¿Estamos solos en el cosmos? ¿Somos los seres humanos los únicos capaces de escrutar las profundidades del espacio? ¿Los únicos que hemos creado dispositivos para prolongar el alcance de nuestros sentidos? ¿Los únicos dotados de inteligencia para comprender e interpretar lo que vemos y sentimos? Civilizaciones Extraterrestres hace pensar a sus lectores que tal vez no estemos solos: ignoramos dónde se encuentren otros seres inteligentes, pero están en alguna parte del universo. Asimov explica cuáles son los requisitos de la vida: agua, atmósfera, materia orgánica, energía, proximidad a una estrella y, para una civilización semejante a la nuestra, tierra seca y oceános. ¿Existe un lugar del inmenso universo donde estas condiciones sean una realidad? Civilizaciones Extraterrestres aprovecha todos los adelantos de la ciencia y tecnología modernas para crear una base sólida en la que se apoye toda clase de lectores.
En 2014 se cumplen los treinta años del fallecimiento de uno de los mayores medievalistas españoles del siglo XX. Claudio Sánchez-Albornoz (1893-1984) llevó a cabo una renovación historiográfica de la Alta Edad Media mediante el análisis profundo tanto de las fuentes latinas como de las árabes. Algunas de sus obras más decisivas fueron: En torno a los orígenes del feudalismo; La España musulmana; Orígenes de la nación española: el Reino de Asturias; Instituciones medievales españolas. Y al mismo tiempo se preocupó por alcanzar un círculo de lectores más amplio que el de los historiadores profesionales, con obras de gran impacto cultural como su España, un enigma histórico (1957), en polémica con el también decisivo Américo Castro, o la obra que presentamos. Pero no puede olvidarse la otra faceta pública de Sánchez-Albornoz. Jugó un papel destacado en la vida política de la Segunda República española: diputado, ministro, embajador... Tras la guerra se establecerá definitivamente en Argentina, y se dedicará primordialmente a la Historia. Sin embargo, entre 1962 y 1971 aceptará el cargo (básicamente simbólico, pero aún influyente) de presidente de la República Española en el exilio. Y en el marco de la Guerra Fría optará, desde su postura demócrata, republicana y de izquierdas, por el rechazo tajante del totalitarismo, como puso de manifiesto en su discurso de aceptación del premio internacional Feltrinelli que recibió en 1970. La primera versión de Una ciudad de la España cristiana hace mil años se publicó con el título Estampas de la vida en León hace mil años en 1926. Presentamos una edición digital parcial en homenaje al autor: hemos eliminado las abundantísimas y muy interesantes notas (con una extensión mayor que el texto), en las que justifica cumplidamente esta reconstrucción (o mejor, resurrección) de la vida urbana de hace mil años. Su lectura provoca admiración por el esfuerzo detectivesco que ha requerido el extraer los datos concretos a partir de los áridos textos legales, contratos, actas notariales, etc., que reproduce a pie de página. Recomendamos vivamente la utilización de la obra original y completa (Ed. Rialp), disponible en librerías y bibliotecas. Naturalmente la Historia sigue adelante, como cualquier otro saber científico. En estos treinta años de su muerte se han incorporado nuevos datos, nuevos planteamientos que han apreciado algunas limitaciones de la obra de Sánchez-Albornoz, su dependencia del marco ideológico y de los valores de su época, y que han proporcionado nuevas interpretaciones del pasado español. Pero esto no rebaja ni en un ápice el interés por sus libros, que conservan su inmenso valor. El gran historiador posiblemente compartiría la afirmación de Menéndez Pelayo (un par de generaciones anterior: si bien de ideas opuestas en lo político, compartiendo valores religiosos y de rigor en el trabajo histórico): «Nada envejece tan pronto como un libro de historia. Es triste verdad, pero hay que confesarlo. El que sueñe con dar ilimitada permanencia a sus obras y guste de las noticias y juicios estereotipados para siempre, hará bien en dedicarse a cualquier otro género de literatura, y no a éste tan penoso, en que cada día trae una rectificación o un nuevo documento. La materia histórica es flotante y móvil de suyo, y el historiador debe resignarse a ser un estudiante perpetuo y a perseguir la verdad dondequiera que pueda encontrar resquicio de ella, sin que le detenga el temor de pasar por inconsecuente.»
