Tras la devastación de la Revolución rusa y la Primera Guerra Mundial, Zoya, la joven prima del zar, se ve obligada a huir de San Petersburgo y buscar refugio en París. Las adversidades que allí le sobrevienen terminan de convencerla de que su mundo ha cambiado para siempre. Logra unirse al ballet ruso de París, con cuyo salario mantiene a su indómita abuela y a sí misma.
El amor le ofrece una tregua de felicidad cuando el apuesto capitán Clayton Andrews, cautivado por la joven aristócrata, se la lleva a Manhattan como su prometida. Sin embargo, ninguno de los dos imaginaba las penurias que deberán soportar durante los años de la Gran Depresión que asolan Norteamérica.
A través de la historia de un siglo convulsionado y cambiante, Zoya representa una de esas mujeres luchadoras cuyo legado quedará por siempre entre nosotros.
Corre la década de 1930 en la pequeña aldea de Tartaria donde viven Zuleijá, su rústico marido, treinta años mayor, y su anciana suegra, empeñada en castigarla por no darle nietos. La educación recibida impide a la joven resentir siquiera el grado de servidumbre al que está sometida o desear una vida distinta. Pero cuando una serie de acontecimientos la arranquen de su pequeña familia y la arrojen a un mundo no menos brutal, pero sí más ancho y diverso, lleno de personas de distintas procedencias, oficios y credos, verá desmoronarse sus creencias más arraigadas. Con el tiempo, no obstante, este forzoso exilio material y moral permitirá a Zuleijá dar y recibir afecto, engendrar e incluso decidir su suerte. Con una prosa tan vivaz como versátil y la inmensa perspicacia psicológica de la gran tradición novelística rusa, Guzel Yájina recrea distintas voces y relata el espléndido despertar de una mujer cuya epopeya ha emocionado a miles de lectores en todo el mundo.
Un niño asiste, aterrado, a la tortura y posterior asesinato de su hermano y de su padre. ¿Cuál es su crimen? Haber nacido negros en la Sudáfrica del «apartheid». Años más tarde, el país ha cambiado y el niño también. Ahora Ali Neuman, de etnia zulú, es el jefe del Departamento de Policía Criminal de Ciudad del Cabo, pero no consigue olvidarse de aquel terrible crimen. Además, los suburbios de la ciudad ofrecen las calles más peligrosas del mundo y ahí es donde aparece el cuerpo sin vida de Nicole Wiese, hija de un famoso jugador de «rugby» local. La joven llevaba aparentemente una vida ordenada, pero los forenses encuentran en su cuerpo restos de una nueva y devastadora droga llamada tik. Ali Neuman deberá, junto al lugarteniente Brian Epkeen y al sargento Dan Fletcher, introducirse en el despiadado mundo de las bandas mafiosas dedicadas al tráfico de drogas, de la que forman parte antiguos militantes y defensores del antiguo régimen del «apartheid». Durante sus investigaciones descubren los métodos inhumanos de algunas compañías farmacéuticas que actúan con impunidad en los países africanos.
Un safari, explorando la antigua selva, un grupo de hombres jóvenes se ven envueltos en un crimen; ese evento envuelve sus vidas por años y años y las preguntas, ¿Quién lo hizo? y ¿Por qué?, quedan silenciadas por miedo al escándalo y por eso mismo los inocentes vivieron igual que el culpable.
No hay bestia tan feroz , publicada por primera vez en 1973, supuso el debut literario de Edward Bunker, singular escritor norteamericano tan afamado por sus obras como por su poco común biografía. Inspirándose en el conocimiento del ambiente criminal de Los Ángeles que su propia experiencia le procuró, Bunker da vida en esta novela a Max Dembo, un exconvicto en libertad vigilada después de ocho años en prisión. Su voluntad de llevar una existencia honesta, y de no volver a vivir entre rejas, chocará con un sinfín de obstáculos y se verá finalmente frustrada cuando, cansado y cargado de rencor, decida volver a la seguridad que ofrece, paradójicamente, el mundo del crimen. Sin romanticismo ni artificios, cruda y auténtica, No hay bestia tan feroz relata la rabiosa lucha por la supervivencia de un hombre acosado por los más inamovibles prejuicios sociales.
