Tras estar detenido 'por pura fatalidad', Papelucho decide ser detective. En una extensa carta a su mamá relata sus aventuras junto a su amigo Chirigüe: una pelea que termina en un supuesto asesinato, su secuestro por parte de unos delincuentes y una guagua llorona a la que tiene que consolar. Marcela Paz nos sorprende nuevamente con el diario de Papelucho, este niño de ocho años, dueño de una gran capacidad para expresar sus sentimientos e intenciones solidarias.
Mientras su mamá y su hermanita recién nacida duermen en la clínica, a Papelucho le ocurren una serie de aventuras: se hace amigo de un niño enfermo, juegan a intercambiarse las identidades y al pobre Papelucho lo confunden con él y operan por error. También se hace amigo de un anciano, quien lo quiere como a un nieto y le dará una gran sorpresa. Y además, Papelucho se transforma en un héroe, al salvar a su hermanita en un terremoto.
En éste, el sexto volumen de la serie, es, como siempre, la más simple emergencia cotidiana la que basta a Papelucho para urdir un mundo de aventuras en que cada suceso cobra una dimensión extraordinaria. Esta vez, habiéndose perdido en un tren junto a su hermana Jimena, parte en busca de sus padres ya que, según él, son ellos los que se han perdido. De este modo, y antes de reencontrarlos, transcurrirán una serie de divertidas peripecias en las que los niños serán los protagonistas.
Papelucho se ha trasformado en el guardián de su hermanita. Es el único que, cada vez que la Ji desaparece o juega a ser otra persona, puede descubrir adónde se ha ido. Entonces, analiza las pistas que los demás ignoran y logra dar con ella entre las flores del jardín, en el techo de la casa o en la fuente de la plaza buscando sapos.
Luego de apagar un incendio con el colchón de la Domi, Papelucho ha descubierto cuál es su misión en la vida: ser bombero. Sin embargo sus planes cambian cuando viaja junto a su familia a África, donde además de cazar y corretear fieras salvajes, quiere ser misionero y convertir a los africanos al cristianismo. Acompañado de sus dos nuevos amigos – Tucú y Juanito, un pequeño gorila -, Papelucho realiza un paseo al interior de la selva africana, durante el cual vivirá fantásticas aventuras, conocerá una tribu de caníbales y a unos contrabandistas de caimanes que lo mantienen prisionero.
Papelucho se ríe y habla solo, salta como un sapo mientras duerme y tiene hipo todo el rato. ¿Se habrá vuelto loco?, se preguntan todos. Lo que ocurre en realidad es que, aunque no lo crean, Papelucho ha aspirado a un marciano por la nariz. El extraño personaje, que vive dentro de su cuerpo se convierte en su gran amigo y, de las formas más increíbles, Papelucho tratará de ayudarlo a regresar a su planeta. Esta historia -de película- nos ratifica a Papelucho como un clásico de la literatura infantil.
Javier, el hermano mayor de Papelucho, volvió de vacaciones vestido de hippie y en la casa nadie puede aceptarlo: el papá se tira las mechas, la mamá se desmaya, la Domi se queda “putrefacta” y la Ji no para de reír. Papelucho no está muy convencido de que su hermano-cadete de marina sea el mismo de antes; sin embargo, luego de que éste ha desaparecido para “vivir su verdad” se propone encontrarlo bajo tierra o en el espacio. La búsqueda de Javier le trará nuevas aventuras y dificultades que, como siempre, Papelucho resolverá con ingenio y buen humor.
Las vacaciones en familia pueden llegar a ser toda una aventura. Así le ocurre a Papelucho cuando al acampar en el sur de Chile, comienza a seguir unas luces pensando que son los focos de un auto, aunque para su sorpresa se hallará con los ojos brillantes de un «culebra». Este animalito junto a un pequeño puma, se convertirá en un nuevo amigo con el que visitará, entre otros lugares, un cementerio de ciervos, el castillo de la isla Mancera y la ruca de una familia Mapuche.
Papelucho tiene una enfermedad muy choriflai y, aunque no tome remedios, no debe ir al colegio ni hacer tareas por un tiempo. Es «dix-leso» porque, según él, creen que es chistoso cuando habla en serio. Aburrido de no hacer nada, se entretiene cuidando un auto sin bencina que resulta ser robado. La patrulla que lo traslada a la comisaría como sospechoso del robo choca y termina junto al teniente Albornoz en la Posta Central. Así comienza la fantástica historia policial en la que Papelucho se involucra al ser rescatado equivocadamente por una banda de ladrones.
Papelucho se ha ganado una bicicleta de oro en un sorteo. Bueno, la verdad es que no es de oro, pero es suya. Sin embargo, apenas sale con ella, comienzan sus problemas: lo confunden con un ovni de Venus y lo acosa la prensa internacional. Decide, entonces, partir a la parcela de su amigo Urquieta, pero allí todo irá de mal en peor.
