Un juez que en su juventud estuvo destinado en una remota provincia rusa entrega a un editor una novela sobre un crimen pasional, narrada en primera persona. En el libro se descubre la identidad del asesino, pero al editor no le encajan las piezas. Poco a poco, mediante el análisis del texto, va averiguando por él mismo que el crimen sigue impune, que la persona que acabó siendo condenada es inocente y que los hechos no ocurrieron tal y como los cuenta el autor del relato. Llevada al cine en 1944 por Douglas Sirk, con George Sanders y Linda Darnell como protagonistas, «Extraña confesión» es la primera novela larga publicada por Antón Chéjov y la única policíaca que escribió el gran autor ruso. Un paseo por el amor y la muerte, ambientado en la Rusia rural, que mantiene la intriga hasta la última página.
Esta novela registra la aventura de un argentino que se evade de Francia durante la ocupación alemana.
En alta mar se enamora de una extraña mujer, hija del inventor de la «hulla invisible».
Tal es el principio de este relato; después, en rauda sucesión, ocurren un casamiento comprometedor, audiciones de discos misteriosos, remitidos por enemigos, coartadas inéditas en la historia del crimen.
Diestramente, a través de los laberintos de una mentalidad torturada, nos conduce hasta la inolvidable revelación.
La noche sobre el agua de Cora Jarret es uno de los más admirables ejemplos de la novela policial de orden psicológico. No hay aquí personajes superfluos ni falsas pistas, no hay un detective omnisciente ni una laboriosa y rutinaria investigación. La muerte, en este libro, es un acontecimiento tan desolado como en la vida real, su investigación cabe en el examen de un hecho y en las silenciosas cavilaciones de un hombre. Esta novela ha sido equiparada por la crítica norteamericana a Mujeres en el ocaso, a Rebeca y a las atormentadas narraciones de Graham Greene.
El doctor Huberman llega al apartado hotel de Bosque de Mar «en busca de una deleitable y fecunda soledad». Poco imagina que pronto se verá envuelto en las complejas relaciones que los curiosos habitantes del hotel han ido tejiendo. Una mañana, uno de ellos aparece muerto y otro ha desaparecido. Bajo la amenaza de los cangrejales y del mar, aislados por una tormenta de viento y arena, las ya frágiles relaciones entre los personajes se tensan. Cualquier detalle es acusador, cualquier persona puede ser el asesino. Llegados a este punto, la novela se convierte en un fascinante viaje a través de las pasiones humanas, desde el amor hasta la envidia, la venganza, incluso el odio. Es aquí donde el carácter de los personajes cobra máxima importancia : los fantasmas y los deseos de cada uno, esos mundos imaginarios tan recónditos y secretos, forman parte del misterio que irá desvelándose a lo largo de la obra.
Everard Hope había muerto. Esto, por lo menos, era indudable. Entre sus allegados, en la oscuridad, en su desmantelado caserón, el anciano había caído escaleras abajo. Nadie lo lloró; había sido un hombre avaro y duro; los presuntos herederos esperaban su fin con ávida impaciencia. Pero la muerte de Hope no les trajo serenidad. Arthur Crook, el famoso detective de La gente muere despacio, preside este magistral relato. Anthony Gilbert se hace nuevamente presente en la colección El Séptimo Círculo, donde ya son varias las obras de su producción.
A las siete menos cinco la campana de la iglesia de Santa Etelburga despertó del delicioso sueño al señor Arthur Crook, «esperanza de los acusados y desesperación de los jueces». El estrépito se detuvo bruscamente; después descubrieron, enredado en la cuerda de la campana, el cadáver de un desconocido.
La joven enfermera Nora Deane recibe orden de presentarse en el número 12 de la Avenida Askew. Sale de la estación del subterráneo y se encuentra rodeada por la neblina. Permite que un desconocido la guíe, a través de ese barrio lejano, hasta la puerta de la casa donde le esperan. Sola, en la bruma silenciosa, golpea y aguarda. De pronto siente miedo, miedo de la oscuridad de la calle y miedo de entrar en la casa. Arthur Crook, ese amigo un poco vulgar pero que invenciblemente dispone de nuestra admiración y de nuestro afecto, enfrenta los enigmas de esta novela.