Sara Goldfarb, viuda cuyo contacto con el mundo se reduce a las horas pasadas delante del televisor en su modesto apartamento de Coney Island, fantasea con participar un día en un concurso televisivo. Harry, el hijo veinteañero de Sara, yonqui como su novia Marion y su mejor amigo Tyrone, sueña con abrir un café bohemio que permita a los tres abandonar el sórdido y desesperanzado mundo que los rodea. El inicio del verano trae las mejores expectativas: Sara recibe una enigmática llamada invitándola a participar en un importante concurso, mientras a Harry se le ofrece una oportunidad única de conseguir rápidamente el dinero necesario para poner en marcha su anhelado negocio: el tráfico de heroína. Sin embargo, el verano pasa, y el «deus ex machina» que debía alejarlos de la tragedia, termina por revelar su auténtico rostro y por arrastrarlos en un vertiginoso descenso a los infiernos. Con un estilo único y una crudeza sin precedentes en la reciente literatura norteamericana, Hubert Selby Jr. logra en «Réquiem por un sueño» retratar la angustia de una generación que descubrió sin saberlo la vertiente más oscura del sueño americano. Obra de culto, su adaptación cinematográfica en el año 2000 a cargo de Darren Aronofsky hizo de ella la novela más conocida de Selby.
Ernie Stark es un estafador y un yonqui, un delincuente de poca monta a quien los trajes de lujo, los coches veloces y las prostitutas con estilo hacen enloquecer. Su vida transcurre sin respiro en un submundo que conoce como la palma de su mano y que ni por sentimiento de culpa o deseo de redención querría abandonar. Obligado a colaborar con la policía para no verse de nuevo entre rejas, se da al doble juego con policías y delincuentes a fin de quitarse de en medio a la competencia y hacerse con un pequeño imperio de la droga.
Troy Cameron, criminal ampliamente respetado en los bajos fondos de Los Ángeles, embarca a dos viejos camaradas del reformatorio en un golpe de los que difícilmente rechazaría quien ha entregado su vida al crimen. Se trata de Gerald McCain, apodado «Mad Dog» por su conducta demente y violenta en extremo, y de Charles «Diesel» Carson, un grandullón que desaprueba el carácter atormentado e imprevisible de Mad Dog. A pesar de su mutua antipatía, ambos comparten una ciega idolatría hacia Troy, nacida en los años del reformatorio dada su poco común inteligencia. La sociedad está hecha y el plan es perfecto, sólo falta controlar los recelos de Diesel hacia Mad Dog, y tener a raya al segundo, algo que se presume extremadamente complicado. «Perro come perro» es una de las mejores novelas de Eddie Bunker, escritor ex convicto cuyo estilo genuinamente descarnado lo ha convertido en uno de los mayores exponentes de la literatura criminal.
Tras una borrachera salvaje que acaba en orgía homosexual y tentativa de suicidio, Bruno Dante es internado por tercera vez en la unidad de alcohólicos y enfermos mentales del Hospital San Giuseppe di Cupertino en el Bronx. Mientras se recupera le llegan malas noticias de la Costa Oeste: su padre, el escritor y guionista Jonathan Dante, con el que nunca se ha llevado bien, está gravemente enfermo y los médicos le dan pocos días de vida. Llamado a rendir un último homenaje al padre, Bruno Dante abandona antes de lo previsto el hospital y emprende un viaje de costa a costa en compañía de su odiada mujer. Un padre genial, rudo y con un carácter horrible: Jonathan Dante. Un hijo lleno de talento que se pierde en el alcohol, el sexo y la depravación: Bruno Dante.
