Cita en el futuro
Sólo tenía como nombre unas letras y unos números, pero se consideraba un hombre libre, aunque fuera un soldado de las temibles brigadas IRE que iban de un mundo a otro con la misión de afianzar el dominio, ya tambaleante, de un imperio decadente.
Un extraño accidente le convierte en un avatar, cuando es proyectado a un mundo que no reconoce, en un futuro extraño, y en él descubrirá que vuelve a ser un hombre cuyo destino puede controlar.
Traición en Urlanka
Los humanos arganes y los humanoides ghaloritas constituyen dos naciones que mantienen una guerra sin cuartel por el control del planeta Urlanka. La aparición de una amenaza común, el comienzo de la invasión del planeta por los lankeis, que ya han establecido una cabeza de puente en la fértil y disputada zona de Erdho, justificará la alianza de las dos naciones en guerra. El recién ascendido a general del ejército de Arga, Dhal Darkes, tendrá que hacer frente casi en solitario a los múltiples peligros que acechan a su pueblo.
El mercenario Cristian Falcón, junto con algunos de sus compañeros, recibe en la Roma actual una propuesta fabulosa para participar en una misión secreta en un lugar indeterminado. Una vez aceptada son trasladados al futuro de la Tierra, en el momento en que el Imperio se encuentra en absoluta decadencia. Aparentemente la mayor parte de los datos y claves de la misión son ignorados incluso por el Consejo Terrestre, que ha sido quién ha contratado a los mercenarios. La misión tiene un primer destino en el planeta llamado Lamurnia, donde ha desaparecido un grupo enviado anteriormente y que estaba capitaneado por Juárez, antiguo jefe de Cristian.
Los guerreros del tiempo II
Laya, miembro del Consejo Terrestre, y jefe de la misión de los mercenarios a Ertigia, parece saber más de lo que reconoce sobre el secreto que guarda ese planeta.
El descubrimiento del secreto, que constituye para ella una verdadera obsesión, y la alianza con los rebeldes danghanitas, de la que es la principal valedora, son los elementos con los que cuenta para la realización de sus ambiciosos proyectos.
Los mercenarios de las estrellas
Durante los siglos de la Edad Oscura, Nebelet, un Mundo Olvidado, había estado aislado; ahora, a punto de ser abierto a la galaxia, paso previo a su incorporación al Orden Estelar, iba a cambiar su forma de vida, y cesaría la guerra entre las dos naciones. Pero antes el mercenario Mat Delmont ofrecerá sus servicios a Dagmahal, líder de una de las facciones en lucha, sin que por ello esté dispuesto a renunciar a sus propósitos ocultos.
El Poder Estelar
En un mundo olvidado que se debate en la más oscura de las edades tras la caída del Imperio, un caballero llamado Dole de Taran y un extraño objeto caído de los cielos, un cilindro que contiene una mujer de increíble belleza, inconsciente o muerta, componen el escenario del inicio de una sorprendente aventura en la que rufianes y hombres con honor pelearán por desentrañar los misterios del Poder Estelar.
Mercaderes del espacio
La misión de Dan Cuertes no podía ser más peligrosa. Tenía que descubrir las intenciones de los jefes de las organizaciones comerciales, y desbaratar sus intrigas con la ayuda de los observadores que vigilaban el planeta Corinha. Nada iba a ser fácil en aquel Mundo Olvidado sumido en el atraso, las supersticiones y las ambiciones de quienes pretendían continuar gobernándolo con el mismo despotismo que durante la era imperial lo hicieron sus antecesores.
El protagonista es Gresh Lemmy, un joven teniente recién graduado en la Academia Imperial de la Tierra, hijo de un militar fallecido heroicamente en defensa del imperio. Esta circunstancia le concede el privilegio de elegir su destino, lo cual hace optando no por un puesto cómodo en las proximidades de la corte, sino por uno en el remoto planeta Dangha. En realidad desconoce todo acerca de este planeta, salvo que en él podrá servir lealmente al emperador al igual que lo hiciera su padre. Pero, ¿por qué precisamente Dangha? Pues porque ha sido incitado a ello por un ex-profesor suyo que, renunciando a su cargo, ha solicitado asimismo destino en este planeta, ofreciéndole su protección...
