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Relatos románticos y fantásticos 23. La dualidad de Gerard, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

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Relatos románticos y fantásticos 24. Lars, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

-Señor Svenson. Buenos días. Siento llegar con un poco de retraso. Ya he terminado el artículo sobre la fábrica de conservas de pescado y la protección del medio ambiente.>-Siéntese señorita Bergman. Espero que esté a la altura de sus otros reportajes. El periódico está sufriendo un descenso de sus lectores. Hay que dar noticias más sensacionalistas y no cuentos aburridos que ya todos están hartos de leer.-Si me permite decirle señor Svenson, únicamente trabajo en los casos que usted hasta ahora, me ha permitido investigar. Me gustaría trabajar en algo más de interés para la opinión pública.-Su compañero Sheridan, ha sufrido un percance, puede que le convenga ocupar su puesto. Seguirá con su labor. Tiene tres semanas para traerme un informe detallado, bien redactado y verídico. No quiero enfrentarme a juicios y perder un montón de dinero en entrevistas falsificadas o inventadas. Necesito la realidad del caso “Reigman”. Nada de panfletos sensibleros para una minoría de lectores. Quiero la máxima prioridad en este asunto. Si desaprovecha esta oportunidad ya se puede imaginar donde va a ir a parar su corta carrera de periodista.-Estoy bien preparada, mi juventud no impide que no realice un trabajo extraordinario. Deme esta oportunidad y no se arrepentirá. ¿Cuándo desea que comience con la investigación?-Hace dos días. Lo quiero para ya, cuanto antes mejor. Ya lo sabe solamente tres semanas. Su billete de avión al fin del Mundo está sobre su mesa y llévese las carpetas de trabajo de Sheridan, no sé porque ha tenido que irse a su país para casarse. Eso ya no se lleva. ¿Quién demonios desea atarse de por vida y gastarse una fortuna en matrimonios fracasados?-¿Lo dice porque usted va por el cuarto?-¿Cómo ha dicho señorita Bergman?-Nada que en un cuarto de hora salgo para el Polo Norte. Recojo mis notas y las de mi compañero, paso por mi casa y lleno las maletas de forros polares y por supuesto mi cámara de fotos. No quiero perderme la hibernación del oso polar. Será de lo más divertido.


Relatos románticos y fantásticos 25. La abadía, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

La Madre Superiora estaba rezando el rosario en sus dependencias. Las novicias nos preparábamos para tomar los Hábitos; cada una permanecía en su celda reflexionando sobre la importancia del paso que íbamos a dar.Tengo diecisiete años y siempre he vivido en la Abadía Tart-L’Abbaye, de la Orden Cisterciense. Mi madre, una joven hija de párroco, murió al darme la vida. Mi padre, un rico noble se iba a casar con una condesa, fue él quién me entregó al cuidado de la Abadesa, a cambio de dinero.No conozco a nadie de mi familia, nunca he salido del claustro.Hoy es el día que me entrego a Dios para siempre. Estoy arrodillada y convencida de mi amor a Cristo. Deseo ayudar a otras Novicias en su preparación eclesiástica y cultural. Es una pasión desde muy pequeña. La Madre Superiora, ante mi inteligencia, me había prestado una atención especial. Ha cultivado mi mente en todas las artes. No existe materia que no domine. Me entrego con fervor al conocimiento, la pintura y la escritura. Muchos manuscritos he copiado e ilustrado con mi primorosa pluma. Soy una copista en la Biblioteca. Cogí unas tijeras, había llegado el momento de entregarme como la esposa de Dios. Mi larga cabellera, hasta la espalda, sería cortada, como una liberación en mi condición de Novicia.Un gran revuelo se escuchó el en Patio de la Abadía. Oí, gritos de desesperación. Corriendo salí de mi celda ante tal alboroto.Nos cruzábamos unas Hermanas con otras, con caras de preocupación si saber qué ocurría realmente.El escándalo provenía del Patio Central.Al llegar allí encontré a unos hombres vociferando. Proclamaban venir en nombre del Señor y enviados por la Santa Inquisición. Una bruja vivía en El Convento, la cual era seguidora de Satanás.Iba a darme la vuelta y a correr, cuando un grito, me dejó paralizada.<-¡Alto, bruja enviada por el Demonio!¿Se estaría refiriendo a mí?Muy despacio continué andando. Fue en vano.Con un saco me cubrieron la cabeza, antes de poder escapar o decir ni una sola palabra, me estaban atando las manos.


