Regina de Alcántara es, quizá, una de las heroínas más apasionantes y enigmáticas que han salido de la pluma de una autora que tanto descuella en la creación de tipos femeninos. ¿Qué hay detrás de esa aparente frialdad, de esos egoísmos yertos, de esos antojos e incertidumbres de la viajera rubia, llegada de lejanas tierras a su rincón natal de la Montaña para sembrar en él la desdicha y la desconfianza? Regina quería un marido arrogante y lo tuvo: se llevó el mejor partido del lugar, aunque para ello hubo de destrozar un corazón femenino; pero… ¿servía aquel matrimonio para colmar su anhelo? Bien pronto, el infeliz Velasquito descubrió que su esposa no le quería… y quizá fuera por eso por lo que un día aciago no le importó salir al mar, desafiando una furiosa tormenta. Mas, ¿no vibraría acaso alguna cuerda en aquel corazón femenino? Sí; Regina, como toda mujer, era sensible al amor maternal, ese amor que finalmente había de transformarla cuando, como dice la autora, «siente cómo late un corazoncito, y su voz y su lloro suenan a besos, a perdones y a canciones, como la voz pura y mansa del agua de nieve».
Armando Palacio Valdés publicó, en 1984, 'Aguas fuertes', que mereció el elogio de Clarín, y que son descripciones paisajísticas fraguadas durante su estancia en el balneario de Marmolejo. Son un corpus de seis bocetos de la vida madrileña —las cuatro de El Retiro de Madrid, El Paseo de Recoletos y La Castellana—más seis escenas de la vida cultural de la capital —La Academia de Jurisprudencia, La Biblioteca Nacional, Los mosquitos líricos, El último bohemio y La abeja (periódico científico y literario)— y dos cuadros sobre las públicas ejecuciones de reos —El hombre de los patíbulos y El sueño de un reo de muerte—.
Publicado por primera vez en 1926, Aguas Primaverales es una hilarante parodia de la Escuela de Literatura de Chicago. Haciendo mofa de la «gran carrera» de escritores, describe un estilo que él mismo se rechazó a seguir. En estilo y substancia, Aguas Primaverales es una burla a Dark Laughter de Sherwood Anderson, pero en el transcurso de la narrativa, otras tendencias literarias asociadas con los escritores americanos y británicos parecidos a Anderson tales como D.H. Lawrence, James Joyce y John Dos Passos tienen un comentario satírico. Una historia altamente entretenida, Aguas Primaverales ofrece una rara y breve mirada a la temprana carrera de Hemingway como narrador y estilista.
Una historia conmovedora, asombrosa y genial, para escribir una aventura disparatada y quijotesca. Un golpe de suerte. Ochenta mil dólares. Dos amigos, Will y Hand, dos personajes quijotescos y disparatados. Un mundo por delante y una idea: repartir ese dinero entre los más necesitados. Prostíbulos, carreras, sobornos, amenazas, lecciones aprendidas, y bajo este manto de aventuras se detecta el enfrentamiento entre la principal potencia mundial y el Tercer Mundo, y el sentimiento de culpa del hombre blanco occidental.
Enamorarse le da siempre a la persona la frescura de una primera vez casi cósmica.Un hombre maduro descubre que su existencia es rutinaria, previsible, carente de sorpresas e incluso de emociones, cuando siempre creyó que su vida estaba muy hecha y era plenamente satisfactoria, colmada de prestigio profesional, seguridad ec onómica, amantes, amigos... eso que algunos llaman buen vivir y otros hastío. Pero pronto la vida misma se encargará de llevarlo por sendas desconocidas: las aptitudes físicas y mentales de que ha hecho gala empiezan a mermar de forma preocupante.¿Cómo enfrentar esos cambios? ¿Al final de la vida puede existir algo más, digno de conocer? ¿Será grato, interesante, simplemente tolerable? ¿Qué lugar ocuparán ahora el trabajo, los recuerdos, los seres queridos? En esta novela, Aline Pettersson explorala intensidad de los afectos y la inevitables huellas que los años van dejando en nosotros.
