Serie: Inspector Septimus Finch 08.
Después de la muerte de su esposo, la bella Camilla Ommanney regresó a Hammerford para comenzar una nueva vida, solo para encontrarse a sí misma seguida, de manera constante pero sin dirigirle la palabra, por John Marquis, el sobreviviente del accidente en el que había muerto su esposo, un hombre al que la cirugía le había proporcionado un rostro atractivo, como de cera, pero que había perdido la memoria por completo.
¿Era realmente el John Marquis que Camilla había amado alguna vez? ¿O acaso él era, como ella tenía motivos terroríficos para creer, su esposo que había regresado de la tumba para volverla loca?
Un mensaje críptico lleva al inspector Septimus Finch a Hammerford, para arrancarle la máscara a un asesino monstruoso y salvar la vida y la cordura de una muchacha torturada. regresa en todos sus títulos, unos veinte, que publica regularmente hasta 1978.
Margaret Erskine, seudónimo de Margaret Wetherby Williams, (1901-1984) es una autora canadiense de novelas policiacas. Comenzó su carrera literaria adoptando el seudónimo de Margaret Erskine con la publicación en 1938 de And Being Dead, reeditada al año siguiente en los Estados Unidos bajo el título The Limping Man. Aparece en esta primera novela de detectives su protagonista, el inspector Septimus Finch, séptimo hijo, como su nombre indica, de una gran familia y un excelente profesional de la policía judicial inglesa (CID).
Después de la primera obra, Margaret Erskine esperó casi diez años antes de sacar a la luz una segunda investigación del Inspector Finch, quien luego regresa en todos sus títulos, unos veinte, que publica regularmente hasta 1978.
¿Qué haces cuando, en medio de una ola de calor achicharrante en Manhattan, un exbailarín neurótico te dice que ha matado a su esposa de una puñalada, solo para descubrir que la mataron con una pistola? ¿Y si luego descubres que el cadáver está cubierto con plumas de ganso y que un anciano amigo tuyo está acusado del asesinato? ¿Y que, aunque estás convencido de su inocencia, debes demostrarlo antes de que el anciano muera del susto?
Este fue el acertijo crucial que Bart Hardin, editor del Broadway Times, y el teniente Romano de Homicidios, trabajando por primera vez como adversarios, tenían que resolver si querían ayudar al viejo Jim Lennox, el secretario de Bart, a engañar a la muerte.
David Alexander (1907-1973) fue un escritor estadounidense de novelas policiacas. Estudió en la Universidad de Kentucky en Lexington y continuó sus estudios de posgrado en la Universidad de Columbia en Nueva York en 1928. Trabajó en la industria publicitaria. Tras licenciarse del ejercito, al acabar la Segunda Guerra Mundial, trabajó como periodista y editor de revistas ecuestres como The Morning Telegraph, The Blood-Horse y Thoroughbred Record, escribiendo también críticas teatrales y artículos sobre espectáculos de Broadway y Hollywood. En 1945 trabajó como editor del "turf" para el New York Herald Tribune. Sus primeros protagonistas son los investigadores Tommy Tuhtill y Terry Bob Rooke que aparecen en dos novelas. Bart Hardin, su protagonista más famoso, es, como su creador, el editor en jefe de Broadway Time, un periódico que cubre las carreras de caballos y el mundo del espectáculo. La serie de ocho novelas comienza en 1954 con Terror on Broadway.
El joven Martin Templar se une a un equipo británico para el circuito de los GP europeos, durante uno de los cuales un compañero del equipo líder muere en circunstancias misteriosas. Cuando otro conductor es asesinado, las intrincadas relaciones y los enredos románticos conducen a un clímax en la pista.
James Douglas Rutherford McConnell (1915 - 1988), que usó el seudónimo de Douglas Rutherford, fue profesor de idiomas y autor.
Nació en Kilkenny, Irlanda en 1915. Fue a la escuela en Yorkshire, estudió en Clare College, Cambridge, se graduó en 1937 y recibió su maestría en la Universidad de Reading. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el Cuerpo de Inteligencia del Ejército Británico en el norte de África e Italia. Después de la desmovilización, se convirtió en profesor de lenguas modernas en Eton College desde 1946 hasta su jubilación en 1973.
Escribiendo durante los fines de semana y las vacaciones, publicó su primera novela, Comes the Blind Fury, en 1950. Muchas de sus obras se centraron en las pistas de carreras o los autos deportivos. Con Francis Durbridge, fue coautor de dos novelas de la serie Paul Temple: The Tyler Mystery en 1957 y East of Algiers en 1959. Bajo el nombre de James McConnell, publicó libros sobre el aprendizaje de idiomas extranjeros y sobre Eton.