Relatos románticos y fantásticos 27. La piedra mas preciosa, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

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Relatos románticos y fantásticos 30. Karla y Cinthia, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Abrí mi correo, había puesto un anuncio para dar clases particulares en cualquier lugar de Inglaterra. No quería seguir viviendo en la residencia de mi padrastro. Hacia pocos meses que por desgracia mi madre murió, montando a caballo, en las propiedades en el campo, que poseía mi familia. Mi único pariente y tutor, era un militar retirado del ejercito de su majestad. Era un hombre muy autoritario y agresivo. Su afición a la bebida le había envilecido y ya no soportaba permanecer en su compañía. Me escabullía en la mansión, escondiéndome en cualquier sitio donde no pudiera encontrarme. Había echado el cerrojo de mis aposentos. No quería ser interrumpida por el servicio o por él. Últimamente me buscaba constantemente y veía en su mirada algo cruel en sus intenciones poco honestas hacia mí.Mi verdadero padre, Sir Henry Stuart, era un eminente estudioso del comportamiento humano, un psiquiatra especializado en trastornos de la personalidad. Mi padrastro, el Coronel John Reightmond, era uno de sus pacientes y al final un amigo íntimo de mi familia. Se fue apoderando de todas nuestras posesiones poco a poco e introduciéndose en nuestro círculo social. Tenía quince años, cuando una enfermedad incurable se llevó a mi padre lejos de nosotras. Mi madre, Alexandra de origen alemán, muy bella y a penada por nuestra soledad, se refugio en el cariño del Coronel. Al principio fue todo amabilidad y compresión hacia nosotras. Mi madre, cayó bajo el embrujo de sus encantos, a mí nunca pudo engañarme, con su falsa modestia y sinceridad.


Relatos románticos y fantásticos 31. Sunshine, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

Mi madre se divorció, al poco tiempo de mi nacimiento. Sufrió una depresión postparto. Y no pudo soportar la vida familiar, con un esposo y una hija.Ella era una artista de reconocido renombre. También se dedicaba al arte de la pintura. Aunque su especialidad, era pintar cuadros abstractos, con bellos colores y formas.Yo soy una pintora retratista. Me encanta plasmar en un lienzo las expresiones de mis clientes. Son muy variopintos: desde niñitos pequeños, hasta ancianos, que desean pasar a la inmortalidad, siendo retratados para su posteridad.No sé porqué mi padre no se casa con ella. Sería lo mejor que podía hacer. Están los dos solos, se quieren, aunque nunca se lo han dicho el uno al otro.Soy su lazo de unión. Siempre me han estado cuidando y dándome todo su cariño. Ha llegado el momento, para dedicarse un poco de tiempo a ellos mismos.Se han volcado tanto en mi persona, ante la falta de mi verdadera madre, que a veces presiento, que se sienten culpables, sin razón alguna. Ella, escogió su camino. Nadie debe asumir sus actos, como si fuera su responsabilidad.


Relatos románticos y fantásticos 32. Encantados con el encantamiento, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Relatos románticos y fantásticos 41. Koralina, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Soplaba un viento muy fuerte. Las velas de la embarcación estaban demasiado tirantes y me costaba manejar mi barquichuela de pesca. Hoy el mar estaba furioso y me golpeaba fieramente sin consideración contra las escarpadas rocas de la costa norte.Necesitaba cambiar el rumbo, no podía ir contracorriente. Cada vez me alejaba más y más del pequeño pueblo de pescadores donde vivía. Comenzaba a asustarme, las enormes olas inundaban la barca y en un arranque de tempestad desaparecieron mis velas. Ya solamente me quedaba rezar y esperar el abrazo de la muerte. No pensé que llegara tan pronto, solamente tenía diecisiete años y en mi vida no había conocido ni siquiera el amor de una familia.En Littlefisher, mi pequeña aldea donde había nacido, me echarían mucho de menos y se preocuparían ante mi tardanza. Era para mis queridos vecinos, su amiga, su hermana, su hija, su nieta, su novia, su consejera…Todos ellos me habían criado al quedarme huérfana, cuando mis padres faenando en el mar desaparecieron para siempre.Me recogió el párroco de nuestra pequeña comunidad y con la ayuda de su ama de llaves, me cuidaron, educaron y criaron, hasta alcanzar la edad de trabajar con mi pequeño velero.He convivido con los aldeanos de Littlefisher, como un miembro muy querido de cada familia. Soy un talismán al que adorar, y yo los amo con todo mi corazón. Hoy será un día muy triste en la aldea. Me dejo arrastrar a la deriva, cierro los ojos y espero que pronto las aguas me embullan hasta no dejar rastro de mi existencia.


