La doctora Ángeles Elizárraga, una psiquiatra especialista en problemas de adicción, no duda en utilizar toda su influencia para hacerse cargo de un caso que removerá su vida en lo más profundo. Su paciente, doña Rosa, debe recibir tratamiento por su alcoholismo. La hija de esta, Vicky, se ha visto obligada a regresar a México para internarla en la clínica, aunque la relación entre ellas dista mucho de ser perfecta. En las sesiones de terapia, las tres mujeres confesarán emociones reprimidas y traumas de un pasado al que nunca quisieron volver, a la vez que reconstruirán sus diferentes trayectorias de vida y el dolor que las ha acompañado. Rencor, resentimiento y venganza las unen. Todo cambiará para siempre cuando descubran un secreto, el verdadero motivo por el que sus destinos se han encontrado.
Desde la publicación de David Golder, que marcó el comienzo de su brillante carrera literaria, Irène Némirovsky concitó la admiración de los lectores por su lucidez y habilidad para captar las debilidades y flaquezas de la naturaleza humana. Este libro reúne, por primera vez, quince historias que aparecieron originalmente en distintas revistas francesas entre 1934 y 1940, una selección de su narrativa breve que atestigua el extraordinario talento para el retrato psicológico y social que Némirovsky demostró desde muy joven, así como su capacidad para condensar, con la máxima sobriedad y eficacia, esos acontecimientos decisivos que pueden dar sentido a toda una vida. En el relato que da nombre a este volumen, una hija desafía a su madre en el seno de una familia en la que imperan la falsedad y la hipocresía, un tema muy cercano a la autora, que lo abordó de forma magistral en esa joya literaria que es El baile; en otro, se describe el despertar de la imaginación novelesca de una adolescente de quince años en el contexto de las aldeas arrasadas durante la revolución rusa; y en un tercero, se narran las relaciones entre unos hermanos y sus respectivos cónyuges durante los días y las noches que pasan reunidos junto al lecho de su anciana madre moribunda. Tres ejemplos en los que se vislumbran algunas claves de la vida de Irène Némirovsky: por una parte, los efectos de la guerra y el desarraigo; por otra, la petulancia y el engreimiento de la burguesía parisina, en cuyos salones la joven aspirante a escritora encontró la inspiración para convertir en palabras esas ideas y emociones que al común de las personas nos resultan efímeras e inasibles.
En esta colección de relatos se describe el ambiente difícil de la Italia de la posguerra. Los protagonistas de estas historias son personajes de la burguesía —alta, media y baja— con problemas y aspiraciones típicamente burgueses, que giran en torno a la búsqueda de una posición en la vida y a la lucha por conseguirla. Guareschi mezcla en estos deliciosos y poéticos relatos escenas del más estricto realismo con episodios en los que la fantasía y lo extraordinario vienen a transformar inesperadamente la rutina o la dureza de la vida cotidiana. Las palabras del propio autor reflejan la filosofía que impregna el libro: «Necesitamos creer en un mundo mejor que, desgraciadamente, no puede ser este en que vivimos y, entonces, hay que pedir ayuda al cielo».
En un momento de incertidumbre en su vida, Elena empieza a trabajar en una residencia de ancianos. A partir de ese momento conocerá historias de mujeres y hombres marcados por los prejuicios y tabúes de la época que les tocó vivir. La misteriosa Celeste, cuyos ojos enigmáticos esconden un antiguo secreto. María, que vivió enamorada de un imposible. Anselmo, el niño que tenía tres madres. Manuela, la mujer que nunca reía. La ingenuidad de Paz y la valentía de Marga. El amor de Jenaro hacía su mujer de la que sólo conserva una foto sobre la cómoda.
Gost, un pueblo croata de veranos abrasadores e inviernos gélidos, se encuentra rodeado de montañas y campos de flores silvestres que nadie pisa. Es el hogar de Duro, que sobrevive aletargado hasta que un día la ventana de la vieja casa azul que lleva más de una década vacía aparece abierta. La llegada de Laura y sus hijos supone un terremoto en el pueblo. Pronto, la relación que Duro entabla con los ingleses y las obras de reparación que él mismo emprende en la casa azul abrirán las compuertas del pasado, y por ellas entrarán en tromba los días de la infancia, el primer amor, las primeras traiciones y también la guerra y la muerte que llegaron luego, y de las que ya nadie habla.
