Después del anticipo del mes pasado, aquí está el No Me Judas dedicado íntegramente a Saturday Night Live que os prometí. Para algunos, esas palabras, “Saturday-Night-Live”, no significarán nada, pero me consta por las cartas que recibo que muchos otros lo seguís como podéis a distancia. El que desee introducirse en el mundo de SNL puede adquirir casi 15 videos recopilatorios que abarcan todas las épocas del programa (en Inglaterra venden algunos). Los que poseáis antena parabólica sólo tenéis que sentaros los sábados a las nueve de la noche frente a la MTV y contemplar los resúmenes de los programas que emiten (reducen los 90 minutos de cada programa a 30, pero menos es nada). En Canal + han programado ya tres de esas cintas que se pueden encontrar a la venta (“The Best of John Belushi”, “The Best of Dan Aykroyd” y “Saturday Night Live Goes Comercial”) y es posible que en el futuro emitan más. Para el que se extrañe al ver tres páginas del Popu dedicadas a un programa de la televisión americana, tan sólo un par de aclaraciones: SNL es la mayor cantera de humoristas americanos de los últimos veinte años, y ha servido de escenario para algunas de las actuaciones rockeras más importantes de la historia de la televisión. Merece estas tres páginas.
Las televisiones de nuestro país son un misterio. Cuando definitivamente decides no volver a conectar jamás con uno de esos malditos canales y alimentarte sólo de emisiones extranjeras, te sorprenden con una docena de films terroríficos de Serie B. Paradójicamente la 2 de TVE ha sido el canal que nos ha brindado más aberraciones de un tiempo a esta parte: Ultraman, Russ Meyer, ciencia ficción de los 50’s… y no hace mucho ¡cuatro pelis seguidas del grandioso Jonh Waters! Ese pseudo ciclo dedicado al maestro de la escatología y lo desagradable ha excitado, como es lógico, a los lectores del Popu, y desde hace varios meses llegan a la redacción continuamente extrañas misivas de viejos seguidores del cine de Waters, y de nuevos fans que acaban de descubrirle y desean saberlo absolutamente todo sobre él. Los listados de preguntas son interminables: ¿era realmente un hombre Divine?, ¿es auténtica la escena de la mierda de perro de “Pink Flamingos”?, ¿de dónde diablos salió la mujer-huevo de “Pink…”?, ¿son reales las secuencias de Divine exhibiéndose por la calle en “Female Trouble” y “Pink Flamingos”?, ¿formaban una especie de comuna los actores habituales de Waters?… Demasiadas cuestiones para ser respondidas en el Correo y el Apéndice, de modo que, tal como hice meses atrás con T. Rex, utilizaré el No Me Judas para desvelar todas esas dudas de golpe. Los viejos admiradores del director podéis recrearos rememorando aquella primera vez que penetrásteis en el cine de este hombre, y quienes acabáis de descubrirle encontraréis aquí las respuestas a vuestras preguntas.
Voy a ser sincero, el No Me judas de este mes, no es más que una excusa para publicar unas cuantas fotos de supermujeres de otra era. Por una vez dejemos las sobredosis de texto a un lado y disfrutemos con la imagen. Dije que no hablaría de pornografía durante una temporada, y por el momento lo estoy cumpliendo. A pesar de lo que puedan pensar algunos, esta vez la cosa no va de porno. No voy a hablaros de chupadas ni de “fist fucking”, sino de algo mucho más inocente: striptease, erotismo… concretamente de las pin-ups que pusieron cachondos a miles de tíos en los años 40 y 50. Este No Me Judas es una prolongación del que escribí sobre Betty Page en septiembre del 92. En aquella época Betty todavía permanecía en paradero desconocido y la sección sirvió para rendirle un homenaje a un espectro del pasado. En 1994 Betty Page ya ha sido localizada, todo el mundo conoce su historia y hasta ha concedido varias entrevistas. Es momento, pues, de hablar de sus compañeras de aquella época, pin-ups legendarias que tuvieron tanta importancia como ella. Si queréis saber cuál es el secreto que esconde la portada del disco “Puta’s Fever” de Mano Negra, qué hay detrás de la película “El escándalo Blaze” de Paul Newman y qué rubia pasó por la cama de Marilyn Monroe, seguid leyendo.
