Este volumen continúa la serie de Los olvidados, que a su vez entronca con una de las sagas de más éxito de Warhammer 40000, Los fantasmas de Gaunt. Estamos en el vigésimo primer año de la Cruzada de los Mundos de Sabbat. Los principales grupos de batalla del señor de la guerra Macaroth han logrado importantes victorias y avances contra las fuerzas del Caos de Urlock Gaur. Contra todo pronóstico, el comisario coronel Ibram Gaunt regresa de una misión tras las líneas enemigas, pero se le ha dado por muerto y han puesto su unidad bajo el mando de un nuevo y carismático oficial. Gaunt se enfrenta a la lucha más difícil cuando intenta recuperar su antiguo mando antes del feroz contraataque de las malignas fuerzas del Caos.
En la despiadada Cruzada de los Mundos de Sabbat, el comisario Gaunt regresa de Gereon, un planeta sometido al Caos, para enfrentarse a sus propios demonios. Todavía afectado por la larga misión tras las líneas enemigas llevada a cabo en Gereon, el comisario Ibram Gaunt regresa a ese planeta con el ejército imperial de la Cruzada para liberar a ese mundo del Caos. Gaunt y el Primero y Único de Tanith descubren, después de establecer contacto con fuerzas guerrilleras de élite del lugar, que la brutalidad de la «liberación» les obliga a enfrentarse a sus comandantes, quienes creen que la victoria debe conseguirse a cualquier coste, sin importar lo cruel que sea. Todo puede ocurrir cuando Gaunt y los suyos desafían de un modo directo la autoridad de sus superiores.
Gaunt y sus hombres deben enfrentarse al horror del presente y a los fantasmas de su pasado porque «Sólo en la muerte termina el deber».En el vigésimo tercer año de la Cruzada de los Mundos Sabbat los principales grupos de combate del Imperio avanzan hacia el Cúmulo Carcaradon, empujando ante ellos a las fuerzas del caos. Gaunt y sus hombres son enviados al mundo fortaleza de Jago, en el Sistema Cabal. Allí se les ordena ocupar y defender un bastión vital en las montañas. Su misión, detener el avance enemigo tanto como sea posible, sin importar lo que cueste.
Tras el éxito de su desesperada misión en Salvation's Reach, el coronel comisario Gaunt y el Primero de Tanith se dirigen al mundo forja de Urdesh, de una importancia estratégica vital y que se halla asediado por los brutales ejércitos del Anarca Sek. Sin embargo, puede que esté en juego algo más que el propio planeta. Las fuerzas imperiales han intentado dividir y vencer al enemigo, pero con el propio señor de la guerra Macaroth en persona al mando de la campaña de Urdesh, es posible que el ataque del Archienemigo tenga un propósito diferente: decapitar la estructura de mando imperial de un solo tajo. ¿Acaso el señor de la guerra se ha convertido por descuido en un objetivo? ¿Y podrán los Fantasmas de Gaunt defenderlo frente a la fuerza de asesinos y máquinas de guerra del Caos allí concentrada?
La batalla por Urdesh ha comenzado, y el resultado determinará el destino de la Cruzada de los Mundos del Sabbat. Ibram Gaunt, ahora mano derecha del Señor de la Guerra, y sus Fantasmas tienen la llave de la victoria, pero ¿pueden derrotar al siniestro Anarch y sus Hijos de Sek? .El arco de La Victoria concluye con un relato épico que entrelaza los hilos de la trama de toda la serie de Los Fantasmas de Gaunt y pone al Señor de la Guerra y el resto de personajes en situaciones de peligro dificiles de soportar.
Horus, Señor de la Guerra: En esta serie se relatan hechos que suceden 10000 años antes que los referidos en las novelas de Warhammer 40000. Por este motivo se trata de una serie imprescindible para los aficionados que quieran conocer el origen de episodios y personajes de otras novelas.“Yo estaba allí el día que Horus mató al Emperador”Durante miles de años, violentas tormentas de disformidad han rugido de un extremo a otro de la galaxia, aislando el otrora orgulloso Imperio de la Humanidad y reduciéndolo a un puñado de planetas autosuficientes, sin capacidad de viajar o comunicarse entre ellos.
