En el lenguaje técnico-jurídico, tradicionalmente, el término "responsabilidad civil" evoca la idea de un daño sufrido por alguien y la obligación de repararlo, a cargo de alguien más. Pero, ¿cómo se puede llegar a imponer a alguien el deber de reparar? El presente libro responde a esta inquietud al explicar de una manera sencilla los elementos necesarios que se deben acreditar para ese propósito, tanto en materia contractual como extracontractual, por lo que se convierte en un texto imprescindible para estudiantes en busca de los rudimentos del derecho de daños, como para abogados en busca de respuestas prácticas, pero también para los estudiosos del derecho civil.
Padres e hijos, Psicología, Divulgación, Ciencias sociales
La periodista de El País Carmen Pérez-Lanzac ha realizado una investigación sobre los lugares y las formas de diversión de los jóvenes entre 14 y 19 años. Qué piensan, cómo y dónde se divierten los adolescentes cuando no los ven sus padres.
Divulgación, Hogar, Salud y bienestar, Padres e hijos
«Leche de continuación», «mi primer yogur», «crema de cacao sin azúcar»… son términos que se asocian a una buena alimentación infantil, a una dieta saludable y sensata elegida por padres y madres abnegados. ¿Pero de verdad es esa la comida que hay que ofrecerles a los pequeños de la casa? ¿Son esos productos rodeados de mensajes publicitarios realmente sanos? ¿Más sanos que una simple pieza de fruta? En ¿Qué le doy de comer? descubriremos no solo cómo podemos enfocar los primeros meses de alimentación sólida de los bebés (BLW, BLISS, entre otras), sino que también nos armaremos de argumentos para elegir mejor y con más criterio aquellos alimentos que seleccionamos para los niños. Además, trataremos temas educacionales relacionados con la comida y exploraremos situaciones cotidianas como si se debe llevar el móvil a la mesa o cómo pueden participar los niños en aquellas tareas que conlleva alimentar a la familia. Cargado de recursos prácticos y realistas, así como de consejos para crear menús semanales para nuestros hijos, este libro se convertirá en la guía para todos los padres que quieran conseguir que sus hijos coman de forma saludable, sea cual sea el tipo de alimentación de la familia, y enseñará a los más pequeños hábitos alimentarios saludables para crecer fuertes y sanos.
Viendo los perfiles tan diversos, generados por la personalidad y los planes del propio Donald Trump, y por una carga mediática que quiso hacerlo perder a cualquier precio, es urgente hacer cuanto antes un análisis realista para tener una idea de lo que viene. Porque la campaña ya pasó, ya es absurdo fijarse sólo en la parte de su personalidad que sugiere una completa insensatez, o en su propaganda absurda y agresiva que tanto le ayudó para ganar votantes. Es prudente analizar más cosas sobre él, el contexto en el que va a gobernar, sus motivaciones como patriota norteamericano, que son la columna vertebral de su política, y hasta algunas cosas no tan incoherentes que ha dicho hasta ahora. Que son pocas.
Una historia social de España a través de sus canciones más famosas. ¿Qué dicen de nosotros las canciones que escuchamos? ¿Se puede contar la historia de un país a partir de su música? Este personal ensayo recorre la historia cantada del siglo XX español hasta 1976. Las canciones del momento se convierten en el mejor atajo para entender y sentir cómo fue el mundo y la vida de nuestros padres y de nuestros abuelos. «La vaca lechera» nos habla del hambre de la posguerra, «Tatuaje» o «La Bien Pagá» del corsé represivo del nacionalcatolicismo, «Ay, Carmela» o el «Cara al sol» guardan los sentimientos encontrados de la Guerra Civil. Paco Ibáñez, Chicho Sánchez Ferlosio, Serrat y también Mari Trini o José Luis Perales muestran en su repertorio la evolución de las ideas y la modernización de las costumbres, mientras que la rumba ofrece la mejor síntesis de la mestiza identidad española. De «Ojos verdes» a «La chica yeyé», de «El porompompero» a «Palabras para Julia», de «Cambalache» a «Mi casita de papel», de «Yo no soy esa» a «¿Y cómo es él?», de «Alfonsina y el mar» a «L'estaca», de «Libertad sin ira» a «El lago», más de doscientos grandes éxitos nos revelan en estas páginas qué fue del amor, de la lucha política, del papel de la mujer, de la memoria familiar, de los usos y funciones de la música, de las drogas, del problema de la vivienda o de la evolución tecnológica. ¿Qué me estás cantando? es el libro que reúne a tres generaciones en torno a la música.