Al consultorio del Dr. Oliver tuart llega una lindísima y aterrada, Rose East. Refiere su historia: tiene veinticinco años y está casada con un hombre que le lleva cuarenta; ese hombre es rico y está enfermo y los dos se aborrecen. Rose East agrega que su marido siempre le dice que un enfermo atendido por su mujer corre el albur de morir envenenado. Ella procura pensar que él habla en broma, pero, gradualmente, cae en una obsesión.Poco después muere el señor East, en su propiedad de Hinton St. Luke, de un ataque al corazón.
En la primavera de 1946, la temible Lady Bate llega a Las lomas, construida por el excéntrico Coronel Anstruther años atrás. Las secuelas de la guerra han forzado a la hija del coronel a recibir huéspedes de pago, pero sólo Lady Bate conoce el secreto de la vida pasada de la señora Anstruther y el misterio detrás de su existencia ermitaña. Cuando Lady Bate es encontrada muerta, un comentario fortuito pone al abogado Arthur Crook en el camino correcto, eso sí a costa de poner en riesgo su vida.
Estamos en Viena, en la inmediata postguerra. Ocupada por las cuatro potencias vencedoras, la capital del antiguo imperio austrohúngaro es uno de los puntos neurálgicos de la guerra fría que, aún no declarada, se está gestando velozmente. En ese panorama sombrío e inseguro se entretejen innumerables historias sobre la trama de las pasiones humanas de siempre: el ideal político, la ambición de lucro, el amor... Dijo el propio Graham Greene que El tercer hombre no fue escrito para ser leído, sino para ser visto». Y también confiesa que, cuando sir Alexander Korda le pidió el argumento de una película para Carol Reed, no tenía otra idea que el comienzo de un cuento nunca completado: Había transcurrido ya una semana desde que hiciera mi visita al cementerio para despedir los restos de Harry. Fue, pues, con incredulidad como lo vi pasar, sin que diera señales de reconocerme, entre la muchedumbre de desconocidos del Strand. Este punto de partida, de imprevisible desarrollo para el propio autor, fue el primer germen de una de las más célebres películas de los años cincuenta. Pero el relato que ofrecemos no es, desde luego, el guión de la película; ni siquiera es exactamente igual (detalle que, dicho sea de paso, le añade interés). Es, en suma, la historia que Greene escribió para luego convertirla en guión. Habilísimo, como siempre, en la construcción de intrigas policíacas y de espionaje (no en vano fue funcionario de los Servicios Secretos británicos), Graham Greene es, sobre todo, un novelista de raro equilibrio y severo pudor intelectual: velada emoción e ironía, firmeza de sentimientos y calor humano se armonizan en una visión realista que sabe hallar, por encima de la violencia y la brutalidad, los hilos conductores de una problemática rica y penetrante en la que se debate el destino último del hombre. El ídolo caído, que apareció en 1936 con el título El cuarto del subsuelo (The Basement Room), proporcionó también tema para una película que, con el mismo título, dirigió Carol Reed.
«Una infortunada más» es la historia de un crimen de pasión. Arthur Groome, ayer un hombre respetado, con un buen empleo, feliz en su hogar, hoy enfrenta la acusación de haber asesinado a Kate Haggerty, muchacha de los barrios bajos de Londres. La requisitoria del fiscal, las declaraciones, las pruebas, parecen abrumadoramente condenatorias; pero Arthur Groome insiste en que es inocente y el hombre que lo defiende es el mejor abogado de Inglaterra. Cuando el jurado se retira a deliberar, la tensión es casi intolerable. Entonces llega el desenlace: imprevisto, creíble y aterrador.
«Una infortunada más» es una novela de singular poder, cuya lectura no podrá interrumpirse y cuyo recuerdo atormentará. Graham Greene ha declarado su admiración por está libro.
Se trata de la historia de un niño de trece años. El honorable Ludovic Bewes es un niño de salud delicada y frágil, que heredará la vasta propiedad de Brooke-Norton.
El título de Lord Brooke llegará como una maldición para Ludovic. Las pesadillas y terrores nocturnos acompañarán al pequeño, quien al poco tiempo morirá a causa de una meningitis.
Cuando analizan realmente que sucede descubren una máscara, aparentemente de marfil, que desata el misterio.
Bernice Carey ha hecho un magnífico estudio de carácter de un hombre tratando desesperadamente de ocultar su anormalidad cuyas luchas internas no pasan desapercibidas para el observador entrenado.
Razones no le faltaban a Alexandra Hubell para encontrar agradable la vida. Su hogar era feliz y la pretendía un hombre joven y apuesto. Además estaba por volver a la querida granja en Vermont, donde pasó la infancia. De pronto el miedo la acosó.
