Richard Foster tocó con los nudillos en la puerta, siendo invitado inmediatamente a pasar. —Hija, ese muchacho ya ha llegado. Joan Foster, joven de veinte años, rubia y atractiva, continuó observándose en el espejo al tiempo que decía: —Ahora bajo. El padre se mostró remiso a marcharse. —Joan...
El jinete desmontó delante del establo público y echó un vistazo en torno suyo antes de decidirse a entrar con el caballo sujeto de las riendas. Era un hombre joven, pues todavía no había alcanzado la treintena, y poseía unas facciones enérgicas y firmes. Llevaba un revólver en el lado izquierdo, con la culata hacia fuera.
Aquella vez el «Brazo de la Ley» se había excedido en su proverbial osadía y la mano tendida corría el riesgo de perder uno de sus dedos, tal vez el mejor, uno de aquellos dedos que atenazaban el crimen dondequiera que se realizara dentro de la vastísima área de casi cuatrocientas mil millas cuadradas que la División «N» de la Real Policía Montada del Noroeste tenía por misión vigilar.
El lema de la División «K» de la Real Policía Montada del Canadá había sido durante muchos años: «Persigue y Captura». Haciendo honor a este lema, la historia de la División «K», magnífica y trágica cual todas aquellas que nacen y se forjan a través de vicisitudes difíciles —de sangre y sudor— exhibía capítulos inolvidables, páginas que la hicieron célebre en todo el territorio del Noroeste, desde los puestos más avanzados y remotos, junto a la punta del cabo Chidley, en la región septentrional del Labrador, al establecido en la isla de Herschell, enfrente de la costa ártica y a los situados en el estrecho de Hudson.
En una noche de huracanado viento, el buque ballenero «Tanaga» se estrelló contra las rompientes. El capitán desapareció de cubierta y cayó al mar, desapareciendo entre las olas. Tres hombres murieron ahogados y los cinco restantes pudieron embarcar en un bote. Uno de ellos, llevaba debajo del brazo un cofrecito…
En aquella desolada e inhóspita región, donde la temperatura media durante siete u ocho meses del año oscila entre los 25 y los 30 grados bajo cero, si raro es ver un pájaro o un herbívoro peludo, mucho más lo es hallar un ser humano. Sin embargo, de vez en cuando se da tal circunstancia y cuando eso ocurre, de veras resulta un acontecimiento para quienes se encuentran. Acontecimiento que motiva gran alegría, pero que asimismo entraña y causa, con la sorpresa de verse, profundo desasosiego y singular recelo.
Se llamaba J. L. Keyton y era miembro de la Real Policía Montada del Noroeste. Desde su ingreso en ella había pertenecido a la División «M» y durante siete años fué uno de sus más destacados números. Después ascendió a cabo y por espacio de otros cuatro años distinguióse meritoriamente hasta conseguir el empleo de sargento. Como tal siguió nominalmente en la División «M»; pero, desde su segundo ascenso, cuántos servicios realizó le fueron encomendados por la Superioridad y en los archivos del Cuartel General de la R.N.W.M.P. quedaron los informes del sargento Keyton depositados bajo la clasificación de «misiones especiales».
Desde la víspera, mucho antes de que la luz del sol se extrudiese y Jim Carrigan decidiera acampar en espera del día siguiente, se había dado cuenta él de que se hallaba, poco más o menos, en uno de los parajes más apartados del mundo civilizado, tal como lo había deseado y buscado durante seis largos meses. Esa certidumbre le hizo sentirse tranquilo y le causó profunda satisfacción, tanta, que hasta se atrevió a cantar a plena voz, rompiendo el absoluto silencio de las montañas y riscos, provocando ecos, prolongados y tenues, que se repetían por las oquedades.
Pancho Dinamita, se escapa de la cárcel, es un hombre perverso, de instintos criminales y capaz de las peores fechorías. Esperaba llegar al Valle del Silencio en cuatro días. Una vez allí, buscaría la forma de conquistar a los indígenas, para convertirse en un pequeño reyezuelo del noroeste. Por el camino va dejando un rastro de sangre...
Richard Harvey, en un arrebato de celos mata al amante de su mujer, en Quebec. Logró escapar del calabozo ydesapareció de Quebec sin dejar rastro. Ayudado por su secretaría Dora planean llegar a hasta la Bahía de Hudson. Para ello contratan un guía con trineo...
Dos hombres refugiados en una cabaña, de la tormenta había estallado con furia hacía tres días. El sargento Pedro Laborde y el cabo Johe Singleton, oyen ruidos de oso hambrientos. Sale el sargento a investigar y da con un hombre moribundo. Regresa a la cabaña con el herido, pero no hay nada que puedan hacer y muere. Antes de morir pronuncia la palabra Bilbao y entre sus ropas encuentran un diario…
Autor: J. Berenguer seudónimo de Joaquín Berenguer Artés. Guionista de cuadernos de aventura con extensa obra en Toray, Marco y Ferma.
