La muchacha, arrellanada en la lujosa victoria descubierta, adoptó un aire de indiferencia. Estaba completamente segura de que todo el mundo la miraba, y disfrutaba con ello. Era natural, pensaba, que todos admirasen a la bella hija de un gran hombre. Así, pues, se arregló el corpiño, se ahuecó los cabellos y fingió no ver a nadie, mientras el negro cochero de galoneada librea fustigaba el soberbio tronco de caballos rabones y la victoria avanzaba dando tumbos por los baches y rodadas de la Avenida de Pensilvania hacia el edificio del Senado. La escena ocurría a primeros de mayo del año 1842.
Relata la apasionada historia de amor entre un joven jefe samoano y una hermosa pintora americana, amor al que se opone el padre de ella, el poderoso gobernador de la isla. En medio de esta tensión, la naturaleza decide intervenir: un terrible huracán se acerca cada vez más, amenazando con devastar la isla y matar a sus habitantes.
The Sweepstakes Murders, publicado por primera vez en 1931, es el séptimo libro de la serie del autor J. J. Connington protagonizado por el jefe de policía Sir Clinton Driffield. La nueva historia de detectives del Sr. Connington comienza al final de una fiesta de bridge, cuando uno de los jugadores sugiere la formación de un pequeño sindicato para tener un aleteo en un próximo sorteo. Las ganancias se agruparán y se dividirán entre los miembros. La mayoría de los jugadores de bridge se unen, en términos propuestos y aceptados de improviso. Un boleto de sindicato gana un gran premio. Sin embargo, antes de que se recoja el dinero, uno de los miembros del sindicato muere, aparentemente por juego sucio. Según el acuerdo, su parte se dividirá entre los restantes poseedores de boletos; y la sospecha, naturalmente, recae primero sobre aquellos que están seguros de beneficiarse de la muerte. Las características personales, los posibles motivos, las coartadas y las pruebas circunstanciales proporcionan a los detectives un intrincado problema de pistas y personalidades.
Alfred Walter Stewart fue un químico británico y novelista a tiempo parcial que escribió diecisiete novelas de detectives y una obra pionera de ciencia ficción entre 1923 y 1947 bajo el seudónimo de J.J. Connington. Creó varios detectives ficticios, entre ellos el superintendente Ross y el jefe de policía Sir Clinton Driffield.
Los segundos pasaban con lentitud de eternidades para el hombre que se hallaba acurrucado contra la taquilla del cine. En sus manos brillaban dos pistolas. Siempre, en los momentos de peligro, Luke había empuñado dos pistolas. Por ello se le conocía más por Luke Dos-pistolas que por Luke Fawcet. En aquella ocasión las pistolas eran dos Colts automáticas del 45. En los bolsillos guardaba cuatro cargadores más y tres cajas de municiones. Podía defenderse mucho rato. Pero no podía triunfar. Homiman se lo había dicho antes de morir.
Los hermanos Ankarets fueron asesinados la misma noche, a la misma hora, a unos kilómetros de distancia. ¿Qué hay detrás del doble crimen? Martin Patton, enfermo y recluido en un sanatorio de reposo de Surrey, pide ayuda a su joven primo para que busque información y ayude a Nan Lockwood, un antiguo amor de juventud que se haya en prisión acusada de apuñalar a su amante, Sidney Ankarets. El joven junto con su pupilo Caleb Mackay toma cartas en el asunto y empiezan a interesarse por este extraño caso. ¿Qué relación puede haber entre Jean Auriol, chofer y asesino de Frederick Ankarets y Nan Lockwood? Personajes interesantes, incidentes asombrosos, humor refrescante y un final que ni el lector más astuto podrá prever.
Herbert Adams (1874-1952) fue un escritor inglés de novelas de misterio. Escribió alrededor de 50 novelas entre los años 1924 y 1958. Tiene dos series protagonizadas la primera por Jimmy Haswell, un abogado criminalista en Londres y la segunda protagonizada por Roger Bennion, un jugador de golf metido a detective.
En un tren a Calais completando el tramo final de una gira por el extranjero, uno de los pasajeros se acerca a Harry Morrison, el empleado de la agencia de viajes que dirige la fiesta. Tiene la idea de crear una compañía que ofrezca viajes en crucero por las Islas Británicas dirigidos a pasajeros de bajos ingresos que no pueden permitirse costosos viajes al extranjero. Después de algunas investigaciones, Morrison cree que es un esquema viable. Sin embargo, como ambos carecen de las finanzas necesarias, se acercan a uno de los clientes de la agencia de viajes, el millonario John Stott. Stott acepta poner el dinero para adquirir un transatlántico a punto de ser desguazado. Revisa el esquema, alejándolo de los paquetes asequibles hacia el lujo caro para los pasajeros más ricos. El ingrediente crucial es la adición de juegos de azar a bordo, con un casino que puede operar como cruceros de barco justo fuera del límite de tres millas y, por lo tanto, más allá de la jurisdicción de las autoridades británicas.
