La familia de Mateo es un poco rara: su papá siempre llega muy tarde; su mamá invariablemente esta muy ocupada y Raquel, su hermana, se la pasa gruñendo en vez de hablar y lee todo el tiempo. En la escuela las cosas no son mucho mejores, excepto por Berna, que es su mejor amigo, y Karen, que es… bueno, una amiga. Esta es la historia de una familia contemporánea en crisis. Mateo, un joven que está dejando de ser niño, intentará entender y actuar frente a los conflictos y descubrirá la importancia de tener cerca un buen amigo.
Muertos que forman bandas de rock y muertos que cruzan avenidas en tablas de skate. Muertos que aprenden a tatuar y muertos que siguen la pista de otros más muertos que ellos. Muertos que entran y salen de pueblos y ciudades sin nombre como arqueólogos de un paisaje al borde del colapso. Muertos que abrazan antiguos delirios y muertos que se enamoran del muerto equivocado. Muertos consumidos por la soledad y muertos consumidos por la culpa y la locura. Muertos que no saben que están muertos.
Los muertos no aceptan preguntas recoge la historia de Nela, una joven que trabaja como traductora de inglés y reside en una pequeña casita de la localidad barcelonesa de Casteldefells, donde ha encontrado cierta tranquilidad tras una traumática infancia en la que tras perder a su madre, tuvo que enfrentarse a un padre que convirtió su vida en un infierno. En la buhardilla de su casa, Nela mantiene ocultos los demonios que arrastra de su pasado, un espacio que no ha querido compartir con nadie, al igual que tampoco ha querido desvelar su capacidad para hablar con los muertos, un don que únicamente su amigo Jaime conoce y acepta. La poca estabilidad que ha logrado en su vida se tambaleará cuando contacte con ella una mujer que se identifica como su tía y que le comunicará que en el desván de la casa familiar ha encontrado algo de su madre para ella. Será así como Nela comience a descubrir el verdadero pasado de su madre, un pasado que encierra oscuros secretos a los que Nela tendrá que hacer frente para salir adelante y construir una nueva vida que le permita ser feliz.
Gangster frío y decidido, Dillon ha pasado de ser un simple pistolero a convertirse en el jefe del hampa de Kansas City. Ahora maneja dinero grande y se codea con la gente que cuenta. Pero cuando comienza a pasarlo bien con un par de bellas mujeres, empieza también a cometer errores. Muy pronto, Dillon descubrirá que en el bajo mundo jamás se puede abandonar la guardia… Los muertos no hablan traza el ascenso rutilante y la caída de un gangster, al mejor estilo Chase.
Los museos abandonados obtiene el Premio de Narrativa de la editorial Arca, Montevideo, Uruguay, en 1968. Un año decisivo en la historia de América Latina. La muerte está en las calles; la obcecación en el poder; el poder pierde sus máscaras. Evidentemente, es hora de abandonar los museos, con sus estatuas que perdieron vigencia, sus momias acalambradas en gesto hipócrita, y también con sus irreparables deterioros y su olor a podrido. Es hora de salir al aire libre. No piense el lector que Cristina Peri Rossi dice este mensaje con la exactitud y la puntualidad de un teorema o de un panfleto. De ningún modo; la narradora (que conoce bien su oficio y maneja hábilmente su instrumento) instala su convicción en una alegoría, pero luego ésta funciona de acuerdo a leyes alegóricas y no a pasamanería política. Para decir lo que quiere decir o lo que intuye, revisa el anaquel mitológico y extrae Ariadnas y Eurídices, pero de inmediato ajusta los tornillos a los presupuestos míticos, y al poner al día sus símbolos, los hace rendir significados nuevos. Ahora sí hay presencias definitivamente fantasmales: son las viejas maneras de concebir arte y vida, muerte y justicia. A veces llega a pensarse que el mundo total es un gran museo destinado a quedarse solo, y esta imagen está precisamente refrendada por el primer relato, el único que transcurre fuera de los vacantes repositorios culturales. Mario Benedetti
«Novela de agria fuerza», éste fue el juicio de Thomas Mann, gran admirador de Hermann Ungar, sobre Los mutilados (1923), una danza de la muerte cuyo horror procede del realismo de la acción, que no decae en ningún momento.
Franz Polzer, empleado de banco, atrapado durante décadas en una rutina mediocre y embrutecedora, se hospeda en casa de Klara Porges, una viuda todavía joven que lo esclaviza. Karl Fanta, amigo de la infancia de Polzer, rico, cínico e inválido, y Sonntag, su enfermero, un religioso exaltado y antiguo matarife, se instalan en casa de Klara Porges. Ungar nos presenta a estos personajes, con sus miedos y fantasías, su codicia, su sadismo y su desamparo, con un estilo que combina la desgarradora fuerza del expresionismo con la impasible lucidez del objetivismo.
