Peter se encuentra en el centro de la historia, pues es enviado a quedarse con un extraño tío bajo la fantasmal cresta montañosa conocida como la «Silla del Diablo». Allí conoce a una nueva amiga, Jenny, que le narra las terribles leyendas que asolan la colina, y se les unen David y los gemelos, junto a Tom, para resolver el misterio de la infelicidad de su tío y aplacar a los fantasmas de los Stipertones.
Primero de los libros que discurre en Rye, Sussex.Jon y Penny Warrender dan comienzo a la historia, que se centra alrededor del viejo hotel llamado el Gay Dolphin. Más tarde se les unen los Morton, que aparecen y se alojan en el hota. Corren una aventura cuando los cinco (¡o seis con Mackie!) unen sus fuerzas.Éste es también el libro que presenta a Mrs. Ballinger, que ha de convertirse en un personaje habitual de la serie.
Cuando David, Peter, Mary, Dickie y Tom del Club del Pino Solitario se van juntos de vacaciones, saben que algo emocionante está a punto de suceder. Pronto se encuentran investigando una trama de robo de ovejas y siguiendo un rastro que les lleva a una extraña casa de paredes amarillas.
El conde de Montecristo es una sólida novela de aventuras. Naufragios, mazmorras, fugas, ejecuciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, suplantaciones de personalidad, un niño enterrado vivo, una joven resucitada, catacumbas, contrabandistas, bandoleros, tesoros, amoríos, reveses de fortuna, golpes de teatro, todo para crear una atmósfera irreal, extraordinaria, fantástica, a la medida del superhombre que se mueve en ella. Y todo ello arropado en una novela de costumbres, digna de medirse con las contemporáneas de Balzac. Pero, además, toda la obra gira en torno a una idea moral: el mal debe ser castigado. El conde, desde esa altura que le da la sabiduría, la riqueza y el manejo de los hilos de la trama, se erige en «la mano de Dios» para repartir premios y castigos y vengar su juventud y su amor destrozados. A veces, cuando hace milagros para salvar al justo de la muerte, el lector se sobrecoge de emoción. Otras, cuando asesta los implacables hachazos de la venganza, nos sentimos estremecidos. En definitiva, una novela que nos atrapa de principio a fin.
El conde de Montecristo es una sólida novela de aventuras. Naufragios, mazmorras, fugas, ejecuciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, suplantaciones de personalidad, un niño enterrado vivo, una joven resucitada, catacumbas, contrabandistas, bandoleros, tesoros, amoríos, reveses de fortuna, golpes de teatro, todo para crear una atmósfera irreal, extraordinaria, fantástica, a la medida del superhombre que se mueve en ella. Y todo ello arropado en una novela de costumbres, digna de medirse con las contemporáneas de Balzac. Pero, además, toda la obra gira en torno a una idea moral: el mal debe ser castigado. El conde, desde esa altura que le da la sabiduría, la riqueza y el manejo de los hilos de la trama, se erige en «la mano de Dios» para repartir premios y castigos y vengar su juventud y su amor destrozados. A veces, cuando hace milagros para salvar al justo de la muerte, el lector se sobrecoge de emoción. Otras, cuando asesta los implacables hachazos de la venganza, nos sentimos estremecidos. En definitiva, una novela que nos atrapa de principio a fin.
¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la familia Hardeman para defender sus intereses? ¿Qué está dispuesto a hacer Angelo Perino para ponerse al mando de una de las más importantes empresas automovilísticas de Estados Unidos? Un peligroso juego de traiciones, amenazas y asesinatos se establece entre ellos, porque en la lucha por el poder todo vale. En esta novela, con argumento independiente pero dentro del universo narrativo de «Betsy», Harold Robbins despliega sus mejores armas: personajes deslumbrantes, acción incesante, diálgos incisivos... y sexo, mucho sexo.
