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Tus libros 60. El expediente 113 (Ilustrado), de Émile Gaboriau

Novela, Policial

Nadie sabe qué habría hecho el juez con el expediente 113, de no ser por la habilidad del inspector Lecoq y su capacidad de disfrazarse. De la caja fuerte del banquero Fauvel habían desaparecido 350.000 francos: sólo Fauvel y el cajero Prosper conocían la combinación de aquella caja concebida a prueba de ladrones: sólo ellos tenían una llave. Pero un leve rasguño en la puerta desata la imaginación de Lecoq, que descubre un turbio pasado de amor y odio, chantaje y asesinato. Era la época en que la novela policiaca todavía estaba contaminada por el folletín, pero la figura de Lecoq facilitaría la aparición de Sherlock Holmes.


Tus libros 61. Tartarín en los Alpes (Ilustrado), de Alphonse Daudet

Novela, Aventuras, Sátira, Juvenil

Aprovechando el éxito obtenido por «Tartarín de Tarascón», emprendió Daudet la tarea de hacerlo escalador alpino y casi cómplice de una decimonónica aventura terrorista. Siempre se ha dicho que nunca segundas partes fueron buenas, pero también es verdad que no siempre el tópico se cumple. Si en la primera parte quedó definido de forma inigualable el prototipo, en esta la acción es mucho más viva y variada. «A nuestro juicio —afirma J. M. Valverde—, aunque la figura de Tartarín haya encontrado la inmortalidad vestido de turco y con un par de carabinas para cazar leones, su mejor realización literaria está en la segunda parte».


Tus libros 64. Quo Vadis? (ilustrado), de Henryk Sienkiewicz

Histórico, Novela

Roma, Nerón, Petronio, las persecuciones de los cristianos, el nacimiento de la Iglesia: Quo vadis? En los héroes de esta novela personificó Sienkiewicz a su pueblo sojuzgado, y en «Barba de Bronce», la bota opresora que aplastaba a sus compatriotas. Pero el atractivo de la obra reside en la fuerza de sus personajes, en la habilidad y verosimilitud de su reconstrucción histórica, en la violencia y el drama de sus pasiones, más que en cualquier mensaje doctrinal. Petronio es un ejemplo admirable de creación novelística, y Nerón, aunque caricaturizado, ha servido de modelo a todas las versiones cinematográficas.


Tus libros 65. La piedra angular (Ilustrado), de Emilia Pardo Bazán

Drama, Juvenil, Novela

Arturito Cáñamo, alias Siete Patíbulos, con su apellido evocador de horca, se escandalizaba un día de que quisieran tocarle «(¡horror causa el decirlo!) la piedra angular de la sociedad, abolir la última pena». Con este título Pardo Bazán abordó un tema candente de la época, insistiendo en el verdugo como figura social, y en el hijo del verdugo como víctima de la misma institución. De paso toca el tema de la tortura, que desgraciadamente no ha perdido actualidad: «La idea de que el acusado es torturable no se ha extinguido ni mucho menos», dice. Esta frase, cien años después, debería causar sonrojo al menos.


Tus libros 74. El oro (Ilustrado), de Blaise Cendrars

Aventuras, Juvenil, Novela

La maravillosa historia del general Johann August Suter.Esta novela narra la asombrosa aventura del general Johann August Suter, que, siendo el hombre más rico del mundo, se arruinó al descubrirse oro en sus tierras. «Historia maravillosa -dice el propio Cendrars- que, de repente, empecé a podar y a aligerar para así transformarla en una historia verdadera, un relato que escribí enteramente en presente de indicativo, uno de los cinco modos del verbo que expresa el estado, la existencia o la acción de manera cierta, posotiva, absoluta». El oro es para Philippe Soupault «una obra maestra», y su estructura, tan decisiva que «marca un hito en la literatura francesa».


