Hay que sobrevivir a una muerte horrible para convertirse en inmortal. Así se ha formado el Grupo. Provienen de todas las edades de la Tierra. No son dioses, ni santos, ni siquiera sabios. Simplemente, seres humanos que sobreviven era tras era, con toda la experiencia, la astucia y los conocimientos que proporcionan los siglos de existencia. Hasta que la llegada del último «reclutado» plantea un problema aparentemente insoluble… Tras diecinueve años de silencio, el celebrado autor de «El hombre demolido» y «Las estrellas mi destino» nos ofrece una obra barroca, lúcida, picaresca, devastadora, cínica, tremendamente humana…, una obra que quedó finalista en la edición de los Premios Hugo, en 1976.
Poseía uno de los secretos más importantes del universo, y por ello sus ojos fueron cegados y fue recluido en una de las prisiones más seguras de Emm Luther. Pero Sam Tallon tenía una misión que cumplir. Y así ideó uno de los más audaces y peligrosos planes de fuga. Mediante un dispositivo que le permitía ver a través de ojos ajenos: los de un perro, un pájaro, una rata… incluso los ojos de sus propios perseguidores, Sam Tallon inició el más terrible y angustioso periplo nocturno en pos de su objetivo.
El último hombre sobre la Tierra enfrentándose, de una manera muy peculiar, a la última mujer… Una raza extraterrestre que solo desea nuestro bien y cuya máxima preocupación es, sobre todas las cosas, el cómo servirnos… Cuatro cerebros atrapados en el interior de una criatura que busca ante todo sobrevivir… Un hombre malvado angustiosamente perdido en un país de gentes bondadosas… El vivir una vida al revés, cuando el tiempo retrocede… La trascendentalidad de la muerte en una sociedad de seres eternos… El mortal problema de un cyborg enfrentado a su propia inutilidad de curiosidad científica… Estos son tan solo algunos de los temas tocados en estos dieciocho relatos, seleccionados especialmente para esta edición por el conocido autor uruguayo Marcial Souto Tizón.
Gilbert Dasein había recibido un encargo: averiguar por qué el Valle Santaroga era una comunidad completamente cerrada, por qué todos sus habitantes regresaban siempre a casa tras abandonar el valle para ir a la universidad o al servicio militar, por qué los productos del exterior no eran aceptados por los santaroganos, por qué la Cooperativa Jaspers dominaba la producción del valle, qué era el Jaspers, y sobre todo por qué Jenny, la mujer que le quería y a la que él quería, había abandonado hacía dos años la Universidad para regresar a su valle, a su hogar, y no había respondido a ninguna de sus cartas. Gilbert Dasein se enfrentó así a la Barrera Santaroga. Pero no estaba preparado para afrontar la verdadera naturaleza de lo que iba a encontrar allí. Frank Herbert, el galardonado autor de la trilogía «Dune», nos ofrece con esta novela un profundo alegato contra la irracionalidad humana. La lucha del Valle Santaroga es la lucha contra la hipocresía y el materialismo de la sociedad, su búsqueda es la búsqueda de una humanidad superior. Gran humanista y profundo conocedor del alma humana, Frank Herbert realiza aquí una disección magistral del ancestral terror del ser humano ante cualquier elemento desconocido que amenace la estabilidad de los esquemas sociales por él erigidos.
La polución atómica de la superficie de la Tierra ha hecho que los dirigentes del planeta se vean en la necesidad de crear una civilización subterránea que sobreviva a la devastación… una civilización subterránea en la que cada individuo está aislado en una celda, aislado de sus semejantes, sin más ventana al exterior que las Visiones, una especie de cine sensorial que mantiene los conocimientos de la civilización y el recuerdo de un pasado muerto. Pero, con el transcurrir del tiempo, el sistema se deteriora, se envicia… hasta que llega un momento en que, definitivamente, se colapsa y muere. Y los humanos encerrados en los subterráneos se ven en la necesidad de huir de la prisión de sus acogedoras celdas y regresar a la inhóspita superficie del planeta que sus antepasados abandonaron incontables años antes… «En la superficie del planeta» apareció originariamente en 1959 en la colección especializada francesa «Le Rayon Fantastique»; obtuvo aquel mismo año el premio Julio Verne a la mejor novela de ciencia ficción en lengua francesa e inició una controversia que aún hoy persiste. Aclamada por el público, que agotó en pocos meses la edición, demolida despiadadamente por toda la crítica especializada, simplemente ignorada por la crítica generalista, tuvo que ser en 1976 la reedición que de esta obra fundamental de la literatura europea de ciencia ficción hiciera el editor Robert Laffont en su prestigiosa colección «Ailleurs et demain» quien devolviera a esta gran novela, digno representante, dentro de la ciencia ficción del «nouveau roman», una antiutopía en la mejor línea de «Un mundo feliz» y «1984», el rango de obra maestra que merece.