¿Es el ayuno intermitente la solución a todos nuestros problemas? ¿La dieta keto y low-carb es la clave para perder peso y mejorar nuestra salud? ¿Debemos comer como nuestros ancestros con la dieta paleo? ¿Son los ultraprocesados la gran epidemia del siglo XXI? ¿Es la microbiota la tendencia de la década? ¿La dieta vegana salvará a los animales y al planeta? ¿Por qué la gente elimina el gluten de su dieta? ¿Por qué los lácteos son tan polémicos? A estas alturas la gente está un poco mareada: somos incapaces de afirmar qué alimentos son realmente saludables o cuáles debería incorporar a su dieta. Y es que la información muchas veces es contradictoria y no es raro que distintos profesionales recomienden dietas y pautas bajo criterios muy diferentes: algunos sostienen que la leche es imprescindible y otros, que es un veneno; unos afirman que hay que comer como nuestros ancestros, mientras que otros proclaman que ahora se come mejor que nunca. ¿Qué podemos hacer ante tanta confusión? Aitor Sánchez, con su capacidad para aclarar términos, establecer límites y dirimir con sensatez, aborda en este nuevo libro los diez temas más controvertidos sobre nutrición —el ayuno intermitente, la dieta keto y low-carb, la dieta paleo, los ultraprocesados, la comida real y el marketing, la dieta vegana, la microbiota, el gluten, los lácteos y los suplementos— y nos presenta los estudios científicos más recientes para zanjar el debate y aclarar de una vez por todas las dudas surgidas de tanta información contradictoria. Con la claridad y el rigor que le distinguen, en ¿Qué pasa con la nutrición? aprenderemos todo lo que necesitamos saber para tomar las mejores decisiones sobre nuestra alimentación y, sobre todo, descubriremos los consejos básicos que hay que seguir para establecer prioridades y aplicar el sentido común a nuestra dieta.
Una mirada inteligente, cauta y movilizadora sobre los temas más controvertidos. El matrimonio homosexual, la homoparentalidad, el aborto, la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido, la prostitución, la venta de órganos, el alquiler de vientre, la pena de muerte, la tenencia de drogas, el perfil genético de los delincuentes... todos estos temas son hoy el centro de debates tan resonantes como inconclusos. Pues dudamos de todo aquello que puede ser hecho y, en un único gesto, de que debe ser hecho. En circunstancias imposibles de ser procesadas y asimiladas, inmersos en situaciones límite sobre las cuales, tarde o temprano, deberemos pronunciarnos. Deslizándose en los márgenes de lo 'políticamente incorrecto', Diana Cohen Agrest nos acerca las razones esgrimidas en torno de estas prácticas polémicas que, de otro modo, suelen permanecer confinadas en los círculos de los especialistas. La premisa básica que atraviesa esta obra es la necesidad de alentar el pluralismo, que implica la coexistencia, en igualdad de condiciones, de diferentes perspectivas desde las cuales reflexionar sobre la realidad que nos toca. Lejos de adoptar una posición que clausure el debate, la autora ofrece los argumentos a favor y en contra de cada una de esas cuestiones, desafiando al lector a tomar una decisión crítica propia. A todos nos gusta opinar fundando nuestras creencias en razones valiosas. Porque sentimos que así colaboramos en la construcción de un mundo un poco mejor. Si el don de la palabra instaura con el hombre el universo simbólico, podemos ser partícipes de la construcción de aquellos valores que, hoy como siempre, deberían sostener cualquier conducta humana. «¿Qué piensan los que no piensan como yo?» contribuye a este fin con claridad, profundo conocimiento y valentía.