Era un día de junio de 1859. Un momento antes todo había sido alegría y buen humor en la fiesta campestre. Ahora una estúpida discusión que no se sabía exactamente cómo había comenzado, acababa de terminar con un trágico preludio, promesa de algo más grave. Dos hombres se miraban fijamente. Los dos estaban pálidos; mucho más Jorge Cañizares, porque en la mejilla izquierda de Raúl Sicuesa acababa de florecer un rojo rosetón dejad, allí por la mano de Jorge.
Pasaron los segundos sin que Cañizares pronunciara una palabra y sin que Raúl replicase a la ofensa. En torno a los dos hombres, un ancho círculo de concurrentes a la fiesta iba retrocediendo hacia los carruajes que aguardaban en el prado. Sólo otros tres hembras se acercaron para contener a los que hasta unos minutos antes eran amigos y ahora se miraban como enemigos.
El caso era evidentemente grave; en extremo grave. Sin embargo, no me sentí preocupado por lo que significaba para mi futura — y breve — existencia, según certificaba el doctor Julius Van Deloon; ni dejé que se alterase mi fisonomía juvenil un tanto desmayada, lánguida y que se acentuaba en su palidez, por el color claro de mis ojos y el rubio mortecino de los cabellos, que, por negligencia hecha hábito, jamás terminaba de peinar bien.
El caso del espejo inclinado es una novela policiaca con todas sus características: dos asesinatos, varios sospechosos de la realización de ambos crímenes, un detective que yerra, un aficionado que acierta y un desenlace imprevisto, pero lógico a la postre. Todo ello desarrollado en una serie de escenas todas ellas saturadas de un apasionante interés que nos acompaña hasta el fin de la novela.
Arturo Benet escritor, traductor y poeta español. No se dispone de datos biográficos del autor. Publicó dos novelas policiacas El caso del espejo inclinado (1946) publicado por Molino y La muerte de Valeriano Fayer (1949), publicado en la Colección El Elefante Blanco por Saturnino Calleja.
BARÓN, estoy en un terrible apuro — dijo la mujer.
—¿De qué se trata?
—Henry cree que Charlie es el causante de esos tictacs...
—¡Por favor! ¿Cómo dice?
—Los tictacs. Eso mismo: tictac, tictac. Durante la noche.
—¡Ah! —El barón inclinó cortésmente la cabeza.— ¡Ya entiendo!
Un misterio de Belmont Johnny Fletcher
Esta vez el asesino irrumpió en la cárcel para cometer un asesinato. Johnny Fletcher tiene que averiguar por qué.
Serie: Spike Tracy 07.
El misterio gira en torno a la muerte de Lina Lee, la secretaria del jefe de Penton Publishing, un playboy. ¿Qué pasó con el collar de esmeraldas que Lee llevaba puesto varios días antes? Y, ¿qué le pasó a Penton, quién no está donde debería estar? Y hay otro hombre desaparecido, también. Pero Spike está más desconcertado por la presencia, en el elegante tocador de Lee, de una humilde cebolla.
Harriette Cora Ashbrook (1898-1946) fue una autora estadounidense que también escribió bajo el nombre de Susannah Shane. Con su propio nombre, escribió una serie protagonizada por el detective Spike Tracy, un playboy que hace bien las cosas y que decide que ser detective aficionado puede ser divertido. Tracy apareció por primera vez en The Murder of Cecily Thane (1930). Escribió siete libros con Spike Tracy entre 1931 y 1941. A pesar de que fue publicada por Coward McCann, una de las principales editoras de ficción estadounidense de segundo nivel, nunca fue elegida por ninguna de las principales casas de bolsillo para su reimpresión. Lo que es sorprendente, ya que los libros son entretenidos, inteligentes y nunca aburridos. Desde 1941 hasta su muerte en 1946, escribió seis novelas de detectives más bajo el nombre de Susannah Shane.
El detective privado Simon Lash estaba mucho más preocupado por su biblioteca de manuscritos americanos raros que por la perspectiva de ganar clientes, pero cuando Joyce Bonniwell llegó una mañana en un estado de extrema agitación, Lash no pudo hacer mucho; después de todo, diez años atrás él y Joyce… Su esposo, Jim, había desaparecido. "Un ataque de amnesia", dijo. Pero no fue así, porque de las montañas llegó la noticia del descubrimiento del cuerpo de Jim; estaba muerto, asesinado, y no fue el primero en morir.
