Hacía tiempo que Fernando Aramburu quería escribir sobre personajes y escenarios vascos. Y ha esperado hasta intuir cierta madurez como escritor para dejar su particular testimonio literario sobre el espinoso tema de la violencia etarra y sus derivados. Un padre se aferra a sus rutinas y aficiones, como cuidar los peces, para sobrellevar el trastorno de una hija hospitalizada e inválida; un matrimonio acaba fastidiado por el hostigamiento de los fanáticos contra un vecino y esperan que éste se decida a marcharse; un hombre hace todo lo posible para que no lo señalen, y vive aterrado porque todos le dan la espalda; una mujer decide irse con sus hijos sin entender por qué la acosan. A manera de crónicas o reportajes, de testimonios en primera persona, de cartas o relatos contados a los hijos, Los peces de la amargura recoge fragmentos de vidas en las que, sin dramatismo aparente, sólo asoma la emoción —a la par que el homenaje o la denuncia— de manera indirecta o inesperada, es decir de la manera más eficaz. Es difícil empezar a leer las historias en principio modestas, de una engañosa sencillez de Los peces de la amargura, y no sentirse conmovido, sacudido —a veces, indignado— por la verdad humana con que están hechas, una materia extremadamente dolorosa para tantas y tantas víctimas del crimen basado en la excusa política, pero que sólo un narrador excepcional como Aramburu logra contar de manera verídica y creíble. La variedad y originalidad de los narradores y de los enfoques, la riqueza de los personajes y sus diferentes vivencias logran componer, a modo de novela coral, un cuadro imborrable de los años de plomo y sangre que se han vivido en Euskadi.
Una niña desentierra en el jardín unos huesos que resultan no ser de un animal; la bucólica escena veraniega de unas chicas que se bañan en un paraje natural acaba convertida en un infierno de celos de inquietantes consecuencias; un mendigo despreciado siembra la desgracia en un barrio pudiente; Barcelona se transforma en un escenario perturbador, marcado por la culpa y del que es imposible escapar; una presencia fantasmal busca un sacrificio en un balneario; una chica siente una atracción fetichista por los corazones enfermos; un rockero fallecido de un modo atroz recibe un homenaje de sus fans que va más allá de lo imaginable; un chico que filma clandestinamente a parejas haciendo el amor y a mujeres con tacones altos caminando por las calles recibe una propuesta que le cambiará la vida...En los doce soberbios cuentos que componen este volumen Mariana Enriquez despliega todo un repertorio de recursos del relato clásico de terror: apariciones espectrales, brujas, sesiones de espiritismo, grutas, visiones, muertos que vuelven a la vida... Pero, lejos de proponer una mera revisitación arqueológica del género, reelabora ese material con una voz propia y radicalmente moderna. Tirando del hilo de la mejor tradición, la lleva un paso más allá, con historias que indagan en lo siniestro que se agazapa en lo cotidiano, despliegan un turbio erotismo y crean imágenes poderosísimas que dejan una huella indeleble.
Los pequeños brotes es una de las obras narrativas más íntimas de Abel Azcona, en la que revisa los acontecimientos que han marcado su vida. A través de relatos breves, Azcona reúne un compendio de experiencias reales que nos permiten comprender mejor la complejidad de un artista inclasificable y controvertido. Un libro muy personal en el que indaga en su trayectoria vital como nunca antes lo había hecho. ' En estas páginas cada brote crece en una tierra impregnada de locura, abandono y soledad. En una tierra seca, muerta y olvidada. En una tierra yerma pero en contraste, pasional y resiliente '
Asfixiados por alfombras, engullidos por el fango, atacados por osos o consumidos por las llamas. Veintiséis niños inocentes descubren, sin tiempo para sorprenderse, el extremo riesgo de vivir. Celebrada como la obra maestra de Edward Gorey, Los pequeños macabros, muestrario alfabético de destinos trágicos, alumbra el lado más transgresor y visionario de un artista excepcional. Escritor e ilustrador de más de un centenar de libros, Edward St. John Gorey (Chicago, 1925 - Cape Cod, 2000) es objeto de culto entre numerosos y fieles admiradores de todo el mundo.
Colección de relatos enmarcados en el valle del Jalón, un río afluente del Ebro, en Aragón. Basados en sucesos reales, en testimonios documentados por la Historia y en experiencias personales.
Los placeres y los días, primera publicación de Proust, consiste en una recopilación de breves narraciones (relatos, pinceladas, poemas, y reflexiones), con cierta influencia decadentista, que redactó entre sus veinte y veintitrés años. Obra donde ya aparecen soterrados los temas que iban a convertir su narración mayor, En busca del tiempo perdido, en la gran novela del siglo XX.