¿Tuvo la culpa el aroma del café recién hecho? ¿O la memoria de un ratón que chillaba mientras se debatía en la trampa, un ratón de ojos sanguinolentos? ¿O un cuerpo que cayó de una azotea, durante una noche de lluvia? ¿O una niñita arrebatada a la muerte bajo el vértigo de unas ruedas?
El ratón de los ojos rojos es una novela sobre el miedo, no sobre el simple miedo que un peligro concreto puede inspirar, sino sobre el miedo, más terrible de algo desconocido, algo, algo que a medias es real y a medias fantástico, algo que no podemos recordar, que no nos atrevemos a recordar.
¿Es el abogado un actor?
¿Se puede conciliar fácilmente el apetito de aventuras y el apetito de legalidad?
¿Son acaso los vericuetos legales un obstáculo para comprender humanamente el hecho criminal?
El autor de este libro nos guiará a través de seis casos reales que se sustanciaron en la Corte de la Corona Británica, de los que conoceremos primero a los protagonistas y las circunstancias del crimen y luego las vicisitudes del proceso.
En Veredictos discutidos las preguntas del relato policial se vuelcan sabiamente sobre la vida real. Podría decirse que, con este libro, Edgar Lustgarten se convierte en un digno precursor de Truman Capote.
Marble es un oscuro hombrecito que se endeuda permanentemente para llevar una vida que está por encima de sus posibilidades. Una noche de tormenta, recibe la visita de un sobrino adinerado que viene de Londres. El anfitrión, acorralado por las deudas y tentado por las circunstancias, asesina a su pariente. Ahora, el atormentado protagonista se enfrenta con desesperaciones, asombros y amenazas. Y al fin ocurre la tremenda sorpresa.
«Cuenta pendiente» es la única novela policial del escritor Cecil Scott Forester, que mezcla magistralmente un sórdido panorama costumbrista con las pautas más puras del policial inglés.
Ella Maybelle Longstreet, la abuela, dueña de la inmensa fortuna de Longstreet, es descubierta vestida solo con ropa interior muerta en el salón. Sus pies están descalzos y sucios y todo el suelo está cubierto de una gruesa capa de polvo. No fue exactamente generosa durante su vida. Maude, Lizbeth, Oliver, Edward, Jasper, Shirly. Ninguno de ellos realmente le apreció, Abigail, la nieta favorita de Ella, tampoco. Ahora Abigail es la única heredera de la fortuna. Muchas cosas extrañas suceden en la mansión de Longstreet durante la investigación del subjefe Stephen Eliot.
Francis Wheatley Winn, profesor de historia de uno de los colegios de la Universidad de Oxford, narra con mesura y timidez los trágicos hechos. Ya ha cumplido los sesenta años; su vida es atareada y opaca; la rige, no sin algún agrado apacible, la rutina escolástica; pero en imaginación, Francis Wheatley Winn vive una serie de vidas imaginarias, coronadas por la admiración pública y por la fama. En la habitación de uno de los alumnos apareció un revólver cargado. Esa misma noche llegó de Viena el abogado Ernst Brendel, que en el curso de una conversación con los profesores habló de la dignidad del asesinato. Poco después encontraron a Shirley, muerto. Estaba hundido en la silla, con la cabeza reclinada sobre el pecho y un agujero en la sien. Tragedia en Oxford es una de las más curiosas, más inteligentes y más patéticas novelas policiales.
Nadie olvidará el crimen de Grogan, que fue, en definitiva, un asunto íntimo en una vida pública, ni la derrota de Sanger, que acabó por comprender que nada puede la inteligencia contra las emociones más trilladas y más comunes…
Imposible descubrir en Peter Mason, director de una agencia de publicidad y conocido periodista, los rasgos típicos del hombre predestinado al crimen. Ni la violencia ni el engaño son caracteres suyos. Mason es un hombre agradable, no muy distinto de la gente que lo rodea y no menos moral o sensible. Quiere a su mujer y a sus hijos; pero en su destino entra Serena Stewart y con ella, la inquietud, el amor clandestino, el hábito y la necesidad del engaño y, finalmente el asesinato. ¿Cómo será, después, la vida? ¿Podrá ocultar, a lo largo de los días y de las noches, el terrible secreto? La línea sutil es una admirable novela, en cuyas páginas están el misterio y la angustia y el inconfundible y agrio sabor de la realidad.