El enviado de un reyezuelo local, que gobierna en una región estelar independiente del Imperio, visita a unos fabricantes de cyborgs para hacerles un importante encargo de guerreros destinados a constituir la espina dorsal de su ejército. El tirano del planeta Lero, que así es como se llama la capital de su reino, desea combatir a la población nativa del planeta, sojuzgada y perseguida por colonizadores procedentes de distintos mundos del Imperio. Estos nativos se caracterizan por poseer poderes paranormales, por lo que el régulo de Lero exige que los cyborgs sean adaptados para hacerlos inmunes a toda posible influencia mental. El problema estriba en que los constructores de cyborgs, que obtienen su materia prima mediante razzias en mundos fronterizos capturando inocentes a los que convierten en máquinas de matar, andan escasos de reservas, por lo que deciden asaltar una nave de pasajeros camuflándose de piratas... De forma totalmente clandestina e ilegal, por supuesto, ya que si bien las autoridades imperiales hacen la vista gorda a sus desmanes fuera de las fronteras del imperio, evidentemente no están dispuestas a consentirlo dentro de las mismas...
La acción se sitúa en los años del Imperio Galáctico, cuando éste todavía es sólido pero empieza a mostrar los primeros síntomas de decadencia. El emperador reinante, el enérgico Komur, gobierna el Imperio con mano de hierro, pero no ignora de que éste cuenta con un talón de Aquiles cuya desaparición podría provocar su colapso: un centro de comunicaciones, celosamente guardado, desde el cual se controla el complejo entramado que mantiene unidos y comunicados todos los mundos del orbe. Komur es plenamente consciente de que la desaparición de las comunicaciones instantáneas entre los planetas destruiría el delicado equilibrio existente en la galaxia, acarreando el hundimiento irremediable del Imperio; así pues obra en consecuencia, ordenando la construcción de un nuevo centro de comunicaciones mucho más invulnerable, mientras vigila celosamente el antiguo de cara a evitar un posible sabotaje. Pero...
Los neujitas, una raza reptiloide que habita más allá de las estrellas Cástor y Pólux, en la región estelar de los Gemelos, han entablado guerras en varias ocasiones contra los humanos, habiendo estado a punto incluso, en una de ellas, de llegar hasta la misma Tierra. Tras un ímprobo esfuerzo militar finalmente el Imperio había logrado derrotarlos, confinándolos en sus planetas natales y estableciendo una marca fronteriza con objeto de mantenerlos a raya en previsión de futuras aventuras expansionistas de sus enemigos...
Motín en el espacio se integra en el período de decadencia del Imperio Galáctico previo al colapso del mismo. Narra la novela como un acorazado sideral perteneciente a la flota imperial, el Visnú, que retorna a su base tras una dura campaña bélica que ha diezmado a su dotación, recibe órdenes de dirigirse al planeta Kasartel con objeto de sofocar la rebelión que allí ha estallado. Brad Regan, comandante del acorazado, se ve entonces obligado a realizar una leva forzosa que le permita cubrir las bajas, razón por la que hace escala en Howarna, un pequeño y pacífico planeta agrícola escasamente poblado...
Ambientada en Ergol, un mundo fronterizo sometido a la autoridad, siquiera nominal, del emperador en el cual florece una economía esclavista. Hasta allí se ha dirigido el capitán Lagnon, un próspero mercader terrestre, con objeto de transportar alimentos a la Tierra, acompañado por Lorena, su joven hija, la cual tiene ocasión de contemplar en el mercado local la persecución y captura de un esclavo fugitivo el cual, condenado a muerte, está a punto de ser ejecutado allí mismo por los propios soldados que lo custodiaban. Sólo la oportuna intervención de un importante personaje lo impide, gracias a que éste exhibe los documentos que prueban que había adquirido poco antes al fugitivo...
Cita en el futuro está ambientada en el remoto planeta Aita, donde tiene lugar una de tantas guerras coloniales entre el agonizante Imperio Galáctico y los nativos, reacios a someterse al pesado yugo imperial. El cruento conflicto, que ha arrasado gran parte del otrora fértil planeta, se encuentra empantanado pese a que los invasores utilizan como fuerza de choque a tropas del IRE (Infantería Represiva de Élite), unas temibles unidades especiales integradas por hombres manipulados quirúrgicamente para convertirlos en insensibles máquinas de matar. El protagonista, David Landon, es un antiguo opositor al régimen imperial que, como castigo -un castigo peor que la propia muerte-, ha sido transformado en uno de esos robots de carne y hueso que, por un afortunado azar, no ha perdido, a diferencia de sus compañeros, sus facultades mentales conscientes... algo que disimula impelido por su instinto de conservación, aguardando la llegada de una oportunidad para escapar a su cruel destino.
