En Zimbabwe, una joven norteamericana es asesinada por un francotirador. Su madre, una rica viuda paralítica, contrata a Creasy, legendario mercenario, para que viaje al África y busque a los asesinos de su hija. Casi al mismo tiempo, en Hong Kong, una azafata encuentra al regresar de un viaje a toda su familia muerta brutalmente. La razón de la tragedia se halla también en Zimbabwe… «El vengador» es una historia fuerte de violencia, venganza, y de un amor nacido en el peligro.
Creasy dejó Vietnam en 1968, hastiado de la salvaje carnicería, la corrupción y la incompetencia. Veintiséis años más tarde, descubre que uno de sus mejores amigos, a quien él creía muerto, pudo haber sobrevivido. Dispuesto a descubrir la verdad, Creasy decide regresar al sudeste asiático, acompañado por una bella oficial del Ejército, del Departamento de Desaparecidos en Acción. Pero cada uno de los pasos de su peligroso viaje ha sido previsto por el enemigo más astuto y maligno que Creasy jamás haya enfrentado…
Marcus es sacerdote y tiene un don: detecta el mal que anida en las personas. Sandra es fotógrafa de la policía. Y también tiene un don: puede hacer visible lo invisible. Ahora ambos han unido sus talentos para atrapar a un asesino abominable: alguien que sólo escoge como víctimas a parejas jóvenes. La investigación de los crímenes les lleva al Vaticano, al archivo donde se atesoran los mayores crímenes de la humanidad. Un inventario del mal absoluto. Un lugar siniestro donde todo es oscuridad. Con un ritmo vertiginoso, Carrisi teje una historia en la que el lector libra la misma lucha que Marcus y se enfrenta a los mismos enigmas que intenta descifrar Sandra, sintiendo las mismas esperanzas y el mismo miedo hasta la última línea.
La noche más oscura cae sobre Roma Año 1521. Nueve días antes de morir, el papa León X emite una bula que contiene un mandato solemne: «Roma no debe nunca, nunca, nunca quedarse a oscuras.» Año 2017. Una tormenta sin precedentes azota la ciudad de Roma. Un rayo cae en una de las centrales eléctricas y las autoridades se ven obligadas a imponer un apagón total de veinticuatro horas. Con las tinieblas, un rastro de muertos aparece.
¿Novela negra? ¿Literatura existencial? MAR DE OCTUBRE es la historia de una investigación entre lo literario, lo detectivesco y la memoria sentimental, realizada veinte años después del descubrimiento, en un lugar de la costa del sureste de España, del cadáver de una mujer. Esta novela, la primera que escribió MANUEL RICO, se publicó, en su primera edición, en 1989. El retorno de un escritor a los lugares donde vivió los veranos de su adolescencia es la excusa para ir desvelando, desde un acercamiento reflexivo y realista, las claves emocionales que han marcado a quienes fueron niños a finales de la década de los 50 y maduraron en tiempos de transición. Con un lenguaje medido y sugerente, la novela mantiene la atención del lector de la primera a la última línea. Un final no esperado cierra con acierto un ejercicio narrativo que bucea en la realidad para sorprender lo que ésta tiene de inquietante, más allá de las apariencias. Un relato ambicioso e intenso en el que el amor, la memoria, el sexo, la desconfianza y la mentira se mezclan para dar lugar a un magnífico ejercicio literario.
Olivia Rönning está en su segundo año en la academia de policía. Antes del descanso estival, los alumnos deben elegir un «caso abierto» en el que trabajar durante las vacaciones. Olivia encuentra el antiguo expediente de una mujer embarazada que apareció asesinada en la playa. Lo primero que debe hacer es encontrar a Tom Stilton, el inspector jefe que lo tuvo todo en contra cuando le encargaron el caso, pero parece que se lo ha tragado la tierra.
En un pequeño barrio de la isla sueca de Gotland, la anciana Frida Norrby acaba de quedar viuda. Poco a poco la mujer irá descubriendo secretos del difunto, como el cadáver de un niño enterrado en su jardín y unos documentos entre los que hay unos mapas antiguos, que solo podían ser leídos tras su muerte. Todo parece indicar que estos son la clave para encontrar unos restos arqueológicos en la zona.
Todos los habitantes de Gotland conocen la leyenda de la joven que se ahogó durante su noche de bodas y que, años después, al sentirse traicionada por quien le había jurado amor eterno, emergió de esas frías aguas para consumar su cruel venganza. Pero Linn Bogren, la competente enfermera de uno de los hospitales de la isla, no pensaba esa noche en relatos misteriosos, sino en la nueva vida que se abría ante ella tras abandonar a su marido. Sin embargo alguien cercenó sus sueños. Su cuerpo decapitado, ataviado con un antiguo traje de novia y adornado con un ramo de lirios en las manos, fue hallado al amanecer en un parque cercano. A su lado, el asesino había dibujado la letra K. La sagaz inspectora Maria Wern, que se recupera de una agresión callejera, se enfrenta con decisión a este brutal asesinato. No se arredra ante la figura sombría que, según los testigos, fue vista deambulando en el escenario del crimen; ni ante la aparición de otra novia muerta en unos restos arqueológicos, ni ante los secretos que parecen esconderse en las paredes del hospital.