Tus libros 78. El prisionero de Zenda (Ilustrado), de Anthony Hope

Novela, Aventuras, Juvenil

Ruritania es un país que un día tuvo problemas a la hora de coronar a su rey. Tal es el punto de partida de El prisionero de Zenda y el origen de las novelas «ruritanias», cuyos ingredientes consisten en aventuras románticas y trepidantes, plagadas de intrigas y traiciones y ambientadas en países imaginarios. Su éxito fue fulminante. El propio Hope comentaría años después que la idea base de su novela es el viejo tema de la confusión de identidad, pero con dos variantes que habían cautivado al público: «la realeza y el pelo rojo; la primera es una baza segura y su combinación con la segunda añadía un toque de novedad».


Tus libros 80. Los tigres de Mompracem (Ilustrado), de Emilio Salgari

Novela, Aventuras, Juvenil

Sandokán era «alto, esbelto, de fuerte musculatura, con rasgos enérgicos, varoniles, fieros y de una extraña belleza». Salgari, en cambio, medía poco más de uno cincuenta, aunque aprendió esgrima y se batió en duelo. Sandokán recorrió los mares la Malasia, mientras Salgari, amarrado a su coja mesita de trabajo, jamás piso un prao. El «padre de los héroes» se proyectó en ellos jugando a los piratas en sus libros. Años después Cesare Pavese le dedicaba un nostágico recuerdo: «¡Cuánto tiempo ha pasado desde que jugaba a los piratas malayos…! Otros días, otros juegos, otras sacudidas de la sangre frente a rivales más evasivos: los pensamientos y los sueños…».


Tus libros 81. El Círculo Carmesí (Ilustrado), de Edgar Wallace

Intriga, Juvenil, Policial, Novela

Edgar Wallace, el prolífico autor inglés, plantea en esta novela el negativo de Los cuatro hombres justos: la organización secreta conocida como «el Círculo Carmesí» ha sido creada exclusivamente para el mal. Su ingenio diabólico y su eficacia al parecer omnipotente desafían y atemorizan a la sociedad. El lector se ve internado en un inextricable laberinto de sospechas, que se desplazan sobre los distintos personajes a medida que cada sospechoso va demostrando su inocencia. El resultado es una carrera de inteligencia entre novelista y lector, que podrá resolver o no el crucigrama, pero que sin duda no quedará defraudado.


Tus libros 82. El tulipán negro (ilustrado Tus Libros), de Alexandre Dumas

Novela, Aventuras, Drama, Romántico

Dumas, hijo de una viuda pobre y de un general forzudo, mimado, indómito, soñador, aprendió a leer y a escribir, nada de aritmética y un poco de latín con el cura del pueblo. Con esas bases, su pasión por Shakespeare y sus abundantísimas lecturas, consiguió llenar más teatros que Victor Hugo y más lectores que cualquier otro novelista. Porque Dumas sabía jugar con el lector como ninguno y ganárselo a fuerza de hacerle sufrir con sus intrigas. Y, aunque es cierto que El tulipán negro no es El conde de Montecristo, basta para comprender por qué dijo Maurois que Dumas es «el más grande narrador de todos los tiempos y de todos los países».


Tus libros 87. Los tres mosqueteros (ilustrado), de Alexandre Dumas

Aventuras, Novela

Aprovechando el auge de la novela histórica, las aportaciones eruditas del historiador Auguste Maquet y su propia capacidad de fabulación, tejió Dumas la peripecia de Los tres mosqueteros —que en realidad son cuatro—, ambientándola en el reinado de Luis XIII con el trasfondo de las maniobras palaciegas del todopoderoso Richelieu.Dumas, que sabía manejar como nadie el diálogo y los golpes de efecto, sin cuidarse de inexactitudes ni anacronismos, confeccionó una historia trepidante de amores, aventuras, intrigas y cinismo, encarnada en unos personajes que han pasado a ser paradigma del amor, la perversidad y el heroísmo.


