Imagina que tu gemela empieza a salir con el hombre de tus sueños.
Según Freud, tu «Yo» diría «pues me alegro por ellos, me da igual…». Tu «Superyó» pensaría «¡Supéralo ya, estás por encima de ese idiota!». Pero tu «Ello» gritaría «¡Malditos hijos de perraaaa!».
Es difícil ponerse de acuerdo entre lo que dices, lo que de verdad piensas y lo que crees que deberías pensar. Pero el tal Freud olvidó un concepto fundamental en su famosa teoría… a «Elle». Alguien que compartió la bolsa amniótica conmigo, pero no estaba dispuesta a compartir al hombre de nuestras vidas.
Mohamed ben Mohamed lleva toda su vida a los pies de su rey, día y noche, leal y afectuosamente. En un palacio donde lujo y miedo reinan por igual, donde los celos se avivan al caer la noche y uno puede ser duramente castigado sin motivo, el bufón del rey ha tenido que reinventarse cada día para ser el favorito, y dar muestras de una lealtad inquebrantable para mantenerse en su puesto. Cuando su propio hijo participa en un golpe de Estado contra el soberano, todo su mundo se viene abajo. Deberá renegar de él, fingir que no existe, ignorarlo todo acerca de su paradero durante casi veinte años y enfrentarse a la desesperación y al desprecio de su mujer y de sus hijos. ¿Pero acaso tiene otra manera de salvarlos?
La fiscal Isabel Iglesias es secuestrada por un psicópata que trae en jaque a las policías del mundo y al que se le acusa de ser responsable de mas de un centernar de muertes. Jefe indiscutible de una oscura secta de fanáticos ha sembrado de sangre las calles de Madrid. Conociendo su siniestra fama la mujer ya se veía asesinada pero Manuel Arana la sorprende con una extraña propuesta: 'Quiere saldar sus deudas con la sociedad, usándola a ella como intrumento pero antes ¡Debe conocerlo!'. A partir de ahí, se ve involucrada en un mundo lleno de violencia y muerte que nunca buscó ni deseó.
Santiago de Cuba, 1518, Anno Domini.
Un grupo de españoles desembarca en Cuba buscando fortuna. Farfán es un joven cuya única riqueza que pudo traer desde Sevilla es un Mastín del Pirineo llamado Ventisca. Viaja junto a Ortega, un aguerrido veterano de las guerras de Italia que decide llevarse a su hijo de doce años al Nuevo Mundo huyendo de una triste tragedia familiar; el pequeño Orteguilla. Allí conocerán al viejo vasco Heredia, un arcabucero cascarrabias y desgarbado, y a María, una bonita e indómita joven de la que Farfán quedara prendado desde el primer momento.
Mientras tanto, un hidalgo llamado Hernán Cortés, designado por el teniente de gobernador de Cuba, Diego Velázquez, está organizando una expedición de conquista y rescate a Yucatán, las misteriosas tierras recientemente descubiertas al oeste de la isla. Solo dos capitanes lo han hecho antes; Hernández de Córdoba, que regresó moribundo, con la mayor parte de la tropa masacrada y contando historias sobre fieros e innumerables guerreros, y Juan de Grijalva, del que hace meses que no se sabe nada.
Los recién llegados se alistarán enseguida en la expedición pero serán ajenos, en un principio, al trepidante juego de intrigas que se traerán entre manos los hombres más importantes de la ciudad. Velázquez se ha arrepentido de encomendar la misión a Cortés, pues teme que se le rebele. Por allí donde pasa levanta furor, las tropas lo adoran y no tardará en imponerse como un líder nato. Algunos valientes conquistadores se pondrán de su lado pero otros tratarán por todos los medios de boicotear sus movimientos.
Y al otro lado del mar, impasibles, les esperan densas selvas, violentas tormentas, antiguos templos abandonados, vestigios de una civilización extinta, millones de feroces guerreros indígenas y ricas y poderosas naciones gobernadas por un soberano al que nadie tiene el valor de mirar directamente.
¿Puede un puñado de quinientos españoles rendir uno de los imperios más grandes y despiadados que hayan existido jamás?
Los hijos del hierro y el fuego es la primera de una saga de novelas sobre la conquista de México recogidas bajo el título de «Yo, conquistador».
