Warbeck Hall es una casa de campo inglesa pasada de moda y escenario de asesinatos igualmente ingleses. Todos los ingredientes clásicos están ahí: adornos navideños, té y pasteles, un mayordomo fiel, un extranjero, la nieve cayendo y un interesante elenco de personajes arrojados juntos. Los asesinatos y el trabajo detectivesco están lejos de ser convencionales…
El detective Kempson se ve abogado a la ardua tarea de atrapar a un asesino que actúa veloz y despiadadamente. Ocurren tres asesinatos antes de que la policía logre desentrañar el misterio y descubrir la asombrosa verdad. Los lectores habrán también de apelar a sus mejores recursos si desean descubrir al criminal antes de que el autor lo revele en un emocionante final.
El detective privado Joe Quinn juega… Así es como perdió su trabajo, automóvil, ropa y novia; Es por eso que hace autostop de Reno a California. En The Tower, un complejo rural que alberga un culto religioso, Quinn está jugando de nuevo cuando la hermana Blessing le pide que localice a Patrick O’Gorman. No es una tarea fácil: O'Gorman está muerto, y Quinn supone que no tan accidentalmente como todos insisten.
El viernes por la noche Barbara Markle, agraciada adolescente, concurre a su primer baile. El sábado queda sola en su casa todo el día. Pero cuando su madre regresa ella ya no está. Ningún vecino puede dar noticias de la joven. Fred Fellows, jefe de Policía de Stockford, será el encargado de investigar las causas de su desaparición y descifrar el enigma. Todo está aparentemente en orden, salvo una pequeña mancha de sangre en la alfombra. En un verdadero derroche de ingenio, Fellows reúne indicio tras indicio para llegar a la solución del misterio.
Del pasado de Jefferson Halliday viene Rima Marshall. No tiene nada que perder: está hundida casi hasta dónde puede llegar una mujer. Pero ella todavía sabe lo suficiente como para poner a Jefferson en el asiento caliente. Y él sabe que ella sabe. Con la baraja amontonada de esta manera, el chantaje se convierte en un arma peligrosa mortal con la que…
¿Qué hace una niña cuando llega a creer que su padre adoptivo, a quien adora, ha cometido un crimen, sobre todo cuando ella es la única depositaria de la información que podría establecer su culpa? Aterrorizada y para evitar el inevitable interrogatorio de la policía, se esfuma en Manhattan. Luego la búsqueda desesperada de la niña por el padre y la policía ante el peligro que corre. El misterio apasiona, y sorprende la solución que llega en momentos en que la tensión y el suspenso han llegado a su clímax…
Una joven inglesa, de vacaciones en la riviera se encuentra de pronto transformada en blanco de alguien decidido a matarla. Paul Hedley, pintor de cierto renombre, está lejos de adivinar que esa joven acosada, que se sienta inesperadamente a su mesa en el Café de París, le ha de hacer compartir su odisea, transformando las pacíficas vacaciones en una incesante aventura, en la que el peligro, visible o latente, mantiene a los protagonistas -y al lector- en un clima de constante suspenso y tensión hasta el inesperado final...
El era joven, había estado en presidio y, ya recuperada la libertad, estaba dispuesto a ir a cualquier parte y hacer cualquier cosa para obtener dinero. La propuesta que le hace una mujer hermosa y cautivante le parece fácilmente realizable y económicamente tentadora. Analiza en detalle la situación para evitar posibles traiciones y sorpresas desagradables. Prevé todas las circunstancias menos una, que en ningún momento entra en su análisis: un asesinato. Luego, la larga lucha para salir de la trampa tendida y poder empezar una nueva vida.
La policía de White River ha encontrado un cadáver. El sheriff Jim Shapely tiene muy claro quien ha sido. Han encontrado el cuchillo y el camisón lleno de sangre de la asesina. Se trata de la sobrina, Cathy Sinclair, que ha desaparecido junto con el dinero. El asunto parece claro, el detective Steve Gregory la busca para entregarla a la justicia, ¿la encontrará?
Paul Forrester era ingeniero, uno de los mejores expertos en misiles. Había desarrollado un metal ultraliviano. Muchos querían apoderarse del secreto: el Pentágono, los chinos, los rusos, y sobre todo Herman Radnitz, oscuro empresario capaz de vender cualquier cosa por un buen precio. Pero Forrester estalló al encontrar a su mujer en la cama con otro hombre. Ahora está encerrado en un asilo exclusivo, vigilado de muy de cerca por el gobierno norteamericano. En algún lugar de su mente torturada guarda la fórmula. Radnitz tiene que conseguirla cueste lo que cueste. Aunque eso signifique una pila de cadáveres…
Llegaron a Paradise City en busca de dos millones de dólares en joyas. Pero no hay plan que pueda prever las emergencias causadas por las pasiones. Al Barney, que se describe a sí mismo como un tipo con la oreja en el suelo, relata la historia.Todos los ingredientes que han hecho de Chase uno de los grandes maestros del suspenso están presentes en esta novela: sexo, odio, celos, violencia y crimen, más un robo de alhajas astutamente planeado.
