Viuda a temprana edad y sin gran experiencia personal o profesional en la vida, Belén Cuevas es rescatada por su mejor amiga de la juventud, Pachuli Brown, de una depresión inmovilizante por la muerte de su esposo. En viaje de reinvención, Belén se descubre como mujer madura, lista para empezar una carrera y, tal vez, encontrar un nuevo amor. Pero la vida decide tirarle nuevas, enredadas y hasta cómicas experiencias antes de permitirle dar un verdadero nuevo paso.
Lana y Darío no estaban destinados a encontrarse. Nunca, en ningún lugar y sin importar cuáles fueran las circunstancias; ellos jamás deberían haber coincidido. Sin embargo, una falla en el engranaje del universo los colocó frente a frente. En realidad, no fue el universo, sino el coche en el que viajaba Darío, lo que sufrió una avería. Pero tanto da. El caso es que lo que no estaba escrito en las estrellas que pasara, pasó. Y, aunque en un principio ninguno de los dos lo hubiera imaginado y aún después de ese primer momento ambos se sigan revolviendo contra ello, una atracción irresistible se empeña en atarlos. Impidiéndoles deshacer la casualidad de un encuentro fortuito. Dos clases sociales contrapuestas, una nación al borde del colapso y, en medio de este panorama nada propicio, dos jóvenes enfrentan su primer y último amor. Pero, cuando el ADN de este sentimiento está marcado por la tragedia, ¿podrán los amantes sobreponerse a la adversidad para convertirse en una de las muchas parejas que han vivido felices y olvidadas por la historia? O, por el contrario, ¿estarán condenados a la inmortalidad que gozan los que mueren por amor?
Regularmente, todo cuanto se escribe en sentido personal y en función de lo que ha ocurrido anteriormente empieza por el principio, como es lógico. Me parece que voy en contra de toda tradición y hábito, porque empiezo por lo que, en cualquier otro caso, sería el final. Bien. Como indicaba, a mí me ocurrieron muchas cosas, pero la más maravillosa fue mi enamoramiento y mi boda… Sí, sí, estoy casada, enamorada y feliz. Pero antes de llegar a este punto sucedieron tantas cosas que me desconcertaron, me maniataron y me inquietaron, que me queda tan solo, en ratos libres, que, dicho sea de paso, no tengo muchos, contar cosas que al escribirla es como si las reviviera, y, se crea o no, fortalecen mi comprensión tolerancia y pasión con mi marido. Tengo además tres hermosos niños: dos chicos y una chica. Las confusiones se quedaron añejas; los altibajos, los desconciertos… Lo bueno de todo esto, y para dejar intrigado a quien algún día lo lea, si es que se lee, es que no voy a decir el nombre de mi marido… Creo que, si lo dijera, todo quedaría reducido a unas pocas líneas. Y yo pretendo escribir muchas más.
Cuando no merecemos la oportunidad de pedir disculpas, las cartas nos hacen creer que podemos recuperar a los amigos que perdimos. Manuel es un hombre solo, ha perdido a sus amigos porque fue egoísta, porque se inspiró en ellos para escribir unas novelas que lo hicieron famoso pero que lo condenaron a la indiferencia y al silencio de aquellos a quienes ahora echa de menos. Estas son las cartas que escribe a los amigos que recupera en la fantasía: Melanie, con quien vivió algo más que una amistad; Daniel, que le enseñó a bailar, peinarse y visitar prostíbulos; Sebastián, el guapo actor con quien mantuvo una aventura secreta; su tocayo Manuel, quien también soñaba con ser escritor; y el doctor Guerra, personaje aristocrático que lo inició en el amor a los libros, el periodismo y los paseos sosegados por el parque del Retiro en Madrid.