Elijah tiene siete años, está cubierto de cicatrices y acarrea un historial de comportamiento inestable. Es un niño guapo, inteligente, deseoso de agradar y que adora a los perros, tocar el tambor y hacer fotos, solo que a veces el brujo que está dentro de él le obliga a hacer cosas. Cosas horribles. Su madre adoptiva, Nikki, cree que ella y Obi, su marido, son lo bastante fuertes como para afrontar las dificultades de Elijah..., y que ser blanca no afectará a su capacidad para criar a un niño negro. Deborah, la madre biológica de Elijah, quiere a su hijo «como el mundo jamás ha conocido el amor». Elijah piensa que él tiene la culpa de que no puedan estar juntos. Todos afrontan más desafíos de los que jamás pudieron imaginar, pero, justo cuando Elijah comienza a asentarse, un acontecimiento traumático sacude la frágil tranquilidad de todos.
Matt Denver es un joven abogado de éxito. Le ha costado llegar hasta la cumbre porque es ciego, pero la admiración que siente por su padre es aliciente suficiente para luchar y lograr todo cuanto le sea posible para que el Sr. Denver esté orgulloso de él. Y con todo, es una buena persona. No deja a nadie en el camino, no pisotea a los demás. Según los cánones de belleza es un hombre guapo. De modo que su vida es perfecta, hasta que un día una niña le acusa de haberle violado y su propia familia se pone contra él sin escuchar lo que tiene que decir.
Cuando conoce a Antoine Carmontel, que acaba de volver del frente de batalla, Marianne Segré tiene veinte años y sólo piensa en divertirse. Hija de un conocido pintor y una rica heredera, se encariña del apuesto joven y pronto se convierten en amantes, aunque su amor no es recíproco. Cuando contraen matrimonio, Antoine invierte su herencia en una fábrica de papel, a la que consagra sus esfuerzos, mientras se hace amante de la hermana pequeña de Marianne.
Anatomía lúcida e irónica del matrimonio y la familia, llena de agudas reflexiones sobre la amistad, la soledad, el dolor o la muerte, Dos es también una historia sobre las ilusiones perdidas de unos jóvenes que se enfrentan a un presente lleno de oscuros presagios.
Una historia implacable sobre el frenesí de la pasión y el cruel desencanto de la juventud, ambientada en el París de entreguerras.
Con La amiga estupenda, Elena Ferrante inaugura una trilogía deslumbrante que tiene como telón de fondo la ciudad de Nápoles a mediados del siglo pasado y como protagonistas a Lenù y Lila, dos jóvenes mujeres que están aprendiendo a gobernar su vida en un entorno donde la astucia, antes que la inteligencia, es el ingrediente de todas las salsas. La relación a menudo tempestuosa entre Lila y Lenù tiene a su alrededor un coro de voces que dan cuerpo a su historia y nos muestran la realidad de un barrio pobre, habitado por gente humilde que acata sin más la ley del más fuerte, pero La amiga estupenda es mucho más que un trabajo de realismo social: lo que aquí tenemos son unos personajes de carne y hueso, que intrigan al lector y nos deslumbran por la fuerza y la urgencia de sus emociones. Por primera vez Ferrante aborda una narración muy amplia, poniendo en escena un verdadero tableau vivant donde no hay espacio para el tópico: todo es vida y todo respira al hilo de la mejor literatura.
«El reto para quien escribe es llenar la distancia entre lo que vives y lo que cuentas, sentir físicamente el impacto de la narración, acercar el pasado de las personas a las que hemos querido, de las vidas ajenas tal como las hemos observado… Una historia, para tener forma, tiene que cruzar muchas barreras. A menudo, empezamos a escribir demasiado pronto, y las páginas aún están frías. Solo cuando la historia se acopla a nosotros como un guante, ha llegado el momento de contarla». Elena Ferrante.
En Un mal nombre continua la saga que Elena Ferrante dedica a la ciudad de Nápoles y a la historia de Italia en el siglo XX. Lila, hija de un zapatero, escoge la vía de la escalada social y al final de La amiga estupenda la encontrábamos casada con el charcutero del barrio, hijo de un conocido usurero. Lenù, en cambio, se dedica a estudiar. La historia prosigue en este segundo volumen hasta llegar a los años sesenta, y en las primeras páginas de La historia del mal nombre vemos a Lenù abriendo unos cuadernos de notas donde Lila cuenta la verdad de la convivencia con su marido y su tormentosa relación con la mafia de la ciudad y los grupos neofascistas que empiezan a empapelar los barrios con sus proclamas. La ciudad respira alrededor de estas dos mujeres, pero en el centro, siempre viva, existe una noción del amor en todas sus versiones que es capital en la obra de Ferrante y que ocupa todo su universo: el amor como un sentimiento «molesto» que se alimenta del desequilibrio incluso en los momentos más felices.