El caso de Mónica Glazzard se transformó en una verdadera pesadilla para la policía. Mónica era una celebridad. Su columna en el diario le ganó muchos amigos pero también numerosos enemigos. Cuando la encontraron muerta en su departamento se pensó en un suicidio, pero el médico forense comprobó que no lo era. El detective, teniente Frank Sessions, encuentra que el tiempo no le alcanza para descubrir y descartar pistas que lo lleven al esclarecimiento del crimen.
Durante años, Serge Maisky había soñado con el Gran Robo. ¿Qué mejor lugar —decidió— que el Casino de Paradise City, donde acudían los jugadores más ricos del mundo a luchar con sus fortunas contra un naipe o un juego de dados? Allí, Serge podría echar mano a enormes cantidades de dinero. He aquí la historia del robo al casino, relatada con la eficiencia, rapidez, seguridad e incesante suspenso que pusieron a James Hadley Chase a la cabeza de la novelística policial, y que mantendrán en vilo al lector hasta la última página.
El detective privado Peter Congdon, contratado por un senador norteamericano, debe traer desde Italia, sana y salva, a una valiosa testigo para declarar ante una comisión senatorial, encargada de investigar ciertas actividades de la Mafia, que dirige su cliente más para propio provecho que para el de la comunidad. Hillary Waugh (1920), conocido autor de «novelas negras», con la habilidad de que dio prueba en La joven desaparecida, construye en Corre cuando diga: ¡ya!, una trepidante historia de acción, sazonada con unas certeras gotas de humor, que se desarrolla a lo largo de un viaje a través de Italia y Francia, que empieza y termina en Estados Unidos. Esta obra se publicó posteriormente bajo el título «Corra cuando diga: ¡ya!».
La llegada de los convictos prófugos Allie Wells y Tony De Gennaro al apartamento de Lorraine Zeuss, en una tranquila población de Connecticut, señaló el comienzo de un triunvirato mortal. Fue el audaz y frío Tony quien había urdido la fuga, pero sin el encanto juvenil de Allie, Lorraine, la intrigante y mordaz hermana de un compañero convicto, no hubiera consentido en darles refugio. Los tres se embarcaron en una campaña propia para lograr dinero… preludio de uno de los más odiosos crímenes que jamás llegará a reclamar la atención del jefe de policía…
A las víctimas no se les conocían enemigos, el jefe de policía Fred C. Fellows no tenía pistas. Roger Chapman, inspector asistente de la escuela superior de Stockford, era un hombre muy tranquilo y apreciado. Betty su alegre y vivaz esposa era la maestra más popular de la escuela. Un lunes por la noche, mientras estaban los dos cenando en su casa, Betty probó un bocado de cebollas a la crema; Roger se sirvió un buen plato. Pocos minutos después Betty era víctima de una violenta intoxicación y su esposo estaba muerto, la leche con que se había hecho la crema contenía suficiente estricnina para envenenar a toda la ciudad. Pero ¿quién lo había hecho? Y lo más importante ¿por qué?
Todas las pistas que podrían llevar hasta la mujer desaparecida se encuentran cegadas por cadáveres burdamente asesinados. Nada parece tener sentido; sin embargo, es preciso y urgente encontrar las razones del embrollo, aunque se intuya que la investigación llevará a los más duros y calamitosos resultados. El amor y la muerte se encuentran, se separan y caminan juntos tras el rastro de una mujer que quizá haya sucumbido a los encantos del uno y a los horrores de la otra.
Tisquanto es una ciudad universitaria tranquila, y su jefe de policía quiere mantenerla así. Durante años, el único problema que los estudiantes les dieron a los lugareños fue fiesta de fraternidad que se salió de control. Pero ahora en el campus hay jóvenes que piden revolución. Cuando la mano derecha del gobernador, Mike McCall, acude a Tisquanto, el jefe de policía promete que mantendrá a los estudiantes a raya, sin importar cuántos huesos tenga que romper. Pero McCall no está aquí por los disturbios estudiantiles. Él ha venido a salvar una vida. La hija del mayor rival político del gobernador ha desaparecido de la escuela, y si McCall no puede encontrarla, todo el futuro del estado está en el aire. Pero para rastrearla, tendrá que meterse en un campus que está a punto de convertirse en una zona de guerra.
Esta es la cuarta novela de suspenso de Mark Girland, el personaje que hace casi cualquier cosa por dinero, el argumento gira alrededor de la pelígrosa búsqueda, por parte de Girland, de tres películas pornográficas en las que actuaba la hija del futuro presidente de los Estados Unidos...