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Bolsilibros - Astri Diligencia 6. El cazarrecompensas, de Al Barton

Aventuras, Novela

El saloon era una construcción enorme, que había sido construida con troncos, pero que luego su dueño reforzó con obra de piedra y de ladrillos, levantando dos plantas para convertir en hotel su establecimiento, acondicionando para este una entrada separada de la de aquel. Así, aunque en el hotel se alojasen mujeres, no tenían por qué pasar por el saloon donde se jugaba, se bebía y, a veces, se organizaban peleas de órdago.


Bolsilibros - Astri Diligencia 30. El cazador de hombres, de C. T. Mitchum

Aventuras, Novela

Cuando la muchacha de rostro angelical penetró en el Banco, todos la miraron sonrientes. Se percibía a la legua, por su porte distinguido, que era una señorita de posición acomodada. En el Banco había poca gente. Únicamente tres clientes. Ella se colocó la última en la fila.


Bolsilibros - Astri Diligencia 61. Ajuste de cuentas, de Al Barton

Aventuras, Novela

Atrás quedó Nickel Creek, del mismo modo que quedaban los feraces pastos repletos de ganado, las verdes praderas de los alrededores de los Lagos Salt, y el infortunado cuatrero se adentró en la árida extensión, rumbo al sudoeste, en busca de las estribaciones de Sierra Diablo y de otro lugar donde aposentarse, donde nadie supiera de su pasado y de su infamante marca de ahora.


Bolsilibros - Astri Diligencia 65. Lo inesperado, de Burt Winning

Aventuras, Novela

Las sombras del anochecer habían caído sobre la aldea india. Los centinelas montaban una guardia rutinaria. La tribu no tenía enemigos declarados y no se temía ningún ataque. Dentro de los tipis ardían las fogatas que calentaban a quienes se hallaban en su interior. En uno de aquellos tipis estaban reunidos varios muchachos, que aún no habían pasado la prueba de la pubertad y no habían sido admitidos como guerreros. Ellos estaban pendientes de las palabras de Avat-Niah, el hombre de los tiento veinte inviernos.


Bolsilibros - Astri Diligencia 86. La semilla del odio, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Había cabalgado sin prisas casi toda la noche sin que el sueño le inquietara ni un momento. Quizá porque la perspectiva de ver otra vez las tierras y las gentes que nunca pensó volver a contemplar le preocupaba más de lo que se atrevía a confesarse a sí mismo. De cualquier modo, ahora volvía, y bajo la blanca luz de la luna los paisajes se abrían ante él como un recobrado mundo que nunca pudo olvidar.


Bolsilibros - Astri Diligencia 96. … Y dios los olvidó, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Era un cartel engañoso. Pero estaba allí, a la entrada del pueblo. También el tiempo era engañoso. En el suroeste resultaba difícil que lloviera. Y más difícil aún que lloviera torrencialmente. Pero llovía. Y lo hacía como si todo el cielo estuviera derramando sus reservas de agua sobre la tierra, habitualmente calcinada, seca, agrietada por las largas sequías.


Bolsilibros - Astri Diligencia 101. Nadie era más rápido, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Siempre es duro matar a hombres. Pero con la costumbre, ese trance se soporta mejor. Esa había sido de siempre la filosofía del individuo que ahora permanecía en pie, en medio de la calle, encarado a aquellos tres hombres. Ahora no tenía que matar a uno. Debía de matar a tres. O morir él.


Bolsilibros - Astri Diligencia 137. El veneno de la cobra, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Los estampidos fueron bruscos. Muy bruscos. Tanto, que los buitres que se hacinaban sobre los restos de un caballo descarnado y maloliente que yacía en el desierto, levantaron el vuelo, lanzando graznidos coléricos. Su festín se había interrumpido desagradablemente para ellos. Los disparos continuaron durante unos momentos.


Bolsilibros - Astri Diligencia 148. Canción de muerte, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - Astri Diligencia 157. «Doc» Diamond, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Elsie abandonó la propiedad con paso rápido, encaminándose sendero adelante, a través de los pastos de la hacienda Ingram, en dirección a su pequeña propiedad cercana. Una propiedad que de tal solo tenía ya el plazo angustioso de unas pocas horas. El sol estaba llegando a su cénit. Cuando comenzase a descender, sería como la arena de un reloj, cayendo implacable hasta agotarse. Y en el momento en que aquel rojo disco estuviera rozando las lomas del horizonte por el Oeste, todo habría llegado a su fin.


Bolsilibros - Astri Diligencia 180. La sirena y la muerte, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Cabalgaba descuidadamente, relajado y sintiéndose en paz con todo el mundo, incluso consigo mismo, cosa que no siempre sucedía. De modo instintivo, el caballo seguía los profundos surcos dejados en el reseco camino por los carros sin que el jinete le hiciera indicación alguna, como dejándole la iniciativa de la ruta a seguir. Bien es verdad que el jinete le importaba bien poco la ruta ni el lugar a donde pudiera llevarle aquel estrecho camino que serpenteaba entre altos y desolados roquedales. Había muy pocas cosas que le preocuparan realmente desde que acabaran las luchas indias y la vida turbulenta de tan solo un par de años atrás.


