En el hospital londinense Royal Free cada día se combate con la muerte; no con el asesinato. Así que el hallazgo del cadáver de Prudence Barrymore, una amable enfermera de buena familia, crea confusión y asombro. Pese a que la policía señala que Kristian Beck, un médico extranjero, es el culpable, la dirección del hospital encarga la investigación del caso a William Monk. Éste, junto a la enfermera y amiga de la víctima Hester Latterly y el brillante abogado defensor Oliver Rathbone, desvelará los secretos intereses que en ocasiones empañan la imparcialidad de la justicia.
Hester Latterly, enfermera de profesión, ha encontrado un nuevo trabajo de aparente sencillez: acompañar a una anciana y amable señora durante una visita a Londres. El asunto se complica cuando la mujer —perteneciente a una prominente familia de Edimburgo— muere durante la noche. Al practicarle la autopsia se descubre que ha sido envenenada y ¿quién si no Hester puede ser el asesino? El inspector William Monk deberá hallar las pruebas incriminatorias para demostrar la culpabilidad de la enfermera o encontrar un asesino entre los miembros del enigmático y cerrado clan de los Farraline.
El marido de Genevieve Stonefield, Angus, lleva desaparecido tres días cuando ella decide visitar al detective Monk. La mujer esta convencida de que ha sido asesinado por Caleb, hermano gemelo de su esposo, pues la relación entre ambos ha llegado a ser violenta. Pero Monk no esta dispuesto a admitir que se haya cometido un asesinato ni a señalar a un culpable, aunque lo cierto es que Angus parece haberse esfumado.
Sir Oliver Rathbone es un serio abogado de la época victoriana, que nunca se mezcla en asuntos turbios. Por ello, todo el mundo se extraña cuando acepta defender a la condesa Zorah Rostova, acusada de difamación por haber insinuado que la princesa Gisela ha matado a su esposo, el príncipe Friedrich. El detective William Monk es el encargado de investigar el caso. Tras determinar que sí hubo asesinato, debe descubrir el motivo e identificar al culpable. El equilibrio de la balanza es una nueva incursión de Anne Perry en las luces y las sombras de la Inglaterra victoriana.
El respetable abogado Leighton Duff aparece muerto a golpes en un sórdido callejón. A su lado, se encuentra el cuerpo moribundo de Ryhs, su hijo. La policía no es capaz de profundizar en el caso hasta que aparece en escena el sagaz inspector William Monk, que intuye una relación entre este suceso y una serie de violaciones y palizas a prostitutas. Sorprendentemente, se cierne la sospecha de que ha sido el propio Ryhs quien ha matado a su padre. En los barrios bajos del Londres victoriano los ciudadanos llevan a cabo sus más vergonzosos y secretos negocios. Con dinero se puede conseguir cualquier cosa pero, a veces, el precio a pagar es la propia vida…
Killian Melville, un joven y brillante arquitecto, va a ser juzgado por romper su compromiso con Zillah Lambert, hija de su patrón. Para su defensa, contacta con el prestigioso abogado Sir Oliver Rathbone quien, al ver que Melville no aporta razones que justifiquen su comportamiento, inicia una investigación con su colaborador, William Monk. Éste deberá indagar en un incidente familiar ocurrido dos décadas atrás.
William Monk no suele aceptar casos de derecho matrimonial. Sin embargo, de vuelta de su luna de miel con su nueva esposa, Hester, no puede evitar involucrarse en la resolución de uno de ellos: Miriam Gardiner, la prometida de un rico heredero, ha desaparecido dejando atrás un carruaje vacío y el cadáver del conductor del mismo. Miriam reaparece, pero se niega a relatar lo ocurrido pese a ser considerada la principal sospechosa del crimen.