Marja Batelaar es una joven inspectora de la sección de homicidios de la policía regional de Amsterdam. Nacida en una familia culta de origen judío, y de carácter retraído, vive sola en una casa del Jordaan, un barrio bohemio de Amsterdam, a gusto con sus libros, su amistad con Louise una artista que vive en un barco y su relación sentimental en la distancia con Franz, su novio alemán, que vive en Berlín. Una lluviosa mañana de invierno, Batelaar se hace cargo, junto a Jan Laagsveld un policía más experimentado que ella de la investigación de la muerte de una inmigrante, Suzanne Vitéz, en la pensión Diderot, en el centro de la ciudad, así como de la desaparición de su misterioso acompañante. El caso se cierra en falso y Laagsveld es destinado a otro asunto de mayor importancia, pero Batelaar se resiste a olvidarse de Vitéz. Sin apenas amigos entre los demás policías de la sección de homicidios, para quienes es una intelectual, Batelaar se adentra en un mundo de sombras, en el que se mezclan los ambientes cosmopolitas y de clase alta de Amsterdam, los intereses criminales y la presencia de sus propios fantasmas del pasado, como es el asesinato irresoluto de su hermano años atrás.
A pesar de sufrir una fuerte resaca, Jerome Carrigan no siente que merezca el obituario publicado en un periódico de la ciudad de Nueva York. Llama a la abogada Marka de Lancey para que descubra la identidad del bromista macabro y además le pide que verifique una póliza de seguros que está considerando comprar. Por estar sobrecargada de trabajo la abogada rechaza el encargo pero, poco después, aparece el cuerpo sin vida de Carrigan en una baño turco de Coney Island en circunstancias sospechosas. Con la ayuda del teniente Jeff McCrae del servicio de homicidios de Nueva York, Marka de Lancey debe ahora hacer frente al misterio del hombre muerto dos veces.
Aunque Marka prefería los temas relacionados con seguros no rechazó la propuesta que le hizo Evangeline Kears Mortby, para que redactara su testamento. Mortby firmó su sentencia de muerte al desheredar a sus parientes en favor de un museo. Marka de Lancey aunó sus fuerzas junto con las del teniente de policia de Nueva York Jeff MacRae para descubrir a su asesino.
Barbara Frost, (Nueva York, 1903-Brookville, Pennsylvania, 1985), es una escritora estadounidense de novela policiaca. Fue responsable durante varios años del departamento de publicidad del editor estadounidense JB Lippincott & Co. Esta editorial publicó sus cuatro novelas de detectives entre 1947 y 1955, tres de ellas protagonizadas por Marka de Lancey, una abogada de Manhattan, que se encarga de llevar a cabo investigaciones policiales en el ejercicio de sus funciones. Es la primera abogada que cumple estas funciones en la historia de la novela negra americana. Las novelas protagonizadas por este personaje son The Corpse Said No (El cadaver dijo no), 1949; The Corpse Died Twice (La víctima murió dos veces) (1951) y Innocent Bystander (1955) . Anteriormente había publicado The Unwelcome Corpse, 1947.
«Roseanna» empieza en una tarde de julio, cuando el cuerpo de una joven es sacado del precioso lago Vättern, en Suecia. Tres meses después, todo lo que sabe el inspector de policía Martin Beck es que el nombre de la chica es Roseanna, que vino de Lincoln, Nebraska, y que pudo ser estrangulada por cualquiera de las ochenta y cinco personas que viajaban con ella en una excursión en barco. Esta obra y toda la serie del Inspector Martin Beck, iniciadas en los años sesenta y que han creado escuela, son consideradas obras maestras de la literatura policíaca.
El inspector Beck está a punto de empezar sus vacaciones cuando un importante periodista sueco llamado Alf Matsson desaparece de repente. Matsson fue visto por última vez en Hungría, así que es ahí donde Beck empieza su investigación. Pero una vez que llega a Budapest, descubre que se trata de una pista falsa. Beck sospecha que se trata de un caso de espionaje comunista, pero ¿por qué le sigue la policía y por qué le insisten que no hay nada extraño en la desaparición de Matsson? «El hombre que se esfumó» (1966) es una excepcional novela de suspense de acción trepidante, fina ironía y una magistral captación de ambientes, elementos que enmarcan de manera singular una trama admirablemente construida.