Se unió al Detection Club en 1970.
La historia se centra en el boxeo y la corrupción, y toca las relaciones raciales y la participación de la mafia. Ken, un ex boxeador, regresa a Europa, piensa en promover los combates de boxeo, pero lo están utilizando y lo están convirtiendo en un tonto por otras razones.
Eventualmente, se conecta con un ex boxeador que prácticamente terminó con la carrera de lucha de Ken y Ken pasa el tiempo promocionando las peleas de su amigo y esperando obtener suficiente dinero para eventualmente irse a casa. Hay flashbacks en los que Ken piensa en Gina, una joven que conoció durante la guerra en Italia cuando luchó con los partisanos contra los nazis. También hay un romance que Ken tiene con una mujer loca, Marian, una estadounidense que está allí como reportera de moda.
Ken es un poco ingenuo al principio, sus amigos de la mafia lo toman por tonto y los estafadores callejeros lo engañan, dejándolo sin ni siquiera suficiente dinero para reservar un barco a casa. A medida que avanza la historia, Ken madura y se da cuenta de lo que es importante para él.
Mientras recuperaba la calma, reflexionó sobre todo lo ocurrido. Newton no acudió a la oficina con intención de forzar la caja, porque no llevaba herramientas. Además, le hubiera sido difícil prever la repentina marcha de Garth, aunque era cierto que con mucha frecuencia hacía viajes de dos o tres días al continente. Sus negocios de diamantes le llevaban, como es natural, a Ámsterdam. Pero fue una verdadera casualidad el que Newton le viera aquel día partir en el taxi.
George Hazeldeen paró el timbre de su despertador y saltó de la cama, como si en vez de las cinco de la mañana fueran ya las siete. De todos modos, no hubiese podido dormir más. A cualquiera le hubiera ocurrido igual en la primera mañana de sus vacaciones, ante la perspectiva de una travesía de placer después de siete largos años de no poder hacerlo. A uno le hace sentirse joven tirarse de la cama a las cinco de la mañana.
Tiene una inteligencia diabólica y siente un interés enorme por su trabajo; pero... ¡le detesto! —gruñó Jeffrey Grey mirando hacia la ribera opuesta del Támesis desde la azotea del hospital de la Fundación Wentworth. Su rostro, generalmente de expresión bondadosa, mostrábase en aquel momento ceñudo.
Emocionante aventura de misterio en que se destaca vigorosamente la personalidad de Sexton Blake al enfrentarse con un sucesor del más popular ladrón de levita
Los baños públicos de Marylebone no estaban lejos de Baker Street y, muchas mañanas cuando Blake y su ayudante estaban en la ciudad, podía vérseles en ellos. Ni el criminalista ni su ayudante solían llamar allí la atención, porque ni por sus trajes ni por sus acciones distinguíanse del resto del público, a pesar de lo atlético de su contextura. Divertíanse como dos chiquillos, saltando, echándose agua, nadando...
Frente al gran portalón de la prisión de Pentonville se había reunido aquella mañana una abigarrada muchedumbre compuesta en su mayor parte por vagabundos y maleantes. Esperaban la salida de los presidiarios, que después de haber cumplido su condena recobraban nuevamente la libertad. Faltaban todavía unos cuantos minutos para las doce, hora fijada para la salida, y la muchedumbre, reunida en animados grupos, era ya bastante compacta.
Emocionante historia de aventuras ocurridas en el norte de África, París y Londres, donde aparece Sexton Blake haciendo frente a su antiguo y peligroso enemigo George Marsden Plummer y a su temible compañera Vali Mata-Valí.
El Asesinato de la cantera de Sussex resonó como un grito en grandes titulares aquella misma noche. Todos los periódicos de la tarde publicaban el suceso con encabezamientos que flameaban como banderas. En el espacio de pocas horas Jim Bates y Wally se convirtieron en hombres famosos por el descubrimiento del hombre muerto. El jefe de la policía de Sussex había decidido poner el asunto en manos de Scotland Yard.
Encontramos a nuestra heroína en plena Inglaterra victoriana. Margaret Mackenzie, una solterona de mediana edad que ha dedicado toda su vida al cuidado de los demás, recibe una inesperada y considerable herencia tras la muerte de su hermano, y por primera vez en su monótona existencia se siente libre para buscar cierto grado de felicidad. Margaret decide mudarse entonces de su sombría casa de Londres a un alegre apartamento en la próspera y refinada comunidad de Littlebath, donde, tal vez con un ojo puesto en su fortuna, los pretendientes se le van presentando uno tras otro. La bondadosa y amable señorita Mackenzie tratará de sondear su corazón y evitar las trampas que pueda tenderle, valorando los motivos de cada uno de sus pretendientes.