Lo comentábamos en el Correo el mes pasado. No es fácil ser fan de Robert De Niro en estos tiempos que corren. Aquella fuerza de la naturaleza que en su día encarnó personajes ya legendarios como el Johnny Boy de “Malas Calles” o el Travis Bickle de “Taxi Driver”, no tiene reparos en rodar películas tan vacías como “Nunca fuimos ángeles”, “Llamaradas” o “Night and the City”, chapuzas indignas de alguien con semejante historial a sus espaldas. Por supuesto no todo son fiascos, todavía demuestra en contadas ocasiones que, si lo desea, no tiene rival posible en la pantalla (no hay que olvidar aquel tremendo Max Cady de “El cabo del miedo”), y sigue protagonizando films modestos pero interesantes (“Jacknife”, “Guilty By Suspicion”...). Sin embargo, su nombre ya no garantiza una gran película, ahora antes de desplazarte al cine a ver un film de De Niro debes tener en cuenta otros factores: director, compañeros de reparto, guión, etc. Se acabaron los tiempos en que preparaba cada personaje con una minuciosidad enfermiza, poniendo a prueba su cuerpo y su mente; desde que controla la productora Tribeca, está obligado a involucrarse en proyectos menos ambiciosos. Y no por ello merece que maldigamos sus huesos, De Niro se ganó el cielo hace muchos años y está en su derecho de tomarse las cosas con más calma. De todas formas es imposible no sentir nostalgia del pasado, su trayectoria desde principios de los 70 hasta mediados de los 80 es casi perfecta, pocos actores en la historia del cine han conseguido encadenar películas de un nivel tan alto durante un plazo de tiempo tan largo.
Tan sólo han transcurrido un par de meses desde la publicación del Popu dedicado a California, y obviamente mi cabeza sigue allí, de modo que este NMJ no es más que otra excusa para hablar de la tierra de Uncle Sam. La idea es sencilla: un viaje mental a la América oscura, a la América enferma. Por supuesto en unas pocas páginas resulta imposible destacar todos los lugares esperpénticos que pueblan la geografía americana, pero podemos repasar algunos de los más curiosos. Si deseáis saber dónde se encuentra enterrado el cadáver de Leo, el león de Metro Goldwyn-Mayer, y Cheetah, la mona de Tarzán, dónde ha ido a parar la máquina de escribir de Hitler o qué ha sido del hacha de Lizzie Borden, seguid leyendo. El abanico de posibles destinos para el viajero enfermo es muy variado, tenemos desde exposiciones de cucarachas, hasta museos dedicados a la menstruación, pasando por mini-golfs situados en funerarias. Here we go!
Los términos secretos de un compromiso gestado a instancias religiosas y las claves de un noviazgo apasionado; anécdotas y detalles inéditos acerca de su relación con Balduino. Todo ello contribuye a romper estereotipos e ideas preconcebidas acerca de la protagonista.
Una nueva historia del nacionalismo ¿Qué es realmente el nacionalismo y por qué es capaz de levantar tan intensas pasiones? En este gran libro Azar Gat, profesor de la Universidad de Tel Aviv, desmonta las teorías dominantes sobre “comunidades imaginadas” e “invención de tradiciones”, para ofrecernos una historia universal del nacionalismo, a lo largo del tiempo y a través del mundo entero. Azar Gat ahonda en las remotas raíces de la formación de las sociedades humanas para mostrarnos cómo, desde los orígenes, el parentesco y la afinidad de la cultura determinaron unas pautas de solidaridad y de cooperación que se convirtieron en un elemento esencial de la política a partir de la aparición de los estados. Es verdad que, a lo largo de la historia, el nacionalismo ha sido, a la vez, una energía liberadora, capaz de forjar sentimientos de identidad y de cooperación, y una fuerza destructiva, responsable de agresiones y matanzas. Para sacar provecho de sus aspectos positivos y combatir los negativos, nos dice Azar Gat, necesitamos comprender mejor su auténtica naturaleza.
