Federico Gamboa representa un caso por demás singular en la historia de la literatura mexicana. El éxito sin precedente en su novela «Santa» lo ha consignado como un fenómeno aún sin desentrañar. ¿Qué encanto o morbo descubrió el público lector del México de los primeros treinta años del siglo XX en esta novela que oscila entre el tremendismo y la moralidad punitiva? En Santa asistimos al espectáculo de la descripción de la sociedad mexicana de la época finisecular en un primer plano y manejada como eje motor; la atmosfera atrevida, deliberada o no, le impuso una fama de fuerte o de subida de color. Estamos en presencia de una novela convertida en verdadero mito.
Alegoría del mundo y de la condición humana, «Santa María del Circo» es la historia de un grupo de cirqueros que, al llegar a un pueblo fantasma, no menos desolado que ellos, tratan de fundar un nuevo orden, de construir sobre lo destruido. Su vida se convierte así en una función interminable en busca de la propia redención. En ese camino recorrido a tientas se hallan mezclados la tragedia y el humor negro, el dolor y la ironía. En las páginas que relatan ese ir y venir al mismo punto, se pasea, oronda, una idea estremecedora: el mundo es un gran circo, pero sin espectadores.
El novelista logra conciliar la épica social y el desarrollo del conflicto colectivo, con las historias privadas de sus personajes de ficción: las amistades y sus contradicciones y desencuentros, la fraternidad, el festejo, la solidaridad, los amores. Todos estos seres, rudos, escépticos, primitivos, llenos de fortaleza y de inocencia, marchan durante días a través del desierto y son arrastrados de modo inexorable hacia el trágico desenlace de la Gran Huelga de los obreros salitreros.
«Santuario», publicada por primera vez en 1903, es una rarísima novela de Edith Wharton, inédita hasta hace pocos años en castellano. La obra narra la historia de Kate Orme, una mujer joven cuya dicha conyugal se rompe cuando se enfrenta cara a cara con el oscuro secreto que esconde su prometido, Denis Peyton, un hombre de fortuna, pero con un pasado gobernado por las mentiras y por los engaños. Cuando ambos tienen un hijo, y Denis muere, Kate se convence de que el espíritu de su marido permanece en su joven vástago, traspasándole en cierto modo sus vicios morales. Se consagrará desde entonces a luchar para que eso no ocurra. Escrita mientras redactaba «La casa de la alegría, Santuario» es una pequeña joya oculta de Wharton, de prosa impecable, con momentos en que el suspense se hace casi insoportable.
Muchas jóvenes cubanas son víctimas de un gobierno que las obliga a prostituirse para poder darle a su familia lo más esencial para vivir. A esta desgracia social se le suma la falta de escrúpulos de los hombres, sobre todo, mayores de edad, que viajan a la Isla de Cuba en busca del placer barato. Sara y Miriam no fueron la excepción. Desde muy jovencitas, expuestas a las carencias en grado sumo que se vive en el país, corrieron idéntico destino; sin embargo, con un poco más de suerte conocieron a dos españoles que, prendados de sus bellezas, las convirtieron en esposas y madre de sus hijos. Aun así, la vida de ellas no fue color de rosas en tierra extraña…Conoce a estas dos muchachas y descubre sus sueños, desengaños, sufrimientos y luchas.
Una novela maestra sobre el asedio a Sarajevo. Marcharse o quedarse. Ese es el conflicto que se balancea como un péndulo en la mente de quienes viven en una ciudad asediada. Dejar atrás la patria, el hogar y la familia o quedarse en un lugar en el que la lucha por la supervivencia es el pan de cada día. Sara sabe que no puede —o no debe— marcharse, al contrario que Antonija, su hija, y Kenan, el prometido de ésta, para quienes el futuro fuera de allí guarda todavía algún sentido. Pero los macabros hilos del destino truncan la operación. A partir de ese momento las buenas intenciones de Serafina, sus deseos, se metamorfosean en un insoportable sentimiento de culpa que hará que se tambaleen los cimientos más íntimos de su ser hasta el punto de desear la muerte, porque, según piensa, sólo en ella se puede seguir siendo uno mismo. Entre el principio y el final de «Sara y Serafina» transcurren tan sólo veinte minutos. Narrada en forma de espiral, con continuos retrocesos e interrupciones, Karahasan intercala una historia desgarradora con brillantes reflexiones sobre el miedo, la culpa y las complejas relaciones entre individuo y Estado.