Ron Decker acaba con sus huesos en la temible prisión de San Quintín tras su primera detención por «vender droga como si tuviese licencia». Allí, en la fábrica de animales, donde los conflictos raciales y las peleas entre bandas están al orden del día, el novato Ron aprenderá muy pronto que para sobrevivir hay que estar dispuesto a todo. Su maestro en el infierno carcelario será Earl Coppen, uno de los tipos más duros y respetados de San Quintín, con quien entablará una improbable amistad forjada en largas conversaciones ajenas a la jerga carcelaria. «La fábrica de animales» es una crítica demoledora a la deshumanización de la vida en prisión escrita sin concesiones por alguien que estuvo dentro más de veinticinco años.
El aspirante a escritor Bruno Dante lleva meses sin escribir una sola línea, bloqueado. Vive en un edificio de acogida para exalcohólicos y se gana la vida vendiendo aspiradoras de puerta en puerta bajo el sol abrasador de Los Ángeles. Hasta que lo despiden. Desesperado, Bruno sigue el consejo de su hermano mayor en Alcohólicos Anónimos y empieza a trabajar en Consumibles Orbit, la empresa de venta telefónica del también exadicto a la botella y ahora triunfador Eddy Kammegian. Bruno tiene un don especial para engatusar a la gente al teléfono, y antes de trabajar en Orbit ya vendía por teléfono con suma facilidad desde trasplantes de cabello hasta monedas raras o porno. Descartado el sueño de convertirse en escritor, Bruno se emplea a fondo en su nuevo trabajo y rápidamente acumula suculentas comisiones en forma de cheques. Parece que finalmente el antihéroe creado por Dan Fante podría sentar la cabeza y disfrutar de la vida cerca del océano, pero entonces se enamora de la mujer equivocada: la exstripper mexicana y compañera de trabajo Jimmi Valiente. Bruno inicia una relación de amor-odio con la explosiva mexicana que lo llevará de nuevo a perder el control de su vida y a alejarse, una vez más, del sueño americano.
«Si lo que quieres es seguir la tranquila rutina, más te vale coger una fiambrera e irte a trabajar, porque no hay ningún motivo por el que te pasees por aquí encorvado y tristón con un número en el culo. Hay muchos lugares más cómodos que la cárcel si estás dispuesto a pagar el precio de permanecer en ellos. A mí nunca me ha apetecido ese tipo de vida». «En el patio» es una de las mejores novelas salidas de una prisión de los Estados Unidos. Su autor, un asiduo huésped de cárceles como Folsom y San Quintín en la década de los cincuenta, la empezó a escribir entre rejas y la terminó a escondidas por la amenaza de las autoridades de revocarle la libertad condicional. Finalmente publicada en 1967, «En el patio» reconstruye de forma magistral, siguiendo los pasos de una impresionante galería de personajes, el día a día de San Quintín. En su epicentro, el gran patio, se entrecruzan las historias de guardas, criminales encallecidos como Sociedad Rojo, Nunn o el temido y respetado Hielo Willy; criminales ocasionales e instruidos como Juleson, Manning o Lorin; y sociópatas como Gasolino o Palo, líder de una banda imaginaria y actor principal de un intento de fuga surrealista. Novela construida según un diseño en apariencia casual, «En el patio» nos ofrece un retablo de la vida en prisión de una autenticidad solo al alcance de autores que también estuvieron «dentro» como Edward Bunker, Dostoievski, Jean Genet o Brendan Behan.
Considerada por Edward Bunker como su mejor novela, «Little Boy Blue» narra el conmovedor periplo de Alex Hammond de los once a los diecisiete años. La historia de un «pequeño chico triste», como lo fue el propio Bunker, hambriento de amor y obligado a pelearse con todo el mundo. Alex Hammond es un niño inteligente e independiente, pero sujeto a violentos accesos de rabia. Rebelde desde el divorcio de sus padres, Alex pasará su infancia huyendo de casas de acogida y reformatorios en la California de la Gran Depresión para ir en busca de su padre, un hombre deshecho e incapaz de ofrecer al hijo el hogar que necesita desesperadamente. Asistentes sociales bien intencionados, pero desconcertados por su comportamiento, y crueles figuras autoritarias se cruzarán en su camino y marcarán a fuego su carácter. Las atroces experiencias vividas en instituciones estatales, y las malas compañías, llevarán a un chico brillante, pero excesivamente impulsivo, a vivir según un código propio que chocará constantemente con el orden establecido y lo convertirá en un precoz delincuente.
