Decían que era su marido... Pero Elise no se sentía casada. Ni tampoco embarazada. El accidente había destruido toda huella de los últimos meses, y, por mucho que lo intentaba, no podía recordar haber entregado su corazón y su alma a ese rico, impresionante e increíblemente sofisticado extraño, Alejandro Santanas. Elise sentía la química existente entre ellos, chispazos de secreta pasión que la hacían sentirse viva. Pero, ¿estaba enamorada de él... y él de ella? ¿Habría perdido la parte más valiosa de su vida para siempre?
Se vengaría de ella convirtiéndola en su esposa… ¡Era la boda del año! Cuando el magnate griego Alexandros Kouros se casó con Kallie Demarchis, la prensa mostró al mundo una pareja enamorada… pero detrás de esa idílica imagen había una historia muy diferente. El amor no había tenido nada que ver en aquella boda; Kallie se había casado porque era la única manera de salvar el negocio de su familia. Sabía que tarde o temprano Alex se vengaría de ella por aquel error que les había destrozado la vida a ambos…
Compromiso fingido, pasión auténtica Cuando la experta en Relaciones Públicas Lily Ford firmó un contrato con el magnate Gage Forrester, sin darse cuenta también le estaba entregando su vida. Gage quería tenerla a su disposición las veinticuatro horas del día y, cuando necesitó buena publicidad para su empresa, encontró una solución tan inesperada como original: anunciar públicamente su compromiso con Lily. Todo por el negocio, naturalmente. Sería un compromiso falso, pero Gage era muy tradicional cuando se trataba de cortejar apasionadamente a una mujer…
Un playboy argentino… ¡y una chica de los establos embarazada! El multimillonario jugador de polo Diego Ortega ha recorrido el mundo entero y ha estado con innumerables mujeres. La dulce belleza de la británica Rachel Summers ha saciado su apetito… por lo que no comprende por qué su cuerpo sigue deseándola. Rachel es consciente de que no es el tipo de mujer que le gusta a Diego… No es muy sofisticada, es una simple chica de campo. Pero eso no significa que deba mostrar todas sus cartas. Había mantenido en secreto su virginidad antes de que se acostara con ella… ¡pero ahora debe decirle que está embarazada de él!
«¿Estás diciendo que eres mi dueño?» Samantha apenas podía creerlo. Cómo pudo su padrastro haberse endeudado tanto, al punto de negociar con su último activo restante… Samantha. Si Alex Nicholas no hubiera comprado el contrato de su viejo amigo antes de su salida al mercado, entonces Samantha hubiera sido rematada al mejor postor. En cambio estaba siendo forzada a casarse con un hombre que nunca le gustaría Alex proyectaba una cruda virilidad que era casi electrizante. Pero él no fue libremente elegido por Samantha. ¡Y por eso debería pagar!
Ellos habían anhelado su noche de bodas, pero nunca llegó. Cinco años después, Sherry Boyd seguía siendo virgen, pero, a juzgar por las apariencias, Clint Graham, su antiguo prometido, no lo era. Y el irresistible comisario le pedía a ella, precisamente a ella, que lo ayudara a cuidar de la preciosa niña que alguien había abandonado en su puerta. Sherry había guardado bajo llave los agridulces recuerdos de Clint junto a su anillo de compromiso. Pero allí estaban de nuevo… y allí estaba ella, en la puerta de su casa, tomando a la niña en brazos, y su corazón latiendo como solía hacerlo años atrás…
Nerissa había tratado de amar a su esposo, Ben... Pero era su primo Philip el que lo había significado todo para ella desde que era una niña. Ahora Philip estaba en coma y era posible que sólo aquel lazo especial que los unía fuera capaz de hacerle recuperar la consciencia. Nerissa tenía que acudir a Philip... ¿Pero cómo podía decírselo a Ben? Ya lo habían traicionado una vez y era demasiado orgulloso como para permitir que sucediera de nuevo. Pero Nerissa también tenía su orgullo... ¿Debía anteponerlo a su matrimonio?
Logan McKenzie creía saber lo suficiente del matrimonio como para estar seguro de que no era para él. Le gustaba su vida tal y como era; sin ninguna sorpresa. Fue entonces cuando se enteró de que su madre estaba a punto de casarse por tercera vez. En cualquier otro momento aquello no le habría preocupado lo más mínimo, pero cuando se enteró de que aquel matrimonio iba a hacer sufrir a Darcy, la guapísima mujer que iba a convertirse en su hermanastra, decidió hacer algo al respecto. Pronto se encontró intentando evitar el matrimonio de su madre y tratando de no enamorarse de Darcy... El matrimonio no era para él.
Hope confesó por fin a su mujeriego marido que su comportamiento rudo la arrojó, en otro tiempo, a los brazos de Guy, su hermano menor. Entonces, la muerte de Jack llevó de nuevo a Guy a la vida de Hope y la dejó con dos legados: uno, el asombroso contenido del testamento de Jack y, otro, la verdad sobre su hija. Los dos significaban que ni Hope ni Guy podrían olvidar su malograda y corta aventura…
January Calendar era como la Cenicienta, siempre ayudando a sus hermanas y esperando al Príncipe Azul. Max Golding pensaba que January era demasiado fría con él, y estaba decidido a derretir su corazón de hielo. Sin embargo, January sospechaba que el millonario abogado quería arrebatarles la tierra de su familia, y que para ello deseaba llevársela a la cama. Pero Max era muy atractivo e irresistiblemente encantador. ¿Sería tan terrible si January no regresara a casa antes de medianoche… y se quedara con Max?