Estaba paseando por Central Park cuando sucedió. Primero el nauseabundo olor a pescado podrido. Seguidamente un oscurecimiento, una sombra, la sensación de caer en el vacío, de perder el sentido y la identidad. Más tarde la recuperación, los recuerdos incoherentes, el calor y el frío, la duda, el dolor y el espanto. Y Sara se encontró en un planeta que no era el suyo, en un mundo que no era la Tierra. Pero su cuerpo le pareció perfecto y su rostro bello, aunque no los reconocía como suyos. Ella no supo que estaba en Lothar, ni que se había convertido en una «Reconstituida».
El teniente Corson odiaba la guerra. Pero no se le había dado otra posibilidad que la de luchar: cuando uno nace en un tiempo dominado por la guerra, debe hacer la guerra, aunque le repugne. Sin embargo, cuando su nave estalló y el teniente Corson se vio proyectado junto con el temible Monstruo a las junglas de Uria, el planeta enemigo, se halló de repente ante la posibilidad de cambiar su destino y el de millones de seres, ante la posibilidad de trocar una guerra fraticida por una paz de más de seiscientos años. Y así inició su fantástico periplo a través del tiempo: visitó el planeta-mausoleo, conoció Aergistal, el infierno donde todas las batallas se libraban a la vez, oyó la voz de los dioses, y supo que tenía que volver sobre sus pasos y rehacer la historia para preservar un segmento de realidad que debía conducir hasta el fin de los tiempos, ganando así los más preciados dones del universo: la paz, y quizá también la inmortalidad...
El Ser Mente era incapaz de amar o de compadecerse, y también de odiar. Porque él era solamente una cosa llegada de otra galaxia con una diabólica misión.
El Ser Mente , casi pensamiento puro, hacía lo que tenía que hacer, y buscaba el cuerpo idóneo para penetrar en él, dominarlo y convertirlo en su anfitrión. Y pasaría de un cuerpo a otro, matando a cada uno de sus anfitriones cuando ya había servido a sus propósitos. Porque el Ser Mente tenía un objetivo inmediato: encontrar al anfitrión que con sus conocimientos y poder le diera la oportunidad de escapar del exilio.
Fredric Brown nació en Cincinnatti, en 1906. Autor de relatos policiacos y de misterio, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial y producirse el gran boom de la ciencia- ficción norteamericana, pagó su tributo al género. En septiembre de 1948, la revista Starthing Stories publica su novela What mad universe? que posteriormente, y en forma de libro, editaron Button y Bantam. A partir de entonces hace diversas incursiones al mundo de la ciencia- ficción, escribiendo obras entre las que se encuentran The lights in the sky are stars , Science Fiction Carnival , Space on my hands… y The Mind Thing (El Ser Mente). Fredric Brown murió en Tucsa, Arizona, en 1972.
Una nave espacial que es como un pequeño mundo. Generaciones de tripulantes que viven y mueren en ella, con la esperanza de que sus hijos lleguen al planeta prometido. Una carga de personas crionizadas que solo despertarán al final del viaje. Todo está perfectamente ordenado; todo debe seguir un guión escrito de antemano. Y sin embargo...Amy, una chica de diecisiete años, despierta en un momento y un lugar que no deberían formar parte de su vida. Elder, el futuro líder de la nave, se encuentra confinado en un papel que no quiere desempeñar. Ninguno de los dos encaja en el gran puzle de la nave. Y hay otra pieza suelta: un asesino.
