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Bolsilibros - C. I. A 16. Ceylán, de Alar Benet

Relato, Policial

El paisaje, en la noche tropical, era maravilloso. Los gigantescos árboles caucheros, los bananos y las palmeras se alzaban al cielo rompiendo con sus verdes hojas los rayos de luna. El silencio, turbado únicamente por el leve murmullo de las aguas del río Kalani, tenía algo majestuoso, a tono con el alma sencilla y bárbara de los veddas, primitivos habitantes de Ceylan, la hermosa isla del Océano Indico.


Bolsilibros - C. I. A 18. Espanto en Hollywood, de Alar Benet

Novela, Policial

Giovanni Melotti, eminente director musical, mientras dirigia la «Séptima Sinfonía», de Beethoven, recibe un disparo. Es el comienzo de una serie de atentados en Hollywood...


Bolsilibros - C. I. A 23. Huellas sangrientas, de Alar Benet

Novela, Policial

Fred Power no tuvo un momento de vacilación. Aparentó ponerse en pie, cual si fuera a obedecer las indicaciones, de sus agresores y cargó el peso del cuerpo en el lado de estribor. La lancha se inclinó peligrosamente y el del C. I. A. se hundió en las aguas. Al caer oyó el tableteo de la ametralladora, más las balas, altas, se perdieron a lo lejos. Buceando, Power se alejó hacia la orilla opuesta del Parque, buscando la protección de los centinelas que montaban la guardia en el Arsenal de la Marina, mientras su cerebro trabajaba rápidamente. Pensándolo mejor, rasgó en menudos fragmentos los papeles y, convencido de que ya sólo la vida podrían arrebatarle, asomó unos centímetros la cabeza llenando sus pulmones de oxígeno. Vio a sus perseguidores oteando el río en todas las direcciones y se trazó un plan a tono con su temperamento audaz.


Bolsilibros - C. I. A 27. Víctimas del destino, de Alf Manz

Novela, Policial

Con los motores dormidos, el submarino se balanceaba suavemente en las aguas temblorosas del océano que iniciaba su despertar. Entre la espesa niebla, la torreta quedaba desdibujada incluso para los dos hombres acurrucados sobre cubierta. Cual sudario de color gris verdoso con vellones cálidos que parecían de lana, la niebla velaba cielo y mar entenebreciendo la hora del amanecer.


Bolsilibros - C. I. A 28. Mensaje cifrado, de Alar Benet

Novela, Policial

TARAREANDO una cancioncilla popular, Herbert Lovett se dispuso a penetrar en la peluquería que James Drake regentaba en la Avenida de la India, en el barrio chino de San Francisco de California, la ciudad famosa en el mundo por su perversión. Pensó que su amigo, conocedor de la fecha de su llegada de Corea para convalecer de una herida en el pecho, reprocharíale la tardanza en visitarle, pero estaba seguro de ser disculpado. Sarah Larkey era la muchacha más bonita de Chinatown.


Bolsilibros - C. I. A 29. Contraespionaje, de Douglas Mc Wild

Novela, Policial

El penal se levantaba en la cumbre de Cayo Mona, y Cayo Mona estaba en la mitad del gran arco de las Islas Vírgenes. El edificio era nuevo. Sólo hacía dos años que el rey de Dinamarca había vendido a Norteamérica aquella cadena de islas por la suma de 25 millones de dólares. Y un año antes de que el Gobierno tomase posesión oficial de ellas, se comenzó a construir el penal. Y uno de los primeros obreros fué el forzado 1273.


Bolsilibros - C. I. A 30. La ruta del infierno, de Alar Benet

Novela, Policial

ALFRED WARING aspiró voluptuoso el humo de un «Abdullahs» mientras, deteniéndose en breve paseo, giraba la vista en torno suyo. Hallábase frente al Auditorium, en la avenida de Michigan de Chicago. Examinó la guía que le facilitaron en el hotel, comprobando que los datos estadísticos, por muy fieles que sean, no reflejan ni remotamente la grandiosidad y la belleza de las cosas. El Auditorium, de más de cien metros de fachada y diez pisos de ladrillo y granito, es un edificio espléndido con gran hotel frente al lago y un teatro con capacidad para más de cinco mil espectadores.


