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Bolsilibros - Indiana James 26. ¿Doble o sencillo?, de Indiana James

Novela, Aventuras

Fue como una maldición. Yo pretendía escapar de New York a toda costa, después de las terribles veinticuatro horas agotadoras que había vivido en la ciudad, en las que me habían perseguido gigantescos cocodrilos mulantes, sádicos de película, locos armados, pandillas de jóvenes delincuentes… Me van a permitir que no les cuente detalladamente el infierno que había vivido en mi anterior jornada, pero la última vez que lo intenté, me ocupó casi noventa páginas. Es el número 25 de esta colección, se llama ¡VACACIONES, MALDITAS VACACIONES! Y lo podrán comprar en su quiosco a un precio bastante asequible.


Bolsilibros - Indiana James 27. La herencia Rickenbauer, de Indiana James

Novela, Aventuras

Esta vez me metí en el lío por no leer los periódicos. Llevaba un mes escondido en Innishgal, Irlanda, una madriguera tan perfecta que ni siquiera los distribuidores de prensa parecían capaces de encontrarla. Aunque, de hecho, tampoco tenía mucho interés en saber qué ocurría en el mundo. Qué va. Ocupaba mi tiempo paseando por campos y acantilados, absorto en la rememoración de emociones fuertes recientes y tórridos amores pretéritos. Si me sobraba alguna hora, lo dedicaba a leer lo único que había podido encontrar en el bazar local, una novela de Harold Robbins, tópica pero con ese interés casi malsano que proporciona el asistir al progreso entre la miseria y la opulencia de su protagonista.


Bolsilibros - Indiana James 28. Siglos bajo el agua, de Indiana James

Novela, Aventuras

No había estado en El Cairo, con tiempo suficiente, desde lo de Jon Stormbird y el asunto de la Stark. Ya saben, aquellos líos en los que me metí con Maureen Hjortsberg. Como estaba sin blanca, para variar, había intentado conseguir un crédito en el Spanish American Bank de la capital egipcia, donde conocía a un tipo, aunque fuera un indeseable. Un tan J. J., apodado El Sarto, un mañoso internacional a quien nunca perdonaré lo que me hizo en Hamburgo. Supuse que ahora, con su destino en El Cairo, procuraba huir de las iras de su esposa, una maravillosa criatura, algo temperamental, a la que J. J. engañaba cada vez que podía, con trucos que se habían hecho famosos. Un indeseable, ya digo.


Bolsilibros - Indiana James 29. El despertar de la bestia, de Indiana James

Novela, Aventuras

Allí estaba yo, en El Matadero, rodeado de abyectos criminales, vigilado por funcionarios sádicos y con una condena de treinta años y un día por delante. El Matadero es un penal de cierto país latinoamericano. No podría contar cómo llegué a convertirme en huésped de semejante lugar sin comprometer la seguridad de ciertos amigos de ese mismo país. Por tanto, me veo obligado a dejar en blanco esa etapa de mi vida, con la esperanza de que algún día las circunstancias cambien y pueda relatarla.Debo confesar que cuando llegué al penal se me cayó la moral por los suelos, y por los suelos se me quedo durante bastantes semanas, convertida en algo muy parecido a una cagada de perro.


Bolsilibros - Indiana James 30. …Y los sueños, sueños son, de Indiana James

Novela, Aventuras

Desperté una eternidad más tarde, con un montón de costillas quejándose, un ejército de huesos aullando su protesta y una cabeza, mi única cabeza, sintiéndose como la batería del más brutal conjunto de rock duro del mundo. Y en medio de una insoportable discusión doméstica. Estaba a punto de gritar a los presentes que se callasen de una vez y me dejasen en paz, cuando reparé en que hablaban de mí. Así que seguí haciéndome el dormido astutamente e intenté entreabrir los párpados para entrar en ambiente.


Bolsilibros - Indiana James 31. Paloma, caballo y rey, de Indiana James

Aventuras, Relato

Siempre me han gustado las estaciones, los aeropuertos, los lugares construidos para emprender viaje hacia cualquier sitio. Sí, ya sé que no soy muy original, a todo el mundo le pasa algo parecido, pero así es. Son lugares en los que se respira un aire distinto según hacia qué rincón te vuelvas. Encrucijadas de caminos con indicaciones diferentes que te indican que el mundo está al alcance de tu mano. Soy aún menos original si digo que siempre me ha gustado tener dinero. Toma, y a éste, y al otro y… Pero es que la vida que uno lleva no ha convertido en habitual el reconfortante sonido de las monedas en el bolsillo, ni el suave crujir de los billetes dentro de la ropa. Más bien todo lo contrario.