El gran historiador británico Eric Hobsbawm, autor de la célebre Historia del siglo XX, nos ofrece en este libro un detallado análisis histórico de la evolución de la nación moderna en los últimos 200 años, desde el protonacionalismo popular hasta la actualidad, procurando distinguir cuidadosamente lo que es historia real de lo que no pasa de ser «mitología programática», y poniendo de relieve la contradicción que parece existir entre la actual reafirmación política de las nacionalidades y la lógica de la integración económica que las empuja, como en el caso de la Unión Europea, a una supranacionalidad cada vez mayor. «Tal vez no todo el mundo esté de acuerdo con las afirmaciones de este libro —nos dice el profesor Santos Juliá— pero los análisis de Hobsbawm tienen la virtud de plantear los problemas desde su raíz, no perderse en disquisiciones esencialistas, y devolver a las creencias su historicidad».
Nada por lo que pedir perdón es un libro esclarecedor que no solo defiende la importancia del legado de España, sino que tambien demuestra con rigor que los países que se han convertido en máximos exponentes de esta furibunda ofensiva (Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia y Estados Unidos, los "jueces" principales del "Tribunal de la Historia") son naciones donde la esclavitud, la limpieza etnica y el colonialismo más feroz conocieron su apogeo. El Imperio español fue el mayor de su epoca y, por ello, objeto de una guerra ininterrumpida que no terminó en los campos de batalla. Como veremos, los enemigos de España han trabajado arduamente para que sus propias atrocidades permanezcan ocultas a ojos de la Historia.
Sin duda Napoleón Bonaparte es la figura más relevante que Córcega ha dado a la historia. Su infancia y primera juventud en la isla mediterránea, que luchaba entonces por su independencia de la República de Génova, así como su carrera en el ejército durante la Revolución francesa, marcarían la personalidad de este hombre que estaba llamado, al menos en su pensamiento posterior, a asemejarse a otros grandes personajes de la historia como Alejandro Magno o Carlomagno.
Desde la muerte de Napoleón Bonaparte en 1821 se han escrito innumerables libros sobre su vida. Todos los editados desde 1857 se han basado en la correspondencia que publicó su sobrino Napoleón III, distorsionada con fines políticos. Sin embargo desde 2004, la Fondation Napoléon de París ha sacado a la luz todas y cada una de las más de 33.000 cartas que firmó el propio Napoleón. La culminación de este ingente proyecto exige una reevaluación completa de la visión de este gran personaje, y esta es la primera tarea que Roberts realiza a fondo en este libro.
El autor, premiado historiador inglés, no se ha detenido en esta complicada reconstrucción sino que se han involucrado vitalmente en esta biografía. Descubrió nuevos documentos cruciales, repitió siglos después el viaje en barco de Napoleón a Santa Helena e inspeccionó cincuenta y tres escenarios bélicos en los que combatió Napoleón. El resultado de esta titánica tarea es una obra maestra sobre este controvertido personaje. La biografía definitiva de un hombre que fue capaz de modificar la historia.
Un Napoleón Bonaparte que se nos aparece con el tiempo en toda su contradicción.
Napoleón es ante todo el hijo de una época de transición, la del paso del viejo mundo feudal a una nueva sociedad burguesa. Encarna todas las contradicciones de esta época, su nombre está asociado a una ambición desmesurada y un poder despótico, a guerras crueles y sangrientas, evoca los horrores de Zaragoza, el saqueo de la Alemania avasallada, la invasión de Rusia. Pero también nos recuerda el coraje y la audacia manifestados en las campañas italianas, el talento que supo atreverse, el hombre de Estado que asestó golpes mortales a una Europa feudal ya decrépita. El historiador soviético Albert Manfred, genuino maestro en el arte de narrar la historia, comienza trazando un excelente retrato del joven Bonaparte, discípulo de Rousseau y de Raynald, jacobino y robespierrista, defensor de los ideales republicanos de la Revolución para ir desgranando su evolución gradual y su transformación en autócrata, en avasallador de Europa, en constructor de un Imperio a golpe de bayoneta. Considera que Bonaparte traicionó el gran secreto de sus rutilantes triunfos militares: el entusiasmo revolucionario del pueblo que empujaba a sus soldados, lo que le llevó a su fracaso final. Manfred consigue plasmar en estas páginas todos los matices de un hombre extraordinario, así como los excelentes retratos psicológicos de numerosas personalidades históricas que le acompañaron, presentando un retrato verídico y fiel de Bonaparte y de la época que alumbró.
