Linda Kooskia detuvo el caballo y contempló el espectáculo que se presentaba a su vista, desde la altura en que se hallaba.
Docenas de cabañas bordeaban el río que, meses antes, estaba solitario y en el que podía bañarse sin testigos en la época del calor.
El puesto peletero o factoría de Dodson, en la orilla izquierda del río Milk, se sostenía a pesar de que los ranchos y las granjas iban avanzando en un terreno que poco antes parecía exclusivo de los animales y de algún osado cazador que vivía en las montañas que rodeaban a la factoría.
La colonización del Oeste se debe en gran parte a la lucha encarnizada que sostuvieron dos potentes compañías peleteras. La de la Bahía de Hudson, en Canadá, y la de la compañía del Noroeste de Pieles.
La primera envió a sus cazadores franco-canadienses, sin limitación de espacio, en busca de las pieles que cada vez eran más cotizadas en los mercados mundiales.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.
A pesar de los muchos locales de diversión existentes en El Paso, dos de ellos eran los que se veían más concurridos, tratándose de los dos locales más amplios y lujosos. Uno de ellos, bautizado con el nombre de Fronterizo, pertenecía a Rex Picwick, hombre muy temido y respetado en la ciudad. El otro se denominaba Alegría y era propiedad de la mujer más bonita de El Paso, Violeta Tower. La mujer más deseada por todos los habitantes masculinos del pueblo fronterizo, y no conseguida por nadie.
Nevada formaba parte de Utah, bajo el nombre de Condado de Carson, pero la gran afluencia de californianos, cuando la aparición de oro y plata en 1858, modificó las circunstancias, levantando la obligación de acatar las leyes de Brigham Young.
El 31 de octubre de 1864, Nevada fue admitida como Estado de la Unión, trazándose la divisoria entre Utah y él por una línea que se delimitó con toda clase de datos y que colocó a Wendover en el centro de esta divisoria, hasta el extremo que el bar de Persimons tenía en el centro del salón una línea blanca trazada en el suelo con dos mostradores en que despachaban whisky y ron en ambos Estados.
Laura se sorprendió al subir a la diligencia. Los viajeros no eran los mismos.
Basil y otras tres personas habían sustituido a las que llegaron de San José.
También iban dos mujeres. Pero más jóvenes que las anteriores.
Una de ellas hablaba con fluidez y alegría.
Era famosa en todo el Oeste la zona residencial de San Francisco.
Se extendía ésta en la costa y en la parte norte de la ciudad.
Las familias más acaudaladas habían mandado levantar residencias suntuosas.
Los enriquecidos con el oro, los transportes, ferrocarriles, ganadería y comercio exterior tenían allí verdaderos palacios. Construcciones que se llamarían con el tiempo de estilo colonial, rodeadas de parterres y jardines de bellos dibujos geométricos.
La residencia más suntuosa entre tantas, y lo eran mucho, era sin duda la del viejo aventurero Newman.
La joven le sonreía y, sin decir nada, al ver que desaparecía con el cobarde que la amenazara, nadó hacia el lugar en que estaba su ropa.
Sin explicarse la razón, tenía confianza en ese gigantesco muchacho que había castigado a míster Kane.
Estaba completamente segura de que no sería observada.
Al acercarse a la orilla y salir del agua, sentía los lamentos de míster Kane, afirmando que era una broma.
Para Virginia Neile, hija de Geo Neile, la conducción del ganado desde el río Pecos hasta Dodge City estaba resultando de una monotonía abrumadora. Había oído decir en el rancho, a cada viaje del equipo al ferrocarril, las leyendas más asombrosas de cuatreros y de gun-men, haciendo con ello que en su espíritu aventurero naciera la idea de ir acompañando a su padre en la primera manada que formara. No había sido sencillo, ni mucho menos, convencer a Geo Neile para esta compañía, y con tal obstinada oposición hizo que su hija deseara mucho más el acompañarle. Estaba segura de que si no la dejaba ir era, precisamente, por todas las aventuras que sucedían en el viaje.
El encargado de la misma, Philip, estaba contento. Cada llegada del vehículo suponía para él una venta de bebidas y de comidas, con la que ganaba bastante.
Hacían un descanso para pasar la noche antes de seguir viaje. Y ello suponía comida y desayuno para cada viajero.
Los que estaban discutiendo, se asomaron a la puerta para ver quiénes viajaban.
Sin descender todavía, el conductor decía al sheriff , que habían rechazado un ataque en el camino.
El condado de Elko, en Nevada, había atraído a centenares de ambiciosos por el oro y la plata que apareció en los ríos Marys, Humboldt, North y South Fork y East Fork Humboldt.
Aventureros estos que levantaron los poblados de Wells, Delta, Halleck, North Fork y, especialmente, la ciudad de Elko.
Hice la guerra frente a ellos y les he oído hablar mucho cuando caían prisioneros.
Norma se marchó para hacer la comida a Chester.
Estaba comiendo con la dueña sentada a su lado y hablando de lo que pasaba en la ciudad, cuando entraron dos jóvenes vestidos con elegancia.
El jinete detuvo su montura. Descendió lentamente, mientras que sus ojos contemplaban con deleite el paisaje que desde esa altura dominaba.
Soltó la brida y sentóse en una roca. Mientras que su vista revoloteaba inquieta sobre el extenso valle que tenía a sus pies, sacó la petaca y la pipa. Cargó ésta de una manera mecánica, Prendió fuego y, como si el humo del tabaco ahuyentara sus viejos recuerdos, sonrió.
Ike Houston desmontó ante uno de los saloons de Las Cruces.
Los cow-boys le contemplaban con interés.
Pasó ante ellos después de sacudirse el polvo, sin concederles importancia.
El cambio de temperatura al entrar le hizo sonreír de satisfacción.
El calor era sofocante.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Sentáronse ante la expectación general y como habían hablado mucho de Stanley, todos dedicaban su atención al muchacho. Los que le conocían de antes, le sonreían, ya que de Stanley se habían dicho las cosas más asombrosas.
Mac Kee barajó con la habilidad que hablaba del profesional y en pocos minutos de juego, ya se había dado cuenta Stanley del sistema que empleaba.
Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.