Conocido por sus cuentos, novelas y ensayos filosóficos, Edgar Allan Poe es fundamentalmente un poeta. Para Poe, un poema es el producto de la combinación de una intuición pura y de la elección consciente, minuciosamente calculada, de los elementos que lo componen. La producción poética de Poe se destaca por su impecable construcción literaria y por sus ritmos y temas obsesivos. Su obra refleja la influencia de poetas ingleses como Milton, Keats, Shelley y Coleridge, y su interés romántico por lo oculto y lo diabólico, al estilo del español Gustavo Adolfo Bécquer.
Este volumen recoge toda la obra poética de este genial autor, donde es posible reconocer la más exquisita fibra del romanticismo. La melancolía, el amor etéreo, las ruinas prodigiosas, el eco de los muertos, son algunos de los motivos que salpican estas páginas donde el arrebato ofrece su más intenso misterio.
Enigmática y retraída, pero rebelde y tenaz, alejada de todos, y también de la tradición poética a la que le abocaba su tiempo, Emily Dickinson fue creando a lo largo de su vida una obra intimista y original, cristalina a la par que de profundidades insospechadas, en la que explora la mente y el alma humanas al tiempo que se interroga acerca de los sentimientos y la naturaleza, la vida y la inmortalidad. Dejó a su muerte 1775 poemas, de los que sólo publicó siete en vida. La gran escritora argentina Silvina Ocampo irrumpió en ese frágil universo al emprender lentamente, con la misma meticulosidad y pulcritud que la poeta norteamericana, la traducción de 596 poemas, que nos transmiten su estilo, incólume desde sus primeros versos, y nos llegan tan diáfanos como en el instante de su creación.
Breve conjunto de poemas en los que se abordan asuntos como la memoria y el olvido, el paso del tiempo, la pasión, el existencialismo y temas similares para los que es casi imposible encontrar respuestas certeras. Dedicado a todos los que aman la poesía como el medio de expresión más profundo y hermoso que ha sabido crear el ser humano...
En 1935, coincidiendo con la escritura de su libro «Invocaciones», Luis Cernuda publicó una serie de traducciones de 18 poemas de Hölderlin en la revista Cruz y Raya. En este volumen se recogen dichas traducciones, junto con una introducción del propio Cernuda.
Guadalupe Amor empezó a escribir ya ceñida con la corona de laurel de las letras, que por cierto considera «simple gorro de papel», y desde entonces maneja a placer la métrica y estructura clásicas: la décima, la lira y sobre todo el soneto, que han sido el vehículo de una poetisa que se ejercita en temas y descripciones que sólo pueden pertenecer a tamaña originalidad personal. Aun cuando durante largos años fue ella la eterna piedra de toque contra la cual se medía al resto de las poetisas, a últimas fechas su obra ha permanecido ausente de las más nombradas antologías y casas editoras. Para cubrir esa inexplicable deficiencia presentamos esta breve selección, que cubre la producción reciente de nuestra antologada.
Günter Grass (Danzing, 1927) es uno de esos escritores extraordinarios de los que sólo nacen uno o dos en cada generación. Pero si su obra narrativa (baste recordar «El tambor de Hojalata» o «El rodaballo») forma ya parte sin remedio de los clásicos indiscutidos del siglo XX, su poesía sigue siendo, en gran parte, una desconocida. Y, sin embargo, la poesía es esencial en Günter Grass, una compañera fiel que, como el dibujo o la escultura, lo ha acompañado toda su vida, y resulta realmente imposible comprenderlo sin haber leído sus poemas. «Lo que para Beethoven era el piano —dice Joachim Kaiser— es para Grass la poesía». En ella, «parece hablar más «directamente» que en su prosa y, con frecuencia, se piensa estar leyendo un diario. La poesía de Grass es serena, alegre, nada pretenciosa». Esta selección de poemas tiene en cambio una pretensión: la de dar a conocer no sólo al poeta, sino al hombre.
En este volumen se reúnen por primera vez todos los poemas de Hannah Arendt y se muestra que su obra, sin una estrecha relación con la poesía, sería inconcebible. Hannah Arendt es reconocida como una de las pensadoras más importantes del siglo XX. Sin embargo, muy pocos saben que durante décadas escribió poesía. Los poemas de Hannah Arendt son una expresión del sufrimiento causado por la pérdida: ya sea la pérdida de la "edad dorada" que es la infancia, la añoranza de la patria desde el exilio o el dolor por la muerte de los seres queridos. Pero si la pérdida causa sufrimiento es porque, a pesar de la ruptura, el amor persiste. Es cierto que Arendt a veces expresa el anhelo de aplacar el dolor a través del desvanecimiento de la conciencia (el sueño, la noche) o una evasión mental (el baile), pero sabiendo que son lapsos, pausas o descansos provisionales de los que luego se regresa. Es posible insensibilizar al dolor mitigando el amor, pero es más irrenunciable el amor que insoportable el sufrimiento.
