquellas que le tocan de manera íntima y radical, no se demuestran con razonamientos, sino que se deben sentir. De ahí, su famosa afirmación «el corazón tiene razones que la razón no entiende», que no es en el fondo otra cosa que una apuesta, de la que el presente libro intenta dar cuenta.
En contra de los tópicos del pasado y de los viejos prejuicios, el pensamiento medieval se nos presenta diverso, crítico y polémico. Superada la etapa inicial de barbarie, comienza un diálogo con la filosofía griega en sus variadas corrientes, se afina el método, y la lógica impone sus leyes en los debates. El presente libro traza el horizonte de ese mundo intelectual desde esta innovadora perspectiva. La huella de aquellos grandes maestros sigue viva como clásicos de hoy. En efecto, Averroes constituye un punto de referencia para el pensamiento arabo-islámico contemporáneo, Maimónides continúa presente en el diálogo de los filósofos judíos con su propia tradición y Tomás de Aquino sigue inspirando a la filosofía cristiana en su renovación doctrinal.
Ludwig Wittgenstein revolucionó la historia del pensamiento en dos ocasiones, de ahí que se distingan dos etapas claras en su pensamiento, la correspondiente a la teoría pictórica del significado y la que gira en torno a la máxima «el significado de una palabra está en el uso». La honestidad de su trabajo filosófico fue tal que la segunda vez no titubeó a la hora de tirar por tierra la idea principal de su primera etapa, que muchos todavía veneraban y que él mismo había entendido como punto y final de la filosofía. Este libro presenta con sencillez los aspectos más importantes de su pensamiento, al tiempo que intenta ofrecer un retrato de su compleja personalidad, atendiendo al propio convencimiento del autor de que filosofía y vida no iban cada una por su lado, sino que una era reflejo de la otra, y viceversa. El lector descubrirá a un ser humano profundamente enfrascado en cuestiones éticas fundamentales, incluso cuando se ocupaba de la lógica, así como las preocupaciones de corte estético que guiaron su quehacer filosófico. Manuel Cruz (Director de la colección)
Las escuelas filosóficas helenísticas, principalmente el estoicismo y el epicureismo, aparecen en pleno siglo XXI como una fuente de inspiración intelectual y espiritual de sorprendente modernidad. Desatendidas durante mucho tiempo por considerárselas filosofías menores y decadentes en el ocaso de la civilización griega, entendemos hoy que fueron una reacción a una profunda crisis política, social y religiosa —la pérdida de hegemonía de la ciudad-estado griega—, y a la necesidad de encontrar una nueva comprensión del ser humano. La gran finalidad de los pensadores estoicos y epicúreos fue más práctica que teórica: trataron sobre todo de encontrar las vías para llevar una vida individual feliz a pesar de todas las adversidades. El estoicismo tuvo una enorme influencia en la filosofía romana, renacentista y posterior. El epicureismo ofrece unas propuestas éticas —búsqueda de la serenidad, disfrute sabio de la vida, goce de los placeres espirituales, primacía de la amistad— muy deseables para el ser humano actual. Manuel Cruz (Director de la colección)
La filosofía de Heidegger (1889-1976) ilustra una ambigüedad original que recorre toda su obra: culminar la tradición filosófica que viene de Aristóteles y Platón y llega hasta Hegel y Nietzsche, y al mismo tiempo ejecutar su destrucción. En su libro principal, Ser y tiempo (1927), hace su última aparición escénica y retórica la cuestión del ser (la ontologia), pero precisamente para revelar su fracaso como tal cuestión: el sentido del ser resulta refractario a cualquier teoría y no puede en consecuencia ser tratado como un objeto, porque precede a toda tematización. A la filosofía le cabe, por tanto, la doble tarea de desmontar la historia de la ontologia y pensar el ser ligado exclusivamente a su manifestación e interpretación. La filosofía se vuelve así fenomenología y hermenéutica.La recepción de Heidegger hoy resulta indisociable por igual de su controversia biográfica, ligada a su vinculación con el nazismo, y de su deslumbrante aventura filosófica, que envuelve a las principales corrientes del pensamiento del siglo XX —la fenomenología, el existencialismo, el marxismo, el estructuralismo, el deconstruccionismo— y le convierte en la figura principal de su época.