«Sí, mi novela es la historia del SIDA, del tiempo de la incubación, de la enfermedad y de los años ochenta... Hay en este libro una actitud agresiva, violenta, virulenta, como lo es el SIDA...», confesaba Hervé Guibert apenas aparecía en Francia, en marzo de 1990, este terrible testimonio personal. En él Guibert registró paso a paso no sólo el proceso de su propia enfermedad, sino también el de sus amigos más íntimos, así como la relación de los demás con esos nuevos «apestados». Pese a sus nombres ficticios, son fácilmente identificables figuras tan conocidas como la actriz Isabelle Adjani o el filósofo Michel Foucault, cuya agonía es aquí minuciosamente descrita. «Insisto en decir que este libro es una novela porque no cuento mis relaciones con estas personas en concreto, sino más bien la encrucijada de unos destinos que se ven de pronto trastornados por la presencia del SIDA... Mis modelos existen, pero han pasado a ser personajes.» Y la verdad es que hoy están en todas partes, son centenares, miles.
«...Así es nuestra vida, puras burbujas, viene un día el aire y se las lleva...», dice uno de los personajes de A las arenas, un cuento sobre los que emigran y son capaces de vender hasta su sangre por comprarse un poco de dignidad en la noche neoyorquina. A las arenas forma parte del volumen de cuentos Desnudo en el tejado con el que Antonio Skármeta obtuvo el Premio Casa de las Américas en 1969. Desde entonces su nombre ha destacado como pocos a la vanguardia de la literatura latinoamericana.
Novi Sad, o cualquier ciudad empobrecida por los estragos de la postguerra, constituye el marco de «A las que amamos», un turbador relato sobre el mundo de la prostitución que, bajo la mirada sobria y no exenta de ternura de Aleksandar Tišma, desvela sus interioridades y rutinas. Sin pretensiones morales, sin frivolidad, la novela explora la dimensión social del deseo, su oscuro poder, encarnado en la imagen de Beba que, mientras medita cómo reconducirá sus relaciones con un antiguo amante, siente que su cuerpo «es mejor y más fuerte, y merecedor de esos seductores materiales que lo ciñen, y está resuelta a conquistar los derechos que corresponden a semejante cuerpo».
Carlos Marx escribió, elogiando a los revolucionarios que en 1871 organizaron la Comuna de París, el primer experimento socialista de la historia: «Si alguien se atreve, que compare a estos gigantes parisienses, dispuestos a tomar el cielo por asalto, con los siervos de la fe del Sacro Imperio…». De esta cita toma Agustín Ramos (Tulancingo, 1952) el título de su novela, o asedio como la denomina, que dedica a «toda esa gente sencilla que nadie sabe, hasta que muere». En «Al cielo por asalto» un grupo de jóvenes y algunos adultos emprenden la batalla final —el asalto al cielo— contra el sistema que, aparte de los modernos pensadores revolucionarios, también predijeron los mayas antiguos: «Las cabezas de los advenedizos de la tierra serán fijadas en los muros; será el término de su codicia, el término del sufrimiento que causan al mundo en 8 Ahau Katún» («Chilam Balam»). Una novela revolucionaria exige contención y rigor para no caer en el mero panfleto. Sabedor de esto, Ramos recurre a un tratamiento muy complejo en el que mezcla fechas clave, capítulos escritos en estilos diversos o estructurados en forma de drama; ensaya la corriente de la conciencia y el estilo directo y periodístico. En fin, expropia todo el arsenal de la narrativa moderna en un acto de estrategia política y literaria, de modo que la lectura se convierta en acto de solidaridad a la vez que capta con toda la intensidad posible lo múltiple de la realidad.
Sobresale en estos relatos, como lo señala [Ignacio] Trejo Fuentes, «la determinación de la autora de encontrar insospechados vínculos entre cosas en apariencia nimias y asuntos tan graves como la ruptura amorosa, el desgaste de afinidades familiares, el resquebrajamiento de ideas mantenidas hasta entonces como ciertas y, principalmente, el acecho implacable del destino feroz sobre las míseras criaturas que somos cada uno de nosotros». Jesús Alvarado.