Villa Rica de la Vera Cruz, 1519, Anno Domini.
Los quinientos españoles que siguieron a Hernán Cortés hasta el misterioso Yucatán ya no son los novatos que desembarcaron en sus costas escasos meses antes. Siguen siendo solo un puñado de hombres y mujeres, apenas llevan cañones o caballos, pero ahora han recabado valiosa información sobre el terreno y cuentan con la inestimable colaboración de un amistoso pueblo nativo.
De cualquier forma, muchas son las preguntas que bullen en la mente de Hernán Cortés, el General. ¿Quién es Moctezuma, ese soberano que no les permite seguir adelante? ¿Cómo será Tenochtitlán, la capital de su imperio? ¿Con qué poder en gentes y tropas podrá contar? ¿Qué otros peligros les aguardan en los caminos? ¿Cómo reaccionará la belicosa Tlaxcala a su paso? ¿Serán los totonacas fieles aliados como les han prometido? ¿Podrá seguir manteniendo a los sediciosos bajo control?
Los soldados también se encuentran admirados ante las riquezas del Nuevo Mundo. Farfán ha conseguido embeberse en un nutrido grupo de buenos amigos y María no cesa en su intento de aprender a manejar la espada. Saben que el riesgo y las hostilidades acechan por doquier, pero el hecho de encontrarse donde nunca antes nadie había llegado les confiere el vigor de seguir adelante. Solo son quinientos, pero ya son los conquistadores más avezados de Indias. Ante ellos, el imperio mexica parece amenazador, pero su determinación es clara: seguirán al General hasta la muerte.
Han cruzado el océano en busca de fortuna y aventuras. El Viejo y el Nuevo Mundo van a establecer un contacto tras miles de años de aislamiento recíproco, y ellos van a ser los que lo lleven a cabo, pero una pregunta se alza sobre todas las demás: ¿Es suficientemente grande el mundo para albergar dos imperios?
Un imperio para el mundo es la segunda novela de «Yo, conquistador», la trilogía sobre la conquista de México.
Verano de 1520, Anno Domini.
Una vez resuelto el conflicto entre Pánfilo de Narváez y Hernán Cortés, una desgarradora predicción hecha por Blas Botello, el astrólogo del ejército, derrumba la moral de las tropas:
«—Señor, no os detengáis mucho, porque sabed que don Pedro de Alvarado, vuestro capitán, que dejasteis en la ciudad de México, está en muy grave peligro. Le han dado gran guerra y le han muerto un hombre, y le entran con escalas, por manera que os conviene dar prisa».
Parece que los ejércitos de México no están dispuestos a tolerar más tiempo que los conquistadores españoles señoreen sus tierras. Los campesinos ya tensan sus arcos, los hombres jaguar afilan sus macanas y la élite de guerreros águila pone a punto sus lanzas. Un beligerante grito se alza desde lo más profundo de la mayor urbe conocida del Nuevo Mundo y sus consecuencias, que inquietan a Farfán, María y al resto de compañeros, son todavía un triste e insondable misterio.
¿Será capaz un hombre, Hernán Cortés, de volver a pacificar Tenochtitlán?
¿Podrá el ímpetu de los mexica expulsar al invasor?
Descubre el desenlace de la trilogía «Yo, conquistador».
En un mundo de reyes crueles y nobles corruptos, Adelphine y su familia caen víctimas del chantaje y las calumnias. Su padre muere y su hermano es torturado frente a sus ojos hasta quedar paralítico. Su propia ciudad la rechaza sin razón. Ella, sin embargo, jura hacer justicia cueste lo que cueste. ¿Pero cómo pueden un chico y una chica sin ninguna habilidad vencer a una red de conspiradores, a ejércitos y demonios ocultos por milenios?
Confiando en que sólo la magia podrá vengar a su familia, emprende un peligroso viaje hacia el oriente, donde forajidos sin ley cometen actos atroces y reyes avaros se disputan tesoros encantados. En su trayecto descubrirá muchas cosas sobre sí misma, sobre el amor, y sobre su destino como la más grande hechicera de la historia.
Yo, hechicera es una nueva saga de fantasía épica que mezcla la magia con la acción y el suspense, tomando lugar en una versión alternativa de la Europa medieval.