El patriotismo, el amor a la tierra en la que se ha nacido y al pueblo del que se forma parte, es una constante de la historia de la Humanidad, y tiñe en mayor o menor medida las obras de los historiadores de cualquier época o lugar. Lo hemos visto en en los antiguos griegos y romanos, por más que algunos se propongan elaborar sus libros sine ira et studio. Está presenta en el Laus Spaniae de san Isidoro, el lamento por su ruina en la Crónica de 754... y por su pérdida en la Albeldense... Y así hasta la construcción de los primeros estados modernos (monarquías compuestas pero que se quieren nacionales); ejemplo de ello es la espléndida Historia de Juan de Mariana, que descubre españoles desde los tiempos míticos Túbal... En cualquier caso, las nacionales son unas identidades más, a veces múltiples (locales, regionales, nacionales), que coexisten en el individuo junto a otras identidades religiosas, sociales, políticas y culturales. Pero en el siglo XIX, la cosa cambia: a partir del patriotismo tradicional y de nuevas corrientes idealistas y románticas cristaliza una nueva concepción de la nación, a la que ahora se percibe como una realidad externa, totalizadora y preexistente (cuando no eterna) a los individuos que la componen. Es una concepción orgánica que Renan, en sus Diálogos filosóficos, describía así: «Las naciones, como Francia, Alemania, Inglaterra..., actúan como personas que tienen carácter, espíritu, intereses determinados; se puede razonar acerca de ellas como de una persona; tienen, como los seres vivos, un instinto secreto, un sentimiento de su esencia y de su conservación, al punto que, independientemente de la reflexión de los políticos, una nación, una ciudad, pueden compararse a los animales, tan ingeniosos y profundos cuando se trata de salvar su ser y de asegurar la perpetuidad de su especie.» Es el origen de una nueva ideología, el nacionalismo, que hace predominar la identidad nacional sobre cualquier otra, que impone la supeditación del individuo a la nación, hasta el sacrificio de la propia vida, que se esfuerza por nacionalizar a las sociedades, y que va a superponerse por igual a todas las contradictorias propuestas políticas de la época: tradicionalismos y legitismos, liberalismos varios y radicalismos, e incluso y paradójicamente, en los internacionalismos obreristas (como se comprobará ya en el siglo XX). Enrich Prat de la Riba (1870-1917) es un excelente ejemplo de ello. Abogado y periodista, es uno de los responsables de la transformación del catalanismo en un movimiento nacionalista, de lo que es representativa la conferencia que el autor pronunció en 1897 en lo que podemos considerar su puesta de largo, en el Ateneo de Barcelona y que se incluye en la parte central de este libro, publicado en 1906. Ya entonces se ha convertido en un influyente político, en vísperas de presidir la Diputación provincial de Barcelona y, más tarde, la Mancomunidad Catalana. La nacionalidad catalana, a pesar de su carácter meramente propagandístico (o quizás por ello) resulta una excelente muestra de los planteamientos nacionalistas, y de su plasmación concreta en Cataluña. Los presupuestos (para el autor, indiscutibles) y las interpretaciones de los hechos sociales e históricos sobre los que se basa, los argumentos en que se apoya, las propuestas que plantea, describen perfectamente una creencia (en el mejor sentido de la palabra) todavía hoy viva y actuante. Veamos algunos ejemplos: «El Estado es una entidad artificial, que hace y deshace a voluntad de los hombres, mientras que la patria es una comunidad natural, necesaria, anterior y superior a la voluntad de los hombres, que no pueden deshacerla ni modificarla.» «El pueblo es, por tanto, un principio espiritual, una unidad fundamental de los espíritus, un tipo de ambiente moral que se apodera de los hombres y les penetra y les modela y les trabaja desde que nacen hasta que mueren. Poned bajo la acción del espíritu nacional a gente extraña, gentes de otras naciones y razas, y veréis como suavemente, poco a poco, se van recubriendo de ligeras pero continuas capas de barniz nacional, y modifican sus maneras, sus instintos, sus aficiones, infundiendo ideas nuevas a su entendimiento y acaba por variar poco o mucho sus sentimientos. Y si, en lugar de hombres hechos, le lleváis niños recién nacidos, la asimilación será radical y perfecta.» Pero Prat de la Riba pertenece, como todos, a su época. Su nacionalismo se convierte en los últimos capítulos de esta obra en una defensa del imperialismo. La expansión territorial, los imperios, son el resultado natural de la evolución de una nacionalidad: «Los pueblos civilizados o en vías de alcanzar por su propio esfuerzo la civilización plena, tienen derecho a desarrollarse de conformidad a sus propias tendencias, esto es, con autonomía. Los pueblos bárbaros, o los que van en sentido contrario a la civilización, han de someterse de grado o por la fuerza a la dirección y al poder de las naciones civilizadas. Las potencias cultas tienen el deber de expandirse sobre las poblaciones atrasadas. Francia impone su autoridad en Argelia, Inglaterra en Egipto, Rusia en los Kamotos, han sustituido el combate bárbaro y degradante que dominaba en aquellos pueblos, con la ley y el orden justo. La mayor ganancia ha sido para la civilización y para estas tierras desgraciadas, más que para los pueblos que han intervenido en ellas. Los que dedicaban sus versos al Mahdi contra Inglaterra, a Aguinaldo contra los americanos, o a Argel y sus piratas que combaten a Francia, son pobres de espíritu que no son capaces de percibir la elevadísima misión educadora de la humanidad que ejercitan las naciones civilizadas en estas costosas empresas.»