Ligada estrechamente a sus meditaciones filosóficas, la poesía de Macedonio Fernández responde a esa peculiar interpretación de la realidad que desde la perspectiva de un idealismo absoluto caracteriza como línea de pensamiento a toda su labor creadora. Antiguo deseo de fieles lectores de Macedonio Fernández era tener reunidos en un libro los poemas dispersos en escritos variados o inéditos. Llegó el tiempo de complacerlos. Macedonio no publicó en vida ningún libro de poemas. Algunos poemas aparecieron en revistas literarias; o se conservaron otros en cuadernos de anotaciones o en hojas sueltas conservadas azarosamente. Algunos recogidos en el tomo VII de las «Obras Completas» y en buena parte incorporados a sus novelas «Adriana Buenos Aires» y «Museo de la Novela de la Eterna». Pero existe una dificultad cuando el lector se encuentra con dos estilos entrelazados: alterna a veces textos más o menos versificados con prosa poemática, sobre todo en el contexto novelístico de «Museo». Se optó por incluir unos y otros en esta recopilación bajo el título genérico «Poemas». En fin, a veces los textos poéticos aparecen precedidos por reflexiones metafísico-estéticas como para estimular la aventura mental del lector.
Cayo Valerio Catulo nació en Verona en el año 84 a. de C. y murió en Roma en el 54 a. de C. Docto, lascivo, tierno, ingenioso, elegante, elocuente, encantador: así pintaron al poeta sus colegas romanos Marcial, Ovidio, Tibulo. Propercio y Juvenal. El humor, en el amplio espectro que va desde la gracia y el toque picante hasta el escarnio y sus gotas amargas pasando por el ingenio más ácido, salpica toda la obra catuliana, incluyendo sus cantos de amor a Lesbia. Poeta de grandes fervores, de los treinta años de su vida, cinco al menos estuvieron penetrados, invadidos por una pasión amorosa poderosísima que nutrió su escritura de tal manera, que a más de veintiún siglos de distancia nuestro Catulo encabeza la poesía del más hondo aliento de amor. Catulo no pone puertas entre los campos privados y los públicos pero la voz que habla en los poemas sí lucha por separar al poeta del ciudadano. La deslumbrante arquitectura del «liber» catuliano lo ha vuelto intocable. Frente al carácter arruinado de buena parte de la lírica griega y latina, la solidez de la herencia de Catulo lo ha convertido en monumento sin fisuras.
Este libro es una selección de aquellos poemas escritos por Emily Dickinson sobre el tema de la muerte. «En la obra de Dickinson hay una modernidad tan radicalmente alejada de sus contemporáneos que sus mejores poemas parecen flechas lanzadas hacia nuestro presente, o más allá. La suya es una poesía del pensamiento, cuya valentía conduce a indagar en lo que literalmente no puede ser pensado o figurado. De ahí que el tema de la muerte, en el que se centra esta selección de poemas, sea para ella una obsesión ineludible, hasta el punto de formar el campo semántico más amplio de su variado corpus. Hay, en este libro, una Emily Dickinson bien distinta a la imagen dulcificada que de ella se ofrece en ocasiones. Está la Dickinson más oscura, nihilista a veces, silenciada o marginal en otras antologías de su obra, pero también la más atrevida, aquélla cuyo lenguaje es más eléctrico, implacable y visionario: esos ojos destinados a ver lo invisible, más allá de todas las barreras, adornos o disfraces. Los ojos de Emily Dickinson y los nuestros que leen sus palabras, tan asombrosamente lúcidas y nuevas, un siglo y medio después». Rubén Martín
Para Dylan Thomas la poesía fue destino en el sentido que Hegel dio a esa palabra. Destino trágico, polémico, iluminado. Entendemos que el no reconocer este destino conduce a los reinos sin compromiso o falsamente comprometidos donde la poesía en función de otra cosa extravía su esencia. ¿Consiste la crisis actual de la poesía en el olvido o menosprecio de este destino? Del «prólogo» de Elizabeth Azcona Cranwell
Fernando Pessoa es autor de una de las obras poéticas más sugerentes y trascendentales del siglo XX. Abierta a las corrientes más innovadoras, su poesía es sensual e intuitiva, mágica y abstracta. Alberto Caeiro, uno de los heterónimos en los que Pessoa se desdoblaba en su obra, fue poeta bucólico, maestro de R. Reis y de A. de Campos, que se aplicó a una reconstrucción ideal del paganismo, en su esencia absoluta, tal como un filósofo antimetafísico. La poesía de Pessoa está considerada como la expresión más cabal de las crisis contemporáneas del espíritu, concretándola en la desintegracion del propio individuo.
Treinta y seis años tenía Friedrich Hölderlin en 1806 cuando, declarado loco, fue acogido en su casa de Tubinga, junto al Neckar, por el carpintero Zimmer. Treinta y siete más vivió en aquella casa, olvidado del mundo, de sus amigos, de sus contemporáneos, en constante diálogo consigo mismo y con la Naturaleza.De las muchas páginas que allí escribió, prácticamente todas se han perdido. Estos 49 poemas que aquí se recogen y traducen al castellano son una ínfima muestra de su actividad intelectual en aquellos años, pero son también lo único que de ellos nos queda. La incuria del tiempo y de los hombres dejó perderse para siempre cuanto el poeta escribió, excepto estos breves textos, desperdigados entre amigos y visitantes ocasionales.Se han recogido igualmente, junto a sus poemas, algunos testimonios de sus contemporáneos que arrojan cierta luz sobre los «años oscuros» del poeta.