La vecina de Papelucho está a punto de cumplir doce años, pero no quiere. Llora sin saber por qué, se siente distinta a sus compañeras de colegio y no tiene con quién hablar. En su familia no le hacen caso y su papá ha desaparecido. Además de escarbar adentro suyo para entenderse, decide escribirle a su particular vecino… aunque aún no hayan hablado en persona.
La apasionante historia de una mujer que lucha por rebelarse contra el sistema establecido en el Madrid anterior a la Segunda República. ¿De qué serías capaz por cumplir tus sueños? ¿Qué tenía que hacer una mujer para lograr los suyos en la España de principios del siglo XX? Madrid, primeras décadas del siglo pasado. Elisa Montero, aunque de origen humilde, es criada desde niña por su madrina, una adinerada y misteriosa mujer perteneciente a la alta burguesía madrileña. La sensación de no pertenecer a ningún lugar y de cierta rebeldía ante los designios que otros han trazado para ella será algo que marcará su vida. Elisa no solo buscará liberarse de las limitaciones que le imponen su condición de mujer y su posición social para lograr convertirse en periodista, sino que intentará tomar las riendas de su destino y entregarse al verdadero amor. Como testigo, la rabiosa y convulsa actualidad de una España entre guerras que la acompañará en su lucha por conocerse a sí misma y sobreponerse a sus propios prejuicios.
Acusado de un crimen que no ha cometido, Papillon es condenado a trabajos forzados en una colonia penitenciaria en la Guayana francesa. Cuarenta días después de su llegada intenta su primera fuga y es confinado en una solitaria celda de castigo y enviado al peor de los lugares de la tierra: la Isla del Diablo. Nadie ha logrado jamás escapar con vida de allí, pero él no cejará en sus intentos de recuperar la libertad, burlando a sus brutales carceleros, atravesando en un precario bote un mar infestado de tiburones, internándose en la selva y enfrentándose a desafíos sobrehumanos… Aunque algunos ponen en duda su veracidad como obra autobiográfica, resulta interesante por la vívida descripción de las, muchas veces, condiciones inhumanas que padecen los reclusos, así como las ansias de libertad del protagonista.
En el oscuro, fascinante y misterioso mundo de los papiros, un grupo de arqueólogos e investigadores tratan de desentrañar las verdades ocultas del cristianismo, como el enigma de los Nion, jóvenes con poderes divinos llamados Elegidos de Dios sobre la tierra, la búsqueda de La Vera Cruz, la cruz donde fue crucificado Jesucristo, y las profecías de la Peste Verde, un mortal virus que podría diezmar a más de la mitad de la población mundial en apenas pocos días. Su búsqueda es entorpecida por los Dei Pax, sicarios al servicio del Vaticano, quienes comienzan una despiadada persecución porque temen estar en presencia del nacimiento del Anticristo. Intrigas y confabulaciones se apoderan de la Santa Sede hasta que el día señalado acontece la alineación del Triángulo Divino, suceso que devela nuevas y tenebrosas profecías. Cardenales, obispos y grande jerarcas de la Iglesia ligados a sectores de la Mafia, se ven involucrados en un macabro plan donde hasta las sombras tiemblan. Persecuciones, torturas y muertes sellarán el desconcertante final.
Un narrador constante y peligroso traza con virtuosa exactitud el retrato de su padre. Mientras lo hace, narra también las vicisitudes de su propia vida. El padre, militar de carrera, ha sido intendente de la ciudad natal en dos oportunidades, las dos bajo gobiernos de facto. El hijo, con vocación de escritor, ha crecido en los años difíciles, en esos años difíciles que en un país como el nuestro han llegado a ser décadas. En el presente —tiempo difícil también—, evoca sus disidencias con el padre, sus disputas, la ruptura de la relación entre ambos. Sobrevendrá luego la lenta reconciliación, el acercamiento íntimo ahondado por la enfermedad y por la intervención de un tercero en quien se conjugan la nueva amistad y la esperanza: el hijo del narrador, el nieto del «papá» del título.