Finalista Premio Planeta 2019. Desde el corazón de su memoria, un hombre que arrastra tantos años de pasado como ilusiones de futuro, ilumina, a través de sus recuerdos, su historia, la de su generación y la de un país. Una historia que a veces duele, pero que siempre acompaña. El éxito desbordante de su última novela embarca al protagonista en una gira por todo el mundo. Un viaje con dos caras, la pública, en la que el personaje se acerca a sus lectores, y la íntima, en la que aprovecha cada espacio de soledad para rebuscar su verdad. Una verdad que ve la luz después de la muerte de sus padres, su divorcio y su vida junto a una nueva mujer, una vida en la que sus hijos se convierten en la piedra angular sobre la que pivota la necesidad inaplazable de encontrar la felicidad. A medio camino entre la confesión y la autoficción, el autor escribe una historia que toma impulso en el pasado y se lanza hacia lo aún no sucedido. Una búsqueda esperanzada de la alegría.
Altamente confirmada como auténtica obra maestra de la literatura mexicana del XX, «Al filo del agua» retrata de forma minuciosa la conciencia, las coordenadas mentales de un pueblo anónimo que se halla en una oscilación constante entre temor y deseo. El ritmo de estos impulsos nunca realizados, de mortificaciones constantes, está entretejido con gran maestría, registrados en «crescendo» los desasosiegos de esta tradición arraigada, anquilosada, que empieza a resquebrajarse. Dejando traslucir un inefable amor por la música, la estructura de la obra está determinada por el contrapunto magistral de tramas y personajes, donde no hay un único miembro, sino un microcosmos coral que entrelaza polifónicamente multiplicidad de destinos, canicas mezcladas que el párroco no puede terminar de controlar. De mentalidad profundamente religiosa, lo espiritual se alza como única guía del pueblo y la política brilla prácticamente por su ausencia, ya que toda influencia externa se considera nociva para el tranquilo discurrir del pueblo. Un subtítulo de la obra podría ser «crónica del encierro», particularmente duro para las almas jóvenes, anhelantes, que se marchitan y languidecen entre las sombras. Por ello se puede decir que los personajes viven en su conciencia, donde se gestan sus deseos, siempre puertas adentro, pero por fuera eternamente enlutados, melancólicos, sin haber vivido realmente, habiéndose limitado a cumplir lo que debían. Con un lenguaje innovador que tiene en su base la fórmula, el uso del latín ligado a lo moral y aliteraciones que van calando de forma progresiva, Yáñez aporta un hondo sentido estético y una respiración propia a la obra, recreando una atmósfera asfixiante, claustrofóbica y opresiva.
Tres parejas coinciden en una casa: dos chicas sin muchas luces, dos ladrones, un casado y su amante. Descubren un cadáver (el dueño, al que habían intentado robar) y la trama se complica en un pastiche del 'género negro'. La ladrona, finalmente, deduce que su compañero es el asesino.
Una obra que reúne todo el sentido y la emoción de haber vivido durante un instante, y retener, por medio de la literatura, aquel momento en la memoria. Guillermo Fadanelli regresa a ocupar un lugar destacado en las letras mexicanas. Una novela de aprendizaje sobre las vicisitudes de un grupo de adolescentes en la época de más optimismo económico en México. Al terminar el tramo sur de la avenida Periférico a mediados de los años setenta, la ciudad cerraba sus puertas y un lugar despoblado comenzaba a formarse. En ese límite empezaron a ocuparse novísimas residencias con grupos de familias tocadas por la nueva realidad económica del país. En este ambiente de nuevos ricos, Guillermo llega a su hogar con un importante complejo de inferioridad. Pronto hace nuevas relaciones y asimila aquellos que a su edad convierte a su grupo de amigos en estúpido insolentes y desvergonzados sin una guía de supervivencia másque la necesidad sexual. En palabras de su autor:Cuando terminé de escribir Al final del periférico descubrí que después de ir y venir por la literatura había logrado encontrar una voz que uniera memoria y libertad de escritura , con el desasosiego propio del vivir. Uno siempre es niño y después se muere, me convenzo a mí mismo. Y ahora descubro que intentaba -acaso de manera inconsciente- reunir en una obra todo el sentido y la emoción de haber vivido durante un instante, y retener, por medio de la literatura, aquel momento en la memoria. No he guardado nada bajo la cama y si esta novela, que pasó sobre de mí como un relámpago, posee alguna virtud o valor es la de reconocer que la vida sucede en buena medida sin nuestra intervención. Los adolescentes que se congregaron al final del periférico a mediados de los años setenta, mis amigos, acompañados de su gracia, inocencia y crueldad naturales ríen y se preguntan: 'Willy, ¿un escritor? ¿Qué carajos es eso?'.
