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Bolsilibros - Ases del Oeste 588. El rescoldo de una hoguera, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

La Guerra de Secesión había terminado. Tras tres interminables años de lucha entre un sentimentalismo humano y un egoísmo mal entendido, el Norte se había impuesto al Sur aplastándole en sus aspiraciones de eternos esclavistas. Los hombres generosos que entendían que la opresión del hombre contra el hombre, no tenía razón de ser, habían triunfado tras un derroche de sangre y de oro que costaría mucho tiempo y muchos sacrificios enjugar, pero se sentían contentos del triunfo, porque éste les recordaba la iniciación de su propia independencia. Ellos habían luchado muchos años antes por emanciparse de un yugo tiránico que entendían no tener razón de ser y quizá por este mismo recuerdo habían luchado altruistamente por la libertad de los negros dentro de su mismo territorio. Si ellos repudiaban una tiranía extranjera, era justo luchar contra una tiranía dentro de su propia estructura nacional. Pero este triunfo iba dejando después de la paz un sedimento de guerra difícil de resolver, sedimento que sólo el tiempo podía aquietar, pero no sin sangre.


Bolsilibros - Ases del Oeste 590. La carrera de la muerte (2ª Ed.), de Fidel Prado

Novela, Aventuras

El hotel Boston, de Saint Louis del Missouri, hallábase aquel día concurridísimo. Lugar estratégico de la zona, afluían a la tan importante ciudad toda clase de elementos a quienes sus negocios llevaban allí imperiosamente y así podían verse confundidos, madereros, traficantes en pieles, comerciantes, banqueros y hombres de negocios, algunos rancheros adinerados de aquella parte del Estado y elementos que sin actividades definidas encontraban en Saint Louis ancho campo a sus actividades y diversiones. El río era un elemento activo de tráfico y negocio, y la densidad de población un imán para los que disponían de medios de fortuna para distraerse. Quizá por esta causa la aglomeración era grande y los intereses muy encontrados. De Saint Louis partían las caravanas hacia el interior, camino del Oeste; ricas y pesadas caravanas que empleaban un tiempo precioso en sus lentísimos viajes y que por ello impedían una mayor actividad en los negocios y un más rico florecimiento de la industria.


Bolsilibros - Ases del Oeste 592. Eve, el rebelde (2ª Ed.), de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Cuando Nickson alcanzó sus oficinas se encontró sorprendido al descubrir un caballo con arreos militares trabado a la puerta y a un capitán del noveno de caballería paseando con impaciencia. El oficial, apenas descubrió al sheriff, avanzó hacia él, diciendo: —Gracias a Dios, sheriff. Llevo una hora esperándole. —Lo siento, pero estuve cumpliendo con mi deber que no es muy grato que digamos. Pase, haga el favor. Le llevó a su despacho. Allí le indicó una silla, diciendo: —¿Sucede algo, capitán, que requiera mi intervención?


Bolsilibros - Ases del Oeste 598. Un vaquero original, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Inclinado sobre el mostrador del almacén de Goliat, en Los Olivos, un pueblo bastante importante próximo a la costa salvaje, se hallaba Sol Holt. La postura de Sol, vista desde fuera, resultaba un poco ridícula, porque para acodar sus brazos en el tablero del mostrador y apoyar en las palmas de sus grandes manos el saliente y firme mentón, se había visto precisado a formar un pronunciado arco con su cuerpo, única forma de adoptar aquella postura contemplativa. Frente a él, empezando a impacientarse por la flema de Sol, se encontraba Ellen, la sobrina del dueño del almacén; una morena de estatura media, muy bien formada de cuerpo, con un óvalo perfecto de cara, unos ojos picaros y aterciopelados, velados por las grandes y rizadas pestañas y una boca pequeña, de labios carnosos y dientes iguales, que parecían perlas tras las hojas abiertas de un clavel reventón.