«Los pájaros» es uno de esos relatos breves y perfectos que tienen la virtud de despertar los terrores irracionales que anidan en nuestro espíritu. Las aves de todas las especies, grandes y pequeñas, marinas y de tierra adentro, unidas en su odio a la humanidad, se conjuran para atacar a los hombres. Este insólito argumento, tratado, a pesar de su signo misterioso y sobrenatural, con cierto realismo macabro y fatalista, confiere a la narración una extraña verosimilitud alucinada. La angustiosa historia de una familia que resiste desesperadamente el ataque de los pájaros en su casa solitaria inspiró a Hitchcock una de sus más celebradas creaciones cinematográficas. «Los pájaros y otros relatos», se compone de una recopilación de seis relatos cortos escritos todos ellos en el año 1952, dando título al libro el primero de ellos, «Los pájaros». Otros títulos que nos encontramos son: «Monte Verità», «El manzano», «El pequeño fotógrafo», «Bésame otra vez, desconocido», y «El anciano».
La colaboración póstuma entre H.P. Lovecraft (1890-1937) y August Derleth (1909-1971), quien sobrevivió a su maestro y desarrolló los argumentos, personajes y esbozos encontrados entre sus papeles, dio como resultado una serie de relatos en los que resulta imposible determinar la autoría respectiva. El presente volumen reúne cuatro relatos resultantes de esa singular asociación. Si «El que acecha en el umbral» se encuadra, al igual que «Arcilla de Innsmouth» y «Los que vigilan desde el tiempo», en el ciclo de los Mitos de Cthulhu, «La sombra del desván» se halla más próximo, por su temática y estructura, al cuento de terror tradicional.
De las historias de Gilbert Keith Chesterton protagonizadas por el padre Brown, Jorge Luis Borges dijo una vez que aún se recordarían cuando el género policíaco hubiese caducado. Pero en las historias detectivescas del padre Brown hay un rasgo que llama la atención: el protagonista no es un detective privado, ni un policía, ni siquiera un aficionado a resolver crímenes; es un sacerdote católico, toda una provocación, dado que Chesterton situó además a este sacerdote papista en plena Inglaterra anglicana, y ni siquiera se preocupó de hacerlo simpático a los lectores.
Pese a su apariencia prosaica y a su modo práctico de conducirse en la vida, el padre Brown no carecía de cierto toque romántico, aunque solía guardarse para sí sus sueños, como lo hacen muchos niños. Era un cura católico de apariencia ingenua cuya agudeza psicológica lo convirtió en un formidable detective. De aspecto rechoncho, iba acompañado de un enorme paraguas y solía resolver los crímenes más enigmáticos, atroces e inexplicables gracias a su conocimiento de la naturaleza humana antes que por el razonamiento lógico.
«Hubo un corto período en la vida del padre Brown durante el cual éste disfrutó o, mejor dicho, no disfrutó de algo parecido a la fama. Anduvo, por espacio de unos días, convertido en la sensación periodística: fue el tópico usual de las controversias de semanario; sus hazañas se comentaron con intensidad e inexactitud en el mundillo de cafés y tertulias, especialmente en América. Y, aunque pueda parecer extraño a las personas que lo conocieran, sus detectivescas aventuras llegaron incluso a dar materia a los relatos breves de los “magazines”.» Para que se sigan conociendo sus andanzas, este libro presenta ocho de los relatos publicados durante tercera década del siglo XX.
¿Cuál es el secreto del padre Brown, ese curita «esencia misma de aquellos insulsos habitantes de la zona oriental», según apreciaba en «La inocencia del padre Brown» el todopoderoso detective francés Valentin? La explicación de Chesterton es sencilla, pero apasionante: a través de su identificación con el criminal, a través de la comprensión de su humanidad —porque también él tiene experiencia de lo que es ser hombre—, el padre Brown llega a la misericordia y a la amistad que, como él mismo dice, «resuelve todo el problema del tiempo del pecado. Se provoca el arrepentimiento antes que el crimen». Sólo la mirada misericordiosa de un amigo cambia a la persona. Una vez más, Chesterton utiliza uno de sus más queridos géneros literarios, la novela policiaca, para desvelarnos sus ideas sobre el alma humana, la sociedad, la política, la fe y la razón y el catolicismo, sin ocultar nunca las razones que le llevaron a su conversión.
El célebre clérigo pequeño y rechoncho, con un amplio sombrero y una amplia cara, apoyado casi siempre en un raído paraguas, creado por aquel —un tanto regordete también— que sabía demasiado, vuelve a recorrer mundo y a codearse con comunistas y delincuentes para resolver cuanto enigma se le presente para gozo de sus finos lectores.