La serie trata de las andanzas, por los mares del Caribe del siglo XVII, cuando en el imperio español no se ponía el sol, de un Grande de España, caballero de Santiago, Don Diego de Villegas, Marqués de Castro, apodado el Corsario Azul, debido a que sobre su austera indumentaria de la orden, llevaba una capa azul y se tocaba con chambergo de vistosa pluma azul. Este veterano de las gestas de Flandes, Italia y el Mediterráneo, era capitán de «El Antillano», un enorme galeón de cuarenta cañones, con el que intentaba limpiar las rutas comerciales de bucaneros y proscritos y se acompañaba de una tripulación de lujo. Juan Pérez de Lerma, salmantino, alférez de alabarderos; un gigantón vasco, Martín de Ochando, piloto del Antillano; el contramaestre andaluz, Vicente de Azogue; el sargento alemán de arcabuceros, Gustavus Leyden; el siciliano Luigi Matholi, a cargo de los artilleros y el catalán Pedro Fajeda, como hombre de confianza del Corsario Azul. La serie no paso de los doce números y tuvo una secuela, la publicación de varias historias gráficas del personaje, en las páginas de la revista El Coyote. La revista Barsoom, en su número 6, presenta un magnífico ensayo sobre el Corsario Azul, a cargo de Nacho Martínez Ruiz.
Historia de amor entre el alférez Alonso de Guevara y la bella Margarita, hija del Gobernador. Todo lo complica la aparición de un nuevo y enigmático pirata, que con el rostro cubierto por una máscara de cuero y con un insólito sentido del honor, surca los mares de Caribe. El Corsario Azul y su tripulación inician su persecución, llegando a un sorprendente final al descubrir que La Máscara es…
Narra la trágica historia de La Máscara y la culminación de su venganza, dando adecuado castigo al fementido y traidor villano, así como un final feliz de su aventura acabando en los lazos de Cupido. Donde se narra la trágica historia de La Máscara y la culminación de su venganza, dando adecuado castigo al fementido y traidor villano, así como un final feliz de su aventura acabando en los lazos de Cupido.
Fernando de Taboada, intrépido espía, informa de una próxima incursión por tierra el sangriento pirata Francois L’Olonais y sus no menos terribles lugartenientes. La hermosa Lucero, moza del mesón «Los buenos vinos», por la cual suspiran todos los aventureros del Caribe, se enamora de Fernando de Mendoza, oficial de alabarderos de la tripulación de «El Antillano». ¿Podrá el capitán Villegas desbaratar los sanguinarios planes de L’Olonais? ¿Llegarán a buen termino los amores de Lucero y Mendoza?
Diego de Villegas, 'El Corsario Azul', está desesperado por que no consigue atrapar al escurridizo pirata Walter Scout. Como último recurso, decide infiltrarse, junto con sus lugartenientes, en su tripulación.
Sólo se le pueden resistir los bravos “bucaneros” (cazadores de pieles”; pero su jefe, Garcilaso”, que se opone a los amores de su hijo adoptivo con la bella mestiza Esperanza, ofende a los indios, que alían con los negros.
Morgan asalta y saquea Panamá. El Corsario Azul iniciará una “razzia” de represalia por las colonias inglesas; lástima que en la historia no fuese esto verdad. La bella y altiva Arabella acaba loca por los bigotes del capitán Villegas.
Continua la incursión de El Corsario Azul. Trágica historia de amor entre el esclavo irlandés Henry Bruce y la huérfana explotada y maltratada Ailsa, afortunadamente con final feliz.
El Corsario Azul y sus lugartenientes están de vacaciones cuando se ven involucrados en un feo asunto: un malvado a raptado a una niñita para obligar a su Clara, su bella madre, a acceder a sus babosos deseos. El bellaco, que lidera una numerosa banda, está compinchado además con unos hechiceros negros, que mediante el vudú tienen aterrorizada a la región con sus zombies. Fajeda, el escudero del capitán Villegas, le tira los tejos a la dueña de Clara, la fermosa doña Mencía, de carnes abundantes y prietas (¡olé, cómo a mí me gustan!), que se prenda del escudero. A pesar de estar de vacaciones, El Corsario Azul y sus compañeros escabechan al bellaco, a su numerosa banda, a los hechiceros, a los zombies, a los negros que los acompañaban y a un lector descuidado que le alcanzó una estocada que se escapó de la novela.
