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Bolsilibros - Calibre 44 770. Miserables en Wyoming, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Los reunidos en el saloon contemplaron con curiosidad al muchacho que acababa de entrar. Debía ser forastero, ya que nadie le conocía. El joven vaquero se aproximó al mostrador sin prestar la menor atención a los que se hallaban en el local, aunque dándose cuenta del interés con que era observado. —¡Un doble de whisky sin soda! —pidió al barman después de haber saludado al mismo.


Bolsilibros - California 2. Justo castigo, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

#¿NOMBRE?


Bolsilibros - California 5. Dos amigos de cuidado, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Lentamente, se recostaba el barco sobre el muelle, en el que había centenares de curiosos. 
Una banda de música en el puente alto de la nave para llamar más la atención. 
Y en el puente bajo, la dueña de la embarcación saludaba con las manos a los que la vitoreaban entusiasmados. 
La joven estaba gozosa, con lo que su gran belleza resaltaba más


Bolsilibros - California 12. Quedan cinco balas, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

—¡Soooo!… ¡Quietas, bestias!… —gritaba el carretero, tirando de las bridas que le permitían manejar el vehículo sobre el duro y seco suelo, que parecía una plancha de metal puesta al horno. 
Cuando hubo conseguido que se detuvieran, echóse el sombrero hacia atrás y miró a las aves que describían círculos que eran sintomáticos para el carretero. 
—¡Esperad aquí! —dijo, dirigiéndose a los animales—. Tengo tanta prisa como vosotros en llegar a la cantera. Pero hay algo por ahí que tal vez requiera mi ayuda… 
Y con un paso inseguro por las dificultades del terreno, avanzó con firmeza. 
Calculó mentalmente en unas trescientas yardas la distancia que le separaba de la parte en que las aves vigilaban.


Bolsilibros - California 19. La locura de las armas, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Nadie se atrevió a seguir hablando con el herrero, porque si llegaba a oídos de Malcolm Elkins, podían tener disgustos con él. Se había convertido Malcolm Elkins, en el transcurso de los años, en el hombre más importante de esa parte de Montana. Sabía que no le estimaban y hasta que era odiado por toda la ciudad y la comarca.


Bolsilibros - California 24. El sheriff de la muerte, de Donald Curtis

Novela, Aventuras

Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.


Bolsilibros - California 24. Ninguno se salvó, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

—Doc… ¿Qué queréis beber? 
—Para mí, whisky. Este muchacho no sé qué querrá… Ya no debieras preguntarme nada sobre ello. Debes conocerme bien. 
—Pero no vienes solo —dijo el barman y dueño. 
— Whisky también —pidió el acompañante de Doc. 
—Tiene mal genio, pero no es mala persona. Suele fiarnos hasta que cobramos. 
—¿Lleváis en cuenta lo que debéis? A mí no me gusta que me fíen de ese modo. Siempre es en beneficio de ellos.


Bolsilibros - California 25. Hoguera en la noche, de A. Rolcest

Aventuras, Novela

El jinete que marchaba delante explorando el camino, volvió grupas. Desde el coche apenas se le podía ver, borrado por la densa cortina de lluvia. Alrededor del coche iban dos jinetes más, con las solapas del capote levantadas, los sombreros de fieltro convertidos en cubos, el ala mustia. A cada momento soltaban una maldición, no muy alta porque temían que les oyeran los ocupantes del coche. —¡El puente se ha hundido!—gritó el que venía de explorar el terreno. Desde el pescante, el conductor, una masa informe envuelta en pieles de venado, inquirió: —¡Eh! ¿Qué diablos dices? —¡Que el puente está destruido!


Bolsilibros - California 26. Los implacables, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

—¡Me molesta ese cartel, Gribbs! —aulló uno de los cinco jinetes, levantando la tremenda pieza de metal niquelado que constituía su armamento. 
—¡No dispares, Hodman! —gritó el que parecía llevar la voz cantante del inquieto grupo. 
Pero ya era tarde. El llamado Hodman había empezado a apretar el gatillo con una celeridad impresionante, ayudándose a repetir los disparos «palmeando» sobre el percutor, con la experiencia que suele ser fruto de una prolongada práctica.


Bolsilibros - California 51. Pistolero y «sheriff», de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

—¿Estás contenta? No hay una sola mesa vacía, ni una silla sin ocupar… ¡Y todos bebiendo whisky o champaña! 
—¡Es maravilloso el aspecto de este local…! Con lo que no estoy de acuerdo es con el gasto de las alfombras… No pueden durar mucho. 
—Ten en cuenta que sólo es en esta parte del saloon… Allí no hay. Es donde han de bailar. Las alfombras serán las que impidan que los bailarines lleguen a esta parte y obstaculicen el trabajo del mostrador… 
—Hay de todo… —aseveró. 
—Así es. Desde senadores a mineros.


Bolsilibros - California 55. Marcados por cobardes (elimina el de Papyre), de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La melena muy negra, alborotada por el viento en el galopar de uno de los caballos más veloces de California, y acariciada por el sol intenso, parecía de plata a distancia. 
El jinete desmontó ante la mole gigantesca de una casona de estilo colonial español, con gran habilidad. 
La muchacha estaba encendida de pasión. Sus ojos brillaban intensamente. 
Era alta, esbelta y ya hemos dicho que era morena. 
Renata de nombre, era conocida por el de Capulín con que de niña fue, bautizada por uno de los criados indios de la hacienda. 
Tanto se la llamaba Capulín, que, incluso ella, había olvidado el verdadero nombre y hasta las compañeras en el colegio se acostumbraron al mismo.


