Menú



Buscar





Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 445. Color amarillo, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Relato

La vio por primera vez cuando se iba a casa a dormir y le pareció delgada, pero cuando se fijó en ella un poco más, Pedro Gandar advirtió que la sensación de delgadez era debido a su elevada estatura. La chica estaba en una esquina, cerca de un farol, pero no parecía una buscona. Tenía el pelo muy claro, corto como el de un muchacho, y los ojos grandes y oscuros. En la mano izquierda llevaba un bolso negro. Su indumentaria era breve y sencilla; hacía buen tiempo y ello permitía ligereza de atuendo. El vestido era azul claro, sin mangas y muy corto. Nada más, salvo las sandalias, sencillas y sin tacón. Pedro ya no se preocupó más por ella. Tenía otras cosas mejores en que pensar.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 449. El hombre de Cirok, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

Pseudónimo del escritor Carlos Pepió


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 450. Hombres-L, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Bien mirado, no se podía decir que «Gynt» no fuese un perro. Lo que sucedía era que no se trataba de un can corriente. «Gynt» medía casi ochenta centímetros de altura por metro y medio de largo, sin contar la cola. El pelaje era abundante y fuerte, pero no demasiado largo. En el lomo, «Gynt» tenía una estremecedora teoría de rayas de color rojo y amarillo, los flancos tendían al anaranjado y el vientre era de color blanco marfil, mientras que las patas eran de color negro. Los dientes podían hacer mella con facilidad en el acero, cuanto más en la garganta de un adversario, humano o animal. En distancias cortas podía alcanzar los ciento veinte kilómetros a la hora y si se trataba de largas etapas, podía resistir trotando cuarenta o cincuenta kilómetros antes de dar la primera señal de fatiga.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 454. Hombres del silencio, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

Los habitantes de la isla, y más que a isla se podría denominar continente a tenor de su extensa superficie, habían adquirido con respecto a sus congéneres del mismo planeta un inverosímil progreso científico tan extraordinario, que la diferencia en el cultivo de las diversas ramas del saber humano era de muchos siglos de adelanto; de modo tal que, mientras gran parte de los habitantes del mismo planeta desconocían el elemental y primer descubrimiento, el uso del fuego, para los de la isla no tenía secretos el empleo de la energía nuclear. Celosos guardianes de sus vastos conocimientos, circunscritos a los hombres de ciencia en las distintas disciplinas, no los compartían con los otros pobladores del globo a quienes consideraban una variante más de las muchas especies de animales, semejantes a ellos únicamente en el aspecto físico.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 460. Y después la eternidad, de Marcus Sidereo

Ciencia ficción, Novela

QUÉ era aquella cosa? Los ojos atónitos de Parchet la descubrieron entre la hiedra del jardín. Se acercó cautelosamente. Nunca había visto nada igual. ¿Quién la había puesto allí? O acaso era mejor preguntarse: ¿De dónde había venido? Quiso acercarse más y algo le dejó paralizado e insensible a la vez. Sus piernas se negaban a andar porque no podía moverlas, ni siquiera las sentía. Solo conservaba su lucidez.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 463. Impulsión, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

El banquillo de los acusados —cuando menos, aquel banquillo— tenía capacidad para doce personas.Y, en efecto, había doce personas sentadas en el banquillo.Ocho hombres y cuatro mujeres. La mayoría eran jóvenes. Ninguno de ellos era viejo. Dos o tres eran de edad madura, pero sin alcanzar el medio siglo.Las doce vestían de la misma manera: blusa ceñida, de tejido suave y esponjoso, fácilmente acomodable a la anatomía personal, y pantalones ajustados, y todo el conjunto era de un color gris nada agradable a la vista.En el lado izquierdo del pecho, cada acusado tenía una serie de letras y números, grabados en una tira de tela blanca. Era su cifra de identificación penitenciaria.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 464. Mañana habrá marcianos, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Estaba cansado. Había trabajado bastante durante el día y consideraba que era la hora de disfrutar de un bien merecido reposo.Red Mickar, treinta y un años, soltero, ojos oscuros, pelo negro y metro setenta y siete de estatura, con setenta y cuatro kilos de peso, se preparó un vaso con una buena dosis de escocés y un par de cubitos de hielo. Agarró el paquete de cigarrillos y con el vaso en la otra mano, salió al porche de su casita de campo.Había bastante luz. La luna estaba en plenilunio y se reflejaba rielando en las aguas del lago cercano, situado a unos mil doscientos metros de distancia y a un nivel inferior en unos cincuenta o sesenta metros.El aire olía a pino y a flores silvestres. Mickar tomó asiento en el porche, en una cómoda tumbona, y durante unos momentos dejó vagar su mirada por los alrededores.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 469. Espía cósmico, de Addison Starr

Ciencia ficción, Novela

Soy Zen. Zen es mi nombre, traducido a su lenguaje. Al lenguaje de ustedes, claro. Digamos que yo no tengo nombre. Pero, aproximadamente, me denomino Zen, en mi propia escala vital. No soy un ente vivo, en el concepto de ustedes, al menos. Pero vivo. Existo. Y, como tal, pienso, reflexiono, observo, veo...Ninguno de ustedes lo diría, viéndome. Si es que pudieran verme.