«La obra de Hildegarda de Bingen (1098-1179) es inmensa y variada…: sus visiones del universo, el hombre en el centro de ese universo creado, la expresión musical y poética de sus setenta o más sinfonías, y la riqueza de su correspondencia, que es testimonio de la confianza que le dispensaron las autoridades religiosas y los poderosos seculares de aquel entonces. Habría que añadir a esto otras actividades digamos marginales, como la elaboración de una curiosa lingua ignota, un idioma y un alfabeto nuevos que intentó crear, quizá ayudada por las religiosas de su entorno, y que la llevó a particulares y bastante extrañas elucubraciones. Al ocuparse de cosas así, Hildegarda demuestra tener un espíritu inventivo fuera de lo común, que en cierto modo puede parecer incluso un poco fútil, pero que constituye también un afán por la búsqueda muy propio de su tiempo; esa época en la que, en Francia, Abelardo hablaba de sus estudios como de una inquisición permanente. El término inquisición significaba entonces búsqueda, pregunta, investigación, y no se había manchado todavía con la connotación que tomará a finales del siglo XIII. »Dentro de esta vida tan fecunda es necesario también hacer un aparte para otras actividades que se salen claramente de lo que es el marco habitual de los estudios y preocupaciones propios de una existencia dedicada a la plegaria. No se conocen más que dos trabajos de medicina que hayan sido realizados en Occidente en el siglo XII, y los dos son obra de Hildegarda. Ella, con los conocimientos que se tenían en aquella época en Alemania, escribió dos tratados verdaderamente enciclopédicos, uno de medicina y otro de ciencias naturales. Dentro de la obra de una mística visionaria, a la que nos es más fácil imaginar perdida en la contemplación del más allá, ambos trabajos resultan, reconozcámoslo, de lo más inesperado... El propósito de Hildegarda... sobrepasa el de la simple descripción, pues ella establece relaciones entre los productos de la naturaleza y los seres humanos, y busca los conocimientos relativos al hombre, a su equilibrio y a su salud. Sin duda es este aspecto medicinal del legado de Hildegarda el que más ha contribuido a darla a conocer... »Al abordar los distintos capítulos de la Physica o de la Medicina compleja, el lector moderno tiene que estar atento a algunas sorpresas que en ellos le esperarán. Primero deberá acostumbrarse a algunos términos para nosotros desconcertantes, como por ejemplo los que permiten una especie de somera clasificación de las plantas según un temperamento, un carácter, presente en el vegetal lo mismo que en una persona. También está la calidad cálida o fría, seca o húmeda de cada elemento, primera clasificación que se remonta, por lo demás, a los esquemas aristotélicos. A estos conceptos Hildegarda añade una noción de su propia invención…, la viriditas, ese vigor, esa fuerza de vitalidad que lleva en sí la savia que circula por las plantas, a la cual hace referencia, evidentemente, cuando haba de los vegetales, pero también a propósitos de otros seres vivientes... »En cambio, en otras cuestiones el lector moderno encontrará muchas afinidades con las observaciones de Hildegarda. En efecto, hoy empieza a difundirse una cierta valorización de la medicina natural, a través de la cual algunos buscan una visión de conjunto frente a la multitud de especialidades a las que ha llevado una ciencia médica muy desarrollada y, ciertamente, eficaz. Por eso sorprende el deseo de equilibrio que impregna toda la obra de Hildegarda, que está atenta tanto a los estados anímicos del hombre como a sus malestares corporales, sin separar casi los unos de los otros… Nos encontramos con la preocupación de curar no tanto la enfermedad como al enfermo, con la atención puesta en los comportamientos como efectos de un desajuste interior, con la idea de que la belleza y la armonía son absolutamente necesarias para el buen y completo desarrollo del ser humano.»
Amiano Marcelino (c. 332-398) señala al terminar su obra: «Esta narración, comenzada en el reinado de Nerva, concluye en la catástrofe de Valente. Viejo soldado y griego de nación, he hecho cuanto he podido por desempeñar bien mi cometido; presentando mi trabajo al menos como obra sincera, y en el que la verdad, que profeso, en ninguna parte, que yo sepa, se encuentra alterada o incompleta. Que consignen lo demás otros más jóvenes y doctos, a los que aconsejo que escriban mejor que yo y eleven el estilo.» Por su parte, Narciso Santos Yanguas, en su artículo El pensamiento historiológico de Amiano Marcelino nos presenta así al autor y su obra: «Con Amiano Marcelino la historiografía antigua, y más concretamente la romana, produce su último gran representante; es el historiador por excelencia de la decadencia de Roma en esta época tan conflictiva del Bajo Imperio; decadencia que ya puede rastrearse, no obstante, en los historiadores de los siglos anteriores, como Tácito, aunque no de manera tan patente como en el historiador antioqueno del que nos ocupamos. (…) Amiano Marcelino, natural de Antioquía de Siria, de cultura griega por tanto, historiador de un emperador principalmente, Juliano, griego en sus gustos y deseos, escogió como medio de expresión el latín. Calificándose a sí mismo de miles quondam et Graecus, precisa el ángulo de su visión histórica. Los historiadores modernos han insistido sobre su competencia militar, pero no han logrado retener de la palabra Graecus más que la acepción étnica (...). Hemos de considerar, en efecto, que bajo tal apelativo se encuentra el antecedente griego Ἔλλην, cuyo sentido evolucionó y que en el siglo IV d. J. C. se oponía no sólo a “bárbaro”, sino también a “cristiano”. »Inmediatamente después de concluir su carrera política, marchó a Roma, donde instaló su lugar de trabajo y encontró una buena compañía de amigos, entre quienes sobresalía la familia de los Símacos. En tal situación, resaltan su aprobación del pasado glorioso de Roma y su crítica de la situación y desprecio de las estructuras socioeconómicas y políticas e ideología contemporáneas. Pese a todo, la obra de Amiano aparece mucho más enraizada de lo que en un principio se pensaba en estos conflictos político-religiosos de fines del siglo IV, con una orientación muy cercana a los medios senatoriales paganos de tiempos de los emperadores Graciano y Teodosio. Tomando a Tácito como modelo, ya que une su obra histórica a las Historiae de dicho historiador, que a su vez son una prolongación de los Annales, la estructura de las Res Gestae amianeas se explica en parte por una toma de posición sobre la política de los emperadores a quienes estudia. De este modo, cuando, al final de su obra, emplea la citada expresión, lo que intenta expresar no son sólo sus dos principales características como escritor, sino también las dos líneas de fuerza de su doctrina y el doble programa del emperador de quien Roma tenía necesidad y de quien ha trazado el retrato ideal, Juliano (…). »Las Historias de Amiano nos han llegado mutiladas, pues, de los 31 libros de que en principio constaban, han desaparecido los trece primeros. La obra total abarcaba un período de casi tres siglos, desde los años 96 a 378 d. J. C., es decir, desde el reinado de Nerva a la muerte del emperador Valente en Adrianópolis; pero lo que se nos ha conservado no contiene más que los sucesos acaecidos durante el cuarto de siglo que transcurre entre los años 353 al 378, es decir, a lo largo de la ultima parte del reinado del emperador Constancio II, de los de Juliano, Joviano, Valentiniano y Valente y de la primera parte del de Graciano.» Desde los primeros libros conservados «se nos presenta la estructura que será típica en los restantes, con puesta en relación de los acontecimientos interiores y exteriores, orientales y occidentales, así como excursus religiosos, moralizadores y geográficos. Con ello es, pues, llevada a sus últimas consecuencias la técnica empleada por Tácito en los Annales.»