Bolsilibros - Ases del Oeste 599. La muerte marca la ruta, de Alex Colins

Novela, Aventuras

Fernando Alejandro Orviso Herce nació en Logroño en 1926, donde también falleció en 2007, a los 81 años.De la producción total de Fernando Orviso Herce, la mitad de los libros son historias de vaqueros e indios. De las novelas que se sintió menos satisfecho fueron las románticas, de las que solo escribió tres títulos. A partir de 1960 comenzó a escribir novelas policíacas y, ya de forma tardía, a partir de 1972, historias de terror. Orviso trabajó, sobre todo, para la editorial madrileña Rollán y, posteriormente, con la heredera de los fondos de ésta, Andina, que reeditó buena parte de los libros de Fred Hercey. También publicó con la poderosa Bruguera (un total de 82 títulos, como Alex Colins), y, de forma más esporádica, con las editoriales Toray y Castellana.


Bolsilibros - Ases del Oeste 600. Cinco balazos, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

En la noche azul, el panorama caótico del tendido de la línea férrea se difuminaba confusamente al resplandor lunar que surgía tras la mole sombría de los montes lejanos. Todo el aparato bullicioso y atrabiliario de aquel campo ferroviario, en plena vorágine de trabajo, se aplastaba en las sombras difusas, desvaneciéndose como avergonzado del caos y la confusión que reinaba en él. Las vagonetas abandonadas, las enormes pilas de traviesas, los carriles amontonados, la piedra machacada para rellenar el firme, el herramental sin vigilancia a aquella hora del descanso nocturno, todo yacía en confuso desorden, dando la sensación de que no habría cerebro humano capaz de orientar todo aquello y sacar de aquel maremágnum algo práctico para la línea.


Bolsilibros - Ases del Oeste 602. Santa Cruz de la Esperanza, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - Ases del Oeste 603. El nordista y la rebelde, de Alf Regaldie

Novela, Aventuras

Alfonso Arizmendi Regaldie (San Cristóbal de la Laguna, Islas Canarias, (España), 1911 - Valencia (España) 2004), más conocido por el seudónimo Alf Regaldie formado con la abreviatura de su nombre y con su segundo apellido, de origen francés, aunque también utilizó el de Carlos de Monterroble. Aunque nació en la localidad canaria de San Cristóbal de la Laguna, durante la mayor parte de su vida residió en Valencia, por lo que se le puede considerar con toda justicia miembro de pleno derecho de la escuela de ciencia-ficción valenciana. Al igual que ocurrió con otros muchos contemporáneos suyos, tuvo la desgracia de verse atrapado en la vorágine de la Guerra Civil española, participando como combatiente en el bando republicano. lo que le acarreó, como es fácil suponer, serias dificultades una vez acabada la contienda, llegando a estar encarcelado por ello durante siete años.


Bolsilibros - Ases del Oeste 605. Persecución implacable, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Una gran carreta tirada por los dos recios y pacientes bueyes que la habían arrastrado más de un centenar de millas, se detuvo en lo alto de la meseta enfrentándose con la senda áspera, tortuosa, en un bravo declive que por brusco imponía respeto. Deslizarse por aquella rampa en la que el vehículo forzosamente tenía que inclinar su peso contra la yunta haciendo más comprometida su marcha, era un terrible peligro. Bertrand Woolloott, su propietario, no sólo lo comprendía así, sino que lo había estado ponderando todo el viaje, pero no existía otra solución si no quería renunciar al vehículo tan precioso para él, e incluso a todo lo que portaba. Había sido aquél un viaje impuesto por dramáticas circunstancias. Algo que el destino dispuso así como expiación a ciertas faltas de Bertrand que debía purgarlas de algún modo, aunque en realidad no merecía tan severa prueba.


Bolsilibros - Ases del Oeste 609. Ruta de sangre, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

El prólogo de los sangrientos sucesos que habían de desarrollarse dos años más tarde, a muchas millas de distancia, se inició en San Antonio y tuvo por escenario el As de Piqué, de la tumultuosa ciudad. Era la época inicial en que los hatajos emprendían la ruta de Abilene a millares, y los rebaños empezaban a lanzarse a la pradera, al principio de primavera, para estar afluyendo como un río desbordado, hasta que, ya avanzado el otoño, se secaba la hierba, los fríos y las nieves se enseñoreaban del paisaje y la ruta se hacía prácticamente impracticable para hombres y ganado. Aún las reses no se habían corrido hacia Dodge City y mucho menos, a Wichita. Eso ocurriría bastante después y la ola de invasión quedaría circunscrita al territorio de Texas.