Willem Termeer, el narrador de «Una confesión póstuma», se presenta a sí mismo como un hombre apático, desagradable e indiferente a todo cuanto le rodea. Hijo de una madre fría y vanidosa y de un padre enfermizo e irascible, uno de sus primeros recuerdos es el de su ingreso en la escuela, donde se sentía como un conejito al que han arrojado a la jaula de las fieras. Sumido en un mar de pulsiones que es incapaz de satisfacer, Termeer culpa de su miserable existencia a sus genes y a una sociedad que se rige por una moral hipócrita. Una sociedad a la que odia y teme con intensidad porque se siente excluido de ella. Su matrimonio con una joven de provincias solo empeorará las cosas y lo conducirá, en última instancia, a cometer un acto del que solo podrá librarse a través del papel.
«Una confesión póstuma» es una de las novelas más relevantes de la literatura neerlandesa y, junto con «Indigno de ser humano», de Osamu Dazai, y «Memorias del subsuelo», de Fiódor Dostoievski, una de las mejores y más perturbadoras muestras contemporáneas del género confesional inaugurado por Rousseau. Publicada por primera vez en 1894, esta obra ha cautivado a escritores como J. M. Coetzee, autor del prólogo y de la única traducción al inglés de esta novela.
Durante la Gran Depresión, en Corinth, Carolina del Norte, no hay mucho que el joven granjero Jack McDonald pueda hacer además de beber una cerveza tras otra. Sin un céntimo y con una amenaza de embargo, Jack no duda en aceptar el empleo que su viejo compañero de colegio Smut Milligan le ofrece en su recién inaugurado salón de carretera, un lugar donde se sirve alcohol de fabricación casera, se juegan partidas clandestinas de cartas y se alquilan cabañas por horas. El continuo desfile de paisanos por el salón proporciona a Milligan buenos rendimientos, a menudo en forma de dinero, otras veces en forma de averiguaciones que, llegada la hora de liquidar deudas para seguir con el negocio, podrían resultar de vital importancia. Cuando el astuto y codicioso Smut ponga en práctica su brutal plan, a Jack le resultará difícil mantenerse al margen. Publicada por primera vez en 1940 e inédita en castellano, «Mal dadas» podría ubicarse entre la cruda narrativa de James M. Cain y los primeros relatos de Ernest Hemingway. Una novela que, por su realismo sin concesiones y su lenguaje directo, resultó avanzada para el gusto de los lectores de su época, e impresionó a ilustres compatriotas como Raymond Chandler, Flannery O’Connor o George V. Higgins.
Los años de dinero a espuertas y de una Irlanda próspera han terminado bruscamente con el estallido de la burbuja inmobiliaria, y Bob Tidey, un honesto policía que aún patea las calles de Dublín a pesar de sus más de veinticinco años en el cuerpo, investiga la relación entre los asesinatos de un banquero corrupto y de un delincuente de poca monta. Al poco de salir de prisión, Vincent Naylor, antiguo matón de un mafioso local, prepara un golpe cuya recompensa merece correr importantes riesgos. La monja Maura Coady, retirada y acosada por remordimientos y malos recuerdos, ve a través de la ventana de su casa algo que no puede ignorar; cuando dé el aviso a Tidey, se desatará una ola de furia y ciega violencia que podría arrastrarlos a todos.