La novela se centra en la etapa de máximo esplendor de la Gran Cruzada, ideada por el Emperador, para someter bajo su mando a todos los planetas de la galaxia. El elegido para comandar la tarea de la Gran Cruzada es Horus, nombrado Señor de la Guerra, y primarca del capitulo de los Mil Hijos de Horus. Horus es reclamado por el capitulo de los Portadores de la Palabra, para dar fin a una revuelta de un planeta ya conquistado anteriormente, llamado Davin. A pesar de la reticencia del concilio de los Hijos de Horus, sobre volver a ese planeta para ser reconquistado por parte del mismo Horus, el Señor de la Guerra es convencido por las artimañas del sacerdote de los Portadores de la Palabra para ir el mismo en persona. Pero algo ha cambiado en aquel planeta desde su última visita, la vegetación esta sumida en una especie de enfermedad, el silencio embarga aquel lugar, y la apariencia de vida, es nula. Algo ha sucedido en ese planeta, y lo que es peor, los marines encargados de salvaguardar la paz en el no aparecen. Pronto empiezan los problemas, cuando sus hermanos son desconocidos para el mismo Horus. Sus carnes putrefactas, sus caras desencajadas, sus ojos vacíos, solo queda una opción, matar a todos aquellos seres antes que ellos se abalancen sobre su yugular y acaben con su vida.
El señor de la guerra Horus se ha recuperado de sus terribles heridas y encabeza a las triunfantes fuerzas imperiales contra el mundo rebelde de Isstvan III. Sin embargo, aunque los rebeldes son aplastados con rapidez, la traición de Horus queda revelada cuando ordena que arrasen el planeta con bombas víricas y los marines espaciales se vuelven contra sus hermanos de batalla en un combate de inimaginable ferocidad.
En la novela, se yuxtaponen la lucha de Fulgrim y los Hijos del Emperador con el trabajo de los Rememoradores que trabajan en la 28.ª Flota Expedicionaria y sus caídas paralelas en la decadencia. Los Hijos del Emperador estaban obsesionados con la perfección: debido a la falta de guerreros cuando se unieron a Fulgrim, no había manera de que la Legión pudiese compararse con los Lobos Lunares o los Ultramarines en cantidad de victorias, así que se concentraron en la calidad de esas victorias. Durante la campaña de Laeran, se le ordenó al Apotecario Fabius mejorar a los guerreros de la Legión añadiendo nuevos órganos a los Marines Espaciales. Mediante la manipulación de la semilla genética de la Legión, Fulgrim ya estaba cometiendo herejía, pero aún así continuó modificando a su Legión a escondidas. Esta mutación se efectuó sobre muchos Astartes, incluido Eidolon. Al final de la campaña el Primarca tomó un arma de la capital de Laeran, una espada que podía desatar al Demonio que habitaba en ella. Empezó a llevar esta espada más que «Filo de Fuego», el arma forjada para él por Ferrus Manus.
El destino de la humanidad pende de un hilo. Se avecina una Gran Guerra, un enfrentamiento que devorará al Imperio de la Humanidad. Los marines espaciales de la Legión Alfa, la última y más hermética de toda la hermandad de los Adeptus Astartes, llegan a un mundo enemigo para apoyar al Ejército Imperial en su campaña de pacificación y en su lucha contra unas fuerzas enigmáticas y sobrenaturales. Pero ¿qué es lo que impulsa los actos de la Legión Alfa? ¿Se puede confiar en ellos? ¿Qué bando escogerán cuando comience la Gran Guerra?
La esperada continuación del relato épico La Herejía de Horus, la guerra civil galáctica que estuvo a punto acabar con la humanidad. La traición de Horus ya es conocida por todos, y ha llegado el momento de que todos sean puestos a prueba. Cuando el Señor de la Guerra despliega abiertamente sus fuerzas, llega a conocimiento de los Astartes leales que los Portadores de la Palabra han enviado una flota contra Ultramar, el hogar de los Ultramarines. A menos que logren interceptarla y destruirla, es muy posible que los Ultramarines sufran un daño del que jamás sean capaces de recuperarse.
Las llamas de la traición se extienden por todo el Imperio. Horus moviliza a todas las fuerzas que le son leales y planea sublevar o destruir a todas aquellas que se atrevan a enfrentarse a él. Se está librando una batalla por el corazón y el alma de todas las fuerzas imperiales, las Legiones Titánicas, y muchas más. En esta obra épica se narra el relato de la guerra civil que se libró en Marte y que llevó al génesis del Mechanicum Oscuro.
Censurados en el Concilio de Nikaea por su uso de la hechicería, Magnus el Rojo y su Legión de los Mil Hijos se retiran a su mundo natal de Prospero para continuar con sus artes arcanas en secreto. Pero cuando su desgraciado Primarca prevé la traición del Señor de la Guerra Horus y avisa al Emperador con los poderes que les ha prohibido utilizar, el Señor de la Humanidad envía a su hermano Primarca Leman Russ a atacar Prospero. Pero Magnus ha visto más allá de la traición de Horus, y las revelaciones presenciadas cambiarán el destino de la Legión de los Mil Hijos y de su Primarca para siempre.