ThomasHobbes es uno de los más brillantes -y a la parolvidados- filósofos del siglo XVII. Hombre deletras, humanista y científico, combinó empirismo y racionalismoen la aplicación que llevó a cabo del método hipotético-deductivo a la filosofía. Supensamiento es recordado sobre todo por sus ideas políticas. Hobbes es elarquitecto de una fortaleza teórica que hunde sus cimientos en las decisionesracionales de unos individuos decididos a erigir ese poder soberano y protectorque es el Estado. La obligación de obedecer a esta autoridad suprema parte delconsentimiento recogido en un contrato social que establecen estos mismosindividuos. Paradójicamente, el poder centralizado y absoluto,inmortalizado en la figura del gran Leviatán, es para Hobbes el mejor garantede la libertad de los hombres frente a ellos mismos.
Sería imposible entender la filosofía de la segunda mitad del siglo XX sin leer a Jürgen Habermas (Dusseldorf, 1929). La obra de este autor, considerado ya un clásico vivo, no es solo filosófica sino que se adentra en el pensamiento interdisciplinar, en la mejor tradición de la Teoría Critica, la corriente intelectual que ha vinculado la reflexión filosófica con las ciencias sociales.Este libro penetra en la abundante obra de Habermas y extrae de ella una narración de la decidida apuesta del autor por la democracia. Lejos de perseguir una introducción exhaustiva al pensamiento habermasiano, este volumen servirá a los lectores para iniciarse en las claves principales del desarrollo de su pensamiento ético y político.
Karl Popper y Thomas Kuhn sonlos dos filósofos de la ciencia más influyentes del siglo xx. El primeroconcibió una nueva metodología científica, el falsacionismo, según la cual laprincipal misión de la investigación consiste, no en verificar las teoríascientíficas, sino en falsarlas, es decir, buscar casos concretos que lasrefuten. En el campo de las ideas sociales y políticas, Popper desplegó unacrítica sistemática de toda forma de totalitarismo. Por su parte, Kuhn alcanzógran renombre por su interpretación del desarrollo histórico de la ciencia comouna sucesión de paradigmas, cada uno de los cuales guía la investigacióndurante un largo período hasta que entra en crisis y es sustituido, a través deuna revolución científica, por un nuevo paradigma inconmensurable con elprimero. Los enfoques respectivos de Popper y Kuhn son muy opuestos, y lapolémica entre ambos autores desempeñó un papel significativo en la filosofíade la ciencia de la segunda mitad del siglo pasado.
Pocos autores han sido tan caricaturizados como Leibniz. La sátira que le dedicó Voltaire en Cándido redujo su filosofía al optimismo del mejor de los mundos… Nada más injusto para con un pensador tan prolífico como complejo, gran parte de cuya obra sigue inédita por su tamaño e interdisciplinariedad. Político y filósofo comprometido con su tiempo, como matemático diseñó una máquina de calcular y descubrió el cálculo infinitesimal, además de documentar el sistema binario gracias a su interés por la cultura china. A Leibniz le hubiera encantado encontrar un lenguaje universal para resolver las controversias y contribuir al entendimiento entre los diversos credos, osó sentar a Dios en el banquillo con su Teodicea y acuñó el lema de Theoria cum praxi, auténtico emblema para la Ilustración.
Nadie ha pensado la justicia en el mundo contemporáneocon el entusiasmo y el rigor que lo ha hecho John Rawls. Dedicó toda su vida aintentar resolver la tensión entre la libertad y la igualdad sin renunciar aninguna de las dos porque ambas son indispensables para la democracia. Sufilosofía consistió en dar forma a una intuición fundamental: una sociedadjusta se mide por el destino que reserva a los más desfavorecidos. Las ideas deRawls han inspirado a una generación de filósofos, pero también a economistas,politólogos, sociólogos y juristas de todas las ideologías y escuelas depensamiento. El legado del filósofo de Harvard ya se encuentra entre los máslaureados de la historia del pensamiento político, junto a Platón, Aristóteles,Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Mill, o Marx.
