King Hogan, el capataz del rancho B-14, no se sentía muy satisfecho con el telegrama que acababa de recibir, fechado en Mandan, por Susan Bixby, dueña ahora de la hacienda desde la muerte de su tío, acaecida hacía poco más de tres meses. Al morir Charles Bixby, resultó que la heredera de su hacienda y fortuna era su sobrina Susan, una muchacha que habitaba en Mandan, donde ejercía la misión de regentar un hospital como jefe de enfermeras.
Terminaba el invierno, la primavera aún no había empezado a dar muestras de su poder fecundador sobre el paisaje, pero ya se advertía su próxima llegada. Los días eran más largos, las temperaturas menos ásperas y, en algunos lugares, la hierba empezaba a asomar tímidamente a ras de tierra. En Independence, pueblo fronterizo de Kansas, lugar donde se organizaban la mayor parte de las caravanas que partían hacia el Oeste, se había formado una de tantas compuesta de unas ochenta carretas, lo mejor pertrechadas posible.
Eran aproximadamente las doce de la noche cuando Henry Bond, con un gesto sombrío y una laxitud de nervios tremenda, se entregaba a la tarea de cerrar la cantina, mientras Odile, su mujer, no menos tensa que él, recogía el servicio y se disponía a ponerlo en orden. La cantina estaba situada a no mucha distancia de la estación de Santa Rosa, en el estado de Nuevo México. El lugar, si no muy importante en vecindario, si lo era en su sistema ferroviario, ya que en dicho poblado se cruzaban cuatro líneas muy importantes, pues desde allí se podía viajar a cualquier ciudad del Estado, porque los cuatro ramales que partían de allí formaban una estrella de cuatro puntas diagonales, estratégicamente situadas. El poblado más importante y más próximo a Santa Rosa era Tucumcary, pero lo mismo se podía ir desde allí a Las Vegas, Santa Fe, Alburquerque, Roswell, que a las diversas divisorias.
Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.
Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.
El sheriff de Fox, en las márgenes del río Hore Silverton en el sudoeste de Montana, detuvo su caballo a una distancia prudencial de la cabaña de Paul Hooker y desenfundando el revólver, lo ocultó en la palma de su ancha mano, y luego avanzó con precaución. La misión que le llevaba a la cabaña de Hooker no era muy agradable, sobre todo teniendo en cuenta que Hooker era una persona decente, honrada y muy estimada por todo el vecindario, pero su deber estaba por encima de todo sentimentalismo, y tenía que cumplirlo. Su misión era la de detener a Ross, el hijo de Paul, a quien se le acusaba de haber herido gravemente a un individuo en una taberna de un poblado próximo.
El Estado de Colorado cuenta entre otras ciudades famosas con una que es su capital, Denver, y Denver nació a la vida ciudadana por uno de esos caprichos de la Naturaleza: el oro y la plata. Esto sucedió en 1858 y hasta entonces, Colorado había sido una región desolada. Lo que hoy es este Estado, perteneció a la colonia española que en los siglos XVIII y XIX abarcaba lo que hoy representa el tercio occidental del Estado. La parte sudeste fue incorporada a América del Norte en 1845, al mismo tiempo que Texas, y en virtud del tratado que dio fin a la guerra con México en 1848, toda la región pasó a ser territorio norteamericano.
Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.
Al The Monitor de San Francisco, llegaban de vez en vez noticias fragmentarias o poco precisas de grandes acontecimientos que se estaban desarrollando en la parte central de Texas, con motivo, al parecer, de haberse abierto una importante ruta de ganado que partiendo de San Antonio, tomaba la ruta norte para ir a parar a Abilene, un poblado oscuro y casi mísero poco tiempo atrás, y que ahora se estaba convirtiendo en el centro de atracción y, sobre todo, en un poblado tumultuoso en el que el ganado, los vaqueros, los agiotistas, los tahúres y los fuera de la ley, formaban una amalgama digna de ser estudiada viviéndola en su propia salsa. Y como este género de noticias y reportajes eran la especialidad de The Monitor, periódico sensacionalista cuyo público morboso exigía hechos violentos y reportajes fantásticos, el director, que aunque hasta el momento no había cultivado el sensacionalismo de la ganadería y los cowboys, entendió que sería un éxito de venta cultivar aquel género, pero no a través de inflar telegramas o rumores que llegaban hasta él, sino vividos en su propio ambiente, escritos por quien pudiera dar fe de verdad de cuanto el periódico publicara, por haber sido testigo presencial de los hechos viviendo las consecuentes aventuras que se producían en aquellas latitudes.