Bolsilibros - California 55. Marcados por cobardes, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La melena muy negra, alborotada por el viento en el galopar de uno de los caballos más veloces de California, y acariciada por el sol intenso, parecía de plata a distancia. 
El jinete desmontó ante la mole gigantesca de una casona de estilo colonial español, con gran habilidad. 
La muchacha estaba encendida de pasión. Sus ojos brillaban intensamente. 
Era alta, esbelta y ya hemos dicho que era morena. 
Renata de nombre, era conocida por el de Capulín con que de niña fue, bautizada por uno de los criados indios de la hacienda. 
Tanto se la llamaba Capulín, que, incluso ella, había olvidado el verdadero nombre y hasta las compañeras en el colegio se acostumbraron al mismo.


Bolsilibros - California 59. La cañada de los buitres, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Eva!... ¿Quieres dejar esas armas en su sitio? —No te preocupes... Es ahora cuando están en su sitio... —No quiero que haya más desgracias en la familia... —Lo que tienes que hacer es callar.


Bolsilibros - California 60. El baile de la cuerda, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

—¡Cleopatra! 
—¿Qué sucede? 
—Dos jinetes han entrado en el «paso». Caminan hacia acá. Les he tenido dentro del punto de mira varias veces. Supongo que si vienen en busca de trabajo, no se quedarán. 
—¿Quieres repetir eso? Parece que no he oído bien —dijo la muchacha. 
—Tienes que comprender que…


Bolsilibros - California 71. Matando por un hombre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—No comprendo a este hombre... ¡No puedo comprenderle! Los mejores abogados de la Unión han querido hacerse cargo de su defensa y les ha rechazado. Me han dicho que ha elegido uno... —Pero uno joven, sin experiencia. Completamente desconocido... —Pues su situación no es nada airosa...


Bolsilibros - California 81. Denver: oro y plomo, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

En Norteamérica, la nación fabulosa y extraordinaria, donde todo lo que resulta exótico y trivial en la vieja Europa, anquilosada en su rancia civilización, es allí normal y corriente, han surgido de golpe y de la nada, ciudades que nadie sospechó que pudiesen florecer con tal pujanza. En cambio, grandes conglomerados que prometieron llegar a ser populosos centros urbanos, murieron aplastados en flor por los caprichos de la suerte, o por la veleidad de los que los levantaron con esfuerzo para después hundirlos indiferentes, como el que por capricho destroza un valioso juguete que ya no le divierte, ansiando otro nuevo que se obstina en construir.


Bolsilibros - California 85. Negocios turbios, de Fidel Prado

Aventuras, Novela

Nathan Flandeau se levantó del asiento en el que había permanecido clavado desde las diez de la noche hasta la salida del sol, y, recogiendo de la mesa el dinero que tenía amontonado, dio por finalizada la partida. Diez horas seguidas sufriendo la tensión de aquella interminable partida de póker, le habían puesto los nervios en tensión y le habían entumecido las articulaciones.


Bolsilibros - California 98. El señor del Valle Hondo, de Fidel Prado

Novela, Aventuras

Fidel Prado Duque. Nació en Madrid el 14 de marzo de 1891 y falleció el 17 de agosto de 1970. Fue muy conocido también por su seudónimo F. P. Duke con el que firmó su colaboración en la colección Servicio Secreto. Autor de letras de cuplés, una de las cuales alcanzó enorme relevancia: El novio de la muerte, cantada por la célebre Lola Montes, impresionó tanta a los mandos militares que, una vez transformada su música y ritmo fue usada como himno de la legión. Fue periodista y tenía una columna en El Heraldo de Madrid titulada “Calendario de Talia”; biógrafo, guionista de historietas y escritor de novela popular, recaló como novelista a destajo en la 'novela de a duro'.


Bolsilibros - California 99. La ley de la canana, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Ah! Creí que no se iban a marchar nunca. ¡Son pesadísimos! —¡Son demasiado buenos para nosotros! —¡Bahl ¡Gente tonta de pueblo! —Que nos están tratando como no merecemos y como nadie me había tratado hasta ahora. —Vete a dormir, Ruth. Mañana verás las cosas de distinta forma. —Hace una temporada que las estoy viendo muy diferentes…


Bolsilibros - California 105. Ambición funesta, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

La serpiente se contoneaba y caminaba zigzagueando y de vez en cuando avanzaba la cabeza como impulsada por un muelle, para replegarse en el acto. 
Una especie de pequeña rata era la causa de la atención de la serpiente obstinada, que trataba de atacar por varios ángulos, sin que obtuviera el menor éxito, porque su contrincante, detrás de ella, lanzaba arena a una velocidad de vértigo. 
Y la arena no es aliada de la serpiente, sino su más fiero enemigo. 
La rata retozaba y, poniéndose sobre las patas traseras, se atusaba las guías de su bigote, como si se burlara del temible reptil.