Continúa en este tercer volumen de la trilogía la historia que empezó en 1944, cuando Elena y Lila nacieron en un barrio pobre de la ciudad de Nápoles. Lila vive en un barrio miserable, entre cuatro paredes húmedas donde comparte lo poco que le proporciona su salario de obrera con su hijo y un amigo, pero su ingenio no ha mermado, solo se ha transformado en rabia. Es este odio hacia sí misma y lo que la rodea lo que la llevará a capitanear las revueltas en la fábrica, a negarse a una convivencia pacífica y modesta con su compañero, a claudicar. Elena, en cambio, ha continuado con los estudios e incluso ha escrito una novela. Ahora vive entre Nápoles y Pisa, y es novia de un profesor de la Universidad de Florencia. Así, a primera vista, nada une ya a las dos amigas, pero el barrio de Nápoles donde fueron niñas aún las reclama, las viejas costumbres las devuelven a un tiempo que ya se fue, y lo que han ido haciendo con su cuerpo se cobra su precio.
«La niña perdida» cierra con broche de oro la historia de dos mujeres que nacieron a mediados del siglo XX en Nápoles y desde pequeñas fueron compartiendo una amistad compleja, con momentos de duda o ausencia, pero siempre cómplice. Lina y Elena son ahora adultas, y la vida de cada una de ellas ha sido muy distinta: Elena dejó Nápoles para casarse y convertirse en una escritora de éxito en Milán. Solo un amor de juventud que vuelve a florecer la devolverá a Nápoles, donde la espera Lina, que ahora es madre y además ha triunfado muy a su manera en el negocio local, convirtiéndose en una experta en informática. Elena es la señora culta, Lina es en apariencia la mujer de barrio, ignorante y poco dispuesta al refinamiento, pero la inteligencia pura y la intuición están del lado de Lina. Los hechos se precipitan cuando, de repente, un buen día la hija de Lina desaparece: ¿asesinato, rapto, muerte? Nadie lo sabe, y el barrio murmura. Desde entonces, Lina ya no es la misma y la locura acecha. Todos —los hombres, las mujeres, el paisaje, la ciudad entera de Nápoles— se convierten en testigos del duelo de una madre que no sabe llorar y un buen día también desaparecerá, devolviendo al lector a las primeras páginas de esta espléndida saga titulada «Dos mujeres». Inteligencia, emoción contenida, escritura que se pliega a los acontecimientos y se ajusta como un guante a la trama: todo está aquí, en una de las obras más brillantes que ha dado Occidente en el siglo XXI.
Un libro que reivindica a la mujer de la mano de dos autoras poderosas. La directora más taquillera de la historia del cine español, Maria Ripoll, y la reconocida periodista, escritora y directora teatral, Elisenda Roca, se unen en este libro para dar voz a las mujeres. Como buenas amigas y vecinas, quedaban en la terraza de Maria o en casa de Elisenda y, a menudo, de la charla salían historias de distintas mujeres, increíbles, potentes y divertidas. «Esto deberíamos escribirlo», decían. Y aquí lo tenéis. Dos mujeres desnudas es el retrato de veintisiete mujeres que desnudan, sin complejos, su realidad delante de vuestros ojos.
Publicado en 1914, Dublineses es uno de los libros de relatos más unitarios y perfectos alumbrados por un autor. Pese a gravitar en su totalidad en torno a Dublín y sus personajes enmarcados en un periodo histórico muy concreto (el que habría de anteceder en breve a la independencia de la católica Irlanda respecto al protestante Reino Unido, y sobre todo Inglaterra), James Joyce (1882-1941) muestra en los quince cuentos que integran la obra una sensibilidad y penetración difícilmente igualables a la hora de captar la naturaleza humana en sus distintas edades y condiciones, así como en el laberinto de las relaciones personales y sociales. La impecable estructura del libro, que parte de las primeras experiencias infantiles para ir recorriendo el arco de la existencia humana, culmina en esa obra maestra que es el relato titulado «Los muertos», sin duda alguna una de las cumbres del género.
Los quince relatos que componen Dublineses sorprendieron en su tiempo por la libertad del lenguaje, la crudeza de los temas y las irrespetuosas alusiones que salpican el texto. Sin embargo, la obra no pretendía escandalizar; simplemente la voluntad de ofrecer una visión global de la realidad exigía la inclusión de situaciones y expresiones inhabituales en la literatura de la época. Pese a la aparente independencia de las narraciones, el libro posee una profunda unidad orgánica; al escribir el primer relato, James Joyce tiene ya a la vista la totalidad del proyecto: «denunciar el alma de esa hemiplejía o parálisis que algunos llaman ciudad». En efecto, Dublín se constituye en protagonista de la obra, a la vez como medio histórico concreto y como símbolo de todas las metrópolis del mundo; los relatos se ordenan en torno a cuatro motivos: las primeras experiencias infantiles, las frustraciones de la juventud, los desengaños de la madurez, la ruina final de las ilusiones. La traducción de Guillermo Cabrera Infante se ha hecho sobre el texto corregido en 1967 por Robert Scholes.