Una búsqueda suicida por amistad, redención y justicia. Adelphine está perdida en las fronteras de Navgarod, junto a Pavel, un soldado del reino enemigo. Ambos son acechados por bandidos, lobos y espíritus del mal. La guerra está por comenzar. Ella deberá encontrar el valor para seguir adelante, confiar en Tara, la hechicera; y cumplir su promesa, o desistir y rendirse ante el bando que resulte vencedor. Wil y Kaunas han entrenado sin descanso para defender el castillo de Varunas. Sin embargo, un complot macabro amenaza con culparlos de traición y condenarlos a muerte. Ahora deberán confiar en el entrenamiento de Sir Van Preussen para vencer al conde Siwelzac y vengar la muerte de cientos de inocentes. En una aldea desolada yace un objeto de enorme poder, capaz de otorgar poderes inimaginables. Pero el precio que exige por su magia es igual de espeluznante.
Felipe II soberano de medio mundo Yo, la muerte, la forma en que Felipe II firmó sus últimas órdenes dirigidas a las colonias españolas en África y América, es una obra centrada en los problemas de la tiranía y el fanatismo religioso a través de un recorrido por la vida del ‘soberano de medio mundo’, desde su segundo matrimonio, con María I de Inglaterra, hasta los últimos días de vejez y agotamiento en las gélidas salas de El Escorial.
Maraima, hija de una rica familia de Afganistán, lejos de su país y de las asfixiantes condiciones de vida que en él padecen las mujeres, encuentra el verdadero amor en la persona de un inglés. Pero ese amor le traerá el sufrimiento y la conducirá de nuevo a su patria. Con la guerra civil y el régimen absolutista talibán como telón de fondo, Maraima se ve atrapada en un matrimonio de pesadilla. La trascendental presencia de Peter se convierte en la única luz de su vida, y por él transgredirá todas las convenciones sociales de su cultura. La historia real de una mujer valiente y profundamente enamorada, tal como ella misma se la reveló a la escritora.
Me llamo Nicolás. Tengo cuarenta y seis años y no he cumplido ninguno de mis sueños, si es que alguna vez soñé con algo. Hace ya tiempo me divorcié de Raquel y tuve que volver a casa de mamá, que murió hace tres años. Desde entonces estoy solo en el mundo. Esta mañana, mientras hago deporte en el parque, se me acerca una chica rubia. Parece que tiene ganas de charla, y quizá de algo más. Es Hada. Reconozco que al principio me da miedo; tengo la sensación de que está un poco zumbada. Pero cuando se quita las gafas de sol y me atraviesan esos ojos verdes, caigo rendido a sus pies. La primera noche es perfecta. Es una mujer maravillosa. Sólo vivo para esa segunda cita por la que muero. Nunca me ha interesado este puto trabajo de comercial, pero ahora me importa todavía menos. Ya sólo quiero ensoñarme con Hada, con su coño, con su olor y su risa, con sus ojos. Sus ojos. En nuestra segunda cita salimos a cenar, y antes de ir a mi casa a, ya saben, entramos en un bar y nos la pillamos a base de tequila. Gran error, porque después, en la cama, no puedo, y Hada reacciona aguijoneándome con furia: «¿Qué pasa? ¿No te gusto? ¡El típico mariquita! ¿Te pones la ropita de tu mamá cuando estás solo?». Al principio escucho atónito sus provocaciones, después, la cólera se apodera de mí y la abofeteo con saña, me regodeo en insultarla y termino echándola de mi casa. Es curioso, pero me parece que a pesar de mis malos modos, se resiste a marcharse. Despierto con una resaca infernal. Le escribo varios mensajes suplicando su indulgencia. Hasta que a última hora de la noche se digna a contestarme: «Nico, eres un loco. Te perdono pero no quiero volver a verte». Pero claro que volveremos a vernos, porque bajo la hermosísima piel de Hada, se esconde el terrible destino que me espera agazapado entre las sombras.