Fue un hombre muy activo, deportista que destacó en el fútbol en su juventud y también en el frontón. Conocido por su laboriosidad por sus familiares y amigos, fue pluriempleado en gran diversidad de oficios: en una fundición, camarero, oficinista, guionista de tebeos y, finalmente, guardia municipal, jubilándose con la categoría de oficial. Hombre de curiosidad inagotable y de poderosa memoria, fue también un voraz lector. Como guionista, dio vida a muchos personajes de historias de acción, héroes de una pieza que cumplían siempre sus objetivos sistemáticamente, adelantándose en el tiempo en la creación de superhéroes a la española y prototipos de la fantasía heroica. Entre sus trabajos más destacados se hallan los destinados a series como Rock Robot, Red Dixon, El Diablo de los Mares o Zarpa de León.
Cuñado del historietista Ferrando.
MONTANA se había recuperado de aquel desastre que aún se recuerda y creó una nueva Era en la cronología del Estado: La Gran Tormenta. Las ganaderías habían vuelto a ser importantes y los ganaderos en su afán competitivo con Wyoming y hasta con Texas y Kansas, seleccionaban su ganado y buscaban las razas más cotizadas y mejores. Siendo entre todas, las más deseadas la Hereford...
Puedes sentarte… No tardaré mucho. Estoy terminando la comida. —No tengo prisa… —¿Qué ha pasado? —Lo que era de temer. ¡Y lo que era de esperar dadas las circunstancias! Apareció la joven en el comedor con el rostro encendido. —¿Estás satisfecho?
Francisco Caudet Yarza (Frank Caudett) nace en Barcelona en 1939, ya en la infancia manifiesta su inclinación hacia la literatura y se apasiona con la lectura de clásicos franceses y rusos (Dumas, Tolstoi, Verne), autores que simultánea con los españoles de la novela de kiosco como Mallorquí, Donald Curtis, Mark Halloran y otros. Debuta en 1965 en el mundo de los 'bolsilibros' con la madrileña Editorial Rollán que le publica su primer original en la legendaria serie FBI, con el títulode 'Enigma'. Dos años después la barcelonesa Bruguera le ofrece un contratode colaboración en exclusiva para novelas de bolsillo, empresa que comercializa durante años sus originales que rozan los cuatrocientos títulos y que firma con el más conocido de sus seudónimos: Frank Caudett.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Gordon Lumas es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
No era de oro, sino de plata. Y estaba muy gastada. Tenía la forma de una serpiente enroscada, que se mordía la cola, formando el aro del anillo. Se podía ver claramente la cabeza del reptil, tallada en la plata, así como las escamas del cuerpo. Su aspecto era feo, y debía tener escaso valor. Vio que en su interior llevaba una inscripción, pero a la luz escasa de la celda no le fue posible interpretarla. —¿Qué es esto? —Un anillo que vale mucho más de lo que imaginas, Dan —suspiró confidencialmente Driscoll, bajando la voz, como si en la propia celda pudiera escucharles alguien—. Te arrancarían el pellejo para conseguirlo, no lo dudes. Es la clave de algo. De un viejo crimen que también cometí yo. Y de otras cosas que significan la vida o la muerte para otras personas.
'El Destripador viajó al Oeste', de Donald Curtis (Juan Gallardo Muñoz. Hay cuatro ediciones.Es bien sabido que Juan Gallardo sentía cierta debilidad por los crímenes de Jack el Destripador, y tanto es así que utilizó al personaje en no menos de seis novelas más.'El Destripador viajó al Oeste' es exactamente lo que promete: una historia de cómo Jack se marchó a Estados Unidos huyendo de la justicia británica (un argumento que al señor Alan Moore le daría risa, claro...)La gracia de la novelita estriba en la identidad del asesino (¿o asesinos?), en la destreza con que Juan Gallardo se apropia de una de las teorías reales (concretamente la que en su momento argumentó Arthur Conan Doyle), y en el curioso modo en que el autor le da la vuelta a un buen puñado de situaciones tópicas del Western bolsilibresco, para convertirlas en un Weird Western con todas las de la ley.
Ben Norton, con alegría incontenida, entró en Salt Lake City. Estaba impaciente por abrazar a su padre, que debía esperarle hacía días, y estaría preocupado. Al primer vecino que se cruzó con él, le dijo: —Perdone, buen hombre… Busco el almacén de míster Buck… ¿Podría indicarme?… Se interrumpió sorprendido, al escuchar las carcajadas de aquel hombre.
En la próxima clase, de Botánica, fueron menos los que acompañaron a Rudolph a la salida de la misma. Y a la tercera clase de la mañana, solamente los dos más íntimos acompañaron a Rudolph. El comodoro esperaba a que se terminara el día. Le iban informando de lo que pasaba.