Primera novela de Carmen Kurtz, que le valió el Premio Ciudad de Barcelona. En «Duermen bajo las aguas», narra la vida de Pilar, desde la infancia a la adolescencia con los primeros amores. Enamorada de Enrique, se casan y emigran a Francia, donde viven con sus hijos hasta que, da comienzo la II Guerra Mundial y Enrique es llamado a filas. A partir de ese momento, Pilar tendrá que sacar adelante a sus hijos… mientras inicia un tórrido romance con un joven.
«Dulce Nombre» revela una dura crítica de la situación social y familiar de la mujer, ya que en esta novela encontramos diferentes aspectos que contribuyen a la subordinación de la mujer al poder masculino: la complicidad de otras mujeres, la ausencia de la madre y la idealización del amor por parte de la protagonista. No obstante, al hacer hincapié en la fuerza de voluntad de su personaje central y en su capacidad de reconocerse gradualmente a sí misma como mujer-sujeto apto para resistir, durante y después de su matrimonio, el poder masculino, Concha Espina supera una imagen simplista de su figura femenina como víctima de la opresión patriarcal. Es más, como otras escritoras españolas (Carmen de Burgos, Sofía Casanova, María Martínez Sierra), quienes entre 1888 y 1936 emprendieron «la tarea de llevar a cabo la creación de la mujer moderna», marcando así la ruptura con el ideal femenino tradicional del «ángel del hogar», la autora cántabra intentó trazar en «Dulce Nombre» su visión de la mujer emancipada.
Cuando Erskine Caldwell regresó en 1941 de una visita a la URSS en guerra, escribió esta apasionante aventura situada en la Bielorrusia ocupada. El protagonista es Sergio, un joven conductor de tractor que se une a la banda liderada por el carismático guerrillero Pavlenko. Él y sus camaradas, con el apoyo del Ejército Rojo, representarán la resistencia frente a los hitlerianos, que masacran y queman pueblos enteros y secuestran a las mujeres. Durante toda la noche es una historia humana y sin embargo, una que literalmente está cargada de dinamita. El contraste entre los actos explosivos y melodramáticos de la guerra, por un lado, y las virtudes simples e inmutables del Hombre, por el otro, hacen de ésta la más fina, así como la más apasionante novela que Caldwell haya escrito.
Después de «El Maestro y Margarita», de Mijail A. Bulgákov, el gran acontecimiento literario de estos últimos años en la URSS ha sido la publicación póstuma, en una oscura revista, del cuento largo de Andréi Platónov «Dzhan». Años antes de la última guerra mundial, Platónov (pese a ser un escritor apenas conocido) despertó ya la admiración de lectores tan calificados como Hemingway, Lukács y Gorki; ahora, tras una prolongada etapa de postergación y olvido, ha sido parcialmente rehabilitado, aunque su obra principal, «Chimbergurd», sigue sin publicarse completa en Rusia. El poeta soviético Evgueni Evtuchenko, en el ensayo que sirve de prólogo a esta edición, dice de él: «Solamente para pocos escritores, y entre ellos está Platónov, existe una confluencia orgánica entre la poesía de las palabras y el desarrollo psicológico de la narración. No creía en el valor de la palabra en sí, pero al mismo tiempo era consciente de que un mensaje se transmite no solamente a través de la manipulación del tema sino que también por medio de la manipulación de las palabras». Puede decirse que toda la obra de Platónov gravita en torno a dos temas fundamentales y contrapuestos: la miseria y la búsqueda de la felicidad. Toda ella es la formulación de una serie de interrogantes: ¿Será necesario despersonalizar a los hombres? ¿Y si la fuerza del hombre residiera precisamente en que son diferentes? ¿Y si resultara posible una sociedad donde los hombres fueran diferentes y al mismo tiempo se mantuvieran unidos? Su trágica vida parece querer darnos la respuesta a esa pregunta que Platónov nunca cesó de formular. El cuento «Dzhan», que da nombre a esta recopilación de narraciones, es una saga de la pobreza de un pueblo asiático nómada, agotado y desprovisto de todo: abúlico, andrajoso, se mueve como un sonámbulo, alternando la marcha con prolongados sueños. Y sin embargo, en lo hondo de las conciencias adormecidas, relampaguea aún el anhelo de felicidad y de esperanza.