Bolsilibros - Astri Diligencia 188. Exterminador, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Salió de las oficinas, encaminándose con rapidez a una edificación cercana, cuyos bajos ocupaba un amplio saloon de llamativa fachada, llamado La Rueda de la Fortuna, donde anunciaban juego, bebida y mujeres. Encima, se alzaba un hotel de igual nombre. Entró en el saloon, vacío a aquellas horas de la mañana, encontrándose con un empleado que barría el local. Le sujetó por un brazo.


Bolsilibros - Astri Diligencia 190. La leyenda de la calavera, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

La guitarra rasgueó sus notas en la noche. Eran notas típicas de la música mexicana, entre alegre y melancólica, sentimental y a la vez risueña. Luego, la voz bien timbrada entonó la canción, que hablaba de revolución y de amores, de muerte y de pasión, de balazos y besos.


Bolsilibros - Astri Diligencia 197. El plomo es gratis, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Un enorme rótulo sobre la fachada pregona quien supiera leer que ése era el mejor hotel en mil millas a la redonda. Teniendo en cuenta que Bonnerville estaba al borde del desierto, y que éste se extendía hasta lo que parecía ser el otro confín de la tierra, el jinete que acababa de descabalgar estuvo dispuesto a creer en la triunfal propaganda.


Bolsilibros - Astri Diligencia 215. La sonrisa de la muerte, de Donald Meyer

Aventuras, Novela

El vagabundo, un hombre alto y delgado, de unos treinta años, intentó doblarse sobre sí mismo para escapar al castigo, pero el fulano que le sujetaba por la espalda le dio con la rodilla en los riñones para que se mantuviera derecho. El gorila le atizó un puñetazo en el vientre.


Bolsilibros - Astri Diligencia 220. Muerte de un chacal, de C. T. Mitchum

Aventuras, Novela

Cuando Dennis Weston cubrió el rostro rígido de su padre no pudo evitar echar una ojeada a Sidney, su hermano mayor. 
La tensa expresión de Sidney mostraba sin disimulo alguno la rabia y la cólera que tenían lugar en su interior. 
Parecía un animal enloquecido. 
El juez Benson y el sheriff Allen estaban también presentes por expreso deseo del finado. Este había ordenado que los llamaran para que fuesen testigos de su última voluntad. 
Todavía el cuerpo de Jack Weston se mantenía cálido y aún nadie había abandonado la estancia cuando Sidney, loco de furor, gritó: 
—¡Maldito viejo! ¡Mil veces maldito!


Bolsilibros - Astri Diligencia 223. Lucha fraticida, de Burt Winning

Aventuras, Novela

El repiqueteo metálico y las voces del cocinero pusieren rapidez en los movimientos de los vaqueros. Los que trataban de enlazar un ternero se olvidaron del animal, volvieron a enrollar sus lazos y se encaminaron hacia la carreta de Saolín. También aquellos que mantenían sobre la fogata el hierro con la «D» invertida y los rabos prolongados como una cornamenta, abandonaron la tarea para reunirse con los demás.


Bolsilibros - Astri Diligencia 231. Misión para un cretino, de Donald Meyer

Aventuras, Novela

Los informes que le habían llegado de los distintos Estados del Sur eran verdaderamente alarmantes. Como consecuencia del asesinato del presidente Lincoln, el 14 de abril, bandas rebeldes se habían levantado en armas, dispuestas a seguir combatiendo a las fuerzas de la Unión.


Bolsilibros - Astri Diligencia 243. El fuerte de los fantasmas, de Donald Meyer

Aventuras, Novela

No fue un grito, sino una quejumbrosa exclamación emitida por alguien que, de repente, se hubiera visto inmerso en una extraña y desconcertante situación. Los buitres que habían estado revoloteando sobre el fuerte, silencioso y abandonado, acabaron por marcharse. Uno de ellos, el último en darse cuenta de que en aquel lugar no había el menor vestigio de carroña que pudiera saciar su inagotable voracidad, se posó sobre la rueda de un oxidado cañón.


Bolsilibros - Astri Diligencia 247. Jinetes de leyenda, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Catorce de agosto de 1876. Era la fecha. El día. No se podía decir de él que iba a ser un día difícil de olvidar, al menos para Bart Royce. Porque Bart Royce no iba a olvidar nada, ni a recordar nada tampoco, a partir de aquel mismo día catorce de agosto, en plena fiebre del oro de Deadwood. Eso estaba filosofando para sí Lester McDugall, alguacil provisional de la próspera y tumultuosa ciudad de Dakota del Sur, mientras intentaba dormitar un poco en su silla de la oficina, a la espera de acontecimientos. No tenía nada personal contra Bart Royce, era la verdad. Pero iba a tener que llevarlo al patíbulo que acababan de levantar allí, frente por frente a la misma cárcel del lugar.