La antimateria, el reverso de la materia, es uno de los aspectos más fascinantes de la física de partículas, siendo además la aniquilación materia-antimateria el proceso más energético que existe en el universo. Un objeto de antimateria sería indistinguible, a juzgar por su aspecto, de uno de materia; de hecho, una estrella de antimateria, de existir, brillaría de manera idéntica que una estrella de materia, emitiendo la misma luz. Vivimos rodeados por antimateria y por las radiaciones resultantes de la aniquilación de esta contra la materia de su entorno. Por ejemplo, en la superficie terrestre estamos sometidos a una lluvia incesante de partículas, en todas direcciones, tanto de materia como de antimateria, y se estima que un 10 por ciento de la luz visible que nos llega del Sol se debe a la aniquilación materia-antimateria que tiene lugar en su interior. Además, hacemos un uso constante de la antimateria: en los hospitales, como ingrediente esencial de las técnicas de imagen PET, así como en la industria y en la investigación relacionada con ciencia y tecnología de materiales. En este libro se explica qué es la antimateria, cómo se produce, dónde se encuentra, los usos y experimentos que se realizan con la misma, así como el enigma de su desaparición en los primeros instantes de existencia del universo.
El anuncio del descubrimiento del largamente buscado bosón de Higgs, aunque podría no ser el predicho por la teoría, ha provocado un entusiasmo sin precedentes en la comunidad científica, entusiasmo que se ha contagiado a los medios de comunicación y a la sociedad en general. Pero ¿qué es el bosón de Higgs y por qué tiene tanta importancia?, ¿cómo se ha conseguido realizar este descubrimiento y de qué manera afecta a nuestras vidas? Este libro ofrece al lector las respuestas a estas preguntas y le permitirá comprobar que, en efecto, el bosón de Higgs ocupa un lugar clave en nuestra comprensión del universo y revela secretos íntimos de la naturaleza que tienen que ver con hechos muy básicos, tan básicos que a menudo ni siquiera pensamos sobre ellos, como son el «vacío», la «masa» o la existencia de fuerzas eléctricas. Sin embargo, aunque esta partícula sea clave en nuestra comprensión del universo, tampoco lo explica todo. La naturaleza guarda misterios fascinantes que aún no han sido desvelados. Y de eso también trata este libro.
¿Por qué soñamos? ¿Hay diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer? ¿Tiene el cerebro un reloj interno? ¿Hay personas que huelen los colores? ¿Es verdad que usamos sólo un 10 por ciento de nuestra capacidad mental? ¿Son los zurdos más inteligentes que los diestros? ¿Qué es el sexto sentido? ¿Existe una inteligencia innata para la música? Éstas son sólo algunas de las cuestiones que durante la historia de la humanidad han provocado innumerables teorías e investigaciones, algunas de ellas totalmente erróneas y otras cuya veracidad se ha demostrado posteriormente. Aunque todavía quede mucho por saber, en los últimos años la neurociencia ha experimentado grandes avances que nos ayudan a comprender cada vez más cómo se producen las distintas funciones y conexiones dentro de nuestra cabeza. Francisco J. Rubia, neurocientífico y especialista en la materia, desmonta algunos de los tópicos más comunes y nos ofrece la solución a 60 apasionantes preguntas sobre nuestro cerebro.
Javier Urra nos ofrece en ¿Qué se le puede pedir a la vida? una serie de emotivas palabras, historias, leyendas, referencias, ideas, que son muestra de la vida vivida, de la vida buscada, y establece con el lector una conversación sincera y sencilla que apela directamente a la búsqueda de las fuerzas y de las razones para vivir, porque sólo disfrutaremos de nuestra existencia si somos capaces de contemplar el paso del tiempo como un regalo y de asumir los días como una oportunidad de reinventarnos y de sonreír. Una obra gratificante y reveladora que cuestiona nuestra capacidad para aventurarnos, para arriesgar, para apurar la existencia y descubrir qué legado dejaremos al otro y qué decisiones estamos dispuestos a tomar para conseguir lo que anhelamos todos: vivir con intensidad.