Hay personas que llegan a nuestra vida de improviso, sin esperarlas. Así fue como apareció Brian en la vida de Melisa, pisando fuerte y colándose en su corazón desde el minuto uno. A fuego lento, sin prisa, pero sin pausa, el amor comenzó a abrirse paso entre ellos, llevándolos a compartir algunas confidencias que Melisa no esperaba. Y en ese momento nuestra protagonista conoció a Teo, quien le mostró que el amor a primera vista, o a la primera sonrisa, existe. Un amor tan grande como el que jamás pensó sentir, de esos que nos llevan a hacer lo que sea por la otra persona. Esta es una historia de amor, pero también de superación, de segundas oportunidades, de amistad, de risas y miedos, de pasión. Acomódate, siente y vive cada página como si fueras uno de sus protagonistas.
He aquí un texto que no tiene género determinado. Libro abierto e inclasificable, poema-ensayo-novela-dietario, rueda de iluminaciones en torno a una figura de mujer, lejos del viejo psicologismo, retrato que se completa con la intuición, narración que avanza a través de la ambigüedad y la pluralidad de significados. Erotismo, lirismo, coloquialismo, intimismo, surrealismo se entrecruzan en una permanente exploración hacia los límites de la condición humana: una especie de diario diurno de un amor nocturno (es decir, onírico), una especie de amor diurno de unos sueños que viven de lo nocturno. He aquí un Francisco Umbral nuevo, poético/pornográfico, que escribe con todo su cuerpo, con toda su memoria, y también con todo lo que ha olvidado. La raíz poética del texto no procede sólo de su forma sino también de su configuración global. Todo el libro es una metáfora del sexo que va segregando metáforas colindantes: el pene como metáfora, la defecación como metáfora, la sodomización de la mujer como metáfora. Hay una clave permanentemente metafórica, poética en su origen: éste es un ejercicio literario que quiere terminar con muchas ficciones. De ahí la recuperación de las zonas y funciones más malditas del cuerpo humano, a través del lenguaje más directo y callejero, lenguaje de tapia. Umbral deja a Freud en el drugstore y reclama la devolución de todo lo que se había vuelto rígido en los moldes de una cultura desgastada. He aquí, en suma, una obra maestra de desolación y ambivalencia, un texto infinitamente fugaz, un formidable forcejeo con el lenguaje, un modo nuevo de explorar y de escribir.
«Yo fui el último amor de Lorca y, tal vez, la razón de su muerte.» Con la rotundidad de esta frase se inicia la novela que da noticia, por primera vez, de la última relación amorosa del poeta y que pudo ser la razón por la que no huyó de España a pesar de que sabía que su vida corría serio peligro. En un apasionante relato de ficción, Los amores oscuros nos traslada a los felices últimos días de Federico García Lorca. Mientras España vive agitada bajo el gobierno del denominado Bienio Negro, el autor de Yerma disfruta los días de su consagración gracias al éxito como poeta y como uno de los autores dramáticos más aclamados. Pero lo que definitivamente convierte a Federico en un hombre pleno es su relación con un joven que, por primera vez, se compromete con él y le corresponde en un amor firme, maduro y apasionado.