Relatos románticos y fantásticos 44. Iona, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

No comprendo por qué mis padres me pusieron el nombre de Iona, como si fuera una joya, delicada, suave, una florecilla indefensa… Nada más lejos de la realidad, me encanta investigar crímenes sin resolver. Cada día voy a Bond Street en busca de noticias sobre casos que han sido archivados por no tener pruebas suficientes para capturar al asesino. Tengo un amigo desde la infancia, que está dentro del departamento de investigación. Él me deja durante varios días documentos clasificados que no han sido solucionados, para que los analice y estudie. Edmund, es un buen hombre, creo que siempre ha estado algo enamorado de mí y por eso me complace en todo lo que le pido. En estos tiempos una señorita de bien, es impensable que se dedique con a hinco a intentar resolver incógnitas a las que nadie ha podido llegar, ni los más sesudos investigadores de Scotland Yard. Es algo de lo que no hablo con nadie. Ni siquiera mi propia familia sería capaz de entenderme. Vivo en una gran casa victoriana en Londres cerca de Central Park, mi padre es uno de los lores que está en la cámara de los comunes. Es un Conde muy respetado, aunque su titulo le otorga privilegios, es bastante liberal y promueve muchas mejoras e igualdad de condiciones para todos los trabajadores. Es un buen hombre, pero tiene muchos enemigos, que desean continuar con todos sus privilegios sin perder ni uno solo y ser superiores a los demás por cuna y no por sus logros personales o académicos.


Relatos románticos y fantásticos 45. Emily, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

En el bosque recostada en un árbol tocaba el arpa, me gustaba armonizar con el sonido del trinar de los pájaros. Cantaba una balada suave y dulce, me impregnaba de los olores de las flores con el rocío de la mañana. Me dejaba llevar por sueños imposibles. Hacía tiempo que mi vida se había acabado y mi espíritu todavía vagaba en la tierra. No comprendía el tiempo que llevaba en este bosque encantado. Suspiré al terminar mi composición. Iría a pasear por la hierba y a recoger bellas plantas para adornar la casita de madera en la que vivía.Caminando por el borde del estanque para coger algún nenúfar, vi reflejada mi imagen. Parecía una ninfa de un cuento de hadas. Mi cabello era muy largo, rubio y ondulado, me había peinado colocando una bella flor roja en el pelo, para retirarlo de mi rostro. Mis ojos eran azules cristalinos enmarcados en largas pestañas y cejas más oscuras bien perfiladas. Mi nariz recta y mi boca generosa, al sonreír mostraba unos dientes muy blancos, mi piel era como el color de la luna, mi figura estilizada se remarcaba con un vestido vaporoso blanco de gasa. Introduje mis finos dedos de mi pálida mano y removí el agua. No quería verme como el espíritu que era. Seguí caminando como si flotara, mi cuerpo no pesaba nada, mis descalzos pies nunca se dañaban. No sabía cuánto tiempo llevaba en esta forma incorpórea. Podía danzar sin parar que nunca me cansaba. Saltaba de piedra en piedra y si me encontraba con algún animalito le hablaba.Me dirigí hasta la casita con mis flores aromáticas, aspiré su fragancia y sonreí, por lo menos el perfume del bosque que me rodeaba lo podía apreciar, ya que no comía ni bebía. A veces nadaba y me sumergía en el fondo del lago, hoy no estaba muy animada.¡Cuánto daría por tener un poco de compañía! Pero jamás nadie me había podido ver, alguna vez algún excursionista se había adentrado hasta mis tierras, pero ni siquiera era capaz de encontrar mi morada.