Desde las legendarias películas de los años 50, 'El enigma de otro mundo', 'La guerra de los mundos' o 'Ultimatum a la Tierra', hasta la actualidad con 'Terminator', 'Star Wars', 'Star Trek', 'Alien', las cosas han cambiado bastante, pero el cine de cienciaficción sigue ocupando un lugar de privilegio en los gustos de la gente y algunas de las películas más taquilleras de todos los tiempos tienen como tema los extraterrestres o los platillos volantes. Es por ello que el lector podrá efectuar con este libro un viaje imaginario por el mejor cine de cienciaficción que se ha realizado hasta ahora, aunque para facilitarle su lectura lo hemos clasificado según el tema a tratar: Viajes a otros mundos, Lugares extraños, Robots y máquinas, Visitantes de otros planetas, Experiencias fantásticas, Guerras espaciales, etc. Por supuesto, se han incorporado algo más de 300 fotografías algunas auténticos documentos históricos, así como el cartel original o el más representativo.
La pasión por el cine de terror puede quedar explicada también por ese deseo de aplaudir la otra cara de la moneda, al diablo en lugar de a Dios, al dictador que acaba de eliminar al presidente democrático, o al cazador que ha conseguido segar certeramente la vida de un pobre animal. Y es que para muchos espectadores los monstruos del cine que nos aterrorizan constituyen la oposición a los superhéroes, al “bueno” de las historias y a las benéficas hadas madrinas de los cuentos infantiles. Son los lobos de las novelas para adultos y el equivalente a tantos gigantes, dragones y fantasmas que nos aterrorizaron cuando éramos niños. También son, como diría Obi Wan Kenobi, el reverso tenebroso, el camino que lleva a esa extraña felicidad que ocasiona provocar daño en nuestros semejantes. Puede parecer extraño que el malvado de las historias y filmes no sea repudiado por lo espectadores, pero ahí tenemos el ejemplo de Drácula y Freddy Krueger, cada uno con docenas de clubes de fans diseminados por el mundo, del mismo modo que los tienen Godzilla, King Kong y el despiadado asesino de Scream. Darth Vader dicen que tuvo más admiradores que el guapo Luke Skywalker, aunque luego las admiradoras se inclinaron por el atractivo Harrison Ford, más asequible que el actor David Prowse que se escondía bajo la máscara negra que le permitía respirar. Parece ser que hacer vibrar a los corazones y las mentes humanas mediante el miedo es un pasaporte seguro para el éxito comercial y por ello en los últimos años el cine ha sido igualmente pródigo en películas con monstruos o asesino sin escrúpulos, y una nueva oleada de demonios nos ha llegado sin saber cómo ni porqué. La pasión del público por ver voluntariamente escenas de horror es un contrasentido, pues los villanos reales, los terroristas y los asesinos, no gozan del aplauso general, aunque no por ello dejan de tener adeptos fieles. También es significativo el hecho de que cuando existe un accidente de tráfico en la carretera, con muertos y sangre diseminados por el asfalto, se ocasione un atasco de varios kilómetros. La causa, ya lo sabemos, es la morbosidad por ver la muerte de cerca, el dolor de las víctimas del accidente. En resumidas cuentas, y volviendo al cine y los espectáculos, el secreto para el éxito es provocar miedo y repulsión (como ocurrió con “La naranja mecánica”), y la popularidad aumentará en la misma medida en que causen pánico a los usuarios. Pero los monstruos cambian con el paso de los años y si anteriormente tuvimos a Alien, o asesinos en serie como en el “Silencio de los corderos”, ahora nos muestran a “Scream” o al mismísimo Diablo, cada vez más poderoso, aunque debe rivalizar por el trono de los malvados con las nuevas legiones de vampiros combatidos menos mal por “Blade”. Este libro aporta un recorrido por las películas más populares del género de terror, aunque es posible que alguna destacable no figure en esta relación. También muy probablemente alguna de las incluidas no le hayan causado a usted, en particular, el menor miedo, pero no es misión de este manual juzgar un filme por los gritos de los espectadores, sino solamente por el género al que pertenece.