Ya es bastante difícil que un hombre y una mujer compartan la vida. Pero cuando un hombre y una mujer tienen que compartir además el mismo cuerpo, el caos es completo… Rosa busca soluciones para su corazón roto. Un día, mediante hipnosis, es transportada al pasado, con tan mala fortuna que se ve transformada en un caballero que está batiéndose en duelo. Estamos en el año 1594, y ese hombre se llama William Shakespeare. Rosa no podrá volver al presente hasta que descubra qué es el verdadero amor, y para lograrlo sólo cuenta con la ayuda de un Shakespeare enamoradizo que odia sentirse controlado por una mujer. Mientras discuten entre ellos compartiendo un mismo cuerpo, se darán cuenta de que antes de poder amar a alguien deben aprender a quererse a sí mismos.
¿Y si un fenómeno atmosférico cambiase la vida de miles de personas? A Rosie le tocó ser una de ellas. En 1975, cuando todos salían a celebrar el fin de la dictadura en España, un meteorito pasó tan cerca de la Tierra que dejó una estela. Esa estela hizo mutar a ciertas personas. Desde entonces, Rosie tuvo que marcharse, huir durante muchos años, pues eran muchos los que codiciaban su talento. Finalmente, cansada de dar tumbos a lo largo del tiempo, accedió a colaborar con la MUAW, la policía que se encarga de rescatar a los mutantes de los desaprensivos. Sin embargo, un encuentro con Jules, un mutante de clase uno como ella, hace que se desestabilicen todas sus creencias. Sus dudas la hacen ponerse en peligro en un lugar donde no es lo que parece. Además, comienza a sentir algo por Jules.
Críticas Ésta es la historia de Jimmy, un niño que ama a su madre. Sensible y solitario, dotado de una singular capacidad de observación, Jimmy vive con sus padres en una mansión en las afueras de Lima, estudia en el colegio inglés más exclusivo de la ciudad, adora a su hermana mayor, cuya belleza ejerce sobre él una extraña fascinación, y sueña con ir a Disney en las vacaciones, promesa que le ha hecho su padre, un banquero poderoso, y, cuando sea mayor y pueda casarse con Annie, la elusiva niña que enciende sus primeras fantasías. Reseña del editor Ésta es la historia de Jimmy, un niño que ama a su madre. Sensible y solitario, dotado de una singular capacidad de observación, Jimmy vive con sus padres en una mansión en las afueras de Lima, estudia en el colegio inglés más exclusivo de la ciudad, adora a su hermana mayor, cuya belleza ejerce sobre él una extraña fascinación, y sueña con ir a Disney en las vacaciones, promesa que le ha hecho su padre, un banquero poderoso, y, cuando sea mayor y pueda casarse con Annie, la elusiva niña que enciende sus primeras fantasías, jugar a fútbol en el F.C. Barcelona, el club de sus amores. Su madre, la señora más regia de Lima, distinguida y ausente como Jackie O, apenas tiene tiempo para complacerlo, pero Jimmy recibe en cambio los mimos, desvelos, halagos y cariño de la legión de empleados que tiene a su servicio: la cocinera, el chófer, el ama de llaves, el jardinero, el mayordomo, entrañables personajes con los que, al descubrir un mundo hecho de ilusiones rotas y amores desbordados, va perdiendo la inocencia, y a quienes termina queriendo como a su propia familia. "Yo amo a mi mami" es la confirmación de que Jaime Bayly ha alcanzado una sorprendente madurez como escritor. Con esta novela tierna y conmovedora, que evoca los días perdidos de su infancia, Bayly despliega toda su admirable destreza narrativa, brilla con ese raro don de intensidad reservado a los grandes novelistas y confirma, sin lugar a dudas, que se ha erigido en una de las voces más originales y poderosas de la nueva literatura hispanoamericana. --Este texto se refiere a la edición Tapa blanda .
Sonia fue arrastrando los dedos por el pecho de Chad, y le besó ella a su vez. Lo hacía con ansiedad. Ella amaba a Chad. Lo amaba sobre todas las cosas. Confiaba en él. Sabía que amaba tanto a Paul como ella misma. Al fin, y al cabo, decidieron adoptarlo los dos a la vez. Chad nunca estuvo receloso en contra de la ansiedad de su mujer. Aquel mismo día, casi cuatro años después de haberse casado, ella y Chad pasaron por la consulta de un experto doctor, y al salir decidieron que adoptarían un niño. —¿Y si tenemos niños nosotros? El doctor no dio plena seguridad de que no los tuviéramos —aducía Chad. —Lo querremos igual ¿no?