«Los mártires del Anáhuac» fija el centro de su trama en la violencia de la conquista. Se trata de una muy ágil relación del «triunfo de la ciencia y de la táctica sobre el valor y el número», como escribe el propio Eligio Ancona, ubicada en el paisaje del altiplano azteca del siglo XVI. Eligio Ancona trenza aquí con la elegancia y el tacto de un estilo muy propio algunos de los episodios centrales de la conquista, tal y como los vio y registró desde el lado español un Bernal Díaz del Castillo, con la cuidada recreación novelística del rico universo indígena. «Los mártires del Anáhuac» es por tales motivos una obra de especial relevancia en el desarrollo local del género de la novela histórica.
La joven George siempre ha veraneado en el pueblo de la costa bretona donde vive Gauvain. Ambos se conocen desde que eran niños. Con el tiempo, él se ha convertido en un tosco marinero que, en teoría, no debería interesar lo más mínimo a alguien como ella, parisina, universitaria y de buena familia. Sin embargo, una noche, los dos se dejarán llevar por una atracción tan poderosa que ignorará cualquier convención social y que, inevitablemente, los unirá en secreto para toda la vida. La escritora Benoîte Groult, famosa entre otras cosas por su reivindicación de los derechos de la mujer, quiso en esta novela dar voz a un personaje femenino profundamente libre y, a través de él, recrear el lenguaje de la pasión y la sexualidad femenina. Al tener como protagonista a una mujer emancipada que narra su deseo y sus experiencias con toda claridad, un terreno tradicionalmente reservado a la visión masculina, la obra se convirtió en un escándalo cuando se publicó en los años ochenta. Sin embargo, hoy en día está considerada una de las grandes historias de amor de la narrativa francesa contemporánea.
Los navegantes relata una de las epopeyas más fascinantes de la historia naval española, una hazaña que enfrentó a los españoles con la Corona portuguesa por las rutas de extremo Oriente. Mediante la colorista y muy documentada narración de las aventuras de los cuatro marinos que, sucesivamente, intervinieron en ella (Magallanes, Elcano, Urdaneta y Legazpi), Edward Rosset expone en toda su dimensión un episodio heroico de la historia de España y reivindica a unos hombres que se enfrentaron a las circunstancias más difíciles que imaginar se pueda en unos momentos, además, políticamente delicados.
Los negocios del señor Julio César es un ejercicio de llevar la acción de finales de los años 60 a.C. a los ojos de un lector de mediados del siglo XX. La sociedad romana que nos presenta Brecht, cronológicamente situada entre la conjura de Catilina y la creación del así llamado «primer triunvirato» (el «monstruo de tres cabezas» en la novela), tiene no poco que ver con la sociedad alemana de la época de Weimar. El César que se nos muestra Brecht es corrupto, insidioso, conspirador, implicado de lleno en la conjura de Catilina, traicionero, etc. Brecht nos ofrece con su texto una novela ágil, que conjuga diversos registros e incluso géneros narrativos. Una novela corta, que se lee en apenas dos tardes, que engancha y sorprende a partes iguales. Una novela que ahonda en la grandeza (y la miseria) de los protagonistas de la Historia, obligándonos a reflexionar acerca de si lo que se nos cuenta es cómo sucedió… o como podría no haber sucedido. Una novela que permite múltiples lecturas y diversos análisis: ¿una historia de la Roma tardo republicana en clave de materialismo histórico? ¿Una novela sobre canallas y miserables? ¿Una novela del pueblo y para el pueblo?
Laura Romero, antigua locutora de comerciales de muebles y del servicio telefónico que da la hora y rentista de la mina de sal familiar, vive con su galgo Brus y es asidua de los supermercados. A la casa de esta mujer solitaria llega, una noche, un niño de seis años llamado Fidel. No se sabe de dónde viene ni quién es, habla siempre misteriosamente y parece no estar familiarizado con los usos del mundo. Mientras trata de asignarle significados a su presencia, Laura lo pierde y lo recobra intermitentemente, pasando por varios estadios en los que encuentra personajes y situaciones que todos conocemos: el vendedor de mercancías en un bus, el lenguaje burocrático del hogar de paso, la señora parlanchina. A través de la historia central de una pareja insólita —la de un niño y una mujer que no es ni pretende ser su madre—, y en un tono de fábula clásica, y con visos de terror psicológico, Los niños explora los límites del aislamiento y la intimidad y hace una reflexión, en ocasiones humorística, sobre la compasión, la maternidad, la hospitalidad, el abandono y la infancia.