Urlanka, un planeta donde coexisten dos naciones enemigas -los arganes, humanos, y los humanoides ghaloritas- enzarzadas en una larga y cruenta guerra por el dominio de las regiones templadas -y más habitables- del planeta. Al inicio del relato son los humanos los que llevan la peor parte, amenazados con ser acorralados por sus enemigos en las inhóspitas regiones polares del planeta, razón por la que han realizado un desesperado esfuerzo para armar en secreto una poderosa flota con la que poder inclinar la balanza en beneficio suyo. El protagonista principal es el coronel Dhal Darkes, un carismático militar convertido en el principal puntal de la desesperada resistencia de Arga que, tras varios años de lucha desesperada en el frente, es llamado por sus superiores a un base secreta donde se está preparando una nueva flota. Al llegar allí tras sortear a duras penas los ataques enemigos, se lleva dos sorpresas. La primera, que ha sido ascendido a general a pesar de su reconocida indisciplina, compensada con creces por su bravura. Y la segunda, que los ghaloritas han enviado un emisario a entrevistarse con el jerarca de Arga...
La narración se sitúa en el remoto planeta Nelebet, un mundo que tras el colapso imperial ha caído en la barbarie sumiéndose sus habitantes en un estado cultural equivalente al de la Edad Media. Por si fuera poco, la población del planeta está dividida en dos bandos irreconciliables cuyos respectivos señores tienen desatada una lucha a muerte entre ellos. Puesto que las armas de que disponen son simplemente blancas al haberse perdido hasta el recuerdo de las armas de fuego, ambos régulos están ansiosos por contratar a mercenarios procedentes de otros planetas, en especial si éstos disponen de armas modernas. Puesto que el planeta es rico en oro y los nativos no le dan especial valor a este metal, dinero no les falta para atraer a los aventureros de toda la galaxia...
En un planeta, del que en ningún momento se llega a conocer el nombre, la sociedad se había reorganizado en torno a un feudalismo paternal cuya espina dorsal eran unos caballeros andantes que, al servicio de los diferentes monarcas, se encargaban de velar por la paz y el orden. Medio monjes y medio soldados, un tanto al estilo de las antiguas órdenes militares históricas, estos caballeros se acogían a la tutela de la religión oficial del planeta, benévola y tolerante, estructurada en torno al culto a Taron y Díala, una pareja de dioses supremos simbolizados por las respectivas lunas del planeta. Como símbolo de su categoría los caballeros, vestidos y armados a la manera medieval, ostentaban colgadas al cinto unas antiguas pistolas reliquias de los tiempos imperiales las cuales, pasadas de padres a hijos a lo largo de varias generaciones, hacía ya mucho tiempo que habían perdido sus reservas energéticas, quedando reducidas pues a una simple afirmación pública de autoridad...
Corinha está dividido en dos estados rivales, Fharlon y Khuride, regidos respectivamente por dos monarcas, el Gran Zhan Dhormine y la Gran Thaes Tecsa, empeñados en una tenaz lucha secular por obtener la hegemonía sobre el planeta. El Orden Estelar ya ha llegado a Corinha pero, sometido a sus restrictivas normas que proscriben las interferencias en sociedades ajenas, se han limitado a enviar al planeta sendos coordinadores -uno por reino- encargados de velar porque la situación no empeoren de cara al futuro ingreso de Corinha en la comunidad galáctica, al tiempo que intentan conseguir, sin demasiado éxito por cierto, que ambos reyes olviden sus diferencias en aras del bien común...
