El técnico de comunicaciones de la nave EXP-071 llamó la atención de su jefe, señalando a la pantalla muy excitado.
—¡Mire eso, teniente!
Zum Bejoh giró el rostro para hacer lo que le indicaba su subordinado. Lo que vio le dejó estupefacto. Una serie de destellos luminosos hirieron sus ojos. Procedían de una nave espacial de extraña contextura y forma un tanto extravagante.
—¡Esa nave no pertenece a la Unión Galáctica! —exclamó, desconcertado.
—¡Y viene directa hacia nosotros, teniente! —añadió el técnico de comunicaciones palideciendo.
Murdar es un pequeño asteroide perdido en la inmensidad de la galaxia terraformado en su día por el Orden Estelar, que lo destinó a penitenciaría. Tras el colapso del Orden y su sustitución por la Superioridad sus habitantes, tanto los descendientes de los antiguos convictos como los recién llegados, han convertido a Murdar en un estado semiindependiente regido por sus propias normas, en muchas ocasiones la fuerza bruta, mientras a los gobernantes de la lejana Tierra tan sólo les preocupa seguir llevando allí ex-presidiarios a los cuales, por supuesto, les está vedado abandonar el asteroide, cuya ubicación en el cosmos mantienen celosamente oculta. Kassandra, además de una bella y fogosa mujer, es la actual líder de Murdar, tras haber despachado en combate singular a su predecesor. Kassandra gobierna sus dominios con mano de hierro auxiliada por Wempler, su lugarteniente y amante, y su autonomía no se ve perturbada por unos representantes de la Superioridad cuya soberanía teórica acata, los cuales se limitan a vaciar periódicamente sus naves de prisioneros y a guardar las formas en lo referente al control del asteroide, el cual progresa a marchas forzadas.
La amplia sala de conferencias fue llenándose, en cuestión de pocos minutos. Los oficiales que habían sido convocados por el altkomander Ernie Jonger entraban por parejas, tal como se especificara en la orden.
Algunos arrastraban los pies, caminando con paso cansino, resignado. Otros, en cambio, marchaban con decisión, pisando fuerte, como quien está dispuesto a aprovechar la oportunidad si esta se le presenta.
El kapitán Uller Parod era de los últimos, y también su segundo en el mando, la teniente Fela Seage. Ambos esperaban mucho de aquella convocatoria. Confiaban que, al fin lograrían ser seleccionados y con ello obtendrían la anhelada promoción.
Knudt Larsen, un abogado y pacifista sueco, es escogido por extraterrestres para establecer contacto y confiarle una misión. La Tierra está «de facto» en manos de un grupo de «halcones» rusos y americanos, que actúan de forma coordinada para llevar a la humanidad a la catástrofe, que es lo que beneficia sus intereses.Las dificultades con las que se enfrenta Knudt son inmensas y con gran riesgo para su vida. La tarea de parar a los «halcones» es demasiado grande, pero Knudt no va a estar solo…
Las doradas y esbeltas naves de Calistor se lanzaron en fulgurante y temeraria embestida contra las densas, toscas y negras formaciones de cruceros invasores procedentes de Pólux, que comandaba el repugnante Ullh. «Imbriam, a bordo de la nave insignia, pensó una vez más en su amada Amilda. Iba a ofrendar su vida por la más maravillosa mujer del universo y también por Calistor, su patria. Si no llegaban a tiempo los refuerzos de la Tierra, Ullh el Pérfido arrasaría el bello planeta. Solamente él y aquel puñado de valientes que le seguían podrían contener el tiempo necesario las sangrientas hordas de Pólux, para que los terrestres acudieran al campo de la batalla. Con sus invencibles navíos protoplasmáticos y superlumínicos...»
El señor Eneas Wilson era un respetable padre de familia de treinta y seis años.
Tenía una hermosa mujer llamada Carolina y un hijo de siete años de nombre David. Tenía también una tienda de objetos fotográficos en la calle Riverside de la pequeña localidad de Colberstone, Arizona. Era una ciudad tan pequeña de apenas mil quinientos habitantes.
Leo Madwin estiró los brazos, desperezándose. Abrió la boca y emitió unos cuantos gruñidos junto con varios resoplidos que hicieron temblar sus largos bigotes rubios de puntas caídas. Se frotó los ojos como si acabara de despertar y se enderezó en su asiento, en la cabina de mandos.
Los ojuelos chispeantes del capitán del Pandora lanzaron una ojeada a la carta de navegación interestelar y, tras desconectar los automatismos de vuelo, pulsó los controles de estabilización.
—Veamos cómo anda esto...
