Menú



Buscar





Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 97. Bushido, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

El bombardeo de la ciudad portuaria continuaba incesante. Los aviones japoneses llegaban en grandes bandadas para descargar su mensaje de muerte sobre los indefensos habitantes. Los rápidos Zeros no encontraban ya enemigos que les hicieran frente y sus pilotos podían dedicarse a ametrallar impunemente a todo lo que vieran que se movía en el suelo, en las calles o en los tejados de las casas. Las alas con el disco rojo del sol naciente se habían adueñado del cielo por completo. ¡El espacio aéreo era suyo!


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 101. Patente de impunidad, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

La puerta de la galería de la prisión se abrió y, pocos segundos después, se cerró de golpe. El carcelero se movió arrastrando los pies, pesada y ruidosamente. Iba silbando entre dientes Swing Low, Sweey, Chariot, mientras subía la escalera metálica agarrándose a la barandilla. El carcelero resoplaba como un fuelle gastado. Era un tipo fornido pero excesivamente grueso. Los músculos de su juventud se habían cambiado en montones de grasa. De continuar así acabaría pareciéndose al anuncio de Michelín. Tenía los ojos saltones y la mirada huidiza, como si le molestara mirar de frente. Eso contribuía a que todos cuantos le trataban, o se veían obligados a tratarle, le esquivasen. En la medida de lo posible era preferible no tener tratos con él. La verdad era que se trataba de un individuo que repelía en cuanto se le echaba la vista encima.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 109. Los rehenes morirán al alba, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

Silenciosamente, la lancha rápida se deslizaba por un mar de superficie lisa y brillante. Harold alzó la vista, mirando torvamente la luna de color amarillento, semejante a un pandero gitano entre las nubes negras. —No hay la menor duda —dijo entre dientes— que esos meteorólogos son una banda de cretinos. ¡No dan una en el clavo! Y sonrió, pensando en las «sabias» palabras del comandante Foster.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 120. Encuentro en la jungla, de Alex Simmons

Relato, Aventuras

Charles, nadie conocía su apellido, ocupaba una minúscula tienda, con una habitación interior que le servía, además de taller, de alcoba, comedor y sala de estar. La estancia que le servía de tienda no era en realidad, más que un estrecho pasillo, ocupado casi totalmente por un mostrador donde la carcoma y la suciedad luchaban en completa y amplia libertad. Todo el barrio lo conocía. Porque Charles, al que todos llamaban simplemente «el Chispas», poseía una fama turbia, pero bien merecida. Y Scotland Yard se había preocupado muchísimas veces de aquel mozalbete —en realidad tenía veintitrés años, pero parecía tener diecinueve—, cuyas relaciones eran, quizás por casualidad, hombres cuyas fotos reposaban en los archivos de la policía londinense.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 124. Batallón de castigo, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

En la Polonia ocupada por los alemanes, grupos de partisanos intentan subsistir en los campos, entre las aldeas y los pantanos, ayudados por una población civil que sufre el asedio de los soldados nazis y que solo quiere la paz. Entre estos también hay hombres que no ven sentido a una guerra a la que se ven arrastrados por los designios de los poderosos. Pero cuando Leo Varesky y su grupo de hombres aguerridos comienzan a interceptar convoyes de armamento alemán y a hacerse con su carga, los altos cargos de Alemania deciden poner freno a sus actos enviando al “Batallón de represalias”, uno de los más sanguinarios de las SS, a cargo de Otto Lunker, un fiel seguidor de las doctrinas de Himmler. Vestidos de negro, eran portadores de la muerte. Ante la inteligencia de los hombres de Varesky, Lunker decide apelar al sentido de justicia de los partisanos apresando toda una ciudad y designando que varias decenas de ciudadanos mueran cada día hasta que el grupo de Varesky se entregue. Ante semejante reto, Leo no duda en poner en peligro a su hermana Nadia, aunque un par de enamorados de la muchacha tampoco vacilarán en correr en su ayuda y en tratar de acabar con el dictatorial estado al que Otto Lunker somete a la población.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 131. Una trinchera cualquiera, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

Al oír los pasos de su hijo, frau Smikger se quedó súbitamente pensativa al tiempo que una profunda emoción se apoderaba de ella. Se preguntó por qué Hans regresaba tan pronto del cuartel. Los pasos de Hans sonaron fuera, en la escalinata que precedía a la puerta. Luego, sonó el timbre y la mujer cuando abrió la puerta se vio levantada del suelo, como solía hacer siempre su hijo. —Hans, por favor —protestó encantada. Sin dejar de tenerla en los brazos, el muchacho cerró la puerta con el pie y fue con ella hacia el salón. —¡Nos vamos, mamá!