Doris Lessing ha querido rendir un homenaje a sus padres, imaginando qué hubiera sido de su vida si la Primera Guerra Mundial no hubiese truncado el porvenir de la joven pareja. El peso del conflicto fue como un castigo que planeó sobre la pequeña Doris desde su infancia,“Aquí estoy intentando escapar de esta monstruosa herencia, intentando ser libre”, escribe la autora. Para conseguirlo, en la primera parte del libro Lessing inventa para sus padres una vida donde no hubiera existido la guerra, y en la segunda cuenta cómo fue su vida en realidad, primero en Inglaterra y luego en África, intercalando en las páginas del texto unas viejas fotos familiares.
Algo alrededor de tu cuello es un conjunto de cuentos, sí. Pero mejor sería decir que son doce episodios de una misma historia. La identidad de sus protagonistas, con nombres como Nkem, Chika, Kamara o Chinaza es el de una joven nigeriana a veces residente en Lagos, a veces en Boston, que rara vez se atreve a decir la palabra justa en el momento adecuado, aunque la tenga al borde de sus labios. Es progresista, rebelde, atea aunque a escondidas y, por sobre todo, extremadamente observadora. Con ellas conocemos la cárcel de un barrio sin ley de las afueras de una metrópoli nigeriana. O la convivencia tras la boda concertada entre un médico nigeriano en Nueva York y una aterrada huérfana recién llegada al Nuevo Mundo. O bien la cola de desventurados frente a la Embajada estadounidense en Abuja, esperando que se abra la enorme verja para convencer a algún funcionario su necesidad de obtener esa maldita Green Card… Y así, esta chica de pelo «como de relleno de almohada» construye un robusto puente con hojas de palma y desechos plásticos de fast food entre la Nigeria añorada y la América aplastante, con una hechizante capacidad para clavarnos el estilete cuando uno menos se lo espera.
En este impresionante «tour de force» narrativo, Margaret Atwood nos invita a compartir la vida íntima de una de las figuras femeninas más populares del siglo XIX en el Canadá. Una obra coral que se adentra en las complejidades y pulsiones del alma humana y reconstruye con fidelidad y maestría los claroscuros y las paradojas de la sociedad decimonónica. Una historia subyugante, en la que la imagen de los quilts, telas de retazos, simboliza de forma certera la multiplicidad de caras de Alias Grace y las verdades que ésta ejemplifica. En julio de 1843, Grace Marks, de dieciséis años, es declarada cómplice de participar en los asesinatos de Thomas Kinnear, a cuyo servicio trabajaba como sirvienta, y de Nancy Montgomery, ama de llaves y amante de Kinnear, y condenada finalmente a cadena perpetua. En la conmoción causada por estos hechos terribles, hay división de pareceres: unos consideran a la mujer inocente, mientras que otros sostienen que es una persona malvada o, tal vez, que ha perdido la razón; por su parte, Grace insiste en que no recuerda nada de lo sucedido. Años más tarde, un grupo de reformistas y espiritistas que pretende obtener el indulto de la muchacha contrata al doctor Simon Jordan, una eminencia en el floreciente campo de la psicopatía. A partir de las nuevas técnicas empleadas en Europa, el joven médico entrevista a la reclusa, quien le relata los pormenores de su historia, desde su infancia en Irlanda y sus años de pobreza y marginalidad en el Canadá Occidental, acercándose poco a poco al momento que asegura no recordar. En su empeño para interpretar la confesión de Grace, el doctor Jordan irá desvelando los luctuosos sucesos de aquel día y dictaminará si Grace Marks es en verdad una «femme fatale» o, simplemente, una víctima de las circunstancias y los prejuicios sociales dominantes.