El único motivo de preocupación del comandante Lloyd Gruver —que se dirigía a Kobe para reunirse con la hermosa hija del general Webster— era el soldado Joe Kelly, un inculto mocetón de diecinueve años, siempre metido en dificultades. Kelly quería casarse con una muchacha japonesa, a pesar de saber que los soldados norteamericanos no podían llevarse a sus esposas niponas a Estados Unidos. Después de visitar Takarazuka, para entretenerse y ver la célebre compañía de «geishas» que ejecutaban sus danzas rituales, el propio Gruver sucumbió al hechizo de la hermosa «geisha» Hana-ogi. Pero incluso antes de verse atrapado en las redes de esta extraña relación amorosa, Gruver debió de prever que aquella historia sólo podía tener un final. Este libro sirvió en de base en 1954 para la realización de la película del mismo nombre, dirigida por Joshua Logan e interpretada por Marlon Brando y Miiko Taka.
Si hubo alguna vez una mujer que dejara escapar al hombre de su vida, al único que la amó incondicional y ciegamente, esa mujer fue la frívola y caprichosa Scarlett O’Hara. Si hubo un hombre enamorado, que comprendiera y aceptara el carácter ambicioso, vulnerable y en ocasiones entrañablemente infantil de Scarlett, ese hombre fue Rhett Butler. La inolvidable protagonista de Lo que el viento se llevó inicia en esta novela una tenaz búsqueda de la felicidad. Tara, las ciudades ocupadas por los yanquis, la Irlanda de los O’Hara y los caminos del dolor y el desamor son los escenarios en que se desarrolla la lucha de Katie Scarlett por dar un nuevo sentido a su vida. La joven muchacha se transformará en una hermosa mujer, independiente y ambiciosa como en su juventud, pero más humana y segura de sí misma. Una lectura obligada para los fans de Lo que el viento se llevó.
El marido de Scheherezada Chedid es dado por desaparecido en la batalla naval de Navarino. Scheherezada, aun creyendo que está vivo, decide ir en su busca, y finalmente lo encuentra en Venecia, pero tiene amnesia y no recuerda nada de su vida pasada.
Juntos regresan a su hogar, en Egipto, y con la ayuda de sus hijos y su esposa el hombre irá recuperando la memoria gradualmente con el transcurrir de los años.
Mientras, su hijo Joseph, junto a Linant de Bellefonds y Fernando de Lesseps, planea un ambicioso proyecto: la construcción de un canal que una el Mar Rojo con el Mar Mediterráneo.
Los lazos entre hermanas son tan fuertes que lo que les sucede puede correr el riesgo de repetirse generación tras generación.¿Qué hacer si lo que les pasa a tus hijas te recuerda a tu propia historia y a la de tu hermana?¿Y si esa historia está rodeada de misterio, muerte y un amor imposible?Adéla y Klára tendrán que enfrentarse a su pasado para poder sobrevivir. En esta novela ambientada en Praga y Australia tras la Primera Guerra Mundial, Belinda Alexandra nos cautiva no solo con una perfecta ambientación histórica sino con la emoción y el misterio que nace de una de las ataduras más fuertes del ser humano: los lazos de sangre…
Una novela coral sobre los entretelones del rodaje de una serie de televisión estadounidense. Todos los que participan en la producción de la serie «Manhattan» tienen algún secreto que ocultar: Sabina es una voluptuosa actriz en busca del éxito; Jane se encuentra en una encrucijada que le obliga a escoger entre su matrimonio y su carrera; Zack oculta algo tras su máscara de perfecto profesional; Gabrielle es una chica ingenua y llena de talento; Bill se encuentra a las puertas de convertir en una nueva estrella… Ambientada en Los Ángeles y Nueva York, esta novela recrea el sofisticado mundo de la televisión y los problemas de quienes viven inmersos en él, obligados a ofrecer al mundo una imagen inmaculada aunque en realidad se sientan desgarrados por hondos e inconfesables secretos.