Bolsilibros - Ases del Oeste 615. Brady el cantor, de Cliff Bradley

Novela, Aventuras

El hombre y su caballo habían venido a través de las montañas durante todo el día; y el día fue de los peores de aquel verano. Ahora estaban escalando un repecho pedregoso donde crecían algunos juníperos raquíticos mezclados a matas de salvia y manzanita. A un lado y otro, las montañas alzaban sus hoscas siluetas, arriba el cielo era de cobre azulino. El rojo sol, cansado de torturar a la tierra y sus habitantes, se disponía a esconderse hacia el lejano océano Pacífico. Un par de águilas planeaban majestuosamente allá en lo alto… El caballo era un garañón gris de gran alzada que sólo parecía tener piel y huesos. El jinete, un tipo alto, de estrechas caderas y anchos hombros, cuyas ropas demandaban otras a voz en grito. En cambio, era razonablemente nuevo su sombrero y casi nuevas sus botas tejanas de alto tacón y cuero rojo. Silla y cinto de balas eran usados, pero buenos, el rifle y el revólver parecían excelentes. A su espaldas, y sujeta por una correa de piel curtida, llevaba en bandolera, dentro de una funda, una guitarra. Todo el conjunto, hombre, caballo, armas, montura y guitarra, estaba cubierto por una capa de polvo rojizo. Al llegar al repecho, el jinete tiró de las riendas al caballo, que enderezó las orejas y se afirmó sobre las cuatro patas mientras el hombre adelantaba la cabeza con súbito interés.


Bolsilibros - Ases del Oeste 631. ¡Pánico!, de Clark Carrados

Aventuras, Novela

El pueblo estaba desierto. Strong parpadeó, de asombro al advertir que no se veía a nadie por la calle. Cabalgaba tranquilamente, al paso de su montura, examinando con ojos escrutadores los edificios que desfilaban a ambos lados de su avance. Nada, no se veía una sola alma. Y el caso era que Camp Ward no parecía una ciudad muerta, abandonada por sus moradores después de una fugaz época de prosperidad. No, todos los edificios se hallaban en buen estado y no se veían cristales rotos o cubiertos por una espesa capa de polvo. La cantina permanecía abierta de par en par. La oficina del alguacil se veía desierta. Al fondo de la calle, a unos cuatrocientos metros de distancia, se veía el antiguo fuerte que había dado su nombre al pueblo.


Bolsilibros - Ases del Oeste 634. Ganárselo a pulso, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Anaconda se había convertido en un poblado bastante importante del Oeste de Montana, por uno de esos caprichos que la suerte suele otorgar a boleo. Las minas de cobre descubiertas en Buttle, a no mucha distancia de allí, el incremento que la población minera iba adquiriendo y el hecho de haber instalado las oficinas de la más importante compañía explotadora del cobre en Anaconda, hicieron el milagro de convertir un poblado casi insignificante en un centro de importancia y movimiento, cuyo aumento de población y riqueza debía repercutir, como era lógico, en toda la vida íntima del poblado.


Bolsilibros - Ases del Oeste 641. Caprichos del destino, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

La diligencia que hacía el recorrido de Sur a Norte, para morir en los pueblos solitarios faltos de comunicación en la parte del Llano Estacado, había detenido sus sudorosos caballos ante el puesto de recambio en la plaza principal de Albuquerque. Vehículo fuerte, pero pesadísimo, de recios costillares, alta baca y ruedas enllantadas en hierro, era capaz de resistir las más duras jornadas, aunque sus ocupantes más sensibles llegasen con los huesos molidos a sus puntos de destino. El vehículo se detuvo entre un estrépito de campanillas, piafar de caballos sudorosos y maldiciones del barbudo mayoral, que, en cuanto a frases pintorescas, agresivas y malsonantes, era una verdadera enciclopedia del Oeste.