Tras la muerte de Eldest, Elder se hace con el mando de la nave. Está decidido a convertirse en un líder distinto que no mienta ni suministre drogas a su gente. Pero la comida empieza a escasear y la semilla de la rebelión prende en la nave. Por si fuera poco, de nuevo hay un asesino suelto...Amy, mientras tanto, sigue un retorcido juego de pistas que le ha dejado Orion antes de ser congelado por sus crímenes, sin darse cuenta de que su meta es un secreto que tal vez prefiera no saber.En su búsqueda de algo que aún no comprenden, Amy y Elder acabarán por descubrir nuevas mentiras y secretos que jamás hubieran sospechado, y se enfrentarán a una decisión que va a cambiar el rumbo de su existencia y la de todos los habitantes de la nave.
Amy y Elder al fin llegan a Tierra Centauri: el planeta. Su planeta. Por el camino han dejado atrás a mucha gente y se han encontrado con otra nueva: los congelados, que despiertan al fin tras el aterrizaje. La coexistencia entre nativos de la Fortuna y congelados no es fácil, y Elder sospecha que Orion estaba en lo cierto: los congelados quieren convertir a su gente en esclavos o en soldados. Pero estas diferencias se olvidan cuando la nueva colonia empieza a sufrir unos ataques que parecen orquestados... ¿Realmente será esta misión la primera en llegar al planeta? ¿Y estará Tierra Centauri verdaderamente deshabitada?
«A de Andrómeda» relata la extraordinaria experiencia de un grupo de científicos que, con un nuevo radiotelescopio, capta una serie de complejas señales retransmitidas desde la nebulosa de Andrómeda. Alguien en el espacio intenta comunicar con la Tierra. El mensaje, descifrado por el brillante científico John Fleming, proporciona información sobre cómo construir una supercomputadora, y una inmensa cantidad de datos para alimentarla. El gobierno se pone manos a la obra y, bajo control militar pero con la ayuda de Fleming y de la bióloga Madeleine Dawnay, se construye el ordenador en una remota zona de Escocia. Una vez terminada, la máquina empieza a solicitar información sobre la especie humana para poder funcionar, y los gobernantes, que esperan obtener unos conocimientos de vital importancia, tanto en el terreno político y militar como en el comercial, se la suministran. Sin embargo, Fleming desconfía de los verdaderos propósitos de la máquina. Esta novela se basa en la serie de la BBC de 1961 del mismo título, que obtuvo un éxito sin precedentes, con audiencias de hasta el 80% de los televidentes británicos. Sus guionistas fueron los autores de la novela. Posteriormente, en el año 2006, fue llevada al cine con el título de «El proyecto Andrómeda», dirigida por John Strickland.
Los quince relatos contenidos en «A diez mil años» supusieron en su momento la mejor antología de debut de un escritor de ciencia ficción. Historias ya publicadas en español como «Y me desperté aquí…», «Madre en el cielo con diamantes» o «El hombre que volvió"», junto con otros relatos traducidos por primera vez para esta antología como «Te estaré esperando cuando la piscina esté vacía», «Os somos fieles, Terra, a nuestra manera», o «Las nieves se han fundido» son ya auténticos clásicos de la ciencia ficción y demuestran todo el potencial que Tiptree llegaría a alcanzar en obras posteriores. Son quince relatos que están llenos de atrevimiento, intriga, romanticismo, el conocimiento último de que la muerte está al final, pero también y sobre todo esperanza. Con el pseudónimo de James Tiptree Jr., la escritora Alice B. Sheldon se convirtió durante 20 años en uno de los escritores más reconocidos de ciencia ficción de los Estados Unidos (desde 1967 en que empezó a publicar hasta su muerte en 1987). A diez mil años luz fue su primer libro publicado, en 1973 y reunía los mejores relatos que había editado hasta entonces.