Seguro que aquél era de los que buscaban una amante y no una esposa May Calendar había pasado gran parte de su vida cuidando a sus hermanas y ayudando a llevar el negocio familiar... y ahora no estaba dispuesta a que nadie le arrebatara su casa. Sobre todo si se trataba del arrogante empresario Jude Marshall. Sin embargo, después de haber pasado desapercibida durante tanto tiempo, ¿cómo podría rechazar las invitaciones del encantador Jude? Pero May no podía permitir que nadie se acercara demasiado a ella por miedo a que se descubriera su secreto.
¡Era humillante que Jake rechazara la intimidad del dormitorio con tanta facilidad!
-Te advertí lo que pasaría - le dijo Jake con calma -. Sabías que nuestro matrimonio no sería normal, pero créeme, era la única alternativa.
Raquel sintió como si la enfrentaran a una barrera que jamás podría derribar. Era un problema que no sabía cómo solucionar. Jake había dicho que era la única salida, pero... la única salida ¿a qué?
Desolada, se percató de la actitud egoísta de su marido. ¿Podría ella con su amor, hacerlo cambiar de opinión?
A los dieciocho años, Clare tuvo la desventura de conocer a Luke Murry, el hombre que la sedujo. Después de esa terrible experiencia, queda marcada y odiando a todos los hombres. Ahora, a los veintisiete años, había logrado llevar una vida tranquila. Había conocido a Macey Janson, y por primera vez en nueve años se interesó por alguien. No era el momento apropiado para que Luke volviera a su vida, reviviendo sus temores... y lo que era peor, haciendo que Macey pensara mal de ella.
¡Curupira… el salvaje! No era de asombrar, pensó Rebel, que los nativos de la selva amazónica hubieran dado ese nombre a Luis Manchete. Ella nunca había conocido a nadie como él: un hombre civilizado que parecía pertenecer a la alta sociedad de Brasil y que sin embargo, se encontraba en su ambiente en las profundidades de la jungla. Rebel comprendió, cuando se encontró a solas con él en este medio salvaje, que era un hombre fascinante. ¿Seguiría siendo el Amazonas su único gran amor?
Dadas las circunstancias tumultuosas del primer encuentro, no era extraño que Jake despreciara a Natalie Buchan. Pero el trabajo los reunía y no era posible evadirlo. ¿Podría llegar a convencerlo de que él no era solo el sustituto de su marido?
¿Cómo era posible que la pasión compartida en los primeros meses de su matrimonio se convirtiera de pronto en un frío resentimiento?Poco tiempo después del matrimonio, Caroline y James Fox comenzaron a tener serios problemas. Tal vez nunca debieron casarse porque tenían diferentes temperamentos y puntos de vista sobre aspectos de la vida... y era obvio que el hecho de que James estuviera comprometido con otra mujer, no mejoraba la situación. Pero, ¿se arreglarían las cosas si Caroline se dirigiera a su viejo amigo Jake, quien le dio a entender con toda claridad que quería ser algo más que un amigo?
¿Por qué aquel salvaje quería apoderarse de su vida como si ella fuera un objeto? Obligada a quedarse en Madeira, Samantha se encontró bajo la protección… y algo mucho más fastidioso que eso, de Joao Goncalves Zarzo, el amo y señor de la isla. ¡Apenas se había recuperado, cuando él anunció con toda calma, que se casaría con ella! Parte de su ser le decía a Samantha que aquello era una locura; la otra reconocía de mala gana, su atractivo y quería aceptar. A pesar de los sentimientos que comenzaban a nacer en ella, Joao rechazó el amor que le ofrecía. ¿Qué era entonces lo que realmente quería él… y que debía ella responderle?
¿Era justo privar a Dion de la compañía de su hija, a pesar de las diferencias que los separaban?
Después de cinco años de separación, Martha se vio obligada a regresar a Grecia a vivir con Dion, su esposo. No tenía alternativa, ya que de lo contrario, él le quitaría a su hija Josy. A pesar de que ella aún lo amaba, él la había obligado a regresar. Martha pronto se dio cuenta que sus sentimientos por Dion eran más profundos que nunca. ¿Pero cómo podía luchar contra la naturaleza apasionada de Dion, si la única razón por la que la quería cerca era por su hija?
Syvlie aceptó hacerse cargo de su sobrinito, pero nunca se imaginó que Andreas le haría la vida imposible.
Sylvie tiene que viajar a Grecia para cuidar de su sobrino, ya que su hermana ha abandonado a su familia, decidida a convertirse en actriz. La familia Petronides al principio no se siente entusiasmada por la aparición de la tía del niño, pero muy pronto se los ganó, especialmente a su cuñado Leon.
Sin embargo, Andreas Petronides, el hermano mayor, era otra cosa y enseguida sospechó de los motivos por los cuales Sylvie estaba en Grecia. Pero desde el primer momento en que Andreas fue a recogerla al aeropuerto, ella supo que se había enamorado sin remedio del arrogante y duro Andreas Petronides.