Esta antología, que el lector tiene entre sus manos, no ha respondido a un criterio deliberado, sino a una lectura espontánea de la obra de Brecht, donde llamaron la atención los numerosos poemas inspirados por la fuerza de las circunstancias. Es decir, los poemas donde, en una situación determinada, las personas, los lugares y los objetos cobran un relieve inusitado bajo el peso de la ocasión y el entorno. Esta idea inicial se vio apoyada por ciertas indicaciones que, en 1943 y en 1950, Brecht mismo dio para elaborar antologías de su lírica. Tratándose de una obra extensa y en constante evolución, el autor sugiere adoptar un criterio biográfico, aunque no directo. Según él, una buena antología no debería reflejar inmediatamente su existencia, sino más bien el carácter urgente y provisional de su poesía, debido a su relación problemática con la realidad: al intento de estar a la altura de las circunstancias difíciles que le tocó vivir. Estos poemas de la circunstancia vienen a formar una especie de diario en verso de la postura moral de Brecht ante su tiempo. Y en ellos se supera el dilema (algo maniqueo) que a Brecht se le planteó durante la Segunda Guerra Mundial: denunciar los horrores y las injusticias de la historia o bien seguir celebrando la belleza del mundo. Pues aquí la perspectiva cotidiana y doméstica permite captar sin exclusiones esa difícil coexistencia, encarnada en temas como el desarraigo, el coraje y la generosidad humanas, los pequeños placeres o la digna materialidad de las cosas.
«Poemas en prosa», iniciados durante el exilio voluntario de Baudelaire en Bélgica en 1864, retrata con agudo ingenio la cotidianidad maravillosa de la Francia festiva e inquietante de mediados del siglo XIX, a la vez que plasma audaces fábulas cuyos hilos movidos por una inteligencia avispada son representados por la mordacidad, la descripción precisa de atmósferas y ambientes, un rigor literario desbordado y elocuente; elementos que conforman un cuerpo poético rico en emblemas que exploran lo mismo en las inquietudes del hombre, sus afanes y sueños, en la miseria de la vida desesperada en la grandiosa ciudad, su corazón y contexto.
Las Flores del Mal aparecieron en junio de 1857 y desencadenaron las iras de la justicia. Precisamente fueron sometidos a proceso seis poemas entre los más atrevidos del poemario, que el procurador imperial Ernest Pinard —ya en guerra seis meses antes contra Madame Bovary—, intentó prohibir en nombre de la moral pública. Baudelaire fue condenado, los poemas censurados. Comenzó entonces casi un siglo de purgatorio para Les bijoux, Lesbos, Le Léthé, À celle qui est trop gaie, Femmes damnées y Les métamorphoses du vampire que habrían de esperar a 1949 para ser oficialmente rehabilitados. Lejos del escándalo y los maliciosos rumores de una corte de justicia, lo que revelan las piezas condenadas, reunidas en este volumen, es el genio de un poeta cogido en la trampa de sus fantasmas. Presa de fascinaciones cada vez más negras, Baudelaire fuerza de nuevo los límites de la transgresión y se sume en los abismos del alma humana, en búsqueda de un arte absoluto. Las Flores del Mal es el libro de la condición humana, y los poemas prohibidos su lado más turbador y luminoso a la vez.
Bajo el título de «Poemas y canciones», esta antología recoge —en versión de Vicente Romano y Jesús López Pacheco— las mejores piezas de la actividad poética de Bertolt Brecht (1898-1956) incluidas en su producción teatral y narrativa, o publicadas como tales en libros o revistas. La selección respeta los criterios cronológicos, de manera que el lector puede seguir la evolución del autor desde su etapa anárquica hasta las obras de madurez del exilio y la postguerra.
Los poemínimos de este volumen son poemas en su mínima expresión. Juegos y sorpresas, bromas y burlas, los «Poemínimos» le han dado fama a Huerta como poeta juguetón y humorista. Recupera el habla popular para regresar a esa propia habla parte de su inventiva y de su juego. Efraín Huerta (1914-1982), autor de libros importantes en la poesía en lengua española, de la cual «Los hombres del alba» es el ejemplo mejor. Poeta, guionista, crítico cinematográfico, activista social, encarnó las apuestas de su época. Sin duda alguna, uno de los poetas mayores de México.
La obra poética de Adolfo Sánchez Vázquez -directa, sin ornato ni pretensiones- recogida en este libro se divide en tres partes: "Poesía en vela", "Poesía en guerra" y "Poesía en el exilio". El autor describe los poemas contenidos en esta antología como un diálogo con su tiempo y con hechos tales como la segunda república y la guerra civil española, así como su exilio en México.