Carl Jung leyó la novela «Ulises», de James Joyce, y después escribió un amargo ensayo sobre su experiencia con esta obra. Escribió, por una parte, un excéntrico análisis junguiano de la novela y, por otra, un panorama emocional de su experiencia como lector, del enfado y el desconcierto que le produjo su esforzada lectura de «Ulises». El homenaje de Jung a Joyce es oscuro, pero conmovedor: el psiquiatra que sienta a la obra en el diván, y la encuentra psicótica, esquizofrénica, loca y a pesar de esto, o quizá por esto, la da de alta, la envía de vuelta con sus lectores, certifica que lejos de ahogarse, puede nadar.
Francisco Umbral se entrega gozosamente en este libro a la recreación humana e intelectual de una amplia gama de literatos y artistas, hombres perennes de la cultura europea, en una serie de retratos ajenos a todo dogmatismo. Retratos irónicos, líricos y deliciosamente anecdóticos que nos hablan del pelo verde de Baudelaire, el gatillazo de Stendhal, los pecados de Clarín, la cocinera de Proust, la oreja de Van Gogh, el novio de Oscar Wilde, el surrealismo burgués de Magritte o las ligas de Madame Bovary. Un recorrido repleto de grandes figuras, figurones y fetiches literarios del autor, en el que no faltan Kafka, Cocteau, Dalí, Dora Maar, Kipling, Joyce, Virginia Woolf, Simenon, Sartre, Juan Ramón Jiménez, Graham Greene, Eugenio D’Ors, Pla, Cela o Saramago. Con estos perfiles el autor no pretende sentar cátedra ni convertir la literatura en un campeonato, sino que opta por convivir irónica y educadamente con los monstruos que tanto amamos y con las «monstruas» que habitualmente les dieran sol y les hicieran sombra. Un libro espléndido en el que Umbral muestra sus secretas pasiones literarias y traza un heterodoxo mapa cultural de Europa.
Después de escribir Yo confieso, novela de gran éxito nacional e internacional, Jaume Cabré reflexiona sobre el hecho de escribir, de leer, de crear, de vivir abierto al misterio de la vida y del mundo. Las incertidumbres parte de los interrogantes de un creador y un hombre de cultura inquieto y acaba siendo una larga conversación íntima con el lector, que se convierte en cómplice de unas experiencias que le enriquecen y transforman.
Los cuentos de hadas no son sólo para niños, como sabe cualquiera que haya leído a J.R.R. Tolkien. En el ensayo Sobre los cuentos de hadas, Tolkien describe la naturaleza de los cuentos y relatos fantásticos y discute las opiniones de los académicos y de aquellos que los relegan al dominio de la juvenilia; el libro incluye uno de los primeros cuentos de Tolkien, Hoja de Niggle. Escritas en el período (1938-1939) en que El Señor de los Anillos empezaba a desarrollarse, estas dos obras muestran la maestría y la inteligencia de Tolkien en el arte de la sub-creación, el poder de dar a la fantasía la interna consistencia de la realidad. En esta nueva edición se publica por vez primera el poema Mitopoeia (el hacedor de mitos), en el que el autor Filomito; amador de mitos, confunde las opiniones de Misomito, enemigo de mitos.