De todos los aventureros que han hecho gemir las prensas para relatar sus hazañas, unas crueles, otras generosas, algunas sin definición exacta, fundadas en circunstancias especiales de su vida, quizá el que más ruido ha dado en el siglo pasado y el presente, fue el célebre Pancho Villa, del que se han escrito docenas de biografías y al que se le ha juzgado bajo todos los ángulos humanos para llegar a la definición de que fue un hombre ni mejor ni peor que muchos, con facetas que le salvan del anatema y otras que le hunden en el cieno más repugnante.
LLEGA ADELAIDE ADAMS
Una miss Marple de Arkansas, irónica, artrítica y deslenguada.
«Yo, Adelaide Adams, soltera, estaba tejiendo en el vestíbulo del Richelieu la mañana que todo comenzó. Aunque en aquel momento no era consciente de que estuviera empezando nada. No me considero una mujer timorata y sé que ocasionalmente algunos miembros poco serios de las jóvenes generaciones me han tildado de vieja arpía. No obstante, de haber sospechado el desenfrenado derramamiento de sangre en el que pronto nos veríamos inmersos habría salido de allí pitando sin mirar atrás a pesar de mi rodilla artrítica y mi exceso de peso. Sin embargo, aquella luminosa mañana del mes de abril no habría sido fácil encontrar un rincón de apariencia más apacible que el vestíbulo de nuestro pequeño hotel residencial. Porque lo único que tiene de grandilocuente el Richelieu es su nombre».
Maestra indiscutible del Had-I-but-known, la narración de Blackmon asombra por su inquietante trama y por la sagacidad e ironía de su atípica detective.
«Una detective atípica, que no dejará indiferente a nadie». (The Atlantic Monthly)
Mark Ablett, propietario de una magnífica residencia en la campiña inglesa, organiza en su casa un animado encuentro. Entre los variopintos invitados —una viuda y su casadera hija, un militar retirado, una voluntariosa actriz— se cuentan también Anthony Gillingham y su amigo Bill Beverley, a quienes dos inesperados acontecimientos empujarán a ejercer circunstancialmente de Watson y Holmes: el misterioso asesinato del hermano de su anfitrión —llegado hace poco desde Australia y considerado como la oveja negra de la familia— y la no menos inexplicable ausencia de este último tras el crimen…
«El misterio de la Casa Roja» (1922), única incursión en la ficción detectivesca del autor de «Winnie the Pooh», es considerada como una de las mejores y más imaginativas novelas de cuarto cerrado en la historia del género.
En 1909, dos años antes de escribir La gota de sangre , confesaba doña Emilia: Cuando leo en la prensa el relato de un crimen, experimento deseos de verlo todo, los sitios, los muebles, suponiendo que averiguaría mucho y encontraría la pista del criminal verdadero.
Nuestra autora, que nunca concedió el subtítulo expreso de policiacos a ninguno de sus muchos cuentos, no sólo los escribió, sino que, como Poe en El misterio de Marie Roget , aventuró sus conjeturas en el caso de otro crimen no resuelto.
En esta obra, encontrará el lector la maestría de una estupenda narradora y la aportación del matiz psicológico a la investigación del crimen.
El número 11 de India Crescent es oficialmente una dirección muerta. Según los informes, su propietario ausente, el general Tygarth y su esposa viven en el extranjero, pero hace tanto tiempo que nadie los recuerda en la ciudad. Solo una o dos personas recuerdan su trágica historia de tiranía doméstica, amor desafortunado y muerte temprana; solo el señor Spree, el abogado, sabe que el viejo general ha ordenado cerrar la casa durante algunos años. Ahora, dentro de una quincena, la casa será reabierta. Pero para Elizabeth Fetherstonehaugh, la joven institutriz en el número 10, los ruidos nocturnos que vienen de la casa de al lado se están convirtiendo rápidamente en una obsesión…
Honoré de Balzac nació en Tours en 1799, y murió en París en 1850. Antes de llegar a ser el autor más leído y solicitado de su época, y ganarse un puesto inmortal —más realmente inmortal que el de su «Centenario» aquí presente— en la Historia de la alta literatura, Balzac fue ayudante de procurador y de notario, folletinista con seudónimo, y negociante ruinoso. De su primera época de escritor —en la que se dice era mantenido por una casada— data este terrorífico novelón, que no firmó con su nombre. Hoy lo rescatamos, considerándolo un excelente relato, loco, apasionante, aunque sin duda descuidado en su redacción. Casi podríamos decir que publicamos un Balzac inédito, firmado en su día por su alter ego: Horace de Saint-Aubin.