Braulio de Zaragoza (c. 590-651) fue obispo de esta ciudad y uno de los referentes del considerable desarrollo cultural del reino de Toledo, la convencionalmente llamada España visigoda. Las 44 cartas conservadas en su Epistolario (32 escritas por Braulio, las otras a él dirigidas) nos muestran la relación con su maestro Isidoro de Sevilla (con interesantes referencias sobre la confección de las Etimologías, y su intervención en ella), Eugenio de Toledo, su también discípulo y sucesor en la diócesis Tajón, Fructuoso de Braga, el papa Honorio, y los reyes Chindasvinto y Recesvinto… Ahora bien, «la fama de Braulio actualmente está cimentada en sus cartas; es una fama reciente y limitada al mundo de los eruditos. Durante muchos siglos fue mucho más conocido por su Vida de San Emiliano. Él mismo confiaba en que esta obra pudiera salvarle de ser castigado en el otro mundo: Hoc opus, escribe citando a Juvenco, en el prefacio de la Vida, hoc etenim forsan me subtrahet igni. En el año 574, unos diez años antes del nacimiento de Braulio, murió en la región montañosa de Castilla la Vieja, en la región de la Rioja, el santo ermitaño cuya vida nos es conocida tan sólo gracias a la biografía de Braulio.» (C. Lynch y P. Galindo. San Braulio obispo de Zaragoza (631-651). Su vida y sus obras.) «La España visigoda es una materia histórica fascinante, pero al mismo tiempo frustrante para el historiador. Por un lado, los hispanovisigodos nos han dejado un amplio elenco documental en sus leyes y en los cánones conciliares eclesiásticos pero, por otro lado, el tipo de material narrativo y diplomático que nos ayudaría a los historiadores para comprender cómo la ley y la legislación conciliar eran puestas en práctica es muy escaso. En particular, para la España del siglo VII no abunda la evidencia documental, y precisamente esto es muy frustrante, por cuanto sí disponemos de indicios según los cuales en esa época el sistema hispanovisigodo disfrutaba de una enjundiosa situación social, cultural y religiosa. Lo que nos gustaría conocer, sobre todo, es cómo ese sistema operaba en el nivel local y cómo interactuó con las élites locales, puesto que todo ello podría contarnos, en efecto, cómo era en realidad la España visigoda. Lo que sí tenemos del siglo VII, sin embargo, es un breve elenco de textos hagiográficos, consistente en cinco obras principales. En las manos de un interrogador hábil este material puede dar respuesta al menos a alguna de nuestras preguntas sobre la naturaleza del mundo que lo produjo. A fin de comprender nuestros textos en su integridad, debemos someterlos a un análisis tanto del género cultural como del contexto histórico.»
Escribe Samuel Noah Kramer en su clásico La historia comienza en Sumer (1956): «Hasta 1947, el código de leyes más antiguo que se hubiera descubierto era el de Hammurabi, el ilustre rey semita cuyo reinado se inició en el año 1750 antes de J. C. Redactado en caracteres cuneiformes y en lengua babilónica, este código contenía, intercalado entre un prólogo glorioso y un epílogo cargado de maldiciones para los violadores, un texto compuesto de cerca de 300 leyes. La estela de diorita que lleva dicha inscripción se yergue actualmente, solemne e impresionante, en el Louvre. Por el número de las leyes enunciadas, su precisión y el excelente estado de conservación de la estela, el código de Hammurabi puede considerarse como el documento jurídico más importante que se posee actualmente sobre la civilización mesopotámica. Pero no es el más antiguo. Otro documento de este tipo, promulgado por el rey Lipit-Ishtar, y que fue descubierto en 1947, le gana en más de ciento cincuenta años de antigüedad. »Este código, cuyo texto no fue descubierto en una estela, sino en una tablilla de arcilla secada al sol, está escrito en caracteres cuneiformes y en idioma sumerio. La tablilla había sido descubierta ya a principios de este siglo, pero, debido a diversos motivos, no había sido identificada ni publicada. Fue gracias a Francis Steele, conservador adjunto del Museo de la Universidad de Pensilvania, que fue traducida en 1947-1948. Se compone de un prólogo, de un epílogo y de un número indeterminable de leyes, de las cuales 37 están conservadas parcial o totalmente. »Pero Lipit-Ishtar no pudo conservar mucho tiempo su glorioso título de primer legislador del mundo. En 1948, Taha Baqir, conservador del Museo de Iraq, en Bagdad, y que se hallaba explorando la estación arqueológica, entonces todavía muy oscura, de Tell-Harmal, descubrió dos tablillas que revelaron contener el texto de un código, al parecer todavía más antiguo. Igual que el código de Hammurabi, estas tablillas descubiertas por Taha Baqir estaban escritas en idioma babilónico. Fueron estudiadas y copiadas el mismo año por el conocido asiriólogo Albrecht Goetze, de la Universidad de Yale. El breve prólogo que precede las leyes (no hay epílogo) hace mención de un rey llamado Bilalama, quien habría vivido unos setenta años antes que Lipit-Ishtar; por consiguiente, este nuevo código se vio atribuir entonces el privilegio de ser el más antiguo. Pero ello fue únicamente hasta el año 1952, porque en este año yo mismo tuve el honor de copiar y traducir... una tablilla cuyo texto reproducía en parte el de un código promulgado por el rey sumerio Ur-Nammu. Este soberano, que fundó la tercera dinastía de Ur, hoy día ya bien conocida, inició su reinado, según los cómputos cronológicos más conservadores, hacia el año 2050 a. de J. C., o sea, unos 300 años antes del rey babilónico Hammurabi. La tablilla de Ur-Nammu pertenece a la importante colección del Museo de Antigüedades Orientales, de Estambul, donde yo estuve en 1951-1952 ejerciendo de profesor. (…) »¿Por cuánto tiempo conservará Ur-Nammu su título de primer legislador del mundo? Según permiten suponer algunos indicios, parece ser que existieron otros legisladores en Sumer muy anteriores a él. Tarde o temprano, algún nuevo investigador dará con la copia de otros códigos, los cuales esta vez serán, quizá, los más antiguos que haya conocido la Humanidad.»Actualmente se atribuye este código a Shulgi, el hijo de Ur-Nammu.