Cuando los gobernantes de los países poderosos perdieron el miedo a usar las armas más destructivas, la Tierra pagó las consecuencias. Jack intentó convencer al presidente de que no usara las Z-gamma, pero fue en vano. Y antes de que fuera demasiado tarde, Jack cogió unos pocos víveres y escapó hacia una de las estaciones espaciales más modernas y mejor equipadas. Los pocos humanos supervivientes a la catástrofe eligen Marte como la mejor alternativa para su supervivencia, pero la estación espacial en la que viven depende de los suministros de la Tierra. Sin alimentos ni combustible, Jack y su equipo tendrán que buscar soluciones parciales que les permitan emprender el largo viaje hacia Marte. Pero los víveres no son su único problema. Los atlenos, la raza mutante que empezó la guerra que destruyó la Tierra, les acechan también en el espacio. Nadie sabe cuántos hay, pero todos recuerdan que antes de la guerra les robaron las mejores armas de las que disponían. En medio de rencillas, intrigas políticas, camaradería y trabajo en equipo, los humanos no solamente tendrán que enfrentarse a los atlenos para llegar hasta Marte. Porque un vez allí, tendrían que recurrir a sus mejores científicos para desarrollar la tecnología que les permitirá adaptar el planeta a sus necesidades. Jack no sabe qué será más difícil: el viaje o la transformación del planeta. Pero el futuro de la humanidad depende de ellos.
ALBERTO VANASCO nació en Buenos Aires, en el barrio de Almagro, en 1925. Su obra, iniciada en 1943, se caracteriza por su carácter experimental. En 1947 publicó 'Sin embargo Juan vivía' una novela en segunda persona y en tiempo futuro que anticipaba el neobjetivismo. En 1957 su segunda novela. 'Para ellos la eternidad', un ensayo de estilo integral, que fue llevada al cine en 1964, por Alfredo Mathé, con el título de 'Todo sol es amargo'. Ese mismo año publicó 'Los muchos que no viven', en pretérito imperfecto, un intento de acercamiento subjetivo y objetivo a nuestra realidad. Su obra de teatro, 'No hay piedad pra Hamlet', escrita en 1948 en colaboración con Mario Trejo, obtuvo en 1957 los premios Municipal de Teatro y Florencio Sánchez de la Comisión Nacional de Cultura. Fue representada en Buenos Aires en 1965 en el Teatro del Altillo bajo la dirección de Alberto Cousté. Publica con otros poetas la revista 'Zona', y todos sus poemas se agrupan bajo dos títulos: 'Ella en general' y 'Canto rodado'. Escribe para la T.V. argentina y ha sido uno de los autores de la serie de 'Historia de jóvenes'. A lo largo de todos esos años, especialmente, ha ido escribiendo los relatos de C.F. que aquí se reúnen. Es profesor de física. EDUARDO GOLIGORSKY nació en Buenos Aires, el 30 de marzo de 1931. Es traductor de inglés y ha incursionado en el periodismo. En 1962 publicó, con el seudónimo James Alistair, 'Lloro a mis muertos', novela policial (Compañía General Fabril Editora), 'Lloro a mis muertos', novela policial (Compañía General FAbril Editora), novela ésta que fue seguida por una larga serie de obras del mismo género, 'a la manera de Spillane', protegidas por seudónimos que el autor oculta púdicamente. En 1962, incursionó por primera vez en el género fantástico con 'Pesadillas', serie de cuentos que volvió a firmar James Alistair. En 1963, obtuvo una mención en el II concurso de cuentos de la revista 'El Escarabajo de Oro' con 'Un tipo de fierro' , y en 1965 su cuento 'Uno menos' integró la lista de trabajos seleccionados en el concurso de la revista 'Hoy en la Cultura', y publicados por la editorial del mismo nombre en la antología 'XII Cuentistas Argentinos'. En ese mismo año publicó una serie de artículos en los que reinvindicaba la ciencia ficción y la literatura fantástica como formas idóneas -aunque por cierto no exclusivas- para expresar los ideales de un nuevo humanismo y para romper las ataduras de la imaginación creadora.
DIOS, A UNA PASTILLA DE DISTANCIA. Cualquiera puede fabricar drogas con una quimjet, y en Toronto han empezado a administrar una sustancia que permite ver a Dios. Lyda Rose, que convive con su ángel particular desde que tomó una sobredosis del fármaco, abandona el psiquiátrico con un objetivo: sacar la droga de las calles. Dos compañeros la acompañan en la cruzada. ¿Qué podría salir mal?