No soy materia. No tengo forma. No me parezco en nada a ustedes. Soy... apenas un chispazo, una lucecilla parpadeante y rápida que penetra en su atmósfera terrestre. En realidad, para que me comprendiesen mejor, debería decirles que soy puro pensamiento, o bien pura energía mental viva.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 474. Exterminio total, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

La explosión de júbilo mundial que un día, de un lejano julio de trece años atrás, causaron los astronautas americanos Armstrong y Aldrin al pisar por primera vez en la prolija historia de la humanidad la superficie de la Luna, en el transcurso de los años venideros, había ido perdiendo el inusitado interés que despertó, por aquel entonces, la increíble hazaña y cuya consecución, antaño, solo había constituido un quimérico sueño. En su consecuencia, y por no ser ya una novedad apasionante, los viajes espaciales por el Cosmos no eran tema de actualidad y se habían convertido en rutinarios para la mayor parte de los hombres, de tal modo que únicamente despertaban la atención de los interesados en tales cuestiones y de los eruditos, cuya finalidad era ampliar y corregir los detalles astronómicos y geográficos que del sistema solar se poseían.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 478. El planeta muerto, de Marcus Sidereo

Ciencia ficción, Novela

Cuando Herb despertó, no sabía exactamente dónde se encontraba. Al abrir los ojos, la pequeña habitación de paredes grisáceas se le antojó un igloo. Tenía frío. Mucho frío. No era el frío natural que se experimentaba cuando la temperatura ha descendido más de lo normal. Su frío era algo que le helaba hasta lo más profundo de su ser. No era tampoco un frío material tan sólo, sino como si hasta su espíritu se hubiera congelado. — ¡Congelado! —exclamó para sí. ¡Congelado! Ésta era la palabra.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 480. Manden flores a la luna, de J. Carnicero

Ciencia ficción, Novela

El 16 de setiembre de 1959, a las 22 horas y 2 minutos, los aparatos de radio de todos los países anunciaron que, por vez primera, un cohete lanzado desde la Tierra acababa de llegar a la Luna. Se había establecido el primer contacto entre los dos cuerpos celestes. En aquellos momentos, no pude por menos que salir al patio de mi casa y contemplar la Luna. Me pareció distinta. Sentí una enorme y confusa emoción.¡Por fin!El hombre había logrado alejarse del planeta y hacer llegar a otro astro una máquina construida por él. ¡Era maravilloso! Supongo que fueron muchísimas las personas que sintieron lo mismo que yo... También fueron muchos, entre ellos destacados científicos, los que pensaban de distinta manera.¿Para qué queremos llegar a la Luna?


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 487. Mutaciones (Casa de comidas), de H. S. Thels

Ciencia ficción, Novela

Se incluye al final un relato titulado Casa de comidas cuyo autor es Law Space Mientras el ayudante del hombre que estaba sentado ante él examinaba en un aparato especial el microfilm con todos los datos de su fisiología, José, con los ojos entornados, se dijo que nada importaba el nombre de la ciudad, cuyas ruinas se veían desde allí. Todas las ciudades del mundo se parecían. La locura del Hombre las había convertido en eso: montones y montones de ruinas, ennegrecidas, desgarradoras, hasta más allá de todo lo concebible.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 488. Éste es mi planeta, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Mientras «galopaba» hacia Londkland a la moderada velocidad de cincuenta kilómetros a la hora, Pedro Barrán contemplaba, con una mezcla de envidia y amargura, los bien cuidados campos del Planetlord Angus Vince MacFayren. En comparación con los suyos, y tenían poco que envidiar a los de nadie, los campos de MacFayren eran un edén.Claro, se dijo; MacFayren era un Planetlord, un hombre que pertenecía a la privilegiada casta de los señores del planeta. En cambio, él era un simple Standard, un hombre de serie, como había muchos miles más en aquel mundo llamado Zengland.MacFayren, como todos los Planetlords, gozaba de una serie de ventajas y distinciones que a él le estaban vedadas. MacFayren podía emplear a otros hombres, tantos como quisiera, sin limitación alguna, pagándoles sueldos irrisorios. Si él, Pedro Barrán, quisiera hacerlo, tendría que pasar por tal serie de trabas burocráticas, que encanecería antes de conseguirlo.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 494. Freno para un planeta, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Los hombres avanzaban despacio, fusil al brazo, por el centro de la calle, vigilando atentamente las casas entre las que se movían.Había un silencio absoluto, total. La calle aparecía desierta y sólo se veían papeles viejos, cascotes y algunos vehículos abandonados o convertidos en chatarra.En algunos puntos de la ciudad, se elevaban columnas de humo de los incendios. En más de una vivienda, las mujeres lloraban en silencio, mientras los hombres se mordían los puños de impotencia.Los soldados eran hombres de buena presencia física y vestían uniforme de color azulado claro, con unas extrañas inscripciones en la parte superior de los brazos, junto a los hombros. Llevaban un gran casco semiesférico con visera blindada transparente y abatible en caso de necesidad.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 499. Sol encadenado, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Aquella noche, Rob Kane decidió concederse unas horas de expansión, después de varias semanas de trabajo apenas interrumpido para satisfacer las necesidades corporales más perentorias: comer, beber e higiene. Necesitaba «oxigenarse» su mente.El proyecto era importante y estaba a punto de llegar a la etapa final. Kane quería evitar los fallos en esa última etapa.Por dicha razón, había decidido divertirse un poco. La tensión en su ánimo estaba llegando a límites extremos y ello podía resultarle fatal para finalizar su proyecto, que, más que nunca en sus últimas fases, necesitaba una mente clara, lúcida y fresca por un buen descanso.Si hacía falta, incluso se tomaría algunos días de vacaciones. De momento, sin embargo, quería divertirse.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 500. La mente dormida, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Aquella tarde, Kyril Morán decidió comprobar personalmente si la famosa domadora Sofía Garvy era tan bella como decían los carteles publicitarios. Además, tenía ganas de ver el Gran Circo Prehistórico.Era un espectáculo impresionante. A algún individuo avispado, que debía de llevar sin duda en las venas sangre de los Barnum y Ringling, se le había ocurrido la idea de encargar medio centenar de animales gigantescos de la Era Secundaria y, tras hacerlos domar, exhibirlos públicamente, con lo que la asistencia a las sesiones del circo batían todas las marcas de público y, naturalmente, de taquilla.Por supuesto, dadas las colosales dimensiones de aquellos monstruos, el circo había debido ser instalado en las afueras de la ciudad, en un vasto descampado, cuya arena tenía las dimensiones de un par de campos de fútbol juntos. Morán había visto un par de reportajes gráficos de una de las sesiones y había quedado sumamente impresionado por las galopadas de los dinosaurios, obedeciendo con gran docilidad las órdenes de su domador.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 501. El hombre amarillo, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