En la anterior producción de Carmen Kurtz, vemos que las cuatro obras que preceden a la presente Duermen bajo las aguas (Premio Ciudad de Barcelona 1954), La vieja ley, El desconocido (Premio Editorial Planeta 1956), y Detrás de la piedra , tienen por los problemas vitales una raíz común de preocupación que podría definir a la autora.
Al lado del hombre es la progresión del camino literario trazado, desde el principio, por Carmen Kurtz. En esta interesante novela, cuyos dos únicos personajes crean a su alrededor un mundo vivido en sus recuerdos o imaginado en las vidas de los que casualmente los acompañan, encontramos el mismo afán de conocimiento, la misma ansia de verdad vital en cuya búsqueda la protagonista Carla Cebrián, irá lo más lejos posible.
Los protagonistas de Carmen Kurtz pertenecen siempre a un estrato social perfectamente conocido por la autora. Su lenguaje, sus preocupaciones y sus actos son determinativos de una clase condenada a pensar y, por lo mismo, con más tendencia a la soledad que otras.
Carla Cebrián hablará de su ausencia de drama sin satisfacción y ansiará realizarlo aun a costa de futuros sufrimientos. El sacrificio de lo que ella cree que no es importante , en busca de su realización, no será precipitado ni tampoco pospuesto al encontrarse frente a quien considera la persona propicia para tal conocimiento.
En su lenguaje y en su estilo, Carmen Kurtz no ha buscado jamás otra fórmula que la claridad. La técnica introspectiva utilizada durante todo el libro y puesta al servicio de los dos protagonistas, cede paso al relato en cuanto Carla Cebrián quiere explicar sus razones, y lo que podría ser novela de recuerdos no es más que simple referencia extractada y sintetizada hasta el límite.
La concisión y el ajuste total de los términos son otras tantas formas de expresión a las que la autora de Al lado del hombre ha sido siempre fiel, aumentando el vigor del relato que arrastra al lector desde el principio en las primeras horas de la mañana hasta el final nocturno, con el máximo apasionamiento.
Daniel es un joven de origen humilde y gran inteligencia que ha sido golpeado en su niñez por la dureza de la vida en las cuencas mineras del norte de España. Inesperadamente, se embarca en un involuntario viaje de descubrimiento y crecimiento personal que le llevará a conocer de primera mano lo mejor y lo peor de la esencia del ser humano a través de su interacción con una pléyade de personajes secundarios que moldearán su carácter, paso a paso, hasta convertirle en un hombre nuevo que toma las riendas de su vida y la encamina a un inesperado y moralmente cuestionable clímax. 'All in' es una fabulosa historia coral con ricos personajes que hacen su particular descenso a los infiernos en un mundo de extremos en el que nada es lo que parece. Amor, odio, pasión, ira, miedo; todos los sentimientos humanos tienen cabida en esta historia de venganza en la que el lector es obligado a replantearse continuamente su posición ante los dilemas morales que se plantean a cada paso.
Año mil novecientos sesenta y séis, en la localidad de Alicante. Allí los jóvenes bailan y se divierten en sus guateques; fiestas en casas en qué la música y el baile son los protagonistas principales. Los llaman la generación ye-yé. Un chico y una chica se conocen en una de aquellas fiestas: ella demasiado joven y alocada, él cuatro años mayor y totalmente embelesado por ella. Año dos mil once, un hombre de sesenta y cuatro años vive en el hogar que tantos recuerdos lleva grabados, tantos recuerdos de ella. El tiempo no todo lo cura, pues con el paso de los días cada vez se siente más solo y sin rumbo, intentándose aferrar a su familia y a la vida que tuvieron.