Bolsilibros - C. I. A 32. El deportado, de Alf Manz

Novela, Policial

JACK Godfrey revolvíase inquieto en su jergón de crin vegetal. Realmente, le era imposible conciliar el sueño. Lo de menos hubieran sido las durezas del apelmazado lecho, que se le clavaban en las costillas, sin posibilidad de que el cuerpo se amoldase a ellas. Aún por eso se podía transigir, pero ¿quién era capaz de dormir con tanto maldito piojo y los ronquidos de los ochenta compañeros de dormitorio que su mala suerte le había deparado?


Bolsilibros - C. I. A 33. Viaje sin fin, de Alar Benet

Novela, Policial

Un «Cadillac» negro se deslizaba veloz por Oxford Street, horadando con sus potentes focos los cendales de niebla que envolvían Londres. Eran las tres de la madrugada y la ciudad, dormida al parecer, presentaba un triste aspecto. El macadán de las calles y avenidas relucía al reflejo de los faros con pequeñas y brillantes tachonaduras. En el interior del automóvil iban, silenciosos, cuatro hombres.


Bolsilibros - C. I. A 40. Bajo la superficie, de Artur Rajull

Novela, Policial

El sudor corría copiosamente por el barbado rostro del oficial, mientras sus brazos, caídos con indolencia sobre las guías del periscopio, le hacían girar con lentitud, recorriendo la infinita extensión de la llanura líquida. Con la cara pegada a la mirilla, la gorra inclinada sobre la nuca y la guerrera abierta sobre la camiseta empapada de sudor, el oficial giraba al unísono con el bruñido cilindro de acero, mientras los miembros de la tripulación le observaban en silencio con la excitación de la espera pintada en sus semblantes, pálidos a causa del prolongado encierro en el vientre de acero del sumergible. ..


Bolsilibros - C. I. A 42. Ciudad K, de Andrews Castle

Policial, Relato

El jefe de la Sección Europea del Central Intelligence Agency, coronel Chanley, bajó la clavija del microteléfono, e inclinándose levemente ordenó: —¡Que pase Lewis Yancey! Lentamente volvió a tomar la vertical sobre el asiento, adoptando la actitud que en él era peculiar cuando esperaba una visita: las manos bajo la barbilla, sin llegar a rozarla, cruzados los dedos, dejaba vagar la mirada por el techo o las paredes, midiendo todas y cada una de las palabras que habría de pronunciar durante la entrevista.


Bolsilibros - C. I. A 45. La muerte silbante, de Artur Rajull

Novela, Policial

TODO comenzó de una manera absolutamente vulgar aquella calurosa mañana de julio. Ante el insistente repiqueteo del timbre del teléfono, el teniente O’Rurke, de la Policía Metropolitana, se apartó de la absorta contemplación del bullicioso hormigueo que llenaba la Lombard Street, y con el habitual gesto de aburrimiento pintado en su rostro irlandés, puso fin al impaciente campanilleo, por el expeditivo procedimiento de descolgar el auricular y aproximarlo a su oído.


Bolsilibros - C. I. A 48. La sombra del general Mac Arthur, de Alar Benet

Novela, Policial

El agente Walter Carry, último de su promoción, recibe las ordenes del Alto Estado Mayor del C.I.A. para ser instruido durante meses por un especialista en oriente sobre las características de Japón, nación a la que debe viajar para incorporarse como miembro de la escolta secreta del general Mac Arthur. La irrupción en la trama de una desconcertante mujer trastocará la ya de por si complicada misión encargada al bisoño agente. Sólo en sus manos estará el impedir la realización del atentado urdido contra la importante personalidad de la que ha sido encargada su custodia.