Con treinta y dos años, Frank Mansfield es uno de los mejores galleros de Estados Unidos. En los reñideros del Sur su nombre hace zozobrar las apuestas. Frank es fanfarrón, impulsivo y pendenciero; pero para ser el número uno hay que tener cabeza. Con el Premio al Gallero del Año entre ceja y ceja, la más alta distinción de la gallística norteamericana, Frank se jura no volver a abrir la boca hasta su consagración. Solo él conoce el motivo de su mudez, aunque en el primitivo mundo de las peleas de gallos, un mundo de hombres regido por normas ancestrales en el que «un apretón de manos obliga tanto como una declaración jurada ante notario», nadie se molestará en averiguarlo. En cambio a Mary Elizabeth, tras muchos años esperando abnegada a que su prometido dejara los gallos, volviera al pueblo y sentara cabeza, le queda poca paciencia, y esa extraña mudez está a punto de agotarla. Frank sabe que en el pueblo hay muchos gañanes deseosos de llevar a Mary Elizabeth al altar; si ha de volver junto a ella, puede que esté ante su último intento de conseguir lo que más ha deseado en su vida. Charles Willeford, uno de los grandes nombres del «hardboiled» norteamericano y autor de culto, se inspiró en «La Odisea» para concebir la que él mismo consideraba su mejor novela. Absorbente, hilarante, escrita con oficio, «Gallo de pelea» es una aventura por los reñideros sureños de los años sesenta, un viaje por una Norteamérica poco conocida y extinta, en compañía de un personaje inolvidable.
A Rudy Black, maleante y chulo de baja estofa, el mono lo devora y cada vez le cuesta más conseguir las enormes cantidades de heroína que necesita para saciarlo. Rudy es uno de los habituales de la Escena, cierta zona de una ciudad sin nombre gobernada en la sombra por un traficante al que llaman el Hombre. Después de una ofensiva policial, el Hombre precisa refuerzos y le ofrece a Black el trabajo de camello que tanto andaba buscando. Sin embargo, las malas lenguas dicen que Rudy se entiende con los detectives Davis y Patterson de la Brigada de Estupefacientes. Para probar su lealtad, el Hombre le hace un encargo terrible y Rudy sabe que no puede fallarle. «La Escena», que combina elementos de la novela policial con una audacia expresiva y una crudeza raras para su género y época, supuso el debut en 1960 de Clarence Cooper Jr., escritor con una trayectoria breve señalada por el demonio de la adicción a la heroína.
Desde que saliera de la penitenciaría dublinesa de Mountjoy e intentara establecerse como delincuente por su cuenta, Frankie Crowe no había tenido suerte. Harto de golpes que a duras penas le daban para el alquiler —y que bien podrían ponerlo de nuevo entre rejas—, un ambicioso Crowe planea secuestrar a Justin Kennedy, un banquero que ha prosperado en los años dorados del Tigre Celta. Pero para ello necesita contar con la aprobación del temido Jo-Jo Mackendrick, antiguo jefe de Frankie y conocido mafioso local. Las reticencias de Jo-Jo no frenarán el ímpetu de Crowe, como tampoco lo hará descubrir que Justin Kennedy es un abogado y no un banquero. Aunque el secuestro va de mal en peor y la policía estrecha el cerco en torno a la banda de Frankie, este no está dispuesto a renunciar al rescate de un millón de euros y a dejar de ser un delincuente de medio pelo.
A sus treinta y cinco años, Bob Hughes lidera una banda de yonquis que ocupa su tiempo robando farmacias y pinchándose el botín de sus fechorías. Carismático y supersticioso, Bob es un ladrón de la vieja escuela con un peculiar código de honor: nunca obligaría a alguien de la banda a hacer algo que él no haría, y jamás vendería droga a otros. La policía de Portland, centro de operaciones de la banda, lleva tiempo detrás de Bob, pero sabe que la única manera de detenerle es pillarlo «in fraganti». Cuando Bob descubre que los detectives Gentry y Halamer lo están vigilando, decide darles una lección que no olvidarán y largarse de la ciudad. Fuera de su hábitat natural, la banda irá de mal en peor y Bob, cansado y afligido, se planteará por primera vez en su vida dejar las drogas. Escrita en la cárcel y convertida en película de culto por Gus Van Sant, «Drugstore Cowboy» es la única novela publicada del ladrón y adicto James Fogle.