Martin Boyne, «un individuo crítico y cauto de cuarenta y seis años a quien difícilmente alguien asociaba con sucesos románticos e inesperados», ha decidido poner fin a su vida nómada de ingeniero y compartir la madurez al lado de Rose Sellars, la mujer de la que se enamoró en su juventud y que ahora es una respetable viuda instalada en Europa. En el barco que debe conducirlo a ella, Boyne se encuentra con los hijos de unos viejos amigos, los Wheater: una animada prole de siete niños, desde un recién nacido a una muchacha de casi dieciséis años de edad, producto de distintos matrimonios... y distintos divorcios. De crucero en crucero, de Hotel Palace en Hotel Palace, de Argel a Venecia y de allí a Cortina, esta tropa ha jurado, bajo el liderazgo de Judith, la hija mayor, encontrar «un hogar cálido y estable» y permanecer unida pese a los ocasionales caprichos de sus distintos padres (dos ociosos millonarios, un príncipe italiano, una estrella de cine) de separarlos. Boyne cae subyugado por el ímpetu de Judith y casi sin querer se encuentra tutelando sus tremendos planes; de pronto la madurez se le aparece como «la escalofriante mediocridad de la vejez» y la mujer con la que esperaba casarse, una ominosa figura que no encaja en este inopinado idilio. Los niños pertenece al ciclo final de las novelas de Edith Wharton: tenía casi setenta años cuando la publicó en 1928. Fue uno de sus mayores best sellers y una de sus obras maestras: domina el material literario con absoluta firmeza y frialdad, está en la cima de su carrera, muy alejada de la influencia de Henry James, y ya ha escrito varias novelas perfectas en forma y tono. Aquí se ciñe a una historia moderna (hay divorcios, actrices de cine, millonarios y gigolós) pero presentada según presupuestos del realismo de tipo psicologista del siglo XIX: la novela describe los acontecimientos sólo en relación al impacto que tienen en la mente de Martin a través de un narrador neutro, invisible, cercano al protagonista....casi una primera persona narrada en tercera persona.
La historiadora Edith Sheffer narra de manera sobrecogedora la alineación de un médico a las despiadadas exigencias ideológicas del régimen nazi, que lo llevaron a convertirse en cómplice del asesinato de menores. Los niños de Asperger es mucho más que un recuento sobre los horrores del nazismo; es una obra urgente que nos invita a repensar cómo las sociedades evalúan, etiquetan y tratan a quienes han sido diagnosticados con discapacidad.
En una maternidad del sudeste de Francia, Elisabeth Eidenbenz da refugio a mujeres embarazadas perseguidas por el franquismo y el nazismo... Allí, el llanto de cada recién nacido significa una vida salvada: un rayo de esperanza que alumbra los años más oscuros y trágicos de la reciente historia de España y Europa.Una narración conmovedora, basada en hechos reales, que conjuga a la perfección la ficción con la historia para recrear la vida de esta mujer digna de admiración.
Mucho se ha hablado del terrorismo de ETA en las décadas de los 70 y 80, pero nunca se había escrito esta historia desde la mirada limpia e inocente de los niños cuyos padres estaban amenazados o fueron asesinados por la organización terrorista. La autora fue uno de esos niños que al igual que otros, vivió unos acontecimientos que ningún niño debería vivir jamás. El testimonio novelado Los niños de Lemóniz es la suma de recuerdos recuperados. Habla de personas, emociones y situaciones, pero sobre todo habla de niños, de cómo ellos vivieron esa realidad, de cómo sus padres, ante situaciones límite, intentaban ocultar lo que estaba ocurriendo con el único objetivo de protegerlos. Niños que nunca fueron tenidos en cuenta, ni siquiera en las estadísticas. Y también habla de mujeres, de madres que, a pesar de su juventud, fueron extremadamente valientes, generosas, protectoras y luchadoras.
Praga, 1938. La sombra de Hitler se cierne sobre Checoslovaquia. Unos voluntarios británicos liderados por Nicholas Winton, un joven agente de bolsa, se vuelcan en sacar del país en tren y en avión a los niños judíos para llevarlos a Reino Unido. Solo cuentan con la ayuda de Petra, su guía local, que se une a sus actividades clandestinas. En el centro de su empresa se encuentra la misteriosa Niña de la Sal, que todas las noches vende bolsitas de este codiciado ingrediente en las calles de la ciudad. Nadie conoce su nombre ni cómo consigue el preciado bien, pero corre un grave peligro: un gigantesco oficial alemán la está buscando. Una poderosa novela basada en unos hechos reales nunca desvelados hasta 1988, cuando un documental de la BBC hizo pública la lista de los niños, convirtiendo a Nicholas Winton en un héroe y en candidato a Premio Nobel de la Paz. Massimi nos regala un viaje entre la historia y la ficción que ilumina una de las partes más tenebrosas de nuestro pasado.