El sol derramaba su luz resplandeciente por la cuenca del Yaqui Chico. La cinta del río brillaba al atravesar la manigua, los ingenios y los cafetales, deslizándose suavemente en dirección al mar. Sobre la inmensa extensión verde de la tierra, las chozas, los bohíos y las mansiones formaban manchas de distinto color.En el desembarcadero de San Cristóbal del Río varias lanchas de cazadores de pieles y algunas almadías de leñadores descargaban los fardos que hasta allí habían transportado. Varios pescadores, de avanzada edad descansaban, tomando el sol y fumando sus viejas pipas.
Una escuadra de corsarios llegó a toda prisa, con las armas montadas. El cabo preguntó: —¿Ocurre algo, señor alférez? Pérez de Lerma respondió: —Es posible que ataquen los filibusteros. Este hombre —añadió, señalando al cautivo— era un espía suyo. Estaba haciéndoles señales con una linterna. Los aventureros contemplaron a don Álvaro.
La voz detuvo en seco al Corsario Azul, que, en compañía de sus dos lugartenientes, Martín Ohando y Juan Pérez de Lerma, había entrado en el mesón «La espada de Toledo». El establecimiento, situado en el lugar denominado las Cuatro Calles, por reunirse allí las cuatro arterias más importantes de Santo Domingo, se veía siempre lleno de un público tan, orgulloso como escaso de medios. Las mozas que les servían se sentían muy satisfechas de aquella clientela que las galanteaba y trataba con él mismo respeto que si fueran duquesas. El mesonero, por su parte, no sentía el mismo entusiasmo, ya que, aparte de que resultaba muy difícil cobrar, el enfado de los parroquianos se traducía casi siempre por cintarazos descargados sobre sus espaldas. En ocasiones alguno de sus clientes ganaba en el juego y entonces se mostraba tan espléndido que le resarcía de todas las pérdidas.
El Encapuchado fue un folletín policiaco de calidad que gustaba al lector por su estilo elegante. Contenía ingredientes que siempre atraen al lector: intriga, emoción, amor, acción y enmascarados. Los hechos transcurrían en Baltimore en los años cuarenta, época de mafias y malhechores. Los protagonistas eran yanquis. En esa ciudad había una justiciera llamada La Antorcha; un millonario, Milton Drake, aburrido con ganas de hacer el bien que se convertirá en El Encapuchado y un inspector que va tras ellos. El protagonista se debate entre el amor de dos mujeres. Una narrativa sencilla y virtuosa que nos trasladaba a ambientes de película de cine negro americano. El Encapuchado fue un éxito y todo un logro teniendo en cuenta que eran novelas que se tenían que escribir muy rápidamente. Tanta fue su popularidad que en 1947 su personaje salto al cómic con dibujos de Adriano Blasco.
Guillermo López Hipkiss nació en el seno de una familia de clase media. Su padre era cocinero de la familia Mora y Aragón y su madre institutriz de los hijos de esta familia. Al morir su padre siendo él un niño, su madre decidió volver a Inglaterra con sus cuatro hijos, de ahí que aprendiese tan bien el inglés, lo que le sirvió al regresar a España ya de adulto y buscar trabajo como traductor. Guillermo López Hipkiss fue un escritor de novelas de misterio, aventuras en su mayoría dentro del género detectivesco. Su primer personaje fue Diamond Dick, con más de treinta títulos entre 1933-1936. En 1942 creó el personaje de Yuma en la colección Hombres Audaces, que duró cuatro años. En 1944 trabajó en la Editorial Bruguera con el personaje Perry Baxton firmando como Rafael Molinero. El 6 de abril de 1957 falleció prematuramente de un cáncer de colon.