Muerte, devastación, ruina, agonía, hambre, sed, huérfanos, viudas, miedo, pánico, terror..., esto y más significaba un naufragio. Muy alejado a la versión idílica que estamos acostumbrados a ver en filmes e historias de fabulosos tesoros. Definitivamente, cualquier hundimiento constituía una desgracia absoluta, aunque algunos hombres lo aprovecharan para enriquecerse. Las costas de Cuba han sido testimonio de miles de naufragios a lo largo de más de cinco siglos de historia naval post colombina. Sabemos que los aborígenes americanos conocían perfectamente su entorno marítimo y emplearon esos grandes caminos en función de solventar sus necesidades migratorias. La mayoría de los naufragios generaban un gran volumen de documentos, como el codiciado libro de carga, cartas, inventarios, etc., de los cuales, afortunadamente, muchos burlan al tiempo en cuidados estantes, protegidos por hombres y mujeres cuya misión es hacerlos perdurar y ponerlos al servicio del investigador. Tengo la esperanza que cada historia, dada su veracidad, cautive, y que los detalles, lejos de abrumar, permitan la aproximación a tiempos tremendos, donde luchar a brazo partido por la supervivencia era cotidiano.
En Cuba se vive de cara al mar. La línea del horizonte es la frontera natural, omnipresente. Del mar llegaban los galeones con las bodegas desbordadas de la savia que inyectaban a una ciudad que esperaba ansiosa para alimentarse y seguir edificando quimeras. Arropaba en su útero portuario a los barcos que venían desafiando las mayores contingencias del momento, para tomar un respiro e intentar el salto transoceánico, casi inconmensurable. Muchos lo consiguieron, otros naufragaron. Palabra mágica…naufragio…evocadora de tesoros, valor y muerte. Hombres de talla cósmica desdibujaban una y otra vez los límites geográficos conocidos y su acontecer cotidiano era una gesta. De ellos, sobre todo, se habla en este libro.
La mañana del 14 de junio de 1616 el toledano Francisco de Ribera, capitán de mar y guerra de la armada corsaria del duque de Osuna, se encontró en aguas del cabo Celidonia, en Chipre, con cincuenta y cinco galeras de la flota turca, a las que solo podía oponer su pequeño escuadrón de seis veleros. En un asombroso alarde de ingenio, destreza náutica y valor, las naves «mancas» —sin remos— españolas derrotaron a las otomanas en tres días de feroces combates, acabando con una tradición naval de más de tres mil años.
Los buques a vela, perfectamente desarrollados durante la segunda mitad del siglo XV, con una estrategia militar totalmente definida, se convertirán así en los protagonistas de la navegación. Del Mediterráneo al Pacífico, durante dos siglos, el viento en las velas empujará a galeones, fragatas y navíos de línea a una aventura infinita en la que ya no existirán barreras.
El dominio del mar se volverá imprescindible. La lucha por conseguirlo, implicará a todas las naciones del mundo civilizado en una larga guerra sin cuartel en la que España, día tras día, encontrará cada vez un número mayor de enemigos. Será una lucha sorda, difícil y olvidada, en la que sus flotas, superadas en recursos y fuerza, conseguirán, en un esfuerzo titánico, mantener abiertas las rutas con América y Asia, esenciales para la supervivencia de la monarquía y la nación.
Naves Mancas, trata del papel jugado en la Historia por las armadas de España durante esos años, los del apogeo de las naves a vela, invitando al lector a un nuevo desafío.
En Oriente, donde estaban las riquezas de las legendarias islas de las especias, los reinos de Conchinchina o el casi desconocido imperio Chino, las naves españolas y portuguesas ejercieron durante siglos un dominio incontestable.
«Barcos Negros» — kurofune — fue el nombre con el que las conocieron los habitantes del Japón cuando arribaron a sus costas en el siglo XVI.