Año 1335 a. C. Ciudad de Akhetatón. Horizonte del sol. Egipto. Astarté, joven bailarina, regalo del rey de Mitanni al faraón Akhenatón, trama, junto al Sumo Sacerdote Meri-Ra, una conspiración contra el Monarca, apoyada por el Ejército y la Clase Sacerdotal. Para ello, han creado unos anillos mágicos que deberán hacer desaparecer al Soberano. Año 2019. Sevilla. Laura Vilar Blanco es una joven pintora, cuyas obras están creando escuela. Sin embargo, su matrimonio parece abocado al fracaso. Las joyas, dos Anillos de lapislázuli, transmutarán la esencia de las dos mujeres, haciendo que cada una de ellas viaje a una época diferente a la suya, introduciéndose en un cuerpo que tampoco es el suyo. Laura llegará a la corte del faraón Akhenatón, viviendo en primera persona un mundo lleno de intrigas. Astarté se sorprenderá al irrumpir en una Sevilla moderna, sin saber, que alguien deseará asesinarla. La magia y el misterio cobrarán un especial protagonismo. El amor intentará romper con toda barrera, hasta la de la lógica, porque: ¿Dejaríamos todo por ese sentimiento único, incluso, hasta perder nuestra propia imagen?... La sepiente y el halcón… Y, como contrapunto, la vorágine de una ciudad siempre universal: Sevilla. Dos mujeres… Dos épocas… Dos anillos…
¿Quién es Nadia Linde? Una chica indefensa que denuncia a su amante, Enrique Rosado, dueño de un imperio hotelero, por haberla agredido y amenazado con un cuchillo. Olivia Marimón, su abogada, cree en ella y está dispuesta a demostrar ante el juez que dice la verdad. Víctor Bedia, el abogado de Enrique Rosado, se esforzará en probar la inocencia de su cliente. Olivia y Víctor, antiguos compañeros de facultad, descubrirán que el caso que ha vuelto a unirles es mucho más sórdido de lo que parece, y que los llevará a recorrer un camino del que no saldrán indemnes. Una novela sobre el poder, el amor, la ambición y las debilidades humanas. Una trama legal inspirada en el día a día de los juzgados. Porque para algunos, la justicia, la de verdad, es personal.
Una familia de negociantes y comerciantes españoles especializada en el arte de comprar barato y vender caro mil y un objetos, se instala en París, en donde se alza con la primacía de un negocio pujante que se configura como símbolo de la no menos pujante hipocresía social, de una picaresca que habita de forma idéntica tanto en los bajos fondos como en los altos niveles sociales, y que usa del dinero como la única mercancía cierta y circulante que se obtiene de engañar a fatuos ambiciosos, vacunando de cualquier escrúpulo moral a los que se mueven y triunfan en ese activo comercio de la transacción de lo falso, de lo inauténtico.
«Maldita sea la hora en que se me ocurrió escribir esta novela». Con esta frase, Gonzalo Celorio abre Los apóstatas, una novela que en su propio proceso de escritura va descubriendo las historias secretas y atroces de los dos protagonistas: sus hermanos Eduardo y Miguel, personajes que se ven compelidos a abrigar una vocación religiosa en la que ambos fracasan, pero que, de diferentes modos, los marca de por vida. Tras su apostasía, se enfrentan a dos destinos contrapuestos: uno se orienta por los caminos de la teología de la liberación, trabaja en las comunidades indígenas de México y participa en el proceso político que acabó con la dictadura somocista de Nicaragua; otro se dedica al estudio de la arquitectura barroca mexicana y acaba poseído por una obsesión satánica que lo obnubila en sus últimos días. Novela dolorosa, crítica, denunciatoria, admirablemente escrita, Los apóstatas construye ante nuestros ojos un retrato desgarrador de una familia, de un tiempo y de un país.
¿Cómo empezar de nuevo después de una pérdida? ¿Y del desengaño? ¿Cómo recomponer la identidad quebrada, las esperanzas y los anhelos sofocados, prescritos, ligados a otro, a otra existencia? En su vida, Dora Rosário ha de enfrentarse de forma radical a estas preguntas en dos ocasiones.
Ésta es su historia, pero no sólo: gracias al deslumbrante virtuosismo de Maria Judite de Carvalho, a su gran precisión, sencillez y contención, accedemos a una intimidad universal, a la conciencia atemporal de tantas y tantas mujeres, familiares, cercanas, pero casi desvaídas y desdeñadas. Una historia que nos llega tras la recuperación de esta imponente escritora cuya reciente publicación en inglés ha provocado una oleada de reconocimiento en Estados Unidos.