1861. La guerra de Secesión acaba de estallar en Estados Unidos. En Londres, Daniel Alberton se beneficia de la contienda enriqueciéndose con la venta de armas a ambos bandos. Sin embargo, cuando Alberton y su bella esposa organizan una cena en la mansión familiar, todo parece muy ajeno a esas pasiones que se desarrollan al otro lado del océano. Sólo William Monk y Hester Latterly perciben que las cosas no andan bien bajo la apariencia de esa velada apacible. Dos de los invitados son americanos y ambos pretenden comprar a Alberton un gran cargamento de armas. Uno es Philo Trace, un sureño inteligente y encantador, aunque partidario de la esclavitud. El otro es Lyman Breeland, norteño, un hombre reservado y ambicioso de quien la hija de Alberton está enamorada. La intuición de Monk y Hester acaba por confirmarse cuando uno de los protagonistas de la reunión es brutalmente asesinado y otros dos desaparecen sin dejar rastro. El cargamento de armas tampoco se encuentra en los almacenes de Alberton. En estas circunstancias, Monk y Hester se verán obligados a cruzar el Atlántico y a internarse en el territorio en guerra de Estados Unidos para seguir los pasos del asesino.
Dos hermosas mujeres aparecen estranguladas en el estudio de un conocido artista londinense. Para el investigador William Monk y su esposa, Hester, estos asesinatos se convierten en el inicio de una pesadilla. Una de las víctimas es la esposa del doctor Kristian Beck, al que Hester conoció en Austria cuando ambos luchaban por la libertad. Y, para su horror, el doctor es el principal sospechoso del caso.
Con una intensidad nacida de la desesperación, desde las calles envueltas en niebla del Londres victoriano a la belleza de los atestados cafés de Viena, los Monk buscarán respuestas a contrarreloj para encontrar al verdadero asesino y salvar al doctor Beck del verdugo. Y si quieren resolver el caso, tendrán que sacar a la luz el enigma de la vida de su esposa…
l Maude Idris fondea en el Támesis cargado con todo tipo de materias preciadas, como ébano y marfil, procedentes de África. Esa misma tarde, el capitán deja a cargo de unos marineros armados la vigilancia del barco y su carga pero, al día siguiente, se encuentra con que el marfil ha sido robado y uno de los marineros asesinado. En su deseo de esclarecer el asunto y recuperar lo sustraído, el capitán encargará al detective Monk la investigación del caso, éste que desconoce el mundo portuario, solicita la ayuda de un joven huérfano, conocedor de los resortes que mueven los bajos fondos de la ciudad. Juntos recorrerán las orillas del Támesis en busca de pistas. Hester, la esposa de Monk, tiene también la oportunidad de conocer al capitán. Por alguna extraña razón, éste está dispuesto a pagar una gran cantidad de dinero para el cuidado de una de las pacientes a las que Hester atiende en su centro de asistencia para prostitutas enfermas.
Al frente de su grupo de la Policía Fluvial, William Monk se encuentra patrullando el Támesis cerca del puente Waterloo cuando ve a una pareja, de pie cerca de la barandilla, forcejeando en lo que aparenta ser una violenta discusión. De repente, ambos caen al agua encontrando la muerte. Monk no puede evitar preguntarse si se ha tratado de un accidente, un suicidio o un asesinato, y aunque será casi imposible averiguarlo, está decidido a intentarlo. Monk se enfrenta, pues, a un triple dilema. Con la ayuda de su intrépida esposa, Hester, comienza a seguir un camino resbaladizo que lo lleva de los salones más lujosos de la alta sociedad al submundo de las cloacas de Londres.
El inspector William Monk, ahora miembro de la Policía Fluvial del Támesis, se enfrenta a un enemigo muy peligroso: Jericho Phillips, sospechoso de dirigir una extensa red de prostitución infantil. Sin embargo, tras el juicio, Phillips es liberado. Decidido a probar su culpabilidad, Monk reabre el caso; pero a medida que se sumerge en los bajos fondos de Londres se percata de que el misterioso apoyo que recibe Phillips proviene de altas esferas de la sociedad. Con el apoyo de su esposa Hester, William Monk se enfrenta al más peligroso y escurridizo criminal de toda su carrera.