«Yo el Supremo Dictador de la República: Ordeno que al acaecer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo. Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres». Esa inscripción garabateada sorprende una mañana a los secuaces del dictador, que corren prestos a eliminarla de la vida de los aterrados súbditos del patriarca. Así arranca una de las grandes novela de la literatura en castellano de este siglo: Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos, Premio Cervantes 1989. La obra no es sólo un extraordinario ejercicio de gran profundidad narrativa sino también un testimonio escalofriante sobre uno de los peores males contemporáneos: la dictadura. El déspota solitario que reina sobre Paraguay es, en la obra de Roa, el argumento para describir una figura despiadada que es asimismo metáfora de la biografía de América Latina.
Esta novela trata sobre el reencuentro, el amor, la vida, el destino y las ganas de continuar. Habla de Natalia, una chica normal que persigue sus sueños. Y de Vera, que aunque ni siquiera ella lo sabe, también está persiguiendo sus sueños. Natalia tiene una vida por delante, quiere redescubrirse, encontrarse, continuar creciendo y hacer algo grande. Vera cree que su vida ya ha pasado y que lo único que puede hacer es resignarse. Esta novela trata sobre aprender, tropezar, levantarse y equivocarse. Quizás no en ese orden, pero sí sobre todo eso. Y mucho más. ¿Te apetece viajar a Roma o a Nueva York?
«Yo era una mujer casada, y sufría por serlo. Como tantas otras antes y después que yo, tuve mala suerte en el matrimonio. Me había casado con un verdadero monstruo». Así comienza la novela que —a su modo, siempre desviado e imprevisible—, completa la trilogía de Yo era una chica moderna y Yo era una niña de siete años y que se suma a la larga cincuentena de títulos que ya lleva publicados César Aira. No hay demasiadas razones para preferir este título a otros del mismo escritor que este año publicó tres novelas. Baste con decir que cada una de ellas sigue abonando uno de los proyectos narrativos más sólidos y sostenidos dentro de la literatura argentina, destinado a perforar las convenciones del realismo y a traer nuevamente a la escena la idea de vanguardia, desde una óptica absolutamente original.
El protagonista de «Yo estoy dentro» tiene algo en su carácter, o quizá también en su pasado, que le impulsa a la huida. Desde Madrid emprende un viaje que acaba en la costa granadina, tras unas breves estancias en la Mancha y en la Alpujarra. Es un tipo oscuro, sin oficio conocido pero con la cartera llena. Tiene labia, y sabe atraerse a las mujeres; a lo mejor él se cree un poco Tenorio, pero no deja de ser un gañán resabiado con ínfulas de señorito. El individuo este, que narra sus andanzas en primera persona, aprovecha para encadenar sin piedad tópicos y muletillas sobre el paisaje y el paisanaje andaluz, y unas reflexiones sociopolíticas que, de puro rancias, hacen hasta gracia. Al final, lógicamente, acaba enamorándose, etc.
Para unos, Philip K. Dick no es más que el nombre de un escritor de ciencia ficción, cuyas obras inspiraron las películas de Blade Runner y Desafío Total. Para otros, es uno de los escritores esenciales del siglo XX. Y, para unos pocos, el agente de una auténtica Revelación. Una cuestión obsesiva que ha hecho de su vida caótica una extraña odisea espiritual: ¿Quién sabe lo que es realmente?, ¿Quién de nosotros puede probar, por ejemplo, que Alemania y Japón no ganaron la guerra, que vivimos en la Tierra, que somos hombres, que no estamos muertos? En California de los años sesenta, esas vertiginosas dudas llevaron a Dick a un encuentro con las drogas. Confió en que le darían acceso, más allá de los simulacros, a una Realidad Última. Se convirtió en un apóstol del LSD, un gurú de la contracultura. El hombre en el castillo, Ubik, La penúltima verdad, unas novelas que se mueven en el estrecho filo entre la revelación y la locura, fueron la Biblia psicodélica para toda una generación. Entonces el sueño se convirtió en pesadilla. El explorador de la conciencia se perdió dentro del laberinto. En 1974, tras los años de vagabundeo espantoso, tuvo una experiencia mística, y hasta el momento de su muerte se preguntó si era un profeta o el juguete de una psicosis paranoica, y si existía una diferencia entre ambos. A quien Dios habla ¿oye algo más que su propia voz?