Dos años después de la horrorosa matanza de Isstvan IV, Horus le declara abiertamente la guerra al Imperio. Pero en las sombras del Palacio del Emperador un grupo de sujetos poderosos se reúne. Su plan es enviar un equipo de asesinos que ejecute al Architraidor Horus y así acabar con la guerra por el dominio de la galaxia antes de que ni siquiera comience. Lo que no saben es que Horus y sus aliados ya han iniciado su propio plan, igual de siniestro, para acabar con el Emperador.
En medio de la guerra galáctica que supone la Gran Cruzada, el Emperador desaprueba el culto que le rinden los Portadores de la Palabra. Angustiados por semejante reproche, Lorgar y su legión emprenden un nuevo camino y arrasan un planeta tras otro. Aunque lo que realmente buscan es iluminar el Imperio, la corrupción del Caos se apodera de ellos y comienza su camino hacia la maldición. Sin que los Portadores de la Palabra lo sepan, su búsqueda de la verdad alberga las mismísimas raíces de la herejía…
El Emperador está furioso. Magnus el Rojo, primarca de la legión de los Mil Hijos, ha cometido un error de proporciones catastróficas y ha puesto en peligro a la propia Terra. Al Señor de la Humanidad no le queda más remedio que encargarle al primarca de los Lobos Espaciales, Leman Russ, la misión de apresar a su hermano en el planeta Prospero, el lugar de origen de los Mil Hijos. No será fácil someter al Planeta de los Hechiceros a la voluntad del Emperador, pero tampoco detener a Russ y a sus Lobos Espaciales. Con el corazón poseído por la ira, el Rey Lobo está decidido a llevar a Magnus ante la justicia del Emperador. Los acontecimientos que decidirán el destino de Prospero se desatan.
En medio de la guerra galáctica que supone la Gran Cruzada, el Emperador desaprueba el culto que le rinden los Portadores de la Palabra. Angustiados por semejante reproche, Lorgar y su legión emprenden un nuevo camino y arrasan un planeta tras otro. Aunque lo que realmente buscan es iluminar el Imperio, la corrupción del Caos se apodera de ellos y comienza su camino hacia la maldición. Sin que los Portadores de la Palabra lo sepan, su búsqueda de la verdad alberga las mismísimas raíces de la herejía…
Corax y los pocos guerreros supervivientes de la Guardia del Cuervo escapan de la matanza de Isstvan V mientras la Herejía de Horus divide al Imperio. Los castigados marines espaciales se recuperan de sus heridas y se esfuerzan por volver al combate cuanto antes. Corax, regresa destrozado a Terra en busca de la ayuda de su padre, el Emperador de la Humanidad. Este le revela un antiguo secreto, y así Corax comienza la reconstrucción de la Guardia del Cuervo y planea la venganza contra sus traicioneros hermanos primarcas. Pero la misteriosa Legión Alfa ha conseguido infiltrarse entre los supervivientes y pretende destruir la Guardia del Cuervo antes de que pueda recuperarse y amenazar los planes de Horus.
Sin saber la extensión de la Herejía, Roboute Guilliman cumple las órdenes cada vez más crípticas del Señor de la Guerra y regresa a Ultramar para reclutar a su legión y combatir a los orkos que se reúnen en el sistema Veridian. Sin previo aviso, los supuestos aliados de la legión de los Portadores de la Palabra invaden Calth, donde dispersan la flota de los Ultramarines y aniquilan a todos los que se encuentran en su camino. Guilliman confirma sus peores sospechas: Lorgar está decidido a acabar de una vez por todas con la terrible rivalidad que hay entre ellos. Y cuando los traidores invocan a las infectas hordas de demonios y a todas las fuerzas del Caos, los Ultramarines se ven abocados a una lucha en la que ninguno de los bandos podrá vencer.
La Cruzada de las Sombras ha comenzado. Mientras los Ultramarines se tambalean tras el ataque sorpresa de Kor Phaeron en Calth, Lorgar dirige al resto de los Word Bearers al corazón del reino de Ultramar. Sus dudosos aliados, Angron y los World Eaters, aparentemente ciegos al auténtico objetivo de la misión, prefieren seguir saqueando cada nueva civilización que encuentran. Pero Lorgar, que en otro tiempo hubiera castigado a su hermano descarriado, ahora solo parece alentar el frenético derramamiento de sangre. Arderán mundos, las legiones se enfrentarán y un Primarca caerá… El destino de toda la galaxia pende de un hilo.