La astronave, de forma ahusada y dimensiones colosales, volaba rauda y majestuosa por el vasto cielo azul, centelleando con anaranjados destellos al reflejar los rayos del sol cuando se interponía en su trayectoria la pulimentada masa metálica. En ella, todo estaba sincronizado, tan perfecta y automáticamente, que el gran número de hombres que había en la misma únicamente tenían la misión de observar los instrumentos de los diversos y completos paneles de controles.En una de las dependencias en que estaba dividida la inmensa cosmonave, una serie de pantallas mostraban las imágenes de unas naves diminutas que, en grupos de tres y volando en cuña se acercaban a gran velocidad. De pronto, uno de los observadores de aquel departamento de control de vuelo, indicó:—Atención, Kufal, el módulo tuyo se está rezagando. Ponte a la altura del catorce, para que puedas efectuar correctamente la maniobra de entrada.—Lo estoy intentando, pero los mandos no obedecen.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 508. Remedio total, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Con paso apacible, henchido el corazón de rosadas esperanzas y lleno de confianza en el porvenir, Perry Lancell se dirigía al encuentro de su novia, cuando, de pronto, vio venir corriendo hacia sí a un ciudadano que parecía muy atribulado.El individuo era de mediana estatura, más bien enclenque y tenía una cabeza alargada, quizá demasiado para los cánones antropológicos habituales. Visto de perfil, casi habría parecido un martillo de mango un tanto largo.El hombre sudaba, jadeaba y resoplaba como un caballo después de un Derby. De repente, se detuvo ante Lancell.—Caballero, ¿tiene usted «shonshlu»? —preguntó.Lancell se quedó viendo visiones.— Qué?El otro movió la cabeza tristemente.No, no tiene «shonshlu» —dijo.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 510. Interés humano, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

A veces, cuando el director de una revista tiene poco material para sus lectores, suele concebir ideas peregrinas.Como la que se le ocurrió a mi jefe cierto día en que andaba algo escaso de originales. Me llamó y me dijo que fuese a entrevistar a Lance Morony.Yo debí de poner una cara de idiota terrible. En mi vida había oído hablar del tal Morony.—¿Quién es ese tipo, jefe? — pregunté con la ingenuidad de un chiquillo de pocos años.Mi jefe, Burt Wyle, me anonadó con una mirada de sus duros ojos, que centelleaban debajo de un par de espesos cepillos de ásperas cerdas grises, que él llamaba cejas.—En mis tiempos — tronó —, un redactor, antes de hacer esa pregunta a su director, habría corrido al archivo...


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 529. Psicomóviles, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

— Hubo un tiempo, aunque a mis distinguidos alumnos les parezca mentira, que el hombre no podía desplazarse a mayor velocidad que la de la luz.— ¡Qué barbaridad!— Aquellas gentes vivían en un atraso inconcebible.— ¿Y eran capaces de llamarse a sí mismos seres humanos?El profesor Kivnor 6-5-0 hizo centellear vivamente una lámpara verdosa, a fin de que sus discípulos guardaran la debida compostura. En realidad, fueron unas seiscientas lámparas las que centellearon al mismo tiempo.