Ambientado en los muelles de Londres, esta decimoséptima entrega de la serie dedicada a Monk teje una inolvidable historia de inocencia y maldad. Para el carismático inspector William Monk, la aparición de un misterioso cadáver, estrangulado con una lujosa corbata, es la excusa perfecta para investigar los entresijos de la corrupción y la explotación infantil que se esconden tras la fachada de los más respetables círculos londinenses. Nada ni nadie quedará a salvo.
¿Será Monk capaz de revelar la verdad oculta detrás de una conspiración mortífera en torno al comercio del opio? Corre el año de 1864. En la ribera del Támesis Monk queda consternado ante la espantosa mutilación de una mujer cuyo cadáver es hallado en el muelle de Limehouse. Pero cuando investiga el brutal asesinato y descubre la relación de la víctima con el doctor Lambourn, brillante científico fallecido recientemente y acérrimo defensor de una nueva ley de farmacia para regular la venta de opio, resulta evidente que no todo es lo que parece. La viuda de Lambourn se niega a creer el veredicto oficial según el cual la muerte de su marido fue un suicidio; está convencida de que fue asesinado después de que la investigación que estaba llevando a cabo fuera desacreditada por funcionarios del gobierno resueltos a no poner trabas al lucrativo comercio del opio. Mientras aumentan las presiones sobre la Policía Fluvial para que descubra al asesino de Limehouse, Monk emprende una precipitada investigación que ahondará en los aspectos más turbios del comercio del opio, amenazando con poner al descubierto una trama corrupta que salpica a los estratos más altos de la sociedad.
Hester Monk, la esposa de William Monk, inspector de la Policía Fluvial del Támesis, cuestiona las finanzas de una iglesia de Londres en la que, al parecer, los donativos de los feligreses han terminado en los bolsillos del carismático predicador Abel Taft, para pagar su magnífica casa y los elegantes vestidos de su esposa y sus hijas. Como fruto de ello, Taft resulta acusado, y el brillante abogado Oliver Rathbone, recientemente nombrado juez, es el elegido para presidir el juicio contra él. La culpabilidad de Taft parece clara; sin embargo, en el último instante la defensa llama a un testigo que socava por completo los cargos. Entonces Rathbone da un paso bienintencionado pero temerario que podría arruinar su carrera, su reputación y hasta su vida. Justicia ciega presenta un rico y vívido panorama de la vida londinense, al tiempo que despliega un magnífico drama judicial.
Anne Perry nos lleva a ajetreada ribera del Támesis, donde una tarde de verano William Monk, comandante de la Policía Fluvial, presencia la horripilante explosión del barco de recreo «Princess Mary», que provoca la muerte de los casi doscientos pasajeros que celebraban una fiesta a bordo. La tragedia no es fruto de un accidente. Monk debería encargarse del caso, pero la investigación se le asigna al comisario de la Policía Metropolitana. Enseguida atrapan a un egipcio, Habib Beshara, que es juzgado y sentenciado a muerte. Sin embargo, casi con la misma rapidez, Monk presenta pruebas de que, Beshara, aun siendo un canalla, estaba en otro lugar en el momento de la explosión. La investigación, para entonces un desbarajuste absoluto, se pone a toda prisa en manos de Monk. ¿Guarda el crimen relación con la inminente apertura del Canal de Suez, que beneficiará enormemente a las navieras británicas? ¿O todos esos inocentes se ahogaron para asegurar el asesinato de uno sólo de ellos? ¿Cómo subió a bordo del barco el terrorista y cómo consiguió escapar? ¿Se trata de un anarquista o de un loco? Con el apoyo de su perspicaz esposa Hester y de su viejo amigo Oliver Rathbone, Monk deberá descubrir las respuestas, pese a que sus preguntas toparán con el rechazo de una formidable variedad de personajes poderosos y privilegiados.