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 133. El submarino pirata, de Alan Parker

Aventuras, Novela

El comandante Karl Luth estaba en el puente de su U-119 dejándose acariciar por la suave brisa del Pacífico. Pronto el sol se pondría detrás de la azulada y lejana línea del horizonte y el cielo se cubriría de estrellas. Habría transcurrido un nuevo día que acercaría un poco más a su amada Alemania hacia la derrota final de la guerra. Karl Luth, con más de 200 000 toneladas de buques enemigos hundidas, con un récord de doscientos tres días en un solo crucero en el océano Indico y en posesión de múltiples condecoraciones entre las que se encontraba la Cruz de Caballero de Cruz de Hierro con hojas de roble, espadas y brillantes, estaba triste.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 142. El Volga se tiñe de rojo, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

A lo lejos, más allá de la curva del Don, una columna de humo, denso y negro, se enroscaba perezosamente, ascendiendo hacia un cielo gris. Aquello era Stalingrado. Así lo pensó el capitán Veraisser, mientras contemplaba la llanura, cubierta por el manto de la primera nevada. Stalingrado. Un capítulo que acababa de cerrarse; una esperanza que desaparecía; una pieza, en los gigantescas partidas de ajedrez de la guerra germano-rusa, que Hitler «se había dejado comer».


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 144. Cita con la muerte, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

Las noticias que se recibían del frente eran cada vez peores. Las fuerzas aliadas se estaban revelando impotentes para contener los ataques de los infantes germanos, protegidos en tierra por los panzers y en el aire por la Luftwaffe, que se había convertido en la indiscutible señora del cielo. Dos cuerpos de ejército habían roto la Línea Maginot y avanzaban para reunirse con las unidades de paracaidistas que habían sido lanzadas tras las líneas enemigas. Los Países Bajos habían sido invadidos y otro poderoso ejército alemán se dirigía hacia el sur. Todas aquellas tropas marchaban hacia un mismo punto de confluencia: ¡París!


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 154. Quería ser neutral, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

Los corresponsales de prensa, reunidos en torno al aparato de radio, permanecían silenciosos, ensimismados. El ambiente era tenso. La maravillosa música de Chopin, una de sus polonesas, no conseguía borrar el ceño preocupado de la mayoría de los rostros. Cuantos se hallaban en el Club de Prensa de Varsovia estaban pendientes de la radio. Aguardaban nuevas noticias. Con temor…


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 156. Vuelo rasante, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

No sólo eran los vapores del whisky los culpables de aquel amodorramiento que experimentaba Alexander, Ecky para los amigos, en aquellos momentos. También el ambiente general, el rumor de las conversaciones, la risa de la gente y el aire, tan insólitamente cargado de humo de cigarrillos, que le era sumamente difícil, a veces, llegar a ver el rostro de su amigo Cristopher; todo contribuía a proporcionar una visión defectuosa, como si Alexander estuviera rodeado de una espesa nube de niebla. No era así como había concebido el primer permiso.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 159. Muerte en el abismo, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

—¿Rumbo? La voz no tardó en sonar, haciendo vibrar la fina película del micrófono. —Seis, siete, tres. —Manténgalo. De un golpe seco, el capitán Lasker cerró los brazos conductores del periscopio. Luego, volviendo la cabeza hacia uno de los hombres que manipulaban en la cabina de mando, ordenó: —¡Bájenlo!


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 164. Soldado con honor, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

La habitación estaba en la parte más alta del War Office. Era pequeña y contenía solamente una mesa que servía de despacho y dos sillas, ocupadas en aquel momento por dos hombres que estaban casi completamente envueltos en el humo de sus cigarrillos. Sobre la mesa no había más que un plano de la ciudad de Bruselas donde uno de los hombres, el más viejo, con uniforme de teniente coronel del ejército británico, había trazado una serie de líneas, utilizando un lápiz rojo y otro azul, marcando círculos y flechas, que cubrían ya una parte bastante grande del plano. El otro, el más joven, era alto, rubio, con ojos azules y vestía un uniforme con las insignias de teniente. La puerta de la habitación estaba cerrada con llave y aquellos dos hombres llevaban ya cerca de tres horas en el interior de la reducida estancia, respirando el olor del tabaco, pero sin preocuparse de nada que no fuese el plano y las líneas que el coronel iba trazando a medida que hablaba.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 169. Y morirán uno a uno…, de Alan Parker

