Cuando el recién ascendido a capitán de la división de narcóticos del Departamento de Policía y Seguridad de Nueva York Jonah McMasters y su mujer regresan un día antes de sus vacaciones, esperaban con ilusión reencontrarse y pasar más tiempo con su inteligente y vivaz hija de dieciséis años. Pero ni sus peores pesadillas les podían haber preparado para la escena del crimen que les está aguardando. La joven Deena ha sido brutalmente violada y asesinada y las pruebas evidencian un crimen que horrorizaría incluso al policía más experto, y eso incluye a la teniente Eve Dallas, a la que el capitán le ha asignado específicamente la misión de hallar al culpable. A medida que avanzan en la investigación todo parece conducir al pasado de McMasters, y Dallas y su equipo creen estar a punto de arrestar al asesino. Pero lo que no saben es que hay alguien que está tratando de burlarse de ellos y eludir a la justicia usando un sin fin de identidades. Sin embargo, el exceso de confianza puede llevar a cometer errores por descuido. Y precisamente un solo error es todo lo que Eve necesita para dar caza a ese brutal criminal.
La historia nos sumerge en la lucha sin cuartel entre dos enemigos acérrimos, cuya admiración y fascinación mutuas son un acicate para mantener una rivalidad innegociable. Así pues, Kogoro Akechi el inmortal personaje de Rampo, un detective capaz de solucionar cualquier caso con su brillante interpretación de la escena del crimen y un don para anticiparse al siguiente paso de sus rivales ha de enfrentarse a la pérfida y sensual madame Midorikawa, quintaesencia de la femme fatale, apodada «Lagarto Negro» por el espectacular tatuaje que luce en un brazo. Midorikawa padece la necesidad enfermiza de coleccionar los objetos más bellos del planeta, y cuando se propone conseguir la joya más preciada de Japón, la fuerza que la empuja no es tanto el afán de satisfacer su deseo como la oportunidad de retar a Akechi y demostrarle que su inteligencia es superior a la de él. El duelo está servido.
«McClure ha aterrizado encontrando uno de los escenarios más difíciles de describir y manejar: Sudáfrica, con sus tensiones y sus tortuosidades. Y nos ofrece respuestas más allá del sencillo sí o no; el libro es la respuesta» (The Times).
«James McClure ha creado dos detectives que están más lejos de los estereotipos que cualquier otro en el género» (P. D. James).
El autor de «El huevo ingenioso», regresa con otra soberbia novela protagonizada de nuevo por el teniente Kramer y el sargento Zondi.
¿Quién no ha jugado en su infancia a policías y ladrones? Pero en el caso del niño afrikáner Boetie Swanepoel, el juego ha ido demasiado lejos. Cuando su cadáver aparece mutilado en una plantación a las afueras de Trekkersburg, todo hace pensar en la obra de un pervertido sexual: hasta que la aparición de una oruga extrañamente biseccionada desmonta la teoría y apunta a que se trata de un crimen premeditado. Pero, ¿quién podría estar interesado en acabar con la vida de un niño de doce años? O más bien ¿quién no lo estaría si el empeño de ese niño es descubrir una verdad que a nadie le interesa en absoluto que se conozca? El teniente blanco Kramer y su fiel sargento de color Zondi lucharán por resolver el misterio.
La víspera de Navidad, el teniente Tromp Kramer investiga en uno de los mejores barrios residenciales de Trekkesrburgo, en Sudáfrica, el asesinato de un blanco católico, muy piadoso. Apenas iniciadas las pesquisas, le trasladan a otro caso, un simple accidente de tráfico con una víctima. El asesinato del beato pasa a su compañero el sargento zulú Mickey Zondi. ¿Por qué separan a Kramer y a Zondi? ¿Qué misterio oculta esta sucesión de extrañas casualidades? El cazador sordo, inédita hasta ahora en español y tercera novela de la excepcional serie policíaca escrita por James McClure, vuelve a poner el dedo en la llaga del apartheid. Un ritmo apasionante que destroza todos los convencionalismos del género.
El teniente Tromp Kramer y el sargento zulú Mickey Zondi investigan una serie de robos con asesinato en un suburbio negro de Trekkersburgo durante la Sudáfrica del “aparthead”. La inesperada muerte de una bailarina de striptease, que realizaba un número de cabaret con una serpiente, les obliga a interrumpir sus pesquisas. Todo se complica. Ni la muerte de la bailarina de striptease es tan accidental ni los altercados del suburbio son una mera riña racial. De nuevo, la pareja de detectives creada por James McClure desnuda la Sudáfrica que cambió Mandela y vuelve a sacar las sombras más duras de la injusticia y la desigualdad social.