Relatos románticos y fantásticos 46. Micael, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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¡Dios mío! Recogí lo más aprisa que pude el instrumental de mis investigaciones. Debía buscar un refugio lo antes posible. Pensé en el sótano que conducía a unas cuevas muy antiguas propiedad de mis antepasados. Desde niña no había vuelto a explorar por esos laberintos. Jugaba sin cesar por ellos imaginándome a una aventurera que descubría un inmenso lago en su interior. En realidad nunca llegué más lejos del primer pasadizo, me daba miedo y mi abuelo siempre me prevenía de los peligros que acechaban allí abajo.Es una lástima que su muerte supusiera un duro golpe para mí. Le he querido más que a nadie, incluso más que a mis propios padres. Él me ha criado y educado. Todo lo que soy hoy en día se lo debo a mi adorable abuelo. Pertenezco a una familia numerosa y yo siendo la mayor de mis hermanos me fui a vivir con el padre de mi madre.Estábamos solos en esta misma grandiosa propiedad. Su entorno es un paraíso maravilloso en medio del bosque y rodeados de montañas agrestes, un río lleno de peces bordea mi hogar y bellos setos de aromáticas plantas adornan un hermoso jardín con flores multicolores.Estoy aislada totalmente, no existe ningún ser humano en los alrededores. La población más cercana está a cientos de kilómetros. No me importa en absoluto está soledad impuesta por mí misma. Mis experimentos y mis propios pensamientos me hacen compañía, a parte de la biblioteca tan espléndida de la que dispongo en cualquier momento. Mi abuelo era un enamorado de los libros y en su afán me transmitió el poder del saber más y más… ¡Qué recuerdos más maravillosos tengo en su grata compañía, los atesoraré toda mi vida!


Relatos románticos y fantásticos 47. Gwyneth, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Una soleada mañana me desperté sobresaltada. Unos pensamientos terribles me asolaban. No podía pensar en el horror tan grande que mis sueños me habían mostrado. Me levanté temblorosa y muy pálida, solo deseaba que nunca se produjeran los hechos tal y como la pesadilla tan vivida me soliviantara. Deprisa bajé las escaleras de dos en dos y me apresuré a reunirme con toda mi familia. No oía ningún ruido en la sala del comedor. Quizás todos siguieran durmiendo, pero unos escalofríos muy intensos por todo mi cuerpo hicieron que con voz de angustia empezara a llamarlos. Nadie me contestaba, ni siquiera los criados salían a mi encuentro. Recorrí angustiada todas las estancias del Castillo. Abrí una por una cada puerta de los aposentos de mis adorados padres y la de mis dos hermanos mayores. Grité de estupor al encontrarlas vacías. Todo estaba revuelto como de haber intentado encontrar algún tesoro y al no hallarlo destrozar los muebles, tirar los objetos contra el suelo y la ropa esparcida por toda la estancia.Lloré desconsoladamente, ¿dónde se encontraban? ¿Por qué los habían raptado y llevado lejos de mí?


Relatos románticos y fantásticos 50. Aleister el señor de la noche, de Ana Martínez de la Riva Molina