Leviatán, un carguero dedicado a tareas de contrabando y a otras actividades dudosamente legales por los planetas situados más allá del territorio del Orden Estelar e incluso en los nebulosos límites del mismo, lo cual les ha acarreado más de un tropiezo con las patrulleras del mismo...Huyendo de una de ellas a causa de una acusación de asesinato, con averías importantes y las reservas de combustible casi agotadas, recalan por casualidad en un Mundo Olvidado que no figura en los registros del Orden Estelar, lo que hace prever que pueda convertirse en un buen refugio para dar esquinazo a sus tenaces perseguidores; gracias a una antigua base de datos descubren que se trata de Urren, una de las últimas colonias fundadas por el Imperio antes de su colapso definitivo. El Leviatán aterriza en uno de los satélites del planeta, un pequeño astro desolado carente por completo de vida en cuya superficie descubren, de forma accidental, la entrada de una cueva en cuyo interior reposa un artefacto cuya manufactura es claramente no humana...
Indared es uno de tantos planetas fronterizos situados fuera de la jurisdicción del Orden Estelar, lo que le convierte en refugio ideal para contrabandistas y gente poco simpatizante de las férreas leyes del gran estado galáctico. Uno de ellos es Ronald Elliot, propietario y capitán del carguero Zidac, con el cual se dedica a sus trapicheos comerciales bordeando, cuando no decididamente traspasando, las normativas legales, más bien laxas en esa remota región de la galaxia. Pero las cosas han cambiado y, cuando regresa de uno de sus viajes, descubre con sorpresa que, aunque siga manteniendo al menos nominalmente su independencia, Indared ha caído ya en el regazo del Orden Estelar, el cual ha pasado a controlar el tráfico de sus astropuertos en un claro intento de erradicar el contrabandismo y la piratería.
En Las huellas del Imperio nos encontramos con una joven Alice Cooper recién salida de la academia naval del Orden Estelar no con el grado de alférez, como deseaba, sino con el más modesto de sargento, lo que le supone una frustración difícilmente superable puesto que la tradición familiar -su padre es un prestigioso oficial de la Armada- así lo exigía.No obstante, el coronel Cooper no se encuentra en condiciones de censurar la carrera militar de su hija; poco antes, cuando se encontraba al mando de una nave exploradora UNEX en las cercanías de la nebulosa Altear, había sido atacado a traición por los nebulanos, al parecer un último vestigio del extinto Imperio Galáctico que, imbuidos por un fanatismo difícilmente explicable, consideran al Orden Estelar como su enemigo mortal. Aunque el coronel Cooper había logrado salvar la nave, las heridas sufridas habían sido de tal magnitud que los médicos tan sólo habían logrado salvar su cerebro. Por fortuna el rescate de una antigua técnica imperial permitía la creación de un clon al que poder transferir su cerebro, pero sería un proceso bastante lento que llevaría, con toda probabilidad, años...
Los mercenarios a los que hace referencia el título, oriundos del planeta Whutoo, son una raza guerrera al servicio de los Amos, unos poderosos seres que los utilizan como fuerza de choque para invadir y sojuzgar el sector de la galaxia que dominan. Los métodos empleados por los mercenarios no pueden ser más expeditivos y brutales, pero ellos mismos son asimismo unas víctimas de sus amos, los cuales los controlan merced a unos implantes en sus frentes -los Signos- al tiempo que no dudan en castigarlos cruelmente, ni incluso en desembarazarse de ellos, a la menor muestra de desobediencia...
En Los humanoides de Kebash volvemos a encontrarnos con la joven capitana Alice Cooper, ahora a bordo de la UNEX (unidad de exploración) Altea. Este buque se encuentra en órbita alrededor del planeta Kebash (para los nativos) o Leina (para los antiguos imperiales), tercero del sistema de Uoroth y uno de tantos Mundos Perdidos que el Orden Estelar desea reintegrar en la comunidad galáctica.Sin embargo, la tarea se presenta complicada debido a la existencia en el mismo de dos poblaciones diferentes que además llevan siglos enfrentadas entre sí. Por un lado están los nativos originarios del planeta, calificados oficialmente como humanoides (es decir, pertenecientes a una especie diferente de la humana) pero diferenciados tan sólo en pequeños rasgos realmente irrelevantes. Por el otro están los descendientes de los antiguos colonos traídos siglos atrás por el Imperio, los cuales han creado su propio estado llamado Ammo. A la rivalidad existente entre ambas razas se suma un factor que dificulta todavía más la labor de los recién llegados; en Ammo está implantada una férrea teocracia que, además de tener sumida a la población en la ignorancia, reprime con todo rigor cualquier tipo de recuerdo de los tiempos en los que Leina no era un mundo aislado del resto del universo al tiempo que prohíbe incluso la posesión de libros...