EL señor Milsom Crosby era un nombre singular. Era rico y tenía una chifladura. Muchas personas tienen también dinero y un pasatiempo favorito, sin que sea único. Pero, en tal caso, ganan dinero en sus negocios, en su profesión, o lo han heredado y en sus momentos de ocio se dedican a la marquetería, a la filatelia, al golf o tal vez a la heráldica.
Nadie conocía la procedencia del dinero del señor Crosby. Eso, por sí mismo, ya era algo notable. Pero el misterio de sus recursos financieros era trivial, fijándose en el pasatiempo de aquel hombre, porque el señor Crosby coleccionaba licenciados de presidio.
A lo largo de la tortuosa senda de la tranquila meseta, apareció un joven montado en un potro pinto, con manchas muy extrañas. El jinete parecía muy fatigado, aunque sus ojos brillaban decididos y vigilantes. Aquel hombre parecía un perseguidor o un perseguido.
Por aquí, despacio, Dandy — ordenó a su caballo—. Y menos ruido.
Serie: Doug Selby 5
Un accidente en una carretera de montaña ... una trágica fatalidad ... el descubrimiento del auto desaparecido ... y Doug Selby, fiscal de distrito de la ciudad de Madison, se encuentra ante el caso más complicado de su carrera.
Hay un extraño crimen en la base de El trapecio de plata, un crimen que involucra al mundo del circo con sus envidias y sus oposiciones. Y una familia de conocidos trapecistas, cuyos miembros son asesinados uno a uno.
Ezio D'Errico (1892 - 1972) fue un escritor y guionista italiano. En su vida también fue pintor y dramaturgo. Ha escrito muchas novelas de detectives, casi todas ambientadas en Francia, protagonizadas por el comisario Emilio Richard. Después de la guerra fue editor de las revistas Il Giallo y Crimen.
Seguimos las acciones de nuestra protagonista, Teresa Haskell. Su madre, la adinerada Marcella Humphrey de la lujosa propiedad Pine Acres, acaba de morir cuando la historia comienza. Teresa y sus cuatro hermanos se reúnen para el funeral. Para ellos es incómodo, ya que su madre se había vuelto a casar recientemente, con Erich Humphrey, y se había convertido a su fe católica, la cual no practican. Después del servicio, se reúnen para la lectura de las últimas voluntades. Sabían que cada uno recibiría 1/5 de sus bienes. Todos se sorprenden cuando el abogado de Marcella, Curtis Anderson, anuncia que había hecho un testamento posterior con otro abogado, Richard Hollis. Cuando se lea este último testamento, cada uno de sus hijos ahora solo recibe $ 20,000 cada uno, y los $ 3 millones restantes se destinan a su esposo, Erich Humphrey. Los sorprendidos hermanos discuten si deberían impugnar el testamento, y si Humphrey la influenció para que lo hiciera a su favor. La influencia parece poco probable, ya que Humphrey es un hombre amable de gustos simples, que se ha mudado de la finca a una pequeña casa y come frijoles y tocino todos los días. Su único plan para su ganancia inesperada es hacer algunas renovaciones modestas a su casa para permitirle pintar como un pasatiempo. Humphrey llama a Teresa y le pide reunirse con ella para hablar sobre el destino de la propiedad de Pine Acres. Ella va a su casa y lo encuentra muerto de una herida de bala. Mientras consideran el efecto que esto tendrá en su herencia, surgen rumores de que Humphrey estaba manteniendo a una amante. Un asesinato adicional arroja más confusión al tema de la herencia para los familiares que buscan dinero.
Serie: Inspector French 20
El nuevo Sir Geoffrey Buller está trabajando en una oficina cuando inesperadamente hereda el título y Forde Manor con su colección de arte de un valor incalculable. La viuda, Betty Stanton, toma el puesto de ama de llaves y se sorprende cuando descubre que sir Geoffrey está limpiando sus cuadros. La casa está vacía y Sir Geoffrey en Italia cuando ocurre un desastre. El inspector French reconstruye el astuto y complejo crimen a partir de un mosaico de detalles.
Freeman Wills Crofts (1879-1957) fue un escritor angloirlandés de novelas policiacas, miembro del Detection Club. Nació en Dublín, Irlanda. Asistió al Methodist College y al Campbell College en Belfast. A la edad de 18 años, entró a formar parte, como aprendiz, del personal de ingeniería civil del Ferrocarril de los Condados de Belfast. Ocupó varios puestos en ingeniería ferroviaria, llegando a ser Ingeniero auxiliar en jefe en el ferrocarril, entonces conocido como L.M.S. L.M.S. Northern Counties Committee. Mientras trabaja allí, y en un periodo de convalecencia tras una larga enfermedad, escribió su primera novela, The Cask (1920), que lo estableció como un nuevo maestro de la ficción detectivesca. A partir de entonces escribió varias obras policiacas protagonizadas muchas de ellas por el Inspector French, que apareció por primera vez en The Greuze Mystery (1921).