Durante diez años, Dora llora la muerte de su marido. Dora, la viuda de eterno duelo; Dora, cuyo tiempo transcurre entre sombras; Dora, devota guardiana de la memoria de su esposo. Y también: Dora, en el umbral de la pobreza, pues cuando Duarte murió las dejó a ella y a Lisa, la hija de ambos, en la indigencia, obligadas a depender de los amigos y de doña Ana —la indomable y excéntrica suegra que nos procurará más de una risa—, hasta que por fin, desorientada y sin experiencia alguna, encuentra su primer trabajo.
En este entorno, por suerte, Lisa parece convertirse en una adolescente elegante, ingeniosa y completamente despreocupada. En la noche de la fiesta de su decimoséptimo cumpleaños, sin embargo, doña Ana revelará a su nuera un secreto devastador sobre Duarte que trasformará para siempre sus vidas.
«Queremos que escribas una novela que suceda en Cuba». Esa fue la singular sugerencia que le planteó el presidente de la editorial al exitoso escritor Alberto Rodríguez-Conde. La aceptación del nuevo proyecto le va a arrastrar a una aventura que cambiará su destino. Siguiendo sus pasos, nos adentraremos en la Cuba de los últimos años de Fidel Castro, donde la realidad hermanada con la teórica ficción nos va a mostrar una isla donde conviven intereses ocultos bien distintos. Todo ello hará que, bajo los inocentes tópicos que conviven en el país, nos veamos envueltos en una sucesión de pasiones, traiciones y trampas que nos conducirán a los sótanos de la clandestinidad...
Bomilkar, el jefe de la guardia de Cartago, investiga una serie de asesinatos que parecen estar conectados. Tras ser enviado a Roma en misión diplomática, se le despoja de su cargo y se le declara traidor. Sin embargo, decidido a llegar al fondo del asunto, consigue volver a Cartago, donde descubre que los asesinatos están ligados a intereses políticos que afectan a los dos líderes del imperio cartaginés. A partir del superventas «Aníbal», Gisbert Haefs ha creado un incomparable telón de fondo de la antigua Cartago: moderna y multicultural, obsesionada con el poder y asesina. Ahora regresa allí una vez más y deja que Bomilkar, el Señor de los Guardias, investigue una red de intriga política.
Un anciano vagabundo es encontrado sin vida en la carretera entre King’s Langley y Berkhampstead. La única pista, atada al último botón de su andrajoso abrigo, es un pedazo de cartón en el que aparece escrita la palabra «Tres». Poco después, Aloysius Skinner, presidente de la compañía Cochinilla Imperial, muere a causa de un misterioso disparo mientras viaja en el asiento trasero de un taxi. Junto a su cuerpo la policía descubre otra nota similar, solo el número varía: «Cuatro». La situación se vuelve aún más inquietante cuando un profesor de literatura clásica, Oliver Maddock, es asesinado durante una celebración familiar, engrosando así el macabro grupo con el número «Cinco».
El inspector Dewar y el superintendente Bone, de Scotland Yard, tendrán que atar todos los cabos de una nebulosa trama cuyas ramificaciones se extienden desde la campiña inglesa hasta la lejana Sudáfrica, a la vez que plantea dos acuciantes enigmas: ¿dónde están las víctimas «Uno» y «Dos»? y, sobre todo, ¿hasta dónde llegará la mortal secuencia del asesino silencioso?
• «Escrita en la época dorada del policial detectivesco, no solo es una obra excepcional y admirable entre las novelas del género, sino que, además, leída hoy, es muy moderna» (José María Guelbenzu, Babelia, El País).