Emmeline ha crecido en medio de la terrible realidad de la República, un lugar que, después de la aplicación globalizada del programa conocido como Agenda 21, se ha convertido en un Estado sin presidente, sin Congreso, sin Tribunal Superior de Justicia, donde sólo existe la autoridad y nadie recuerda la palabra libertad. Con dieciocho años y después de sufrir una separación de su familia, ha decidido descubrir la verdad. ¿Por qué los ciudadanos están condenados a vivir en espacios diminutos, segregados los unos de los otros? ¿Por qué raciona el Estado el agua, la comida y la energía de una manera tan estricta? Y, sobre todo, ¿por qué los bebés no pueden crecer junto a sus padres? Conforme Emmeline empieza a comprender la finalidad última de Agenda 21, entiende también que se enfrenta a un gran poder. Sin embargo, y a pesar de la presión de las autoridades y la imposibilidad de escapar, decide emprender un valiente camino para salvar a su familia y revelar las verdaderas intenciones de la República.
En un mundo sin islamismo, en el que Constantinopla nunca cayó, el Imperio Bizantino no sólo ha sobrevivido sino que florece de manera excepcional, desarrollando la tecnología en fechas muy anteriores a como ocurriera en nuestro universo. Su poder e influencia se dejan sentir en todo el mundo. Pero no por ello el gran imperio deja de tener enemigos: los persas, los bárbaros y todos aquellos celosos de su gloria y poder, que desean derrocarlo y, en definitiva, emularlo. Para defenderse de esa eventualidad, el emperador dispone de sus «magistrianoi», los agentes especiales, como Basilios Argyros, casi un «agente 007» avant la lettre, quien, con inteligencia y tesón, asistirá al nacimiento de gran parte de las novedades que, como el catalejo, las vacunas, la huelga, la pólvora, la imprenta o la prensa, han de cambiar de nuevo el futuro en esa historia alternativa que, por esencialmente humana, se parece tanto a la nuestra.
Simon Morley roza la treintena y trabaja como ilustrador en una agencia publicitaria de Nueva York, ocupación más cercana a la rutina que a la creatividad. Su relación con Katie está muy lejos de ser apasionada, pero la tienda de antigüedades que la muchacha posee es una fuente inagotable de rancias fotografías y objetos variopintos que fascinan al joven y lo sumergen en el encanto del ayer. Su imaginación, su carácter y la devoción por la Historia lo convierten en el candidato idóneo para llevar a cabo un experimento planeado en secreto por el gobierno de Estados Unidos: un viaje al pasado. Después de trabar relación con los singulares personajes que intervienen en el proyecto, y tras sufrir una instrucción rigurosa, Simon acepta involucrarse a condición de visitar el Nueva York de finales del siglo XIX. Su despertar en una fría mañana de enero de 1882 marca el arranque de una aventura insólita en un tiempo que no conoce todavía el uso de ordenadores o el poder de las armas nucleares, un mundo fascinante donde todo parece nuevo y sin embargo familiar. Simon anota, dibuja, fotografía y descubre qué hay de cierto en el pasado y qué de falso en las palabras del gobierno de su país. Con este bagaje volverá a nosotros y a las páginas de esta insólita novela que Jack Finney ha escrito con talante de buen conocedor de la Historia y gran escritor.
Esta es la crónica del ocaso de una sociedad. A través de una serie de relatos alucinantes, apocalípticos, escritos a los largo de más de diez años, Eduardo Goligorsky, uno de los más importantes escritores sudamericanos de ciencia-ficción, nos traza el retrato de la degradación de las estructuras sociales, de nuestras estructuras sociales… del retorno a la barbarie. He aquí una serie de frescos impresionantes, inolvidables, que pertenecen al campo de la ciencia-ficción, pero que empezamos a tener ya aquí, a nuestro alrededor, en nuestro tiempo: una extrapolación, sí; pero, al mismo tiempo, un grito desagarrado, una advertencia.