En la presentación de La conjuración de Catilina ya presentamos a este sugestivo historiador, y a su carácter fundamentalmente propagandístico de sus ideas políticas y de su partido. En esta otra obra nos narrará, con el mismo talante, la guerra que había tenido lugar a fines del siglo II a. de C. en la Numidia vecina de la provincia africana de la República. Pero la narración de la historia del ambicioso Yugurta, se convertirá en buena medida en un medio para enaltecer el papel providencial del popular Mario, primero como segundo del aristócrata Metelo, y luego como cónsul, general en jefe, y superior del también aristócrata Sila. Falta más de una década para el inicio de las guerras civiles, pero sus protagonistas ya aparecen claramente delineados. Salustio nos narrará la el desarrollo de la guerra hasta la captura del tirano. No nos cuenta, en cambio, el desenlace posterior, que tomamos del clásico Theodor Mommsen: «El gran traidor caía por traición de los suyos. Lucio Sila volvió al cuartel general llevando consigo encadenado al astuto e infatigable númida y a sus hijos, y de este modo concluyó la guerra al cabo de siete años de combates. La victoria fue unida al nombre de Mario: cuando hizo su entrada en Roma, el primero de enero del año 650 (de Roma), iba delante de su carro triunfal Yugurta y sus dos hijos, cargados los tres de cadenas sobre sus vestidos reales. Pocos días después, y por orden del mismo Mario, el hijo del desierto fue encerrado en un calabozo subterráneo en el antiguo sótano de la fuente capitolina (el Tullianum), en el baño helado, como lo llamaban los desgraciados, donde pereció estrangulado o se lo dejó morir de hambre y de frío. »Para ser justos, conviene decir que Mario solo había tenido una parte menor en el buen éxito de esta empresa. La conquista de Numidia hasta el límite del desierto había sido obra de Metelo, y se debía a Sila la captura de Yugurta. El papel desempeñado por Mario entre los dos aristócratas no dejaba de poner en cuidado su ambición personal. Sentía despecho al oír a su predecesor vanagloriarse con el sobrenombre de Numídico, y después se enfureció cuando el rey Bocco consagró en el Capitolio un monumento votivo de oro, en el que representaba la entrega de Yugurta a Sila. Sin embargo, ante la mirada de jueces imparciales, las hazañas de Metelo y de Sila oscurecían las de Mario. Sobre todo Sila, en aquella brillante retirada a través del desierto, había demostrado a los ojos de todos, tanto del general como del ejército, su valor, su presencia de ánimo, su destreza y su poderosa influencia sobre los hombres. Sin embargo, estas rivalidades militares habrían sido una cosa insignificante, si no hubieran ejercido su influencia en las luchas de los partidos políticos: si Mario no hubiera servido de instrumento a la oposición para retirar el mando al general aristócrata, y si la facción reinante no hubiese hecho de Metelo y de Sila sus corifeos militares para elevarlos muy por encima del vencedor nominal de Yugurta.» (Historia de Roma)
Con la denominación de Laterculus regum Visigothorum «conocemos un catálogo de los reyes godos que consigna la duración de sus respectivos gobiernos y que ha llegado hasta nosotros con notables diferencias según las versiones conservadas. Por lo general, el Laterculus regum Visigothorum se ha transmitido asociado al Líber Iudicum en los diferentes manuscritos que contienen este importante texto jurídico visigodo; en opinión de algunos autores, esta circunstancia se debe a que su finalidad era la de proporcionar una referencia cronológica a las leyes recopiladas en el Liber, correspondientes a distintos monarcas, imitando para ello la costumbre romana según el modelo representado por el Codex Theodosianus. (...) »Uno de los primeros autores que profundizó con detalle en el estudio de esta fuente menor fue el agustino E. Flórez, a quien tanto debe la historiografía medieval española. Abundando sobre lo ya dicho por los escritores precedentes, Flórez destacó de manera especial la exactitud de las indicaciones cronológicas del catálogo real, si bien sus más interesantes observaciones tuvieron por objeto las cuestiones relativas a la autoría y época de redacción de esta pieza. El estudio interno del texto permitió a este investigador advertir tres etapas sucesivas en la elaboración del mismo, correspondientes a otros tantos autores distintos: una redacción fundamental, que abarcaría hasta incluir la mención de la subida al trono de Ervigio (a. 680) y que habría sido elaborada durante el reinado de este monarca; una primera continuación, anotada más tarde por distinta mano, alusiva a la elección y consagración de Egica (a. 687); y una segunda ampliación, añadida posteriormente para referir la consagración de Vitiza (a. 700), que Flórez considera obra de un escritor diferente a los dos anteriores. Por lo que respecta a la autoría concreta de las diversas partes, este investigador descartó razonadamente la tradicional atribución de su redacción fundamental a San Julián de Toledo o al supuesto prelado Wulsa, fruto este último de la errónea lectura del incipit en algunos manuscritos del Laterculus; de la misma manera, dudó Flórez en asignar respectivamente las dos continuaciones mencionadas a los obispos Félix y Gunterico —sucesores de San Julián en la sede toledana—, mostrando gran prudencia al incluir el catálogo real godo entre las obras anónimas de la época.» Mario Huete Fudio, «Fuentes menores para el estudio de la historiografía latina de la Alta Edad Media hispánica (siglos VII-X)», Medievalismo, núm 4 (1994), pp. 5-26 Publicamos el estudio que le dedicó a este Catálogo de los reyes visigodos el padre Flórez en el tomo II de la España Sagrada, acompañado de la traducción que poco después publicó Masdéu, y la posterior edición de la obra por parte de Mommsen.