En su mayoría, los relatos del padre Brown se publicaron originalmente en diversas revistas inglesas y americanas —como «Cassell’s, Stroy-teller, Pall Mall» o «Nash’s»— entre los años 1910 y 1935, y posteriormente se reunieron en cinco volúmenes sucesivos: «El candor del padre Brown, La sagacidad del padre Brown, La incredulidad del padre Brown, El secreto del padre Brown» y «El escándalo del padre Brown». Sin embargo, tras la muerte de Chesterton, aparecieron todavía varios relatos. El primero fue «La vampiresa del pueblo», que se publicó por primera vez en una edición privada de 1947 y que no se incluyó al final de «El escándalo del padre Brown» hasta 1951; a éste le siguieron «El secreto del padre Brown» y «El secreto de Flambeau», que pasaron a formar parte de «El secreto del padre Brown». «El caso Donnington» se descubrió en 1981. Se trata de una obra escrita en colaboración con el autor de novelas policíacas sir Arthur Pemberton (1863-1950). Pemberton escribió la primera parte para el número de octubre de 1914 de la hoy olvidada revista «The Premier». Por previo acuerdo, se enviaron las galeradas a Chesterton, quien introdujo al padre Brown en la historia y propuso una solución al misterio. Esta última se publicó en el número de noviembre. «La Máscara de Midas», que Chesterton escribió el último año de su vida, cuando estaba ya gravemente enfermo, no se descubrió hasta hace unos pocos años, en 1991, en forma de fotocopia del manuscrito original. El texto había sido mecanografiado por Dorothy Collins, en tiempos secretaria de Chesterton, e incluía numerosas correcciones de puño y letra y varias notas del propio escritor. En el encabezamiento, Collins escribió las indicaciones «Nueva serie, n.º 2» y «No publicar». Al parecer, «La vampiresa del pueblo» era el primer relato de la citada «Nueva serie», mientras que «La máscara de Midas», por algún motivo que desconocemos, no debía publicarse. En cualquier caso, es evidente el interés de este último relato, que es también el último escrito por Chesterton y, hasta ahora, el más recientemente descubierto.
Este libro surge de la colaboración de tres mujeres inquietas y apasionadas que decidieron hacer de los lunes menos lunes, compartiendo a través del blog, la publicación de un nuevo relato femenino, divertido, apasionante y calentito. ¡Muy calentito! Ante la demanda de las lectoras, atrapadas con cada una de las mini historias semanales, nos surgió la idea de lanzar este recopilatorio de los mejores relatos y otros tantos inéditos, en formato ebook y con un fin benéfico: el importe íntegro del libro irá a parar a la fundación española contra el cáncer de mama. www.aecc.es Sumérgete en los relatos femeninos del blog de Gemma: www.jugandoconeros.com ¡Vienen cargaditos de erotismo y sensualidad! Sexo, amor, y otras situaciones tragicómicas que te harán pasar un buen rato y te enamorarán con las apasionantes ilustraciones de Drei_ly que acompañan a cada relato.
«Los ritos de Tlaloc» es un relato inquietante que aborda, con brevedad no exento de ironía surrealista, el fenómeno de los grupos, reunidos en torno a un pretendido interés común, los ritos y las consecuencias de la «ceguera» de sus acólitos. No señala, ni siquiera implicitamente, a ninguna asociación religiosa (algunas sectas) o no religiosa (algunos usuarios de páginas web). El estilo está claramente influenciado por Lovecraft.
He aquí diecisiete relatos de fantasía, horror y ciencia ficción por un reconocido maestro del género. «Los sabuesos de Tíndalos» es uno de los primeros y más famosos cuentos producido por el «Círculo Lovecraft», en tanto que «Los devoradores de espacio» incluye una víctima sorprendente: Howard, un escritor de literatura de horror cuya caracterización divirtió enormemente al maestro HPL. La mayoría de estos relatos extraños aparecieron en la ahora legendaria revista «Weird Tales», y desde su publicación no han dejado de reeditarse, una demostración de que su autor fue uno de los más notables escritores de literatura macabra. Cada relato está precedido por una introducción de Long, que nos cuenta cómo influyeron en él H. G. Wells, Poe y Lovecraft, y cómo se cimentó su amistad con los jóvenes autores de entonces: Isaac Asimov, Ray Bradbury, Theodore Sturgeon y Robert Bloch.
Relato corto de misterio. Una joven monja pierde su fe al sentirse vulnerable en medio de una epidemia, en Etiopía. De regreso a casa es perseguida por un ser que ella siente, pero no conoce. Al final tendrá que enfrentarse a este ser para descubrir su propósito en este mundo.
Sería justo decir que Los sauces es uno de los cinco mejores cuentos de terror de la historia. Aunque para muchos, incluido Lovecraft, es el mejor de todos. Los sauces conjuga todas las variantes de la narrativa de terror, y las une con algo más. Un sentido de inminencia, de tensión, de prefiguración de lo inexpresable; todos estos elementos fluyen en Los sauces con una naturalidad fantástica. No hay un sólo pasaje del relato que sea innecesario, aun cuando al principio el lector se sienta inseguro ante las descripciones de Blackwood. Al final todo cobra un sentido perversamente arrebatador.
El Sol se desplaza velozmente por el espacio, sumido dentro del inmenso espiral de la vía láctea. Son 226 millones de años para darle la vuelta a la galaxia y nosotros estamos allí, junto a él. Girando muy cerca de su calor, orbitándolo, atraídos por su luz como insectos voladores en la noche de los tiempos. Los griegos llamaron «errantes» a aquellos cuerpos celestes que surcaban metódicamente su cielo terrestre. Estos planetas errantes están en movimiento constante y nos movemos con ellos, a más de 200 000 kilómetros por segundo. Aunque estemos quietos, de pie, contemplando las estrellas sobre nuestras cabezas… Las siguiente son historias de planetas, de personas, de seres vivientes en un futuro no tan lejano, que acompañan al sol en su travesía cósmica… o al menos, en cierta forma, durante una parte ínfima del viaje.