Tus libros 90. El sabueso de los Baskerville (ilustrado), de Arthur Conan Doyle

Intriga, Policial, Novela

Los escalofriantes aullidos del perro más célebre de la literatura inglesa comenzaron a oírse en agosto de 1901. Por entonces aparecieron obras de H. G. Wells, de Kipling, de Yeats, de H. James, de Conrad, de Hardy. Ninguna pudo eclipsar el triunfo de El sabueso… Conan Doyle había escrito otras dos novelas y escribiría una cuarta, pero se perdía en explicaciones suplementarias que hacían exclamar a Holmes, como a don Quijote: «No sé qué le movió al autor a valerse de novelas y cuentos ajenos, habiendo tanto que escribir en los míos». Aquí, en cambio, supo mantener la tensión desde el primero al último capítulo. Holmes, muerto ocho años atrás, volvía a ser Holmes.


Tus libros 91. Los últimos días de Pompeya (Ilustrado), de Edward George Bulwer-Lytton

Drama, Histórico, Novela

En el año 79 de nuestra era una terrible erupción del Vesubio destruyó las inolvidables ciudades de Pompeya y Herculano. Sobre este telón de fondo, que Bulwer-Lytton conoció in situ durante las excavaciones realizadas, el autor situó la historia de aquella ciudad alegre y confiada, con sus amores y sus odios, sus pequeñas intrigas, juegos, costumbres y diversiones. Y, aunque Flaubert —que también había escrito Salambó— aseguraba que «las novelas históricas solo son tolerables porque nos enseñan historia», el lector comprobará que, aun sintiéndose conmovido por lo que el volcán se llevó, con historia o sin historia, se sentirá atrapado por el destino de sus personajes.


Tus libros 92. Las alegres aventuras de Robin Hood (ilustrado), de Howard Pyle

Aventuras, Novela

El Diccionario de Biografías Nacionales de Sidney Lee dedica todo un artículo a demostrar la inexistencia de Robin Hood. Pocos héroes literarios han merecido tal honor. Pese a los desvelos de Lee, Robin Hood ha seguido cabalgando y disparando flechas por las páginas de la literatura de aventuras.Pyle, seducido por el personaje, no se conformó con pintarlo, sino que quiso reescribirlo. Y así surgieron las alegres aventuras de este nuevo Robin Hood, que en la pluma de Howard Pyle no es tanto un bandido generoso, rebelde y sajón, cuanto un ladrón simpático, astuto, pendenciero y algo fanfarrón, que hará sin duda las delicias de cualquier lector.


Tus libros 95. Oliver Twist (ilustrado), de Charles Dickens

Aventuras, Drama, Novela

Entre 1837 y 1838 publicaba Dickens la melodramática historia de Oliver Twist, un huérfano perdido en los bajos fondos londinenses. Como era habitual en él, pretendía conferir a la novela una carga social y revulsiva, que impidiera la idealización romántica del delincuente, al tiempo que reprochaba a la sociedad de su tiempo la responsabilidad en la creación de condiciones ideales para la aparición de la delincuencia. Sin duda se le fue la mano en su utilización de estereotipos y caricaturas. Pero Dickens sabía sacar del defecto virtud. Y así, aunque «debería ser un mal escritor —como diría Forster—, en realidad es uno de los más grandes».


Tus libros 98. La isla del Dr. Moreau (Ilustrado), de H. G. Wells

Novela, Ciencia ficción

Wells, personalidad ecléctica y nada inmovilista, que tan pronto se entusiasmaba por una idea o una persona como todo lo contrario; amigo de James, de Conrad o de Crane; pacifista y partidario del desarme, socialista utópico y viajero infatigable, publicó en 1896 este «grotesco teológico», por utilizar sus palabras. Quizá en ninguna otra obra anida una sátira tan amarga y despiadada como en ésta. Al dibujar los «humanimales» de la isla, tan increíbles como psicológicamente verosímiles, Wells hizo una cruel comparación con las leyes y principios morales de su tiempo, de la que los humanos no pudieron sentirse precisamente orgullosos.