En el complejo mosaico del Asia occidental, medos y persas son pueblos de lenguas indoeuropeas que se establecen en el segundo milenio a. de C. en la meseta irania, en la vecindad de las grandes civilizaciones mesopotámicas, por entonces ya predominantemente semitas, de los que tomaran abundantes elementos culturales y materiales. Pero también están en contacto con los pueblos de la Anatolia, de Siria, y a través de ellos con los pueblos mediterráneos. Con el debilitamiento del imperio asirio a partir del siglo VII a. de C., llegará su hora: el persa Ciro creará el gran imperio persa aqueménide que será definitiva y complejamente organizado por Darío I, en su largo reinado del 522 al 486 a. de C. El gran número de pueblos y culturas del territorio que se extienden entre la India, Asia central y el Mediterráneo (con sus confines en el extremo de Europa y de África) constituirán desde entonces una diversa unidad que tendrá una prolongada continuidad a través de sus sucesores sasánidas, hasta subsumirse como ingrediente principal en la nueva civilización islámica. Pero las fuentes literarias sobre el imperio aqueménide que tradicionalmente se han utilizado son las procedentes de su civilización rival, griegos y romanos, y especialmente Herodoto. De ahí el interés que revisten las abundantes inscripciones rupestres que conmemoran y hacen propaganda de los logros de esta dinastía. Y entre ellas la más destacada es la de Behistum. «La denominada inscripción de Behistum se halla próxima a la aldea iraní del mismo nombre, cerca de Kermanshah y en la vía natural que tradicionalmente comunicaba Hamadán con Babilonia. Se trata de un monumento de 50 metros de largo y 30 de ancho, esculpido sobre la ladera de un acantilado y a más de 50 metros de altura sobre el fondo del valle, lo que lo hace casi inaccesible. En él Darío I aparece representado en un bajorrelieve con el pie derecho sobre el mago Gaumata, y ante el soberano figuran atados quienes se rebelaron contra él. A los lados y debajo de la escena se hallan inscritas catorce columnas de texto redactado en escritura cuneiforme que en tres lenguas ―persa antiguo, acadio y elamita― que explica el ascenso de Darío al trono persa y celebra las victorias y la pacificación conseguida finalmente por el rey tal como él mismo ordenó registrarlas y grabarlas en septiembre del año 520 a.C. »La narración coincide básicamente con el relato de Heródoto, pero la historiografía actual considera que la rebelión contra Cambises fue dirigida por el propio Bardiya, y que Darío inventó la historia del mago Gaumata y, por ello, la versión oficial de los hechos tal como figura en Behistum y en el autor de Halicarnaso, para justificar su ascensión al trono tras eliminar a Bardiya. »El texto fue transcrito a partir de 1837 por Henry Creswicke Rawlinson con enormes dificultades dada su ubicación, y este oficial inglés presentó nueve años más tarde ante la Royal Asiatic Society de Londres no sólo la primera copia exacta del texto sino también su traducción completa a partir del desciframiento del cuneiforme persa, al que había llegado independientemente de los trabajos del alemán Georg Friedrich Grotefend.» (Pilar Rivero-Julián Pelegrín).
Eutropio fue un alto funcionario de larga carrera en el declinante imperio romano del siglo IV, que conocemos con detalle a través de la obra de Amiano Marcelino, ya editada en Clásicos de Historia. Aunque se ignora mucho sobre su vida, se ha propuesto un posible origen griego, por su nombre y por el uso esporádico de vocabulario de esta procedencia. El hecho de que escriba en latín se explica por la preferencia por esta lengua en las obras de historia de la época, y por haber sido dedicada al emperador Valente, que no sabía griego. En cualquier caso, parece que nuestro autor ocupó progresivamente puestos de gran responsabilidad en la administración del estado: magister memoriae (como indica en la dedicatoria citada), procónsul de Asia, y como culminación de su carrera, cónsul de Roma junto con Valentiniano II. Eutropio fue, señala Emma Falque, «una persona competente y leal, y además un superviviente nato. Tuvo que ganarse el respeto no sólo de sucesivos emperadores de carácter e intereses dispares, sino también de jefes militares, funcionarios civiles y destacados senadores, lo que no resultaba una tarea fácil en aquellos tiempos.» El Breviario de historia romana (o Breviarium ab urbe condita) es un excelente ejemplo de los epítomes o resúmenes que abundan por entonces, como el falsamente atribuido a Sexto Aurelio Víctor (así como los que realmente compuso). Las clases educadas los demandan, y numerosos escritores se apresuran a satisfacer sus gustos. Así, Eutropio sintetiza toda la historia romana, pero a diferencia de otros autores, utiliza un buen número de fuentes y procurar dotar al conjunto de un aspecto unitario, especialmente en los libros dedicados al imperio, en los que el hilo conductor de la narración son las biografías de los emperadores (un poco, al modo de Suetonio). El resultado constituyó un éxito: fue traducida al griego por Peanio hacia 380, y por tanto en vida del autor, y aún en otras dos ocasiones en el siglo VI, lo que es muestra de su popularidad. Y ésta todavía fue mayor entre los latinos: la utilizarán en sus obras san Jerónimo, Orosio, Casiodoro, Isidoro de Sevilla, Paulo Diácono (que la amplió hacia 800)... Los catálogos de bibliotecas monásticas catedralicias y universitarias medievales suelen poseerlo siempre, y su popularidad se mantendrá en los siglos siguientes, multiplicándose las versiones e impresiones en las más variadas lenguas. Muestra de ello es la traducción que presentamos, publicada por Juan Martín Cordero en 1561, y que acompaña al texto original latino.