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A oscuras dentro de un carruaje todo tapado, en mitad de la noche invernal arropada detrás de mi capa, iba con otro pasajero sentado enfrente de mí. No nos dirigíamos ni siquiera una mirada, él iba igual que yo, cubierto con un manto y un sombrero, sin dejar ni un resquicio de su persona al descubierto. Los caballos galopaban lo más deprisa que podían hasta llegar a nuestro destino. Un cochero con su látigo les hacía correr y correr, hasta casi agotarlos. Con urgencia debíamos llegar al Castillo antes del amanecer, nuestras vidas estaban en juego si por una casualidad nos retrasábamos y la luz impactaba sin compasión sobre nosotros. Dábamos tumbos por el camino empedrado y farragoso sin descanso. Intentaba agarrarme lo mejor que podía a los asientos, mi compañero casi ni se inmutaba de la fortaleza que poseía. Parecía una estatua sin vida, ni una sola queja, ni un solo sonido salía de su boca. Con agitación y descontento en un profundo bache que atravesó el carruaje, me caí encima del caballero desconocido. Me sujetó como si pesara menos que el viento.-Lo siento Señor, le pido disculpas, no he podido evitar el salir disparada de mi asiento. No me contestó y como si no hubiera ocurrido nada, volvió a colocarme en mi sitio. Menos mal que no veía mi rostro, porque estaba incandescente por el rubor de mi sensibilidad hacía el extraño. Recuperé la compostura, quise mirar a través de las cortinas de las ventanillas de la carroza y contemplar la oscura noche. Fue imposible vislumbrar nada, el cielo estaba muy cubierto de nubes y comenzaba a nevar. Suspiré decepcionada, sentía curiosidad por saber el lugar hacia el que nos dirigíamos.  Una carta urgente llegó hasta la mansión donde vivía con mis padres. Reclamaban mi presencia lo antes posible ante nuestro Señor de las Tierras del Norte. Mi padre es un fiel vasallo, dedicado únicamente a servirlo. Defiende su Condado con un ejercito muy poderoso, ante posibles ataques del enemigo de las Tierras del Sur.  En mis dieciocho años de vida y como única heredera de nuestras propiedades, estoy también obligada a servir a nuestro Señor. Siempre se ha jurado vasallaje desde el primer Conde Cameron, mi tatarabuelo, con fervor, honor y lealtad.  Ahora ha llegado el momento de hacer mi presentación ante mi poderoso Señor y servirle con mi humilde persona. Sentía un poco de temor ante tan importante paso que iba a dar. Ya no estaría bajo la protección solamente de mis progenitores, sino que me debía por entero a luchar con todo mi ser por las causas justas ante mi nuevo protector. Recordaba la triste despedida de mis padres, del servicio de la mansión y de mis maravillosos amigos y aldeanos que siempre me han cuidado y apreciado de corazón. Las lágrimas silenciosas recorren mi tez blanquecina, antes de empapar el pañuelo con el que me ocultaba el rostro, unos ásperos dedos me las secaron. Me quedé sorprendida, ante la rapidez con que el desconocido caballero, había notado mi aflicción.


Relatos románticos y fantásticos 51. La bella Circe, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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¡Qué frío hace con esta intensa ventisca de nieve! ¡Quién me mandaría meterme en este jardín! ¡Dios, no veo ni la carretera! Está tan nevado el camino que es imposible vislumbrar nada. El limpiaparabrisas no da más de sí y se acumula en el cristal delantero una cantidad tremenda de copos de nieve. La gasolina empieza a escasear y la calefacción casi ni funciona, estoy helada hasta los huesos. Los dedos los tengo entumecidos y rígidos de tantas horas conduciendo por este infernal camino. ¿Cuándo llegaré a mi destino? Ni una sola luz me alumbra el asfalto intransitable, ya se ha hecho de noche y ni siquiera la luna ha aparecido para iluminarme.¡Vaya, el motor se está parando! ¡Qué horror, me echaré a un lado de la carretera! Una congoja terrible se aposenta en mi interior. ¿Cómo podré salir de este lío en el que yo solita me he metido? Un milagro sería la única solución para no morir aquí en mitad de la nada sin otra compañía que mis oscuros pensamientos. Por no ver, no encuentro la dirección de la casa a la que tenía que llegar para terminar por fin mis prácticas y doctorarme en mi profesión. Ojalá algún otro miembro de nuestra fraternidad me encuentre en el camino y me auxilie. Sería un triste final para mi corta vida, aún no he cumplido los dieciocho y siento como si me faltara todo un mundo por vivir. ¡Bueno, ahora qué, ya ni un poco de aire caliente entra en el interior del vehículo! Y cualquiera sale al exterior a gritar pidiendo ayuda. No se oye ni el menor ruido de ser vivo en esta comarca tan desangelada. Y la ventisca golpea con más fuerza que nunca. Se acumula tanta nieve en los cristales que de un momento a otro como siga así el temporal, me hallaré enterrada bajo varios metros de nieve y seré un fósil cuando me encuentren congelada. Servirá mi cuerpo para estudio de científicos y médicos. ¡Qué afortunada seré de pasar a otra dimensión! Espero que pronto deje de existir y con mi último suspiro me resigne a este sino.