Aventuras, Novela

El sargento paracaidista Jack Kowalski, se lo estaba pasando demasiado bien en Londres como para pensar en la guerra. Con su paga y unos pocos ahorros que tenía, era el hombre más feliz del mundo. Había alquilado un pequeño y ruinoso apartamento en Chelsea. No era precisamente el palacio de Buckingham, pero tampoco estaba tan mal. Tenía todo lo que necesitaba en aquellos momentos, es decir, un techo bajo el que poder cobijarse y una cama donde poder dormir y hacer el amor con la chica de turno, si es que ésta estaba dispuesta a compadecerse de un pobre herido de guerra. Y hablando de chicas…


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 177. Sirocco de muerte, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

La sala estaba llena de humo. Los rostros tensos. Las miradas fijas en el coronel de Estado Mayor que estaba exponiendo la situación, mientras sobre un mapa en relieve iba señalando los lugares que mencionaba. —Caballeros, el general Motgomery y su VIII Ejército se han estacionado frente a las poderosas fortificaciones de la línea Mareth. Tenemos que ayudarles mediante un ataque contra la retaguardia enemiga, desde la frontera argelina.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 183. Traidor a su patria, de Bab Fleming

Aventuras, Novela

El teniente Helmut Straus levantó el brazo y lo llevó hasta su hombrera izquierda. A continuación describió un velocísimo semicírculo y lo estrelló contra el rostro de Jean-Pierre Laffite. El terrible castañetazo resonó en el comedor y las gafas ahumadas de la víctima se hicieron añicos, saltando por los aires y rebotando contra los travesaños del techo. Varios trozos de cristal se clavaron en la cara del francés, que se bañó en sangre. —¡Perro! —Gruñó Straus.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 184. Réquiem para un déspota, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

Las ruedas posteriores del camión resbalaron cuando el pesado vehículo se inclinó peligrosamente al penetrar en la rampa arenosa que conducta al camino. El camión estaba dotado de una caja de paredes altas, con barrotes de madera, que le daban cierta semejanza a una cárcel ambulante o, mejor dicho, a esos vehículos destinados al transporte de ganado y que dejan ver, a través de las barras de madera, los grandes ojos de los bovinos o los pequeños, e inyectados de sangre, de los porcinos.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 186. El teatro de la guerra, de Frank Caudett

Aventuras, Novela

Las huellas de cansancio, agotamiento mejor, estaban indelebles en el rostro de los dos hombres, sudorosos, transpirando copiosamente pese al rigor de la estación climatológica, que ya no corrían, que avanzaban a paso rápido eso sí, pero deteniéndose con frecuencia para darse un respiro e inhalar con fruición el aire que faltaba en sus pulmones. Los troncos de los arbustos que trataban de eludir en su ya menguada carrera por el tupido bosque, les servían a menudo de apoyo y se recostaban contra ellos respirando agitada, ruidosamente. Sus jadeos cobraban tal sonoridad que a veces parecían palabras torpes, incoherentes, o medias frases ininteligibles y excitadas.


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 188. De un infierno a otro, de Elliot Dooley

Aventuras, Novela

En dirección a Kwan-Lu, donde habían estado luchando durante todo el día, se percibía el ruido del cañoneo. Más allá se extendía la carretera del este. Unos reflejos de llamas, surgidas de casas que ardían, iluminaban las nubes más bajas. Tendido en su trinchera, empapado en agua, mirando delante de él, el teniente Keisuke Mihashi presentía que el enemigo estaba muy cerca y que, posiblemente, preparaba un ataque nocturno. —¡Calad las bayonetas!


Bolsilibros - Metralla Ecsa (2ª Epoca) 195. El último combate, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

Pat pasó la toalla por la espalda brillante de Joe, en la que la grasa del masaje ponía notas claras; después, al tiempo que pasaba la primera pierna por el cuadrilátero, levantando una de las cuerdas, musitó con una sonrisa: —¡Suerte, hijo! Joe apenas le escuchó. Joe sabía que el reloj cronómetro, delante del juez, iba corriendo incansablemente y que los diez segundos desaparecerían en un santiamén; después, cuando el gong dejase oír su sonido metálico, llegaría el momento de la gran verdad.