Edwin Porter, un ministro metodista de más de setenta años, es enviado (por su obispo) a una pequeña iglesia en la pequeña ciudad de Sterling, Texas. La iglesia tiene problemas financieros, y Porter es enviado allí para tratar de salvarla. La mudanza es repentina y se complica por el hecho de que la esposa de Porter y sus ocho niños se sienten muy cómodos en la iglesia grande y exitosa a la que han servido en Dallas. La historia de su llegada a Sterling, el encuentro con la matriarca de la iglesia Missy B, el banquero Jack Murphy y el desafío planteado es cálido, divertido e inspirador
La protagonista vuelve a su lugar de origen después de muchos años dispuesta a encontrarse de nuevo. Pero el destino tiene otros planes para ella... Elisa Valverde tiene treinta y dos años y trabaja como profesora de piano. En medio de los trámites de divorcio decide ir al pueblo de su padre a pasar las vacaciones de verano. Hace veinte años que no ha vuelto y apenas recuerda la casa, las calles y el paisaje, y mucho menos las personas con las que va teniendo relación. No obstante, la tranquilidad que pensaba encontrar en medio de aquel mundo rural se complica cuando se interesa por el piano que hay en la casa de la familia Mérida. Desde que cruza la verja comienza una espiral de atracción y repulsa que remueve los sentimientos que creía apagados para siempre. Manuel Mérida, el hijo del dueño, es un hombre decepcionado que no parece encajar en aquel lugar, y que a Elisa le desconcierta en la misma medida en que le atrae. Los dos vienen de relaciones rotas que quieren olvidar, cada uno de una forma distinta. El destino les ha hecho coincidir en el espacio y en el tiempo a través de un piano y una antigua partitura que lleva su nombre.
«Comprendí que mi mente nunca conseguiría librarse de ti, que te desearía en tanto continuara respirando. Me trae sin cuidado escribirlo, querida Helga, soy un anciano sin nada que perder. Pronto se apagarán mis brasas cuando yazca con la boca abierta, llena de tierra. ¿Continuaré deseándote?»
Bjarni escribe su respuesta tardía a la carta que Helga, la mujer por la que sintió un amor imposible, ilícito y apasionado, le escribió en su juventud invitándole a dejar por ella a su esposa, su granja y su ciudad.
Desde la ventana de la habitación con vistas a la granja en la que vivía Helga con su marido, Bjarni encuentra fuerzas para explicarle los motivos de su rechazo y, mientras escribe, en su recuerdo renace todo un mundo rural, una vida sencilla dedicada al pastoreo y atenta a la poesía de la naturaleza en Islandia, pero sobre todo atormentada por el anhelo del cuerpo y la sensualidad de Helga.
Un mandala Esta primera novela póstuma de Antonio Tabucchi es ocasión para el reencuentro con la voz amiga del escritor toscano fallecido hace casi tres años, con su inconfundible escritura, tan cálida como repleta de interrogantes, tan devastadora en su retrato de la laberíntica condición humana como acogedora en su ironía y permanente registro lúdico. Pero es también el reencuentro con dos esquivos y recurrentes personajes que han transitado por varios de sus libros, Tadeus e Isabel. El primero, en efecto, vuelve de la lejana constelación donde habita para, como el descreído Orfeo, arrancar a la segunda del olvido en que reposa. Pero encontrar a Isabel no será fácil y el narrador deberá recorrer los distintos círculos de un mandala para llegar al centro donde acaso ella le aguarde, y emprender un viaje, que mucho tiene de alucinación y ensueño, por el tiempo y el espacio, conversando con los personajes que la conocieron: la niñera de su infancia, sus compañeros de luchas antisalazaristas, el carcelero que la ayudó a escapar, un excéntrico sacerdote de Macao, un poeta moribundo, para culminar con Xavier, el personaje de Nocturno hindú, otro ilustre miembro del linaje de los desaparecidos tabucchianos. Y el retrato colectivo que acaba trazándose de esta mujer de vida doliente será, una vez más, caleidoscópico y contradictorio y, como la línea del horizonte, se aleja a medida que avanza la excéntrica investigación de ese Philip Marlowe metafísico en el que va convirtiéndose Tadeus. Escrito en 1996, pero concebido mucho antes y mencionado varias veces después, este libro acompañó a Tabucchi durante muchos años. Un crítico italiano ha sugerido que si no se decidió a publicarlo en su momento fue porque llegó a sumergirse en su escritura más que en ninguno de sus libros. Fuera o no así, lo indudable es que esta extraordinaria novela, tan breve e intensa como Réquiem, es un auténtico compendio de todos los grandes temas tabucchianos: la vida como laberinto inextricable, el viaje como metáfora de la búsqueda existencial, la ligazón entre historia individual y colectiva, el tiempo y la muerte, los recovecos de la memoria y el olvido, con la habitual maestría de su autor para barajar elementos heterogéneos y personajes inolvidables. Un regalo para los lectores, un relato tan apasionante como perturbador, la voz de Tabucchi de nuevo entre nosotros.
Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo a oír a mi madre, que decía Pero ¿qué hace ese idiota? No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año. Dediqué toda la noche a elaborar mi nueva vida, lejos de allí. «La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, su violencia, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla». Édouard Louis