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Bolsilibros - Astri Oeste 152. Lazos de sangre, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Los cuatro miraron instintivamente hacia la puerta de la habitación, una pequeña puerta de hierro correspondiente a uno de los locutorios privados de la prisión federal de Oklahoma. Más allá estaban los pasillos largos y siniestros, y más allá todavía estaba el patio donde se había levantado el patíbulo. Los cuatro sabían eso.


Bolsilibros - Astri Oeste 155. Naipes mortales, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Los disparos retumbaron en el nevado paisaje salpicado de abetos frondosos.Un caballo relinchó, asustado, encabritándose al oír las detonaciones, que despertaron después ecos dormidos en las montañas, de cimas cubiertas de hielo y nieve.El grito del hombre llegó luego. Y nuevos disparos se unieron a los que habían restallado ya momentos antes.El caballo sin jinete, con aire despavorido, echó a correr, hundiendo sus patas en el blanco elemento, la crin al frío aire de la mañana nubosa.De entre los abetos surgió una figura fantasmal, en extraño contraste con la nieve que blanqueaba el paraje. Sus ropas eran enteramente negras, y cubría su cabeza con un capuchón de tela de igual color, en el que sólo dos orificios permitían ver el duro brillo de unos ojos crueles. Su enguantada mano derecha empuñaba un voluminoso «Colt» calibre 45, cuyo largo cañón humeaba.


Bolsilibros - Astri Oeste 160. Casta de pistoleros, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Larry Marlowe salió de la celda bostezando. El comisario volvió a cerrar la reja y gruñó: 
—Espero que haya tenido felices sueños, Marlowe. 
—Los habría tenido mejores con una cama más blanda… y no he visto el desayuno por ninguna parte. 
El comisario McClellan se echó a reír. 
—El municipio no puede permitirse esos lujos —cacareó—. ¿A dónde irá ahora?


Bolsilibros - Astri Oeste 163. California querida, de Frank Caudett

Aventuras, Novela

Glenn Kennedy miró con atención a su interlocutor: se trataba de don Fernando Yarza de Molinares, propietario de la hacienda más importante de Los Ángeles, denominada «Los Almendros», y se trataba al mismo tiempo de un genuino descendiente de los colonizadores españoles así como de una de las primeras fortunas de California. Yarza de Molinares había acudido al despacho del militar con la intención de advertirle de los graves riesgos que estaba corriendo dada su conducta y la de sus compatriotas, siempre en detrimento y desprecio, cuando no en deshonor, de los legítimos moradores de la ciudad.


Bolsilibros - Astri Oeste 172. Donde reina la muerte, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Le iba empujando con la mano, mientras con la otra sostenía el «Colt» amartillado justo sobre la sien derecha del celador, que avanzaba con piernas temblorosas, convertido en un pastel de gelatina. Cruzaron el oscuro corredor que comunicaba las celdas con la puerta de hierro lateral. Ralston nunca hubiera imaginado que el recluso iba a escapar utilizando precisamente esa salida, la que no conducía directamente a la libertad, sino a las dependencias personales del alcaide de la penitenciaría, Nelson Hogan.


Bolsilibros - Astri Oeste 178. Remordimientos, de M. Bannister

Aventuras, Novela

Pamela Sue Scott, a sus cuarenta y dos años, cuando muchas mujeres a aquella edad se consideraban, sino viejas al menos «mayores», estaba quizá, físicamente hablando, en el mejor momento de su vida. Espléndida. Extraordinaria. Con un cuerpo sensacional cuyas curvas y recortes se encargaba de evidenciar ostensiblemente el ajustado vestido de terciopelo rojo que ceñía con afán sus voluptuosos encantos de entre los que destacaba la línea erguida, majestuosa y pujante de sus pechos todavía jóvenes y excitantes.r


Bolsilibros - Astri Oeste 181. La cobra negra, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

Otro hombre apostado junto a la puerta, volvió a reponer las balas en su revólver, mientras juraba obscenamente, con una ojeada dura, ominosa, dirigida al pequeño, al que con gran rapidez sujetó una de las mujeres, logrando amordazarle con su propia mano, en un intento desesperado de evitar males mayores. El hombre, tras una mirada malévola, se encogió de hombros, volviendo a su posición, mientras el llanto del pequeño era ahogado así a viva fuerza.


Bolsilibros - Astri Oeste 195. Allá en el rancho grande, de Frank Caudett

Aventuras, Novela

Lou Montoro era un tipo feo. Pero no vulgar. Más bien sobrecogedor. Si se le veía de espaldas, impresionaba muy gratamente. Era muy alto, ancho de hombros, fuerte; llevaba los cabellos muy largos, formando rizos rubios en la nuca. Pero cuando Lou se volvía y se le podía ver el rostro, hacían falta unos nervios muy bien templados para disimular el sobresalto.


Bolsilibros - Astri Oeste 201. Convoyes de la frontera, de Mac Gregor

Aventuras, Novela

¡Los indios! 
El grito de alarma surgió por doquier, desde las empalizadas y se fue repitiendo y corriendo, como reguero de pólvora, por las desiertas caballerizas, a través de la plazoleta y hasta las viviendas en las que habitaban las escasas mujeres que había en el fuerte. 
Fort West.


Bolsilibros - Astri Oeste 203. Charcas malditas, de Mac Gregor

Aventuras, Novela

Es rubia, con los ojos azules, la nariz respingona y los labios pulposos, que recuerdan con facilidad una apetitosa manzana madura. De lo demás, no le falta de nada. Tiene lo necesario e incluso un poquito más. Yo le estoy profundamente agradecido por haber puesto un poco de alegría a estos días que he pasado en St. Louis. Pero, con las mujeres, hay que hacer como con las judías: Tomarlas con cuidado. Un exceso y ¡patatá! Ya tenemos el cólico encima.