Tus libros 99. El conde de Montecristo I (ilustrado), de Alexandre Dumas

Aventuras, Drama, Novela

Don Quijote no llegó a leer El Conde de Montecristo. Fue una lástima, porque le hubiera colmado las medidas. No hay novela de caballería que pueda ofrecer lo que esta sólida novela de aventuras. Naufragios, fugas, ejecuciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, suplantaciones de personalidad, un niño enterrado vivo, una joven resucitada, catacumbas, contrabandistas, bandoleros, tesoros, amoríos, reveses de fortuna, golpes de teatro, todo para crear una atmósfera irreal, extraordinaria, fantástica, a la medida del superhombre que se mueve en ella. Y todo ello arropado en una novela de costumbres, digna de medirse con las contemporáneas de Balzac.


Tus libros 100. El conde de Montecristo II (ilustrado), de Alexandre Dumas

Aventuras, Drama, Novela

Pero El Conde de Montecristo no es sólo una novela de aventuras. Toda la obra gira en torno a una idea moral: el mal debe ser castigado. Una cuestión que preocupa a la humanidad desde la ley mosaica, la Ilíada y Orestes. El conde, desde esa altura que le da la sabiduría, la riqueza y el manejo de los hilos de la trama, se erige en «la mano de Dios», para repartir premios y castigos. A veces, cuando hace milagros para salvar al justo de la muerte, el lector se sobrecoge de emoción. Otras, cuando asesta los implacables hachazos de la venganza, nos sentimos estremecidos y hasta el mismo conde duda. Si Dumas hubiera sido Shakespeare, Dantès podría haber sido Hamlet.


Tus libros 102. Colmillo Blanco (Ilustrado), de Jack London

Novela, Aventuras, Juvenil

Esta novela es casi la historia de una degradación. Rousseau decía del hombre que nace naturalmente bueno y se pervierte al contacto con la sociedad. London lo aplica al mundo del animal. Colmillo Blanco, el perro-lobo salvaje que no conoce más leyes que las de la naturaleza, irá agudizando sus instintos de ferocidad o violencia a imagen y semejanza de sus dioses: los hombres. «Si el lobezno hubiera pensado como los hombres —dice London—, habría calificado la vida como un voraz apetito, y el mundo como un caos gobernado por la suerte, la impiedad y el azar en un proceso sin fin». Por fortuna, Colmillo Blanco encontró al «señor del amor», siquiera al borde de la muerte.


Tus libros 106. Crimen y castigo (ilustrado), de Fiódor Dostoyevski

Novela, Drama

Un día el estudiante Raskólnikov llego a la conclusión de que un piojo «inútil y dañino» como la vieja usurera no merecía vivir y que el hombre superior y clarividente, situado por encima del bien y del mal tenía derecho a aplastarla. Pero tras caer el hacha, surgieron las interrogaciones. Con este tema y un aluvión de personajes y materiales policíacos folletinescos, filosóficos y hasta bíblicos, construyó Dostoievsky una apasionante y opresiva novela sinfónica en cuatro movimientos —tentación, caída, castigo y arrepentimiento—, cuya influencia llegaría hasta la filosofía nietzscheana. Por algo dijo Nietzsche que Dostoievski era el único que le había enseñado algo en psicología.


Tus libros 107. El castillo de Otranto (ilustrado), de Horace Walpole

Novela, Terror

Bécquer concluía El beso con un inmóvil guerrero que, de una espantosa bofetada de su guantelete de piedra, derribaba al sacrílego que intentó besar la estatua de su esposa. En El castillo de Otranto también Walpole introduce una gigantesca mano enguantada de hierro, y un gigantesco yelmo que interrumpe unas bodas aplastando al novio, y un gigantesco espectro que a fuerza de crecer no cabe en el castillo y lo derrumba. Y, en medio, envenenamientos, usurpaciones, repudios, raptos, cárceles, conventos y asesinatos equivocados. Pese a su brevedad, todo es desmesurado en esta obra, que sin embargo mereció iniciar un género tan estimulante como el de la novela gótica.