Bolsilibros - Indiana James 32. Lentas pasan las horas junto al río, de Indiana James

Novela, Aventuras

Decidí que ya había bastante. Había hecho planes de disfrutar de la vida por una vez, aprovechando la poco frecuente ocasión de tener un dinero, y las cosas habían salido al revés. No sólo no había podido disfrutar el dinero, sino apenas tampoco de la vida. La historia con Paloma había sido divertida, pero al final, estaba otra vez con las manos en los bolsillos. Y en esos bolsillos, cada vez menos fondos.


Bolsilibros - Indiana James 33. Infinitas horas en Le Mans, de Indiana James

Aventuras, Relato

—Tú hacías carreras de coches en otros tiempos, ¿verdad? —dijo Teresinha. Estábamos tumbados en una playa de su tierra portuguesa. Una de esas playas con el Atlántico todo para ti, kilómetros de arena fina sin un alma, y un sol de ensueño. Algo así como el Paraíso, en pocas palabras. —Por eso me llaman Indiana —respondí, sin demasiadas ganas de hablar. Prefería seguir tumbado al sol, dispuesto a hacerles competencia a las lagartijas durante milenios, lo menos. Ella, sin embargo, no estaba dispuesta a nada semejante. —Ya, pero… ¿muy en plan profesional?


Bolsilibros - Indiana James 34. ¿Aventurero o escritor?, de Indiana James

Novela, Aventuras

—Conocí a Thelma Tapper en la playa de Malibú estaba haciendo el «muerto» sobre el mar, aunque un par de grandes y «vitales» razones, sobresalían del agua. En cuanto que se hizo su primer movimiento, me lance sobre ella, dispuesto a rescatarla y hacerle una buena sesión de respiración boca a boca. Media hora después, cuando estuve seguro de que no iba a perder la vida, pude darme cuenta de que tenía ojos azules, unas piernas perfectamente torneadas y una abundante cabellera rubia. Después, me presenté: —Indiana James, escritor. —Siempre he sido un poco tímido, y he tenido miedo a decir que mi auténtica profesión es aventurero. Por eso cometí mi primer error.


Bolsilibros - Indiana James 35. Kali no es Kali, de Indiana James

Novela, Aventuras

He de reconocer que me encanta la buena vida, los lechos confortables, los coches de lujo, los hoteles caros, la ropa de marca, el buen whisky, los puros habanos, el caviar ruso, los yates… Creo que si dispusiera de dinero en abundancia, mis ansias aventureras estarían adormecidas mientras mi cuenta corriente lo soportase… O quizá no. La verdad es que cuando se nace aventurero, se vive y se muere así. Y si no lo creen permítanme que les cuente lo que me pasó con Sharon Helton.


Bolsilibros - Indiana James 36. Esto no es el cine, chico, de Indiana James

Novela, Aventuras

La verdad es que esta vez, si me quejara sería por puro vicio. Había conseguido uno de mis sueños dorados de los últimos tiempos: unas merecidas vacaciones, y en las mejores condiciones posibles. Estaba realmente necesitado de tranquilidad, de pasarme unos días y, mejor si eran unas semanas, escribiendo y poniendo en orden todos estos pedazos de mi vida que me ponen en contacto con ustedes y me dan para vivir… y para seguir metiéndome en líos de vez en cuando.


Bolsilibros - Indiana James 37. ¡Viva Siva!, de Indiana James

Novela, Aventuras

La luna recorría tranquilamente las cumbres de las nubes, aprovechando cada intersticio de la jungla para teñir de blanco los paisajes nocturnos, inquietando a las fieras y a las aves y sometiendo a sus leyes desconocidas las predicciones de los adivinos. También dibujó con sus trazos claros las estatuas repetidas del templo casi sepultado en la vegetación, pero no pudo adentrarse en los tortuosos pasadizos que conducían hasta la gigantesca nave central donde se reunían ordenadamente varios centenares de hombres con turbante, silenciosos y semidesnudos.