Cuando los niños de las cuencas mineras salían de su pueblo no tenían que decir de dónde eran. Todo el mundo lo sabía. ¿Por qué? Su ropa olía a humo. A humo de las locomotoras, de las chimeneas, de los tubos de escape... Este libro cuenta la historia de esos niños que después fueron hombres y de aquellas mujeres que vivieron en una tierra poco a poco abandonada. Historias entrelazadas, fundidas sobre el negro de un carbón que ya no suelta humo pero sí memoria, lágrimas y carcajadas. Los niños de humo es una memoria sentimental sobre la minería asturiana. Un libro intenso, crudo, cargado de ternura y humor negro, que recoge el duro testimonio del trabajo en la mina. Aitana Castaño y Alfonso Zapico, en su condición de niños de humo, han apostado todo lo que son en estas páginas que se funden entre la realidad y la ficción. Sus recuerdos. Su tierra. Su historia. La historia de un territorio y un tiempo de lucha, no sólo por la dignidad de los mineros asturianos sino en permanente combate por la libertad.
Borgo Vecchio, el barrio de Palermo en el que se desarrolla esta novela, está formado solo por un puñado de calles estrechas en el corazón de la ciudad, pero contiene todo su carácter, oscuridad, violencia y belleza; contiene los vicios y las virtudes de la gente pobre. En este entorno geográfico y moral viven Mimmo y Cristofaro, amigos fraternales, compañeros de clase y cómplices; Carmela la prostituta y Celeste, su hija, que lleva el color del perdón en su nombre; Totò el ratero y su legendaria pistola guardada en el calcetín, que es objeto de admiración de todos los niños… Por un lado está el mar, con su viento, que mezcla los olores y lleva la fragancia de la carne a los hogares de aquellos que nunca comen carne; por otro, la gran ciudad, con sus tiendas, señoras adineradas, sus leyes y sus guardianes. En los callejones, el olor a pan horneado recorre el barrio como si tuviera vida propia y despierta el asombro y la capacidad de soñar de sus habitantes cada día. Cruel y tierna como una fábula de resonancias bíblicas, el tono poético e irónico del narrador devuelve a esa cotidianidad marginal la fuerza sorprendente de los cuentos de hadas. Todo parece fruto de la imaginación en esta historia fascinante, sin embargo, en su lenguaje, su ritmo y sus pulsiones humanas predomina la verdad.
Noventa y cuatro hombres tienen que morir en las fechas señaladas y en un plazo de dos años y medio. Todos tienen 65 años. Su muerte constituye el último paso de una operación a cuyo éxito tanto yo como la Organización hemos dedicado muchos años, un gran esfuerzo y buena parte de nuestra fortuna. La esperanza y el destino de la raza aria dependen del resultado. Un solo hombre poseía la clave de lo que estaba ocurriendo, pero lo que afirmaba era que estaba loco. Y no lo estaba. Al contrario, él era el único que podía impedir que murieran 94 personas. Así comienza una desesperada carrera contra el tiempo, una lucha titánica contra una organización tan disciplinada y perfecta que asesina nada más que porque ésas son las órdenes. Las víctimas tienen diversas nacionalidades y ocupaciones. Viven en distintos lugares y entre ellos parecería no haber nada en común. Sin embargo, están en una lista y comienzan a morir. Cada asesinato acerca a la Organización a su meta. Con cada hombre que muere el terror está más próximo y hay menos tiempo. Hay una manera de vencer: ser más astuto que los miembros de la «Kameradenwerk»…
Publicada dos años antes que «Alicia en el País de las Maravillas, Los niños del agua» se ha confundido a menudo con un relato meramente infantil aunque, al igual que la novela de Lewis Carroll, supera con creces cualquier barrera de edad. Adaptada al cine por Walt Disney en 1935, narra la historia de Tom, un deshollinador de 10 años, explotado cruelmente por su amo Grimes, que cae por la chimenea de una casa de campo a donde ha sido llevado a trabajar. El accidente provoca un enorme revuelo y Tom huye hacia un estanque en el que, aparentemente, se ahoga. Pero no muere y se transforma en un niño del agua, que deberá madurar con la ayuda de las hadas y las criaturas marinas hasta convertirse en un nuevo ser más libre y responsable. Kingsley introduce en la novela todos los asuntos de la vida que le interesaban: Con una arquitectura sorprendente, intenta entablar un diálogo con el lector en el que todo es posible gracias a la fantasía. Indaga en la naturaleza como reflejo de la realidad divina y aporta algunas ideas respecto a la degeneración de las especies que tardarían más de un cuarto de siglo en ser aceptadas. En 1889 se publicó una edición especial ilustrada por Linley Sambourne con dibujos tan fantásticos, inquietantes y sorprendentes como el texto. Todos ellos se han incluido, por primera vez en España, en este volumen.