Una conocida escritora sudafricana, muy crítica con el apartheid, figura inspirada en la premio Nobel Nadine Gordimer, según afirmaría años después el propio James McClure, muere asesinada en su domicilio. Su muerte permite que se enriquezcan un grupo de personas, entre ellas su hijo Theo de veintisiete años, con quien había tenido durante mucho tiempo graves conflictos por cuestiones económicas. Su asesinato ¿está relacionado con el dinero, la política, o con alguna otra razón desconocida? ¿Y por qué se encontró su cuerpo desnudo cubierto de flores y hierbas? Estas son las preguntas a las que debe responder el teniente sudafricano Tromp Kramer y su socio zulú, Mickey Zondi. Sin embargo, esta tarea se hace mucho más difícil cuando Kramer es inesperadamente retirado del caso. Mientras que sus superiores le ordenan tapar discretamente un accidente fatal que podría ser embarazoso para la policía sudafricana, ambos policías se ven involucrados en una segunda investigación avanzando inexorablemente hacia un clímax inquietante y espeluznante, mientras luchan por mantenerse libres de manipulaciones políticas. Primera obra de James McClure que se publica tras su muerte, y en una nueva traducción, «El huevo con truco», considerada por muchos como una de las mejores novelas del género es, además una auténtica radiografía de Trekkesburg, la mítica ciudad sudafricana de ficción, en la que la multiracial Sudáfrica aparece con todas sus contradicciones.
“Los libros de McClure no son sólo soberbias historias detectivescas, sino también un convincente y poderoso retrato de la racista Sudáfrica” (Suplemento Literario del Times).
“Uno de los más grandes autores policíacos contemporáneos. Es un escándalo que esté inédito en Francia” (Roger Martin).
“James McClure ha creado dos detectives que están más lejos de los estereotipos que cualquier otro en el género” (P. D. James).
El teniente Tromp Kramer, de la Brigada de Homicidios y Robos de Trekkersburgo, se traslada a una remota reserva de caza en Natal, al norte de Zululandia, para investigar el asesinato de una mujer y un hombre blancos, este último policía. Allí encontrará una realidad mucho más salvaje y descontrolada que en su jurisdicción habitual, una cara del apartheid violenta y cruel donde la magia negra de los brujos y adivinos todavía marca el destino de los hombres. La canción del perro, la última novela del detective Kramer y su sargento cafre Zondi, es al mismo tiempo la primera de la serie, en la que se narra el encuentro de estos dos personajes que ocupan un puesto de honor en la novela policíaca contemporánea. James McClure vuelve a sorprender con un ritmo narrativo vertiginoso y su capacidad para retratar una realidad social muy oscura, casi más que negra.
La inspectora Judith Krieger no pasa por su mejor momento. Muy afectada por la muerte de su compañero, sufre pesadillas y comete repetidos errores en su trabajo. Se toma unas vacaciones, pero antes de reincorporarse al trabajo, decide investigar la desaparición de Charlotte, una amiga ornitóloga que vive en Canadá. Al mismo tiempo, en Colonia, Manfred Korzilius, amigo y colaborador de Judith, investiga la desaparición de un niño mientras se paseaba con su perro. Las sospechas recaen inmediatamente sobre su padre adoptivo, con el que no mantenía buenas relaciones. Incluso su propia esposa sospecha de él, ya que acaba de retirar una gran cantidad de dinero de su cuenta común y su comportamiento es de lo más extraño.
En una fría noche de invierno, bajo la lluvia de Colonia, aparece el cadáver de un conductor de tren apuñalado en una apartada estación. La inspectora de policía Judith Krieger y su colega Manni Korzilius se hacen cargo del caso, que parece motivado por el robo. Pero la perspicaz inspectora cree que algo más se esconde detrás de esta muerte y decide investigar en un taller colectivo de artistas situado cerca de la estación. Ahí conoce a la escultora Theodora Markus y a Paul Klett, su ex amante. A la noche siguiente, la policía es reclamada de nuevo en el barrio: una pizzería ha sido incendiada, con el propietario en su interior. En el sótano, Krieger descubre a una joven que aparentemente se ha visto obligada a prostituirse. El sórdido mundo de violencia y prostitución forzada en el que están a punto de adentrarse la inspectora y su compañero rebasa con mucho sus peores presagios.
15 de enero de 1947. Los Ángeles, un solar desocupado. El cadáver de una mujer de veinticinco años, desnudo y seccionado en dos partes. El médico forense determina que ha sido torturada durante días mientras ella seguía consciente. Un periodista bautiza a la víctima como «la Dalia Negra». Los policías Bucky Bleichert y Lee Blanchard son puestos al frente del caso. Se verán atrapados en un circo mediático y en una investigación policial plagada de pistas falsas e intereses políticos; un caso irresoluble que acabará por obsesionarles. Basada en un suceso real e inspirada en el asesinato de la propia madre del autor, «La Dalia Negra» es la primera novela del Cuarteto de Los Ángeles, ciclo novelístico que figura entre los grandes clásicos del género negro y policial del siglo veinte.