Relatos románticos y fantásticos 52. Un veinticinco de septiembre, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Todo comenzó un veinticinco de Septiembre, estaba jugando en el parque con mi hermana gemela. Por aquel entonces contábamos con cuatro años y nos lo pasábamos genial montando en los columpios a ver quién llegaba más alto hasta alcanzar las nubes en el cielo. Nos reíamos sin parar de lo felices que éramos. Mi madre nos sonreía y nos daba más y más fuerte impulso y nosotras chillábamos entusiasmadas. Correteábamos incansablemente alrededor de mamá y ella nos alzaba en brazos dando vueltas sin parar. La queríamos tanto, era tan maravillosa y buena que nos hacía sentir en el paraíso. Por desgracia nunca conocimos a nuestro padre nada más que en fotografías, él fue piloto de aviación de las fuerzas armadas de América. Siempre mirábamos el cuadro que teníamos en nuestro dormitorio antes de dormirnos y soñábamos con él en que nos llevaba muy lejos en su avioneta hasta alcanzar las estrellas y hacía giros y giros hasta hacernos enloquecer. Le queríamos a través de los relatos y anécdotas que nuestra bella, inteligente y magnífica madre nos contaba sobre él y el amor tan puro que nos tenía a nosotras y a ella. Pudo disfrutar muy poco de nuestra compañía porque desapareció de nuestras vidas antes de cumplir el primer año de vida. Nosotras nos parecíamos a él en todo, siempre nos lo decía Catherine nuestra madre, éramos muy osadas, valientes y temerarias y deseábamos también volar por el cielo y sentir la emoción de la velocidad surcando el aire a través de las nubes.Mi hermana mayor que yo por diez minutos me miraba con sonrisa de picarona con sus ojos cristalinos color topacio con largas pestañas negras al igual que sus finas cejas y cabello liso muy largo recogido en una cola de caballo. Su piel tan blanca con la naricita respingona, sus labios gruesos muy rojos, su barbilla redondeada con un hoyuelo en ella dándole un aspecto de simpatía. Y la carita en forma de corazón proporcionándola una dulzura e inocencia que cualquier persona desearía cuidarla y protegerla. Claro yo era idéntica en todo a ella incluso usábamos la misma talla de ropa y calzado. Nadie era capaz de distinguirnos menos nuestra madre. Ella era la única que sabía quienes éramos en cada momento aunque vistiéramos de igual manera y jamás se equivocaba al hablarnos. Todavía no lo he dicho pero mi nombre es Amanda, me llamaron igual que a mi abuela por parte de madre.


Relatos románticos y fantásticos 53. Annabella, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

Tal vez no fuera la manera más correcta de intercambiar regalos, pero desde siempre nos hemos acostumbrado mis hermanos y yo a dárnoslos después de veinticuatro horas de nuestros cumpleaños. Es una tradición muy antigua que se remonta al primer Anderson nacido en el seno de una misteriosa familia afincada en el Norte de Europa. Mi tatarabuelo el primer noble nacido en estas tierras inculcó a todos sus descendientes a cumplir tan singular tradición. Mi bisabuelo hizo lo mismo que mi abuelo y hasta mi propio padre Neck Anderson propietario y heredero de todas las tierras circundantes a las afueras del pueblo, dominando en nuestro castillo medieval y reformado a través de los siglos que ha pertenecido a la familia sigue haciéndolo desde tiempos inmemoriales. Hoy espero con unas ganas tremendas la sorpresa que todos con su afán de consolarme tras la pérdida de mi adorada madre me arranque una sonrisa y me permita por unos instantes olvidar la desolación por la que sufre mi alma por su muerte tan prematura e injustificada.Comenzó una mañana muy oscura, las nubes tapaban cualquier atisbo de rayo de sol. El aire atormentaba con su furia las ventanas y rugía como si fuera a destruir el castillo piedra a piedra. Yo me encontraba arrebujada bajo las mantas y la hermosa colcha que con tanto esmero mi madre había tejido a ganchillo con sus primorosas manos. Me encantaba su tacto y el color rosa pálido tan suave con sus formas de sencillos ramos de flores entretejidos con unas ramitas de un tono verde musgo que hacían contrastar la mezcla hipnotizándote de la belleza inconmensurable de tan bella obra de arte.