Esta es una de las mejores obras escritas por el autor de «América, América». En ella, Elia Kazan trata, en efecto, de dos asesinatos: uno que se produce al principio de la obra, y el otro, al final de la misma. Pero, en el fondo, el autor no centra el tema en dos asesinos, sino en la forma de vivir asesina: la nuestra, la de hoy, que nosotros mismo hemos llenado de violencia, presiones, angustias, las cuales acaban por destruirnos. John Steinbeck afirmó de esta obra: «Sin duda devolverá a la novela algo de su dignidad». El sargento Cesáreo Flores es un inmigrante mexicano que trabaja como instructor de mecánicos de aviones en los marines. Conservador, tradicional, amante de las tradiciones y sobre todo, del país que le acogió y que le dio una buena vida, vive una existencia feliz. En el trabajo es considerado por sus superiores y respetado por sus subalternos, tiene unas hijas a las que adora y por las que daría la vida, y una mujer dominanta que le ningunea un poco, pero a él no le importa. Todo el mundo le considera un hombre tranquilo, e incluso apocado, pero es un pilar de la comunidad donde vive. Todo eso un día cambia, cuando Juanita, su hijita de su corazón, se une a un grupo de hippies y se va de casa…
En ésta, que sería una de sus últimas novelas, Brown describe con singular maestría el ambiente de Los Angeles en plena época beatnik. Es una novela de asesinatos, proyectados y realizados a sangre fría, y que alcanza su culminación en la última hoja. Los personajes, descritos con esa difícil facilidad de Fredric Brown, son beatniks y actores presentados con un realismo extraordinario.
Yolanda atiende una llamada en casa de su padre, un escritor consagrado. El director del Museo Arqueológico Nacional asegura que el escritor y ella son claves para impedir un importante crimen que ocurrirá esa misma noche. Yolanda duda... El crimen está relacionado con un importante secreto que guarda la familia y que afecta a la reputación de su padre. Es incapaz de imaginar que el secreto que ella conoce no es ni de lejos el mayor de todos los que esconde el escritor. Un secreto que tiene su origen en la época del rey Salomón y que protegieron con su vida los olvidados reyes visigodos. Secretos que están a punto de despertar y que provocarán una serie de asesinatos que van más allá de toda comprensión humana.
Los mundos gemelos, Land y Overland, sólo están separados por unos miles de kilómetros; y sus órbitas son tales que Overland siempre aparece situado en el mismo lugar del cielo, llenando gran parte de él y visible en todos sus detalles, cuando se asoma sobre Land. los humanos que habitan Land, al carecer de metales, sólo han podido desarrollar una tecnología de bajo nivel. Durante siglos, han vivido de forma bastante estable; pero en el momento en que comienza esta historia, su existencia está amenazada. Los pterthas, una especie de burbujas llenas de humo que flotan en el aire y que siempre han sido peligrosas, parecen hable declarado la guerra a la humanidad,. Ni los filósofos, que tienen a su cargo la investigación científica además de ser los elaboradores de las teorías y sustentadores de las ideas, ni los militares dirigidos por el príncipe Leddravohr, ni el industrial supremo, príncipe Chakkell, ni aun el mismo rey Prad, comprenden la magnitud del peligro y la acuciante necesidad de encontrar una solución. Sólo Glo, el gran filósofo, viejo, decadente, borracho y menospreciado por todos, incluidos los de su clase, propone una solución audaz y aparentemente inaceptable...
Continúa la historia iniciada con tanta maestría en LOS ASTRONAUTAS HARAPIENTOS. Han sido veinticinco años desde que los habitantes de Land se vieron obligados a trasladarse a Overland, el planeta hermano que comparte su atmósfera, donde ahora están establecidos en pequeñas comunidades distanciadas entre si. Contra todo pronóstico, los que se quedaron en Land han conseguido la inmunidad contra la pterhacosis, la enfermedad que forzó la emigración. Su ambicioso soberano reclama derechos sobre Overland, iniciando una guerra que amenaza la vida de los emigrantes. Toller Maraquine, el protagonista de la primera parte, es llamado para organizar una defensa desesperada al frente de una flota de satélites y aeronaves hechos de madera. Al crear a Toller Maraquine, un hombre abrasado por una inextinguible necesidad de descubrir, observar y experimentar, Shaw nos ha regalado un personaje inolvidable cuya vida transcurre a lo largo de esta trilogía.