Los hermanos Rand, Magnus, un médico astuto, y Hamilton, un genio de la química, buscan obsesivamente una cura para lo que por entonces se conoce como la «enfermedad de la sangre blanca». En el hospital de Greenwich, la enfermera Hester Monk está atendiendo a Bryson Radnor y descubre a tres niños débiles y aterrorizados, y se da cuenta de que han sido comprados para realizar experimentos con ellos. Los Rand están a punto de conseguir una cura y no pueden correr el riesgo de que se conozcan sus experimentos… Antes de que Hester pueda revelar el secreto, cae prisionera. Mientras el comandante Monk y sus fieles la buscan en las calles londinenses y la bella campiña inglesa, el tiempo se agota.
En toda su carrera como comandante de la Policía Fluvial, Monk nunca había visto una escena del crimen más espantosa: el propietario de un almacén húngaro yace muerto en medio de su oficina cubierta de sangre, el pecho atravesado por una bayoneta y misteriosamente rodeado por diecisiete velas, sus mechas sumergidas en sangre. Al sospechar que el asesinato puede estar motivado por prejuicios étnicos, Monk se dirige a la comunidad húngara de Londres en busca de pistas. Con la ayuda de su esposa, la exenfermera Hester, que está lidiando con un veterano de guerra traumatizado posiblemente involucrado en los asesinatos, Monk combatirá la desconfianza, la hostilidad y las amenazas de las mismas personas que intenta proteger. A medida que se multiplica el número de cadáveres, también aumenta la resistencia a la policía. En una carrera descontrolada contra la epidemia de terror que siembra el asesino, Monk deberá ser más implacable que nunca.
La esposa de Harry Exeter, un poderoso y acaudalado constructor del Londres victoriano, ha sido secuestrada y sus raptores exigen que la entrega de la rehén a cambio del rescate se haga en una de las zonas más inhóspitas y oscuras a orillas del río Támesis. Para proteger tanto a Exeter como a su esposa, el comandante Monk es el encargado de supervisar la operación. Sin embargo, al llegar al lugar del encuentro, tanto él como sus compañeros caen en una emboscada.
Es evidente que Monk ha sufrido la traición de uno de sus hombres. Para averiguar quién ha sido el culpable, el comandante deberá indagar en el pasado de todos ellos. Así descubrirá quiénes esconden un terrible secreto y a quién profesan de verdad su lealtad. ¿Pondrá Monk su vida en juego para resolver el caso?
Le llaman Monsignore, pero ¿por qué? ¿Es un apodo o un tratamiento? ¿Quién es el enigmático personaje que ocupa un apartamento en el último piso de la Residencia Gregoriana? En la terraza que domina toda Roma, se le ve a menudo en compañía de una encantadora joven; en elascensor, uno se cruza algunas veces con sus sirvientes, cinco hombres de severo traje gris y alzacuello; alguna vez también, una limousine majestuosa y negra pasa a recogerle: es un gran Fiat cuya matricula exhibe las letras SCV, correspondientes al Vaticano. Precisamente en el ambiente quedo y pausado de los salones del Vaticano donde Monsignore desarrolla su actividad, allí, por donde los prelados se mueven con el mismo rumor del muaré y de la púrpura que hace siglos. En este marco de la Ciudad Eterna se desenvuelve la extraña personalidad de Monsignore. ¿Un aventurero o un santo? Se ha calificado a esta obra como «novela de capa y espada en un universo de truhanes dominado por la tecnocracia»; una novela explosiva donde se enfrentan príncipes de la Iglesia, banqueros, emires y call-girls. De lo que no cabe dudar es de la extraordinaria habilidad narrativa del autor, que prende ya desde las primeras páginas: en Roma, el colaborador de un periodista norteamericano es hallado muerto cuando acababa de descubrir la verdadera personalidad de un «caballero de la industria» sospechoso de pertenecer a la Mafia, y que, con trazas de play-boy y con el nombre de Harold Finnegan, comparte un lujoso apartamento con una rutilante Miss Mundo. En 1982, Monsignore fue llevada al cine, con dirección de Frank Perry e interpretado por Christopher Reeve, Geneviève Bujold, Fernando Rey, Jason Miller y Joseph Cortese