Bolsilibros - Astri Oeste 204. Doce condenados, de Fred Foreman

Aventuras, Novela

Se levantó cuando aún quedaba más de media hora para llegar a la estación de Little Rock. Avanzó por el pasillo situado en el centro del vagón, entre las dos filas de compartimientos y, una vez en la plataforma, se llevó la diestra a uno de los bolsillos internos de la chaqueta, extrayendo un cigarro que se puso en los labios. Lo encendió con parsimonia. Las manos firmes, seguras. Nada en Oliver Oldham denunciaba su verdadero estado interior.


Bolsilibros - Astri Oeste 216. Una estrella en el pecho, de Alex Simmons

Aventuras, Novela

A lo largo de la calle principal, Pat Tucker espoleaba con furia un caballo ya cansado. Para los cincuenta y dos años que se balanceaban en sus espaldas, Pat era un hombre ágil y duro todavía. Había llegado a Lost Hills hacía veinte años y lo había visto crecer y desarrollarse como un árbol.


Bolsilibros - Astri Oeste 224. Lobo solitario, de C. T. Mitchum

Aventuras, Novela

La sangre le fluía a borbotones por la boca. Intentó levantarse pero no lo consiguió. Cuando se llevó la mano al costado y la retiró empapada en rojo, comprobando que la herida era muy profunda, comprendió que le quedaba poco tiempo de vida. Apenas conseguía respirar, pero se dijo que su marido debía saber lo ocurrido.


Bolsilibros - Astri Oeste 236. Muerte en Houma, de Fred Foreman

Aventuras, Novela

Las once de la noche. Procedente de Illinois, paseaba por la estación un hombre joven, de fuerte constitución, tocado con sombrero de ala ancha y vestido con camisa gris y chalina marrón en juego con la chaqueta; pantalón del mismo color sobre botas negras. Y cinturón con revolvera. Como él, esperaban el tren de las once y diez varios individuos de aspecto dudoso y una muchacha rubia cuya ropa estaba al servicio de sus indudables encantos. Cuando el joven miró a la muchacha, ella parecía esperarlo porque no dudó corresponder a la mirada masculina con una breve pero significativa sonrisa.


Bolsilibros - Astri Oeste 239. Los herederos del diablo, de Donald Meyer

Aventuras, Novela

A la secretaria no le extrañó en absoluto que su jefe hubiera llamado con semejante apodo al recién llegado. Si aquel energúmeno no era el diablo en carne y hueso es que, decididamente, el diablo no existía Henry Donaway avanzo a glandes zancadas hasta el sillón destinado a los vigilantes y se repantigó en el con la cabeza apoyada en el respaldo y las piernas estiradas. Luego sacó una petaca para puros y extrajo de ella un cigarro habano que parecería un poste de telégrafos.


Bolsilibros - Astri Oeste 250. Dragones en California, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

César Hidalgo se dispuso a cerrar las puertas del local. Había sido una noche de duro trabajo, hasta altas horas de la madrugada. Después de todo, en aquella ciudad la gente parecía no dormir nunca. El californiano de origen hispano se sentía fatigado esa noche, a causa de la nutrida clientela que había llegado a su negocio, consumiendo ingentes cantidades de alcohol, dejándose dinero abundante en la ruleta, la rueda de la fortuna o las mesas de póquer, y haciendo el agosto de las numerosas chicas que vivían del alterne o de la venta de su amor por horas.


Bolsilibros - Astri Oeste 262. La sombra de Otelo, de Donald Meyer

Aventuras, Novela

El animal, como si hubiera comprendido a su dueño, aceleró el paso. Desde que había abandonado el territorio de Montana, hacía de eso un par de semanas, no había encontrado a nadie en su camino, salvo algunos alces y antílopes que, asustados por la presencia del hombre, habían rehuido su presencia. David Wender era un espíritu inquieto, un ser ávido de emociones, que no se detenía demasiado tiempo en ningún lugar.


Bolsilibros - Astri Oeste 266. Capuchas negras, de Donald Curtis

Aventuras, Novela

MATT GREGSON sabía demasiado.Se dio cuenta de eso tal vez excesivamente tarde. Y tuvo miedo.De haber sucedido antes, quizá las cosas fueran distintas, pero se percató de inmediato que su conocimiento de ciertas cosas podía resultar sumamente peligroso para él.Era todo demasiado grave, demasiado increíble incluso, pero sabía que era la verdad, una verdad insospechada por todos los habitantes de Vado Calaveras, de donde él tenía el honor de ser sheriff desde hacía la friolera de quince años.


Bolsilibros - Astri Oeste 268. Caravana al infierno, de Gordon Lumas

Aventuras, Novela

Billy Baxter entró en el vestíbulo del hotel pisando como si marcara el paso. Llevaba unas grandes espuelas mexicanas que tintineaban a cada pisada. El empleado del hotel arrugó la nariz al ver el polvoriento aspecto del recién llegado. El hotel era de lo mejorcito que había en todo el territorio y los tipos como Baxter no se contaban entre su clientela habitual.


Bolsilibros - Astri Oeste 278. «Cherokee» Mendoza, de Frank Caudett

Aventuras, Novela

Había sido un ataque por sorpresa. Rápido. Fulminante. Como solían y sabían hacerlo los pieles rojas. Venían siguiendo la diligencia desde Blanca Peck, por lo alto de las montañas, sorteando con la habilidad que nadie como ellos dominaba, los riscos y acantilados, sin dejarse ver, como sombras furtivas, como dibujos de humo en el aire, esperando el momento adecuado de caer sobre su presa.