En el planeta Ulkus está ocurriendo algo que supone una amenaza a la pacífica federación de países Tellen. Las misteriosas desapariciones que se vienen produciendo en la Tierra, no son ajenas a ello. Tellen no tiene armas para defenderse, pero la Tierra sí. Ulkus también tiene como objetivo la Tierra para obtener alimento para su misterioso ejército.«In extremis», Tellen contacta con la Tierra en demanda de ayuda, pero solo cinco personas van a intentar, en una misión suicida, parar a Ulkus…
Enrique Sánchez Pascual fue un novelista y guionista de cómic español (1918 - 1996). Usó multitud de seudónimos, como Alan Starr, Alan Comet, W. Sampas, Alex Simmons, Law Space o Karl von Vereiter
Elliot Dooley es uno de los seudónimos utilizados por Enrique Martínez Fariñas (¿? - 1985), un novelista y guionista de cómic español. Usó multitud de seudónimos, como Ralph Benchmark, Max Cardiff, Elliot Dooley, Jack King, Lucky Marty, Master Space o Lew Spencer Enrique Martínez Fariñas adaptó relatos clásicos para la colección 'Historias' de Bruguera. Con el dibujante Beaumont, creo tres series de cuadernos, entre las que destaca El príncipe de las brumas (1961). A partir de los años setenta, frecuentó la novela erótica
Y, pensó parasí, confiando que Rey David cumpliera lo prometido y no le estuviera leyendo elpensamiento: «Debo esperarla llamada de Basil. Me dirá que sus hombres han perdido el rastro de Alone.Eso será cuando él quiera». Luego empezó a sonreír levemente, pensando que, de todas formas, la cazasería interesante. Desde hacía tiempo quería disponer de la oportunidad deenfrentarse a un asesino estelar.
—¡Mi capitán! aquí es el lugar.
—¿Está seguro, Rony? —preguntó el capitán de la nave de rescate Julius, que había salido de la Tierra en rescate del comandante Krony y la princesa Libstsy, desaparecidos hacia unas semanas en las profundidades del espacio infinito.
—Sí, mi capitán, no me cabe la menor duda; la última vez que transmitieron fue desde aquí mismo.
—Bueno, ahora es cuando comienza lo verdaderamente difícil —dijo el capitán—, ¿no le parece, Rony?
Este asintió con la cabeza, sabía que el capitán tenía razón.
El protagonista, bautizado —aunque él lo desconoce— con el nombre del mítico barquero de los muertos de la mitología griega, es un personaje que desconoce por completo su origen y su pasado. Criado desde niño en los sórdidos ambientes del planeta Ofidia, recién incorporado al territorio de la Superioridad, con apenas veinte años de edad había sido apresado por los sicarios de la Superioridad y conducido sin razón aparente a Tingani, un mundo-prisión convertido en campo de exterminio donde los desgraciados allí encerrados apenas lograban sobrevivir algunos años. Nadie se había dignado jamás a explicarle los motivos por los que se encontraba allí, y sus reiteradas protestas de inocencia habían caído sin excepción en saco roto. Pero pese a todos los pronósticos Caronte había logrado sobrevivir nada menos que diez años... hasta que un día un extraño personaje de porte aristocrático se presenta en el planeta prisión con la intención de llevársele consigo. Caronte, por supuesto, acepta. ¿Qué tenía él que perder? Aunque, por supuesto, su liberación no será gratuita, exigiéndose a cambio su colaboración en un tortuoso plan.
Burton Hare es uno de los seudónimos utilizados por José María Lliró Olivé. También utilizó los ALIAS, FIRMAS, SEUDÓNIMOS: Buck Billings, Clark Forrest, Delano Dixel, Gordon Lumas (A veces, Gordon C. Lumas), Marcel D’Isard (grupal), Max (a veces, Mike) Cameron, Mike Shane, Milly Benton, Ray Brady, Ray Simmons (a veces, Simmonds), Ricky C. Lambert, Sam M. Novelista de variados registros, durante la dictadura franquista convirtió la novela de bolsillo en “novela de acción reportaje”, narrando en forma de ficción, los acontecimientos reales que sucedían en Barcelona, durante tiempos de brutal represión y feroz propaganda.
Elliot Dooley es uno de los seudónimos utilizados por Enrique Martínez Fariñas (¿? - 1985), un novelista y guionista de cómic español. Usó multitud de seudónimos, como Ralph Benchmark, Max Cardiff, Elliot Dooley, Jack King, Lucky Marty, Master Space o Lew Spencer Enrique Martínez Fariñas adaptó relatos clásicos para la colección 'Historias' de Bruguera. Con el dibujante Beaumont, creo tres series de cuadernos, entre las que destaca El príncipe de las brumas (1961). A partir de los años setenta, frecuentó la novela erótica
Cuando la Unidad Exploradora se acerca a un agujero negro, Adan y Alice empiezan a sospechar que las órdenes recibidas del Alto Mando contienen contradicciones. ¿Por qué les obligan a entrar en la vorágine de aquel abismo? Sin embargo, cuando emergen al otro lado descubrirán que no se encuentran donde esperaban, sino en un lugar que les obligará a vivir la aventura más fantástica de su vida, que están allí porque una fuerza misteriosa les ha obligado a cerrar el círculo temporal de un pasado remoto.
Juan Gallardo Muñoz, nacido en Barcelona en 1929, pasó su niñez en Zamora y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque en la actualidad reside en su ciudad natal. Sus primeros pasos literarios fueron colaboraciones periodísticas —críticas y entrevistas cinematográficas—, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix. Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige, y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros —terror, ciencia-ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste—, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Addison Starr, Curtis Garland (y también, Garland Curtis), Dan Kirby, Don Harris, Donald Curtis, Elliot Turner, Frank Logan, Glenn Forrester, John Garland (a veces, J.; a veces, Johnny), Jason Monroe, Javier De Juan, Jean Galart, Juan Gallardo (a veces, J. Gallardo), Juan Viñas, Kent Davis, Lester Maddox, Mark Savage, Martha Cendy, Terry Asens (para el mercado latinoamericano, y en homenaje a su esposa Teresa Asensio Sánchez), Walt Sheridan.