Procedentes del espacio exterior, de esa última frontera apenas arañada por la exploración espacial, los alienígenas nos llevan visitando hace ya varios siglos, mucho antes de que se les mencionara animosamente como ETs, o más inquietantemente como Aliens. La Ufología, ciencia que estudia el fenómeno de los OVNIs, los nombra como Greys (grises), pues así es su aspecto según algunos dibujos efectuados por quienes aseguran haberles visto. Finalmente, en las leyendas antiguas utilizan el nombre de Jims, aunque bajo esta denominación se incluyen a brujas, animales mitológicos y fantasmas. El cine ha preferido seguir otra línea para hablarnos de los extraterrestres, y casi siempre los define como seres poseedores de una alta tecnología, así como de un aspecto que a nuestros ojos es horroroso, tanto como lo son sus propósitos destructores de la raza humana, una especie tan inferior para ellos que solamente sienten interés por aniquilarla. Pero si estos seres orgánicos son temibles y en ocasiones casi indestructibles, ¿qué podemos decir de los robots, unas máquinas casi siempre diseñadas para la guerra? Con un tamaño frecuentemente similar a la altura del ser humano, un cerebro mucho más eficaz que el mejor de nuestros ordenadores, y una envoltura en ocasiones casi orgánica pero más frecuentemente metalizada, su sola presencia hace inviable la respuesta bélica por nuestra parte. Si, además, juntamos a ambos elementos dentro de un gigantesco platillo volante, y les dotamos de un armamento sofisticado y eficaz, las consecuencias para nosotros, los sufridos humanos, serán tan desastrosas que mejor ni las imaginamos, así podremos dormir tranquilos. Con frecuencia han sido mostrados como seres hostiles por el cine, tan poderosos que ni los mejores ejércitos los pueden destruir, llegando hasta nuestras vidas para demostrarnos que nadie es dueño ni siquiera del terreno que pisa, pues todo depende de la fortaleza del invasor. Pilotando naves que viajan a velocidades superiores a la de la luz, y con una apariencia que casi siempre infunde tanto terror como su armamento, suelen estar acompañados por máquinas tan perfeccionadas que han aprendido a pensar por sí mismas, lo que deja muy poco margen para el error y la compasión. La unión entre ambos seres, los robots y los alienígenas, ha proporcionado al cine y a los escritores argumentos apasionantes y tenebrosos, aunque siempre ha sido el propio espectador, cuando retorna a su hogar, quien aporta con su imaginación nuevos datos para continuar sintiendo miedo. Afortunadamente, también hay extraterrestres amigables, como ese ET que nos señalaba con su dedo luminoso el lugar de su hogar, o el atractivo “Starman” que sin apenas saber hablar consiguió encandilar a las mujeres con sus cortas frases. Y sobre los robots también hay para todos los gustos y temblores, ya que nos han mostrado al invencible Gort de “Ultimátum a la Tierra” intentando hacer entrar en razones a los terrestres con sus rayos destructores, parejo al casi indestructible Terminator, quien luego, afortunadamente, se puso de nuestra parte. Algo más entrañables son esa reencarnación metálica de El Gordo y el Flaco denominados C3PO y R2D2, o ese mayordomo siempre sonriente llamado Andrew que encontró su propia vida en el “Hombre bicentenario”, lo mismo que aquel vivaz, travieso y parlanchín robot que desquició a su propio dueño en “Cortocircuito”.
Parece mentira, tan grandullones y todavía no han aprendido a caminar sin aplastar con sus patas a los infelices humanos. Detrás de ellos siempre quedan aldeas devastadas, niños huérfanos, edificios en llamas y muchas lágrimas, además de la seguridad de que ese engendro volverá pronto para continuar su aniquiladora misión. En ocasiones su altura supera al mayor de los edificios, y así ni siquiera las armas de nuestros ejércitos son capaces de detenerles, aunque con frecuencia el monstruo es tan pequeño que apenas podemos alcanzarle, como cuando nos atacan arañas o pájaros asesinos. Sin embargo, en la historia del terror hay unos dignos representantes cuya apariencia ha sido suficiente para producir miedo, y nos estamos refiriendo a esos animales prehistóricos que científicos inconscientes han traído de nuevo hasta nosotros procedentes de tiempos remotos. Y es que los dinosaurios son tan enormes que pueden poner sus patas en cualquier azotea, aunque también hay gorilas que podrían acoger simultáneamente a un tanque y a una bella mujer. Afortunadamente, la mayoría de esos monstruos no son capaces de salir de la pantalla, con lo cual no vemos necesario mirar con recelo las esquinas oscuras, ni otear el horizonte para descubrir cuanto antes a ese dragón que empieza a vomitar fuego hacia nosotros. Ese alivio lo perdemos cuando nos metemos por vez primera en una playa desierta, aparentemente tranquila, pero en cuyas aguas seguro que acecha un tiburón hambriento deseoso de morder a la guapa bañista desnuda. El problema es que aunque nos aseguren que los grandes monstruos son cosa del pasado o de la imaginación de los escritores, no estamos tranquilos y por si acaso ya tenemos en nuestra mente cuál sería el refugio adecuado para escondernos hasta que alguien venga a salvarnos.