Relatos románticos y fantásticos 54. La casa del bosque, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

Me encontraba muy cansada, acabábamos de regresar de un viaje por Europa. Mis padres habían insistido en que lo realizara. Fui sin ganas y casi obligada. Lo hice por ellos porque no se sintieran abatidos ante mi negativa. Pensaban que era una manera de hacer que me sintiera mejor y olvidar el terror de lo vivido en el último mes. Todavía las pesadillas no se habían desvanecido y me despertaba con un grito estrangulado en mi garganta. Mi cuerpo temblaba empapado en sudor y era incapaz de controlar el castañeo de mis dientes. Vivía en una casita de campo que heredé de mi abuela. Ella siempre deseó que fuera para mí. Todos los veranos los pasaba allí como si el lugar fuera mágico y yo me convirtiera en un hada. Se hallaba en mitad de un precioso bosque rodeada por un lago no muy grande con un agua cristalina donde me bañaba aprendiendo a nadar y pescaba con una pequeña embarcación de remos que había pertenecido a mi padre. Estaba muy bien conservada y cada año la pintaba y restauraba la astillada madera. Al principio mis padres se negaron a que me trasladara a vivir tan alejada de la civilización. Acababa de terminar mis estudios de filología y lo que más deseaba era ser escritora. Me pareció la mejor de las ideas dejarme arrastrar por el embrujo de mi nuevo hogar para comenzar con mi primera novela. Siempre fui muy soñadora inventándome historias de hechizos, de sucesos paranormales y del típico héroe que rescataba a la ingenua y bella princesa de las garras de un malvado sin escrúpulos a la que quería someter y apoderarse de su buen corazón. Ya desde que comencé a escribir y leer en mi infancia, cada vez devoraba más y más los cuentos de fantasía y con siete años escribí mi primer relato. Mi profesora estuvo tan entusiasmada con mi historia que me dieron un premio por ser la mejor escritora del colegio siendo tan pequeña, superaba a muchos otros alumnos en cursos superiores. Quizá el pasar en compañía de mi abuela desde que empecé a gatear los meses de vacaciones, envolviéndome en sus historias de embrujamientos, hechizos mágicos, brujas buenas y malas…Comencé a soñar con esas historias y a intentar escribirlas. Mis padres estaban muy orgullosos con mi comportamiento de niña muy estudiosa con notas extraordinarias, cariñosa y dulce.


Relatos románticos y fantásticos 55. Fabian y Fanny, de Ana María Martínez de la Riva Molina

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Amanecía un día muy desapacible, el hogar estaba muy silencioso, ni siquiera se oía el ruido de los pequeños sonidos que hacen todas las construcciones tan antiguas como en la que yo vivía. Hacía poco tiempo que mi tutor me había acogido bajo su techo al cumplir mis diecisiete años de edad y acabar mi preparación en un internado para señoritas de la alta sociedad. No tengo ningún recuerdo de mis padres ni de mis hermanos cuando perecieron en el incendio que asoló la mansión en el condado de Lancast donde yo había nacido. Por causas desconocidas toda mi familia pereció encerrados como en una ratonera sin escapatoria. Yo entonces era una pequeña de apenas algo más de un año que comenzaba a andar por los largos pasillos de piedra apoyándome en la balaustra ante mi inseguridad que rodeaba la primera planta del hogar de mis antepasados, una hermosa propiedad con una gran construcción de sólida piedra y madera heredada de generación en generación hasta llegar al duque mi padre su heredero, y algún día también sería de mi hermano mayor y así sucesivamente. Desafortunadamente nunca ocurriría, yo era la única superviviente de tan trágica desgracia. Fue un milagro que me salvara por mi afán de curiosidad e inquietud que bajara de mi cuna en busca ya de aventuras. Cuando con mis pequeñas piernecitas bajé escalón a escalón hacia el vestíbulo buscando la salida al hermoso jardín que tanto me gustaba. Una sombra se proyectó sobre mí en el momento que intentaba alcanzar la puerta. Me giré y solté una carcajada de alegría, era mi niñera a la que yo tanto quería. Ella con el ceño fruncido me cogió en brazos y con el semblante muy serio me regañó por mi escapada mientras me besaba y no paraba de apretarme contra su blando cuerpo con olor a pan recién hecho. Un ruido ensordecedor como si de un cataclismo se tratara hizo que mi niñera se abalanzará hacia el exterior atravesando la destrozada puerta por la bomba expansiva que en unos segundos envolvió de llamas y humo la monumental construcción de los condes de Lancast.Todo se convirtió en una bola de fuego y únicamente escuché el gritó ensordecedor de mi cuidadora al desmayarse conmigo en brazos en la entrada de la residencia familiar. En ese momento con mi mirada infantil antes de perder el conocimiento por la caída en el empedrado del suelo, una figura oculta detrás de los establos reía con estentóreas carcajadas como si fuera lo más maravilloso del mundo contemplar semejante matanza. Después ya no oí ni vi nada. Son los únicos recuerdos que tengo de mi corta estancia en el palacete del condado.