El verano de 1963, dos niñas sufrieron abusos sexuales y fueron asesinadas en Estocolmo por un sujeto que se las llevó con engaños del parque en que jugaban. Este suceso del mundo real fue el punto de partida de la novela. Y, además, es también lo primero que nos llama la atención cuando empezamos a leer el libro, que se trata de una historia real. La escena inaugural es un relato objetivo que, aisladamente, no presenta ningún tipo de rasgo dramático ni carga emocional alguna. En ella se describe un pueblo que se despierta, las rutinas de sus habitantes, los individuos que constituyen las piezas clave de dichas rutinas, el mosaico de pequeños sucesos triviales que pueden observarse desde el balcón de una ciudad bien organizada de la social democracia escandinava. Así pues, cabe preguntarse cómo es que dicha escena inaugural transmite un horror tan notable y extraño.
Originalmente publicado en Suecia en 1968, «El policía que ríe» tiene como escenario Estocolmo, en medio de las protestas antiamericanas. Una borrascosa noche de noviembre, alguien dispara a ocho personas y al conductor dentro de un autobús. Pronto se supone que se trata de un asesinato múltiple. ¿Pero es coincidencia que uno de los muertos sea un policía fuera de servicio? ¿Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado? ¿O llegó a seguir tan de cerca al asesino, que al final éste le dio caza?
Una extraña concatenación de suicidios y accidentes acaba con la vida de los miembros de una banda de vulgares ladrones de coche. Uno de ellos yace muerto sobre la cama, hecha y limpia. Dos policías rompen la cerradura y penetran en la casa. Tan sólo hay dos palabras escritas junto al teléfono: Martin Beck. El inspector-jefe de la Brigada de Homicidios de Estocolmo ignora qué hace esa anotación con su nombre en aquella habitación. A pocos kilómetros, uno de sus hombres, Gunvald Larsson, está a punto de convertirse en héroe. A medianoche el edificio que vigila salta por los aires. Cuatro muertos y un sinfín de heridos que saca del fuego con sus propias manos. Dos ladrones y dos prostitutas han fallecido. Uno ya lo estaba mucho antes de las llamas. Otro suicidio. ¿Qué está pasando? El rastro de uno de los fallecidos le conduce hasta una banda internacional de tráfico de coches robados. Pero ¿qué tiene que ver Martin Beck? ¿Quién es el exterminador?
En Asesinato en el Savoy, a Beck se le plantea un caso complejo y delicado. Viktor Palmgren es un magnate sueco al que se le conocen muchos negocios legales y se le suponen otros tantos, más subterráneos y de dudosa moralidad, que le proporcionan cuantiosos beneficios. Su inmensa riqueza le ha convertido en un mito. Un día, en el transcurso de una cena en el Savoy, es asesinado de un disparo en la nuca. Las connotaciones políticas y económicas de este crimen exigen una investigación meticulosa en la que el policía debe andar con pies de plomo. Nadie es capaz de describir al asesino y el análisis balístico es poco esclarecedor.
El policía deberá enfrentarse, además, a una intriga para la que los métodos detectivescos no tienen solución: ¿puede un crimen ser justo?
Cuando un veterano agente de la policía sueca muere asesinado en un hospital, el comisario Martin Beck cree encontrarse ante un caso de fácil resolución. El cuerpo del difunto, que presenta profundas heridas de bayoneta, ha debido ser el blanco de un maníaco que se ha ensañado a conciencia con su víctima. Pero Beck irá atando cabos a medida que la investigación del brutal asesinato avance, topándose de repente con un historial de abusos y brutalidad policial que no deja precisamente en buen lugar a la víctima. Los expeditivos métodos del agente Nyman convierten a cualquiera que haya pasado por una de sus celdas en un potencial asesino en busca de venganza.
Dos casos sin resolver, tres policías en apuros y un asesino suelto dispuesto a matar de nuevo. El comisario Martin Beck y su equipo se hallan en una encrucijada en que nada parece tener relación en sí, pese a que todo apunta a lo contrario: un banco ha sido atracado en una parte de la ciudad, mientas que en otra se ha encontrado un cadáver en una habitación cerrada a cal y canto, sin arma ni pista alguna en la escena del crimen. ¿La situación podría ser peor? Efectivamente, en una novela de Martin Beck, todo lo malo tiene la oportunidad de empeorar hasta su resolución final.
Mientras Beck investiga el asesinato de una mujer junto a su compañero Lennart Kollberg, el pasado vuelve a cruzarse en su camino para ponerle de nuevo frente a dos viejos conocidos: Folke Bengtsson, a quien ya había detenido tiempo atrás y que acaba de convertirse en el principal sospechoso del asesinato, y Ake Gunnarson, periodista incómodo donde los haya.