Bolsilibros - Ases del Oeste 653. La cantina, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - Ases del Oeste 656. Dos cruces en Murder Pass, de Black Moran

Aventuras, Novela

El viento soplaba con fuerza. La tormenta de arena igual podía durar un día que una semana. Ray Ewans lo sabía. Y solo le quedaba armarse de paciencia en espera de que el tiempo volviera a mejorar para poder seguir su camino. Afortunadamente, la pequeña cabaña de troncos que había encontrado en pleno desierto estaba dándole abrigo ante la inclemencia desatada sobre el llano. Pero Ray Ewans era un hombre sin prisa, sobre todo después de aquellos tres años en los que sus nervios adquirieron el temple del acero. Ahora era un hombre frío, al que muy pocas cosas en el mundo conseguían alterar. Estaba sentado en el rústico banco de madera situado en el centro de la cabaña, dejando que el cigarro se consumiera entre sus labios, cuando tuvo la impresión de que alguien hablaba en el exterior.


Bolsilibros - Ases del Oeste 657. Dos rivales de nervio, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Nadie se explicaba cómo Adele Novak poseía coraje y agallas para mantenerse en aquella endiablada zona del Humboldt, recién bautizada con el nombre de City Sol, debido a que el poblado había nacido como surgido, inopinadamente, del fondo de la tierra, a muy escasa distancia de la montaña del Sol, cuya cúspide rocosa y árida, se erguía hacia el Este, formando una sierra dentada, la cual perdíase de vista a uno y otro lado, sin que desde allí se pudiese abarcar su fin. Quizá ello se debiera a que Adele habíase establecido allí cuando aquello era un paraje, solitario, en el que merodeaban, famélicos y derrotados, un puñado de buscadores de minas sin fortuna. Adele había llegado a aquel lugar un día con su marido, un buscador joven e intrépido que, meses más tarde, moría envenenado por la picadura de una diminuta, pero terrible serpiente. Las ilusiones del minero quedaron cortadas por el veneno y Adele, viuda en plena juventud, pues apenas si frisaba en los treinta, se preguntó qué debía hacer, al verse sola en aquel paraje inhóspito y alejado, sin un hombre que cuidase de ella y le procurase lo más preciso para su subsistencia.


Bolsilibros - Ases del Oeste 670. El último de la lista, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Jack el Lobo, se vio ingratamente sorprendido cuando tras envidar alto una jugada en la que tenía en sus manos una escalera de color que le facilitaría una hermosa ganancia, oyó una voz a pocos pasos de él, que decía con acento frío y cortante: —Jack: cuando hayas recogido tus ganancias, levanta los brazos y entrégate. Te ha llegado la hora de rendir cuentas, como las han rendido casi todos tus compañeros de banda. El lobo era un hombre frisando ya en los cincuenta, de estatura media, fornido, de piernas estevadas debido a sus muchas horas diarias seguidas de cabalgar sobre la silla. Su rostro era cetrino, curtido por vientos, soles y tempestades, y por muchas noches durmiendo a la intemperie, en los riscos y en las cuevas de las más abruptas montañas. Sus ojos grises, poseían un mirar duro y agresivo, y sus labios eran gruesos y groseros. Presentaba algunas ligeras cicatrices, una en la frente y otra en una mejilla, y sus manos eran grandes, sarmentosas, pero de dedos como garfios.


Bolsilibros - Astri Caravana 1. Lanza de fuego, de Burt Winning

Aventuras, Novela

El hombre tendido en el camastro tenía barba de varias semanas, ojos hundidos, rostro cerúleo y demacrado. Sudaba a mares, consumido por la fiebre. De sus agrietados labios brotaba de vez en cuando un gemido, aunque se esforzaba por reprimirlo. Junto a él, su camarada Rennie Kilbourne, más conocido por «Sour», trataba de infundirle ánimos.


Bolsilibros - Astri Diligencia 3. Buscador de oro, de Al Barton

Aventuras, Novela

El viejo Patrick miró apenado a su mulo. El animal yacía tendido en el suelo, como si no hubiera podido soportar más el peso sobre su lomo. Sus ojos, glaucos, estaban fijos en los del veterano buscador de oro y parecían pedirle compasión. Era una expresión más humana que la de algunos individuos que se sostenían sobre los pies.
—Viejo amigo —murmuró Patrick—. Has dado todo lo que podías y llegado al fin de tu camino.
El viejo descargó al animal de su impedimenta y se lo quedó mirando, para ver si aquello le hacía reaccionar.
No fue así.