Bolsilibros - C. I. A 52. Mano de hierro, de Artur Rajull

Novela, Policial

JEREMIAS Ascott observó a su visitante con expresión dubitativa. La noticia había sido recibida sin el más leve pestañeo, y una sorda irritación comenzó a adueñarse de él al reconocerse incapaz, pese a su aguda perspicacia, de descubrir la menor sombra de emoción en aquellas facciones herméticas, en las que la única señal de vida parecía haberse concentrado en el brillo metálico de unos ojos increíblemente negros, cuya mirada, fría como el acero, hería como un cuchillo hecho, del mismo metal.


Bolsilibros - C. I. A 55. Siguiendo la pista, de Alar Benet

Novela, Policial

LOS numerosos transeúntes que, en las primeras horas de la mañana, se dirigían a sus quehaceres, detuviéronse sorprendidos al ver pasar ante ellos, a meteórica velocidad, a un automóvil que, con las dos ruedas laterales en alto, dobló la esquina de la calle Carpenter con la Octava, perdiéndose a lo lejos. Aún no había transcurrido un minuto cuando oyéronse sirenas policiales y un coche de la patrulla de la Metropolitana tomó la misma dirección que el vehículo anterior.


Bolsilibros - C. I. A 60. Patriotas anónimos, de Gary Belsan

Novela, Policial

RICHARD despertó sobresaltado y miró a su alrededor como si le extrañara hallarse solo en el departamento. En realidad, nadie había con él cuando, aun sin proponérselo, habíase sumido en el sueño; pero le hubiese sorprendido menos hallar ante sí a cualquier persona observándole. De tal modo había abierto los ojos dominado por esta impresión que, incorporándose bruscamente, llegóse a la puerta y asomando la cabeza echó una ojeada a derecha e izquierda.


Bolsilibros - C. I. A 62. El reloj de la muerte, de Alar Benet

Novela, Policial

El Reloj de la Muerte es una impresionante narración, en la que se mezclan las vidas de audaces ladrones de guante blanco, con las de Agentes Secretos del Central Infelligence Agency, Alar Benet, SE SUPERA UNA VEZ MAS EN El Reloj de la Muerte en donde un hombre malvado se regenera por el amor, ¿Cómo? Se enterará leyendo el próximo número, de esta sin par colección.


Bolsilibros - C. I. A 66. Cita al amanecer, de Douglas Mac Wild

Novela, Policial

En la sala había cinco hombres. Era oscura, pequeña, con una sola lámpara eléctrica al final de un largo brazo. El resto, quedaba en sombras. Tras la lucha y los gritos anteriores el silencio era impresionante. Sólo se oía el ronco jadeo del que estaba tumbado en la cama y el ritmo acentuado de las demás respiraciones fatigosas. Los cuatro hombres contemplaban al yacente. Estaba desmayado; su frente y su pecho descubiertos, cruzados de morados verdugones. Uno de sus pómulos tenía una desgarradura. Por la comisura de sus labios hinchados caía lentamente una baba sanguinolenta, y sus dedos se engarabitaban en una última convulsión. Se abrió de improviso la puerta y penetró otro hombre, con el cuello subido del gabán y el sombrero puesto.


Bolsilibros - C. I. A 69. La casa del terror, de Arthur Rajull

Novela, Policial

FREDY Discoll se despojó presuroso de la mojada gabardina, y acercándose al fuego que ardía crepitante en la chimenea, se frotó vigorosamente las manos, extendiéndolas luego en dirección al hogar, mientras un gesto de beatitud iluminaba su rostro. Tras él entraron en tromba los restantes miembros del grupo excursionista, y al igual que el joven, procedieron a quitarse los mojados abrigos, entregándose pon morbosa placidez a la caricia del calor que despedían los gruesos troncos entregados a la voracidad del fuego.


Bolsilibros - C. I. A 70. ¡Ajusticiado!, de Alar Benet

Novela, Policial

EN el sórdido barrio chino de San Francisco de California, la mayor concentración oriental en el mundo, si exceptuamos los países asiáticos, la noche iba acompañada del delito. Las principales calles rebosaban de establecimientos de bebidas y cabarets de baja estofa, cuyos negocios principales eran el tráfico de drogas y el juego. ¡Resultaba inconcebible tanta perversión!