Los relatos que se detallan a continuación fueron publicados originalmente en The New Yorker: «La virgen albanesa», «Entusiasmo», «El Jack Randa Hotel», «Secretos a voces», «Una vida de verdad» (originalmente titulado A Form of Marriage), «Vándalos» y «Estación del Vía Crucis»; en Parts Review: «Han llegado naves espaciales». Partes del diario de «Estación del Vía Crucis» están tomadas de los relatos escritos en 1907 por Robert B. Laidlaw.
Danny Skinner es una joven versión contemporánea del Dr. Jekyll y Mr Hyde. Reparte su tiempo libre entre el fútbol, las mujeres, las borracheras monumentales y las grescas apocalípticas por un lado, y la lectura de Rimbaud, Verlaine y Schopenhauer por el otro. Y en su tiempo de asalariado, trabaja en Sanidad y Medio Ambiente y se dedica a inspeccionar restaurantes. Aunque también aquí la dualidad se repite, porque Danny Skinner oficialmente está interesado en la salubridad e higiene de los lugares donde cocinan los grandes chefs, y también los menos grandes, y en recibir algún que otro soborno, pero extraoficialmente pretende averiguar sus más turbios secretos de alcoba: el joven es hijo de madre soltera, una pionera del punk que jamás ha querido abrir la boca, y sospecha que su progenitor puede ser uno de estos divos contemporáneos, uno de los emperadores de esas cocinas que él visita con ojo avizor. Hasta que un día, en medio de este inestable equilibrio laboral y vital, aparece Brian Kibby, un perfecto buen chico un tanto friky, que jamás se emborracha, es aficionado a los trenes eléctricos de juguete, hace higiénicas excursiones a la montaña y asiste a las convenciones de Star Trek. Y Brian se pone a trabajar junto a Danny, que comienza a experimentar un odio inmediato y fulgurante por el recién llegado, tan instantáneo y ardiente como la admiración que Brian siente por él.
El voluptuoso mundo del vino ha unido a Silvia y Mateo en una relación tan inminente como apasionada, donde nunca hay preguntas ni tampoco respuestas. Pero ella sigue atormentada por el dolor de hace muchos años: en 1989 el cadáver de su hermana mayor apareció en el monte Artxanda, salvajemente mutilado, y desde entonces el asesino sigue libre, sin que las investigaciones (primero de la Policía Nacional, y luego de la Ertzaintza) hayan logrado sustanciales avances. Un día, Mateo recibe el correo electrónico de una desconocida que le propine leer la novela «Secretos del Arenal: una historia de intrigas, venganza y supervivencia situada en la Sevilla de postguerra, una ciudad acosada por el hambre, la miseria y la represión política. Mateo no sabe que es la propia Silvia quien le manda ese correo y por supuesto desconoce qué claves se esconden tras la lectura de esa novela».
Una novela centrada en una obsesión, la del protagonista hacia la vida de las demás personas, que imagina repletas de secretos, conspiraciones, traumas..., lo que él denomina «la música del prójimo», que es la cara oculta tras la fachada. Con la ayuda de un detective privado, decide someter a vigilancia a su novia, sobre la que empezará a descubrir cosas raras, a veces reales, otras fantaseadas. Narrada con una prosa deslumbrante y un tono que oscila entre la ironía y la tragedia, el libro es una historia de fantasmas que trata de demostrar que los fantasmas existen: son los que nos rodean.
Ambientada en el año 1958 en una ciudad costera de Marruecos, el autor nos habla de Cristina, la protagonista, una muchacha de 18 años, hija única, que vive con su familia en un lugar apartado de la ciudad conocido como «El Monte». Su madre, católica practicante y convencida, con unos principios morales próximos a la época victoriana, trata de educarla inculcándole tan rígidas normas. Su padre, algo más liberal, trata de suavizar esa «rigidez» y se sitúa en un plano más próximo a su hija, pero sus negocios sólo le permiten estar con ella breves momentos al día.