Una época de esplendor, un siglo mágico abierto con el descubrimiento de la Mar del Sur —bautizado como Pacífico en 1513 por Vasco Núñez de Balboa—, ampliado con la exploración de la costa Sur de Nueva Guinea por Luis Váez de Torres, y cerrado con la localización de los principales archipiélagos de Oceanía.
Una centuria en la que el Pacífico, a pesar de los múltiples enemigos que tenía España se convirtió en un lago de su propiedad, sin que esa situación la alterara lo más mínimo cualquier incursión de los corsarios ingleses.
Lo que el lector tiene entre manos va desde el plan español para invadir China a los conflictos en Borneo, Brunei, Camboya, Japón y las islas Filipinas. Un libro de navegantes, exploradores, misioneros y guerreros.
Negrete comienza recordando que en tiempos anteriores a la Revolución de Mayo ya se practicaban excesos increíbles con la muerte, como dejar expuestos los muertos indigentes con una lata a un lado para que la gente pusiera su limosna y se reuniera la suma suficiente para darles sepultura. Después sucedería la común costumbre de dejar en lugares públicos los cuerpos de los ahorcados, o pasear las cabezas de los asesinados, llevadas como trofeos, o el periplo del cadáver de Juan Lavalle pudriéndose, que inspiraría al Sabato de “Sobre héroes y tumbas”. Una sucesión de hechos siniestros que llevan hasta los hechos más recientes, como la momificación y profanación y ocultamiento del cuerpo de Eva Perón; o el de Perón mismo, cuyo homenaje póstumo fue en medio de un tiroteo y mutilación del cadáver. De “los músculos del cuello de Alicia Muñiz que fueron robados para que no se culpara a Carlos Monzón de haberla asesinado” al robo del corazón momificado de Fray Mamerto Esquiú, o a la devoción popular por las tumbas de la Difunta Correa, de Gardel, Gilda, Rodrigo o el Gauchito Gil. No es casual que “en lugar de conmemorar nacimientos, solemos recordar siempre las muertes”. Las repatriaciones de cadáveres (hasta el de Jorge Luis Borges intentó ser sacudido), la profanaciones de tumbas, la adhesión masiva a ciertos funerales (los de Hipólito Yrigoyen, Gardel, Eva y Juan Perón, Ringo Bonavena, Alberto Olmedo y Carlos Monzón, entre tantos otros), los desaparecidos y las exhumaciones en su búsqueda y todo lo que conforma ese espiral de la cultura necrómana nacional, que alguna vez deberíamos unirnos para frenar. “Entonces el mensaje final del Himno Nacional cantado “¡... o juremos con gloria morir!’ podrá ser superado, sin perder su sentido épico, por un “¡... o juremos con gloria vivir!’”
Formaron la pareja reinante más enigmática del antiguo Egipto, y su revolución religiosa continúa intrigando a estudiosos y profanos. Este libro explora los múltiples misterios que rodean a la pareja real egipcia que implantó el culto de Atón, el Dios Sol, y nos guía por los laberintos de una apasionante investigación histórica.
Fisiólogo eminente, formado en Alemania, Juan Negrín López (Las Palmas, 1892 - París, 1956) fue un hombre comprometido con su tiempo que abrigó convicciones ideológicas democráticas, republicanas y socialistas. Esta triple inclinación le llevó a abandonar su brillante carrera como investigador para ostentar crecientes responsabilidades políticas durante los años de la Segunda República y la Guerra Civil Española. Activo diputado socialista en las tres legislaturas republicanas, cuando se inició la contienda fratricida se hizo cargo con eficacia del Ministerio de Hacienda. Y desde mayo de 1937 hasta la derrota final en marzo de 1939 ejerció como un enérgico y voluntarioso presidente del Gobierno. En esa calidad, el doctor Negrín se convirtió en el máximo antagonista del general Franco y llegó a personificar el espíritu de resistencia de la República con tanto fervor e intensidad como el Caudillo llegó a representar al enemigo vencedor. Su posterior caída en el olvido y el silencio fueron tanto resultado de la derrota como de las amargas divisiones que fracturaron al bando republicano durante el conflicto y el posterior exilio.