Abrió la mujer del doctor. El que había llamado era un hombre joven, bien parecido, que vestía de vaquero. —¿Aquí tienen a un averiado del rodeo que se efectuó en este pueblo hace unos días? La ligereza con que lo preguntaba sorprendió a la mujer. —¿Cómo ha dicho? El vaquero sonrió. —Perdone… Me refiero a uno que se hirió en la monta de potros… Llegué ayer al pueblo y enseguida salí hacia el rancho del señor Fedder. Tenía que comprarle unos sementales de vacuno y me he enredado seleccionando potros… Allí me han dicho lo que ocurrió en el rodeo. ¿Puedo ver a ese joven?
Todo el mundo ha oído hablar del célebre Union Pacific que une la nación norteamericana de Este a Oeste en una extensión de varios miles de millas, pero no todo el mundo sabe las fatigas, las intrigas, los intereses creados que se mezclaron en el proyecto y en el tendido, hasta verlo culminar en una hermosa y útil realidad que estuvo a punto de malograrse pese a la férrea voluntad de un hombre de bien, que puso su inteligencia, su voluntad y cuanto se podía poner sin egoísmos personales al servicio de esta grandiosa obra. Este hombre fue el célebre general Dodge, a quien el presidente Lincoln nombró ingeniero jefe de la línea, conociendo sobradamente las aptitudes y la honradez del aludido general.
Ni siquiera con el gesto saludaron al administrador del hotel. Los tres individuos daban la impresión de estar pisando terreno sometido. Uno se acercó al mostrador y cogió el libro donde figuraban los huéspedes. En seguida encontró el nombre que buscaba: Belk Landay. —Ocupa la ocho —dijo a los dos compinches.
La pequeña pero temible cuadrilla de Art Morris, más conocido por el sobrenombre de Seis Dedos, pues la naturaleza le había dotado de uno extra en su mano derecha, penetró suave y tranquilamente en el poblado. Los caballos presentaban un estado lamentable debido al polvo y al barro que portaban, señal de que habían galopado por lugares difíciles, y los jinetes también presentaban señales inequívocas de haber pasado por momentos poco tranquilos. Los cinco miembros de la cuadrilla eran tipos impresionantes y no porque todos fuesen grandes y gruesos, ya que en realidad el único que podía ser considerado como un regular gigante era Art, el jefe; los demás eran tipos normales en cuanto a estatura y peso: oscilaban entre las ciento cincuenta libras y su estatura alcanzaría el metro ochenta.
La carreta y las bestias quedaban a unos ochenta metros de distancia, junto al camino, que pasaba algo apartado del río. Pronto pudieron oírse las risas y las bromas de los bañistas, que se divertían alegremente echándose agua unos a otros. El río de aguas claras y transparentes, alcanzaba en aquel lugar una profundidad media de un metro.
Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.
Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.
Albert Dorsey se preguntaba, atónito y horrorizado de sí mismo: “¿De dónde puede salir tanto disimulo? Se encontraba en uno de los momentos que consideraba más difíciles de su ajetreada vida. Y no por el cansancio de tantos días de cabalgar de un lado a otro, unido a aquel grupo de individuos. Cuando pidieron a Albert que se uniera a ellos, el jefe de la pandilla, John Leach, pareció sincero: —Nuestra misión es provocar estampidas… De vez en cuando, asaltar algún transporte de mineral. Te hablo muy claro porque sé que puedo hacerlo contigo. No vamos a perjudicar a gente que merece respeto. Atacaremos a cuadrillas que obedecen a una organización dedicada al robo.
Lie GRANGER no realizó ninguna buena acción al abandonar a su mujer y su hijo para buscar oro en Californio, a donde nadie le había llamado Lie sabía que, de los que emprendían aquel camino, lo mitad volvían ricos, y la mitad muertos. Y él, claro está, soñaba con engrosar el número de los ricos. Pero engrosó el de los muertos.
Ningún lector se sorprenderá ante esto, pues es sabido, que entre los fiebres y epidemias de la Humanidad, lo del oro, ha sido una de los que más víctimas ha causado. Pero que fuesen los propios compañeros de Lie los que matasen a éste ya no es tan frecuente. Y lo es menos que, años más tarde, su hijo supiese los nombres de aquellos dos asesinos.
DOS TENIAN QUE MORIR: Estas palabras pasaron a resumir la vida del joven Granger a partir de aquel momento. Sus pistolas siguieron implacables el rastro y todo su anhelo consistió ya en encontrar a la distancio del tiro, y sin obstáculos de por medio, a los dos que TENIAN QUE MORIR