Narrada en tres épocas diferentes, nos va trasladando en el tiempo para que conozcamos el mundo de Cristina cuando era apenas una niña y cuando es una adolescente.
Cristina, educada en ese ambiente cerrado, busca consciente o inconscientemente «encender una luz» que de algún sentido a su vida. Y la encenderá, aunque inmediatamente sepa que acaba de cometer un error, o al menos así lo entiende ella.
En estas páginas Primo Levi, Franz Kafka, Evgenia Ginzburg, Milena Jesenska, Dolores Ibárruri o Walter Benjamin mezclan sus tragedias con las de personajes ficticios. Todos ellos comparten un estigma: un día despiertan convertidos en lo que otros cuentan de ellos, en lo que alguien que no les ha conocido cuenta que le han contado, en lo que alguien que les odia imagina que son. Perseguidos por la infamia y arrojados de su casa y de su país, se ven obligados a abandonar sus vidas. Sefarad, nombre que en la tradición hebrea se da a España, designa aquí todos los exilios posibles. El Holocausto y el nazismo, el Gulag, la guerra civil española, el Imperio austrohúngaro, la Inquisición y la expulsión de los judíos articulan a través de cada capítulo una sinfonía en la que la idea coral es una sola: la intolerancia, la persecución y la irracionalidad que asolan la historia de la humanidad, y que dan lugar al título. Antonio Muñoz Molina nos ofrece una aproximación al mundo de los excluidos a través de este homenaje a la memoria.
«Después de sus primeros escarceos sexuales, Isabela viaja, conoce, prueba un mundo que se abre en posibilidades. Sin embargo, la raigambre cultural no la abandona, la persigue.
Su cuerpo es para la culpa. Su cuerpo juzgado, deseado, menospreciado. Su cuerpo que pareciera ser una entidad aparte de ella. Un satélite. Un cascarón que no le pertenece. En la lejanía, en la soledad y el acceso a la cultura, Isabela intenta calibrarse con su propia carne y despojarse en ese acto del discurso patriarcal que la gobierna.
Novela de ficción basada en hechos reales. La historia de una familia de negros esclavos en el sur de Chile, durante el siglo XIX. La historia de un pueblo que lucha por su independencia, a orillas del Oceano Austral.
En este libro se recogen una serie de relatos que Eric Rohmer escribió y que posteriormente convirtió en sendas películas: los famosos «Seis cuentos morales» que lo consagraron como uno de los más personales directores de la historia del cine. «Todos ellos están concebidos como variaciones sobre un tema: Es la historia de un hombre y dos mujeres. Mientras busca a la primera encuentra a la segunda. Esta relación constituye el argumento de cada película. Al final vuelve a ver a la primera mujer. Y esta es la moral del cuento». Este tema, siguiendo las leyes del género, sufrirá cierto número de amplificaciones, de restricciones y de inversiones, aunque siga siendo fácilmente identificable. La reunión de los «Seis cuentos morales» en un sólo volumen (que en la edición francesa se subtituló significativamente como «novela») permite captar la complejidad de la temática rohmeriana y seguir el juego sutil de sus oposiciones y correspondencias. «¿Por qué filmar una historia, cuando se puede escribir? ¿Por qué escribirla, cuando se va a filmarla? Esta doble pregunta sólo es superflua a primera vista. A mí se me planteó con mucha precisión. La idea de estos “Cuentos” se me ocurrió a una edad en la que yo no sabía aún si sería cineasta. Si los convertí en films, es porque no conseguí escribirlos. Y si bien, en cierto modo, es cierto que los escribí —bajo la misma forma en que se leerán— fue únicamente para poderlos filmar. Así pues, estos textos no están “sacados” de mis films. Les preceden cronológicamente, pero yo quise de antemano que no fuesen unos “guiones”: por tanto, no contienen ninguna referencia a una puesta en escena cinematográfica. Desde el primer momento tuvieron una apariencia decididamente literaria».