Bolsilibros - Indiana James 38. En el nombre de Alá, por zona caliente, de Indiana James

Novela, Aventuras

Volaba yo sobre las montañas de Pakistán… Ah, vaya, ¿no les he contado cómo había llegado allí? Bueno, ahora no me apetece meterme a contarlo. O sea que, como decía, estaba yo volando sobre los montes pakistaníes, justo después de despegar de Karachi…


Bolsilibros - Indiana James 39. El engendro, de Indiana James

Novela, Aventuras

Sin intentar decir algo original pienso que no hay nada como coger unas vacaciones cada tanto, sobre todo en uno de esos paraísos tropicales de las fotos brillantes en las agencias de viajes. Para una persona como yo, que habita entre rascacielos grises, donde lo único que trepa desde la calle es el humo de los escapes de los buses y el sonido de las bocinas y motores de cientos de coches, no hay nada como una larga y blanca playa donde golpeen las verdiazules olas del Atlántico. Pues así me encontraba aquella mañana cogiendo el sol, sólo llevaba mi bañador y tenía un buen libro al alcance de la mano: «Los crímenes de la rue Morgue» de Edgar Poe, una historia que mejoraba con el paso de los años, como los buenos vinos.


Bolsilibros - Indiana James 40. Para acabar con una pesadilla, de Indiana James

Aventuras, Relato

Pasé por París y, claro, fui a L’Harmattan. Era mi única conexión con el árabe Abdelatif, y no estaba yo dispuesto a dejar pasar la ocasión. Estaba seguro de que alguno de sus misteriosos asuntos musulmanes lo tendrían ocupado por Europa. No lo había vuelto a ver desde lo de Pakistán, pero no me había olvidado de él. Teníamos una cuenta pendiente.


Bolsilibros - Indiana James 41. Duende sobre aguas turbulentas, de Indiana James

Novela, Aventuras

Nueva York en verano es un infierno. El calor, húmedo y pegajoso, te entra por la boca, por los Oídos, por las narices, por el… Las ventanas tienen que estar abiertas para no desaprovechar ni el más mínimo soplo de raquítico viento. El ruido, con las ventanas abiertas, te inunda la casa poniéndose a competir con el mejor equipo stereo de Alta Fidelidad. Y lo peor es no tener dinero para conseguir huir de aquella parrilla de asar.


Bolsilibros - Indiana James 42. Las flores del mal, de Curtis Garland

Aventuras, Novela

Historia protagonizada por Duncan «Cocodrilo» Dandi (no «Dandy», como dice la portada), un cazador de lagartos gigantes de origen irlandés, putero y cínico, del que queda locamente enamorada la mega-estrella de Hollywood Rossanna Angeli (supongo que representada en la portada por ésa que se parece a Vicky Larraz). Rossanna está inmersa en el rodaje de una superproducción rodada por medio mundo, con peligrosas escenas de acción entre alimañas. No sin dificultad, logrará convencer a Dandi para que se una al staff como especialista en las escenas de acción. Una vez dentro, Duncan descubrirá que el rodaje sólo es una excusa para importar a USA todo tipo de drogas, escondidas en los arcones de atrezzo, desde los países exóticos; y además, que el productor y el ex-marido de Rossanna conspiran para asesinarles, los muy malandrines.


Bolsilibros - Indiana James 43. ¡Peste de pasta!, de Indiana James

Aventuras, Relato

Si hay alguien que tenga miedo a los tiburones o a las pirañas, es porque no conoce las moscas de Tambia. Les juro que son como pequeños vampiros: insaciables, voraces, persistentes… Había una en particular que debía de haberse enamorado de mi brazo izquierdo al que acudía una y otra vez, sin darme ni el más mínimo descanso. Estoy seguro de que era una especie de líder entre sus compañeras ya que cada vez que insistía en darme una dentellada (y lo suyo eran dentelladas, bocados, y mordiscos) un buen enjambre de sus colegas se lanzaban sobre mí.


Bolsilibros - Indiana James 44. ¡Aniquilador!, de Indiana James

Aventuras, Novela

El machete cayó con violencia, rasgando la tupida cortina verde. Lianas, espesura húmeda, se vinieron abajo con el golpe del filo de acero, abriendo paso en la densa espesura selvática. También se llevó por delante el brazo del hombre. Arrancado de cuajo a la altura del hombro por el corte del poderoso machete, el brazo mutilado, chorreando sangre, rebotó ante los ojos de los que se abrían paso en la densa manigua.


Bolsilibros - Indiana James 45. Los intocables de Chicago, de Curtis Garland

Novela, Aventuras

A Woody Leman le gustaba el jazz. Es más, se volvía loco por el jazz. Pero esa noche no había ido al Cotton Club en busca de buena música, como hacía siempre. Había otra clase de música que temía mucho más, y que no se interpretaba con saxo, trombón, piano o batería, sino con hermosos modelos de Thompson automáticos, capaces de interpretar la más brutal y ruidosa sinfonía imaginable. Woody Leman estaba asustado. Muy asustado. Y tenía razones sobradas para ello.