Henri Bergson (1859-1941) osó plantar la bandera de la metafísica, tal vez por última vez, en mitad de aquellos fenómenos que la ciencia era incapaz de esclarecer, como la interacción cuerpo-mente, la memoria o las causas de la variación genética. Allí donde los filósofos habían hecho del tiempo una degradación de la eternidad o una forma de nuestra sensibilidad, él lo ubicó como principio absoluto del método filosófico, haciendo de la intuición un «pensamiento en duración». Pero la aportación bergsoniana no acaba ahí. Su insólita concepción diferenciante del tiempo lo ubica como un referente absoluto de la filosofía continental de la segunda mitad del siglo XX, que no ha dejado de retomar cuestiones, como la superación de la condición humana y de la pareja sujeto-objeto, que Bergson abordó de forma ya clásica. En él el viejo espiritualismo francés, heredero de la sutileza de Pascal y vigorizado con la fuerza del romanticismo alemán, se sacude la pereza y se sumerge de lleno en el estudio de la ciencia a fin de arrebatarle sus armas al enemigo positivista, que amenazaba con reducir la conciencia a un mero adorno cerebral.
Bertrand Russell (1872-1970) es el más conocido de los intelectuales ingleses del siglo XX y sin duda el más influyente. Fue filósofo, matemático, teórico de la educación, ocasional escritor de historias (recibió el Premio Nobel de literatura), critico del puritanismo y la hipocresía social, activista antimilitarista y antiimperialista y, siempre, un ciudadano comprometido con su tiempo aunque ello le causase detenciones y exclusiones. Sus análisis del lenguaje, el conocimiento y la moral son conquistas intemporales del pensamiento filosófico. Su historia es la de una persona que quiso entender su mundo y, en lo que le fuera posible, transformarlo.
Este libro pretende ensamblar las herencias de Althusser y Gramsci en un proyecto común: el de entender la persistencia del marxismo en la actualidad. No cabe duda de que un cierto marxismo fue derrotado y, de algún modo, sepultado para siempre en la historia del siglo pasado. Pero el siglo XXI asiste a un replanteamiento político en el que la obra de Marx sigue siendo una referencia imprescindible. En esta suerte de renacimiento, Gramsci es, sin duda, el autor más citado. La crisis económica ha desencadenado también una crisis cultural e ideológica, para cuya comprensión, el concepto gramsciano de «hegemonía» está resultando crucial. La intervención de Althusser, por su parte, inauguró la posibilidad de «rescatar a Marx del marxismo», de tal modo que, actualmente, se abren nuevas posibilidades de lectura, algunas muy insospechadas.
Con Sócrates (470/469 a. c.-399 a. C.) la historia de la filosofía cambia de rumbo. Personaje casi mitológico, cuya vida y pensamiento solo se han podido reconstruir a través de testimonios, Sócrates estudia la naturaleza de las cuestiones éticas, y coloca al hombre en el centro de la reflexión. La «revolución» de Sócrates no solo afecta al contenido, pues también repiensa el método. A través del diálogo, partiendo de preguntas breves y concretas, Sócrates busca la verdad. Una verdad que no es un dogma, sino el resultado de una investigación compartida. Critico y democrático, el pensamiento de Sócrates es una referencia fundamental en la historia de la filosofía.
John Stuart Mill fue el filósofo británico más importante del siglo XIX, pero su importancia no deriva de esta preeminencia histórica, sino del hecho que sus ideas nos siguen dando que pensar. Sintetizando su filosofía en unas breves líneas podríamos describirla como una reflexión sobre el significado y el carácter deseable de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Ideales que a su vez se fundamentan en una versión propia del utilitarismo, la doctrina que afirma que la mayor felicidad del mayor número de personas debe ser nuestra guía a la hora de actuar. A partir de esta teoría ética se defiende el derecho del individuo a construir su vida de acuerdo con sus propios criterios, la igualdad de género, la democracia como la mejor forma de gobierno, y a la humanidad como único objeto de adoración racional.