Relatos románticos y fantásticos 56. Un tesoro por descubrir, de Ana María Martínez de la Riva Molina

Fantástico, Relato, Romántico

¡Qué fastidio mi hermano Pablo me ha dejado la habitación hecha un desastre! Ya sé lo que andaba buscando. Seguramente dinero para irse otra vez de juerga con sus amigos. No puedo hacer nada ya por él. Por más que he intentado que siente la cabeza no hay manera. Ni estudia, ni trabaja, ni quiere ayudarme en la librería que nuestro abuelo nos legó de herencia. Mis padres le han dejado por imposible y al jubilarse los dos siendo maestros se dedican a viajar por todo el mundo. Si yo pudiera haría lo mismo pero en el fondo me da mucha pena dejar solo a Pablo. Es verdad que está pasando por una época de atolondramiento y en parte la culpa sea de la educación que ha recibido. Todos le hemos consentido demasiado. Alejandro y Luisa, mis padres, nos tuvieron con demasiada edad y no supieron bien educarnos. Yo soy la mayor y tengo veinte años, mi díscolo hermano diecisiete y su única preocupación en la vida es pasárselo en grande. Ni siquiera terminó el bachillerato y le importa bien poco pensar en el futuro, dice que para qué va a seguir estudiando si lo suyo será vender libros como hago yo en estos momentos y que ya tendrá tiempo cuando sea más viejo. Ahora toca disfrutar, gastar el dinero que le dan mis padres todos los meses incluido lo que me saca a mí y si no intenta vender alguna cosa de valor para seguir gastando. No tiene ni pizca de sentido común, bebe, fuma, cada día aparece por la librería del brazo de una joven distinta. No se centra en nada, ni en nadie y ya le puedes aconsejar que mire por su bienestar que él hará oídos sordos. A veces me dan ganas de vender la casa donde los dos vivimos, repartirnos el dinero y si te he visto no me acuerdo.


Relegada al olvido para siempre, de A. R. Cid

Fantástico, Romántico, Novela

Los hombres quisieron convertirse en dioses y condenaron a la humanidad. Aquel gigante de ojos negros me amaba tanto que no supo aceptar mi muerte. Año 3561. Liberan lo que habría de convertirse en la cura final y condenan el mundo. Yo no recuerdo quién soy, solo sé que me han convertido en un monstruo. Soy indestructible por fuera, sin embargo, mi interior se encuentra fragmentado. Los recuerdos regresan con fuerza, mi mente se niega a aceptar mi nueva realidad como algo posible, mi cuerpo y corazón arden ante su presencia. Las leyes de la naturaleza se han roto, mi gigante ha logrado lo impensable y me arranca de las garras de la muerte. Poco podía saber él que no habría de regresar como me recordaba ni que, en el proceso, ha molestado a seres que no perdonarán sus pecados. Hombres transformados en poco más que animales, hombres que han perdido la cordura, pues sus cerebros ahora los traicionan, y un amor tan profundo que amenaza con destruir todo el universo.