Los Ángeles, años cincuenta. Tres hombres se ven atrapados en una tupida red de ambiciones, perversión y mentiras: Danny Upshaw, ayudante del sheriff y punto de mira de intereses ajenos; Mal Considine, fiscal del distrito que intenta promocionarse profesionalmente y poner orden a su vida privada; Meeks, ex narco y hombre fiel a un único dios: el dinero. Por motivos distintos, los tres se verán vinculados a un grupo de comunistas entre los que un sádico asesino ha sembrado el pánico. Por motivos distintos, los tres habrán sacado billete para una pesadilla.
Los Ángeles, años cincuenta, una época fascinante llena de matices. Pornografía. Corrupción policial. Intrigas en el hampa. Un atroz asesinato colectivo se convierte en eje central de la vida de las víctimas y los verdugos. Tres policías tambaleándose en arenas movedizas Ed Exley, sediento de gloria, capaz de violar cualquier ley con tal de eclipsar a su padre, ex policía y gran magnate.
Para el teniente David Klein, muertes, palizas y extorsiones sólo son gajes del oficio. Hasta que en otoño de 1958 los federales abren una investigación sobre la corrupción policial y el mismo Klein se convierte en el centro de todas las pesquisas y acusaciones. Sin embargo, aunque él haya contribuido a crear ese mundo monstruoso, poblado por la codicia y la ambición, está dispuesto a salir vivo de él a cualquier precio.
El detective Christophe La Barthe y su ayudante Emma Halvick viajan a Madrid en octubre de 1888 para resolver el asesinato mediante un dardo envenenado del padre Hontañón, clérigo de la parroquia de San Andrés, sobre el que han dejado una nota en tinta roja que reza “Erebus”. El caso se complicará con la muerte por degollamiento de una prostituta que frecuentaba la parroquia y que también lleva la firma de Erebus. El pánico se apodera de Madrid al tiempo que el criminal envía cartas a la prensa, y La Barthe empieza a sospechar que el asesino imita a Jack el Destripador, que opera en ese mismo momento en Londres, en su forma de relacionarse con los medios de masas. ¿Quién se esconde bajo la máscara de Erebus? ¿Quién es el asesino que anda suelto por el Madrid de finales del XIX?
Corre el año 1834 y Madrid, una pequeña ciudad que trata de abrirse paso más allá de las murallas que la rodean, sufre una terrible epidemia de cólera. Pero la peste no es lo único que aterroriza a sus habitantes: en los arrabales aparecen cadáveres desmembrados de niñas que nadie reclama. Todos los rumores apuntan a la Bestia, un ser a quien nadie ha visto pero al que todos temen. Cuando la pequeña Clara desaparece, su hermana Lucía, junto con Donoso, un policía tuerto, y Diego, un periodista buscavidas, inician una frenética cuenta atrás para encontrar a la niña con vida. En su camino tropiezan con fray Braulio, un monje guerrillero, y con un misterioso anillo de oro con dos mazas cruzadas que todo el mundo codicia y por el que algunos están dispuestos a matar.
De manera magistral, Carmen Mola teje, con los hilos del mejor thriller , esta novela impactante, frenética e implacable, de infierno y oscuridad.
Cabe prever una época en que el género policial, invención de Poe, haya desaparecido, ya que es el más artificial de todos los géneros literarios y el que más se parece a un juego. El propio Chesterton ha dejado escrito que la novela es un juego de caras y el relato policial un juego de máscaras… Pese a esta observación y al posible eclipse del género, estoy seguro de que los cuentos de G. K. C. siempre serán leídos, ya que el misterio que sugiere un hecho imposible y sobrenatural, es tan interesante como la solución de orden lógico que nos dan las últimas líneas.
Jorge Luis Borges
En principio no vio nada, pero al instante sus ojos distinguieron la figura de una joven que venía corriendo hacia la casa. Era la doncella que Thompson había tomado para que se encargase del cuidado del pequeño Jackie y del aseo de la casa. Venía despavorida, atolondrada, como si algo terrible e inesperado hubiese conmovido toda su sensibilidad de mujer. Al ver al detective en la ventana, gritó:
Había llegado aquella mañana a Londres, y tras de trocar mi traje de viaje por el de calle, salí del hotel y me dispuse a visitar la población. No había estado nunca en la capital de Inglaterra y eran grandes los deseos que sentía por conocerla. Mi padre, inglés de nacimiento, me había hablado mucho de su patria, ponderándome constantemente las altas virtudes de la raza anglosajona, a cuyo espíritu, según él, se debía el esplendor de la Gran Bretaña. Repetidas veces me había hablado mi padre también de cuanto de interés existe en el territorio de la rubia Albión, y por ello conocía las grandes ciudades inglesas, con sus monumentos, jardines, museos, etc., como si en realidad las hubiese visto con mis propios ojos.