Sería muy difícil imaginar un mundo sobrenatural y un concepto religioso más unidos durante el siglo XX que el vampirismo. Tanto es así, que cuando queremos alterar las creencias espirituales, el vampirismo sigue siendo el sistema más sencillo y físico, pues posee la menor espiritualidad de todas las manifestaciones sobrenaturales. Estas criaturas, salidas del mismo lugar que Satanás, insisten en el triunfo del sexo por encima de la muerte, de la carne encima del espíritu, y de lo corpóreo antes de lo invisible. Niegan casi todo, salvo la satisfacción de los sentidos por medios físicos, convirtiéndose su culto en la más materialista de todas las posibles supersticiones y religiones. Y precisamente es esta palpable atracción lo que ha hecho al vampiro un lucrativo negocio para los directores de cine. Similares, pero moviéndose en mundos diferentes, los fantasmas, hombrelobos, poltergeists y la mayoría de las otras apariciones sobrenaturales, pueden ocasionar desprecio e indiferencia entre los espectadores, dejando las butacas vacías. Estos engendros son tan poco humanos en su apariencia que es fácil no sentir temor ante las imágenes pues, a fin de cuentas, cuando salgamos del cine nunca se nos aparecerán entre las tinieblas. Sin embargo, el vampiro aparece también como una realidad en la literatura e incluso en la historia, lo que le hace más tenebroso si pensamos que las leyendas, en este caso, son casi realidad. Eso, y el deseo inaccesible de los vulgares humanos de ser inmortales e invulnerables, así como la necesidad de aterrorizar solamente con nuestra presencia, ha ocasionado que la atracción por los vampiros sea tan intensa. El cine los ha mostrado siempre invulnerables a las balas (nunca a las estacas), rápidos, depredadores infalibles, sedientos de sangre y placer, al mismo tiempo que se nos aparecen justo cuando más desvalidos estamos, en la penumbra de la noche o en medio de nuestros profundos sueños. Por eso no es extraño que los vampiros formen parte indisoluble de todos nuestros temores, incluso cuando estamos despiertos. Dotados de la facultad de hacer inmortales a todos sus súbditos, y seductores irresistibles con el sexo opuesto, poseen un carisma que ha traspasado las fronteras de la leyenda y fantasía, pudiéndose emparentar sin problemas con la atracción que ejerce el diablo sobre los humanos.
Son tan terroríficos que ni siquiera aparecen en nuestros sueños más espantosos, y aunque las leyendas populares les suelen definir con bastante precisión, al menos en cuanto a su capacidad para devorar, descuartizar y, en suma, matar a los infelices humanos que se ponen por delante, solamente el cine ha sido capaz de hacerles realidad. Los zombis, los fantasmas y el resto de los engendros, poseen un aspecto tan desquiciado como su comportamiento, siendo casi imposible encontrar entre ellos a alguien tan seductor como, por ejemplo, Drácula, el icono del cine de terror. Y aunque dicen que sobre gustos (y disgustos) no hay nada escrito, resulta difícil encontrar a un bello ejemplar en ese muerto viviente que avanza hacia nosotros con los ojos fuera de sus órbitas pidiendo morder un cerebro fresco; o en Freddy Krueger, el más gamberro de todos, quien cuando entra en nuestros sueños disfruta resbalando por las paredes su afilada garra. Afortunadamente los hay que llevan caretas que ocultan su deformado rostro, aunque sabemos que lo que esconden es aún más horrible que aquello que muestran. Como ejemplos de ello tenemos a Jason y Michael Myers, dos monstruos que en su día fueron humanos, y que solamente una anormal vida anterior les hizo tan malvados e imaginativos en el incruento arte de matar. Decididamente maliciosos y con deseos de introducirse literalmente en nuestras vidas y cuerpos, estos monstruos creados por la imaginación de escritores y guionistas de mente fértil suelen ser muy torpes, por lo que huir de ellos solamente es cuestión de tener buenas piernas, salvo que antes nos las hayan cortado con un oxidado machete. Por ello, y por si acaso los encontramos un día en cualquier esquina, vamos a repasar ahora aquellos que ya figuran en todas las buenas galerías del terror, esencialmente las que se pueden ver cuando estamos cómodamente sentados y protegidos en la sala de un cine.