Actor secundario y poco conocido, el neoplatónico Plotino (204-270) constituye sin embargo un hito en la historia del pensamiento, pues nos ayuda a entender la transformación espiritual de Grecia en los siglos que ponen fin al mundo antiguo. Presa de una profunda crisis existencial, el Occidente grecorromano se dejó fecundar por las corrientes religiosas orientales al tiempo que las dotaba de un rigor conceptual superior. Dotado de una clarividencia legendaria y admirado por los asistentes a su escuela gratuita de Roma, Plotino concibió su filosofía como una ambiciosa síntesis de todo el pensamiento griego llamada a superar el dualismo de Platón y Aristóteles. En el centro de su sistema, la concepción dinámica del Alma como un puente activo que permite transitar entre la cima y la base del cosmos sin perder la distinción rigurosa de los distintos niveles de realidad ni la trascendencia del Uno del que todo emana y al que todo retorna. Manuel Cruz (Director de la colección)
Simone de Beauvoir (1908-1986) es una de las grandes voces europeas del siglo XX, una figura imprescindible para entender el desarrollo de la filosofía contemporánea en general, y del pensamiento feminista en particular. A partir de la publicación de El segundo sexo, en el que aparecía la conocida frase «no se nace mujer, sino que se llega a serlo», se habló filosóficamente de las mujeres de otra manera. En este libro la profesora Cristina Sánchez nos desvela paso a paso las claves del pensamiento de Simone de Beauvoir. Un pensamiento reivindicativo que aboga por una nueva concepción del ser mujer, pero que se inscribe también en un proyecto filosófico más amplio: el de la explicación (y denuncia) de las opresiones que actúan a través de la construcción social y cultural de la existencia. La misma construcción cultural que, aplicada sobre los cuerpos de las mujeres, desemboca en su imposibilidad de ser sujetos plenos.
La primera aproximación a la figura y la obra de Max Weber (1864-1920) no puede realizarse sin antes atender al debate que siempre ha rodeado la biografía de este autor: ¿Quién es Max Weber? Se le considera un jurista, un teórico, un historiador, un economista, un filósofo, un politólogo y un sociólogo, así como un estudioso de la racionalización capitalista de la sociedad industrial alemana de principios del siglo XX. Tanto la extensión temática como la profundidad analítica de su obra lo avalan como una de las personalidades más influyentes del pensamiento contemporáneo. Este libro sigue las investigaciones y reflexiones a través de las cuales Weber fue capaz de captar los rasgos y las complejidades del mundo moderno con la ayuda de las ciencias sociales.
La figura de Denis Diderot (1713-1784) suele vincularse principalmente a la extraordinaria labor de edición de L’Encyclopédie, una de las manifestaciones más representativas de la Ilustración francesa y europea. Pero Diderot fue mucho más que un atento y meticuloso editor: compuso diversos textos filosóficos que se enmarcan en el ambicioso debate filosófico del siglo XVIII. A pesar de su formación católica, criticó el cristianismo hasta llegar a posiciones deístas primero, y decididamente ateas más tarde, pasando del dualismo cartesiano a un monismo materialista de signo spinoziano. Se dedicó ampliamente a la reflexión antropológica y al análisis de la sensibilidad y de las pasiones. También se ocupó de la estética, y escribió novela y teatro.Este libro reivindica la profundidad del pensamiento de Diderot, más allá de las simplificaciones de las que ha sido objeto durante tanto tiempo.
Leucipo y Demócrito (siglos V-IV a. C.), los primeros atomistas, son también los primeros materialistas de la historia. A partir de la afirmación de que todo está hecho de minúsculas partículas que se mueven en el vacío, explican la constitución del mundo, la manera en la que el hombre conoce, la existencia del alma, la psicología y las normas éticas y políticas. Aunque solo se han conservado algunos fragmentos de sus obras filosóficas, no siempre de fácil interpretación, este libro los sitúa en su contexto histórico-filosófico y muestra lo fecundo que ha sido su pensamiento para la historia de la filosofía, para las ciencias y para la política hasta la actualidad.