Aunque inicialmente dependientes de los escenarios de Broadway y en gran medida inspiradas en esas obras, las películas musicales pronto consiguieron encontrar una fórmula propia, proporcionando un formulario de arte vital que aportaba un sabor escénico muy superior a cualquier espectáculo en directo. Quizá por ello, y durante 50 años, o incluso desde su nacimiento, el musical ha demostrado que es el Ave Fénix de la industria cinematográfica. Inmerso en una competencia razonable con estilos tan dispares como el western, el cine épico, el romance y hasta las hazañas bélicas, este género ha sido capaz de revivir una y otra vez, muy a pesar de los malos augurios de sus detractores, empeñados en condenarle al fracaso desde sus inicios. Y es que si hay un genio creativo que va unido siempre a cualquier producción cinematográfica, éste es indudablemente el musical, justo cuando el beso apasionado de dos enamorados es acompañado por la canción que ambos entonan acertadamente a dúo.
'El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise que continúa su misión de exploración de mundos desconocidos, descubrimiento de nuevas vidas, de nuevas civilizaciones; hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar'. Esta frase, repetida infinidad de veces en los capítulos de la televisión, resume perfectamente la idiosincrasia de este fenómeno mundial que ha comenzado a rebasar los 40 años de existencia. Dotada de una filosofía e imaginación poco habitual, ha conseguido que los aficionados diseminados por todo el mundo sigan fieles a esta popular saga. Cada salida al mercado del DVD es un éxito de ventas, lo mismo que las convenciones y merchandising, demostrando que nunca será una moda, sino un icono de la cienciaficción. El libro, ilustrado con cientos de fotografías, es un resumen de las diferentes series de televisión, así como de las películas, los actores y sus personajes, constituyendo así una base de datos imprescindible para el aficionado.
Nada genera más entusiasmo y admiración en los aficionados al cine que los premios de la Academia, con su desfile previo y la incertidumbre sobre quiénes serán los galardonados. En su intento de honrar lo mejor del cine mundial, los organizadores han realizado eventos que son una mezcla de buen gusto, arte escénico y extravagancia, logrando con ello que año tras año las ceremonias que son seguidas a través de la televisión por millones de fans de todo el mundo muestren la esencia del cine, que no es otra cosa que aportar magia y sueños, casi siempre dentro de esa fábrica de ilusiones que es Hollywood. Pero como todo premio, los Oscars siempre son objeto de largas y controvertidas polémicas, básicamente de quienes ni siquiera han sido nominados, pues hay que reconocer que estos galardones han contribuido sensiblemente al éxito fulgurante de los premiados. En el camino se quedan no siempre los peores, pero cuya calidad artística no es suficiente para un jurado de expertos que debe hilar muy fino para no tener que aguantar luego una gran cantidad de críticas. Posteriormente, y en ocasiones en franca oposición a este jurado, está el público, el único que certifica lo que verdaderamente interesa o no. Y es que el tiempo ha demostrado que el cine es, ante todo, un espectáculo de masas, no un arte para minorías intelectuales a quienes parecen gustar todo lo que aburre a la mayoría. Por eso, y aunque sea ir en contra de los eruditos, una película que no logra atraer la atención del gran público y que supone un fracaso económico es, deberíamos ser sinceros, una película frustrada.