Este libro me ha dado la posibilidad de ayudar a futuras mamás. Doy ideas y consejos personales y otros de profesionales. Ofrezco información práctica. Cuento anécdotas divertidas y algún susto. Explico sensaciones y sentimientos en una etapa muy especial y emotiva para cualquier mujer. Quiero, en definitiva, compartir contigo aquelloque he aprendido en estos meses. A diferencia muchos manuales sobre el tema, Carla Goyanes, madre primeriza, escribe desde su experiencia, contando aquello que vivió en primera persona durante su embarazo y en los primeros meses de su hijo, así como lo que investigó, analizó, consultó con especialistas… En estas páginas encontrarás numerosas claves para vivir estas etapas con optimismo, felicidad y organización: • Los malestares del embarazo: mareos, calambres, dolor de espalda… • La elección del nombre • El trabajo, el jefe, tus derechos • Ejercicio físico y tratamientos corporales • Cómo se organiza un baby shower • Los miedos al llegar a casa después del parto • La estimulación del bebé • El destete • La elección del pediatra
¿QUIERES CONSEGUIR EL ÉXITO EN TODO AQUELLO QUE TE PROPONGAS? Entonces tienes que sacar tu lado vikingo. Estos bravos guerreros eran imparables, tenían un comportamiento más allá de su fuerza salvaje que incluso hoy en día, te sorprenderá cuánto puede ayudarte a lograr tus objetivos. Mejorará tu autoestima, te sentirás más fuerte, y reforzará una mentalidad y psicología positiva. Lo de los vikingos es algo sencillamente… brutal. Estaban hechos de otra pasta. ¿Cómo si no iban a ser capaces de sobrevivir en un entorno tan frío y con tan pocos recursos? ¿Cómo lograron entonces ser los dueños de los mares y de su propio destino? El éxito les llegó sin duda a través de su actitud. Demostraron que hasta en las condiciones más adversas y en la inferioridad más inverosímil, podían dominar y conseguir aquello que deseaban. En este libro se analiza ese comportamiento que, actualizado y aplicado a la actualidad, también a ti te permitirá lograr el éxito a pesar de las complicaciones que puedas encontrar en el camino. Saca tu lado vikingo. No importa lo crítica que sea la situación. Aprende y da uso en este libro-cuaderno a los hábitos de los antiguos vikingos para prosperar y alcanzar tus objetivos. Muchos ya han utilizado estas medidas y les ha permitido reforzar su carácter convirtiéndose así en personas más activas y resolutivas, creando su propio destino. En este libro encontrarás: Cómo tener una actitud positiva que te anime a echarte al mar como hacían los vikingos y verlo como un mundo de posibilidades y no como un peligro. Cómo potenciar la fe en ti por encima de las creencias ajenas (pero aprendiendo de ellas en lo que pueda serte útil, al fin y al cabo, muchos vikingos paganos acabaron convirtiéndose al cristianismo). Aprenderás a ampliar y optimizar los recursos a tu alcance para conseguir más resultados, tal como los vikingos construían los mejores barcos a pesar de sus limitados recursos. Cómo mentalizarte para enfrentarte a las dificultades y sentirte fuerte e invencible como el más temible guerrero. Ser ahorrativo y gestionar el tiempo y las oportunidades (hay que sobrevivir al duro invierno y prepararse para conseguir tus metas en el momento adecuado). Cómo sacar lo máximo de ti para conseguir la victoria o morir en el intento como un buen vikingo lo hacía en batalla. Todo esto y muchos más consejos a través de la historia de los vikingos y su impresionante mentalidad y hábitos guerreros aplicados a la actualidad. Además, encontrarás ejercicios para utilizar este libro a modo de cuaderno de trabajo para aplicar los trucos aprendidos. ¡Ánimo! ¡Estás a un paso de sacar tu lado vikingo y conquistar todo lo que desees!
Una investigación valiente y excepcional sobre el impacto de la experimentación radioactiva ilegal, llevada a cabo por el Proyecto Manhattan, en civiles estadounidenses. En una escuela de Massachusetts, añadieron isótopos radioactivos en los desayunos de 73 niños discapacitados. En una clínica prenatal de Tennessee, 829 mujeres embarazadas recibieron «cócteles de vitaminas» (en realidad, bebidas que contenían hierro radioactivo). En 1945 experimentaron con civiles, con la finalidad de tratar el cáncer, embarcándose en un ensayo humano terrible: la inyección sistemática de plutonio radioactivo a hombres, mujeres y niños estadounidenses, reduciéndoles a «cobayas atómicos». La autora, valiéndose de cientos de documentos desclasificados y entrevistas de primera mano, lo desvela rastreando la historia que hay detrás de un encubrimiento que duró más de cincuenta años.
Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar con carne de cordero, categorizadas por sus características culinarias. La forma de recuperar el arte de la 'cocina casera', con preparados exquisitos sobre la base de combinaciones muy apetitosas. El cordero es un tipo de alimento muy característico en algunas cocinas mediterráneas, además de las cocinas del Magreb, de la cocina india y también en algunas partes de China. En Argentina, por ejemplo, se caracteriza por ser uno de los alimentos más preciados, especialmente en la Patagonia. Respecto a su contenido nutricional y los diferentes beneficios y propiedades que aporta la carne de cordero, como ocurre con la mayoría de las carnes, destaca sobre todo por su riqueza en proteínas de alto valor biológico. Sobre su contenido en grasas, 100 gramos de carne de cordero aportan 30 gramos de grasa, y unas 348 kilocalorías. Este libro recopila las recetas clásicas y gourmet más populares que incluyen carne de cordero dentro de sus preparaciones. Encontrarás recetas para preparar con pierna y costillitas de cordero. Además incluye recetas de guisos y pasteles con cordero, junto a platos combinados y una docena de opciones para veladas inolvidables. Atrévete a probar esta nueva aventura gastronómica y disfrutar del auténtico sabor de la cocina casera. ¡Es hora de poner a prueba el paladar!
Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar con las carnes de aves más populares, categorizadas por sus ingredientes principales. La forma de recuperar el arte de la 'cocina casera', con preparados exquisitos sobre la base de combinaciones suculentas y apetitosas. Las carnes de ave son un alimento popular y en los diferentes países del mundo se acostumbra comer diferentes tipos de aves. Son fáciles de cocinar, sabrosas y muchas veces menos costosas que la carne de res, de cerdo o de otros animales. Y cuando sufrimos de algún malestar, el médico o la abuela nos recomiendan consumir carne de ave, por ejemplo: es mundialmente famosa la sopa de pollo para mejorar la gripe, y la pechuga de pollo hervida para las personas que tienen problemas digestivos, esto es porque su carne es fácil de digerir y muy reducida en grasas. Este libro recopila las recetas clásicas y gourmet más populares que incluyen carne de pollo, pato y pavo dentro de sus preparaciones. Encontrarás recetas para preparar desde el clásico pollo al horno hasta las combinaciones más distinguidas y exquisitas. Además incluye recetas tradicionales con pato y con pavo, junto a platos combinados y una docena de opciones para veladas inolvidables. Atrévete a probar esta nueva aventura gastronómica y disfrutar del auténtico sabor de la cocina casera. ¡Es hora de poner a prueba el paladar!
Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar con huevos y con patatas, categorizadas por sus características culinarias principales. La forma de recuperar el arte de la 'cocina casera', con preparados exquisitos sobre la base de las combinaciones más nutritivas y tentadoras. Los huevos resultan fáciles de preparar, combinar y consumir ya sea como parte principal o como ingrediente de todo tipo de platos como desayunos, ensaladas, pastas y postres. Los huevos que habitualmente consumimos son de gallina, pero también pueden ser de pava, pata, codorniz, avestruz, entre otras aves. Por su parte, las patatas o papas proporcionan al organismo una fuente esencial de combustible y energía, lo que justo lo que necesitamos, incluso cuando estamos a dieta. Las patatas también son una rica fuente de vitamina B, ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio y el hierro. No puede concebirse a la gastronomía, desde la tradicional hasta la gourmet, sin un ingrediente como las patatas. Este libro recopila las recetas clásicas y tradicionales más populares que incluyen huevos y patatas (separados o combinados) dentro de sus ingredientes. Encontrarás recetas para preparar ensaladas, guarniciones, omelettes, tortillas españolas, guisos, pasteles, tartas, flanes y postres.
Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar con una variedad de hierbas aromáticas y especias, categorizadas por sus características culinarias e ingredientes principales. La forma de recuperar el arte de la 'cocina casera', con preparados intensos sobre la base de la auténtica gastronomía tradicional. Las técnicas para resaltar sabores son variadas y distintas según el alimento de que se trate, pero también debemos saber que hay muchos que no poseen sabor propio, por lo que es indispensable el agregado de saborizantes como las hierbas naturales y las especias. Además, depende su ubicación en una comida, ya que si se ingieren luego de alimentos con más sabor, resultaran aún más insípidos. Para cada preparado e ingrediente se utilizan diferentes tipos de hierbas y especias, ya que con algunos combinan muy bien y con otros no tanto. De allí que es fundamental aprender en la preparación de una receta, qué aromas son los más apropiados para realzar la combinación de sabores. En este libro encontrarás recetas para preparar las más aromáticas e intensas sopas, panes saborizados, pizzas con hierbas y pastas condimentadas de muchas variedades. Además incluye una variedad de recetas para preparar con carne, con pollo y con arroz, junto a una docena de recetas gourmet seleccionadas.
Una selección de exquisitas y saludables opciones para preparar y disfrutar Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar con canela, categorizadas por sus características culinarias principales. La forma de recuperar el arte de la 'cocina casera', con preparados aromáticos sobre la base de la auténtica gastronomía tradicional. La canela es una especia que se utiliza mucho en la cocina para dar sabor a postres y diferentes preparados tanto dulces como agridulces. Sin embargo dar sabor no es la única función de la canela, pues tiene una gran cantidad de propiedades. Al igual que muchos otros elementos que son parte de nuestra naturaleza, como las plantas y las frutas, esta especia cuenta con beneficios para la salud, pues se usa a menudo de forma medicinal. De allí la importancia de su consumo en la dieta diaria. En este libro encontrarás recetas para preparar con canela las más aromáticas y deliciosas galletas, budines, tortas, muffins y cupcakes. Además incluye una variedad de recetas para preparar postres con canela, arroz con leche, bebidas junto a un compendio de recetas combinadas y recetas gourmet seleccionadas. Atrévete a probar esta nueva aventura gastronómica y disfrutar del auténtico sabor de la cocina aromática.
Una selección de exquisitas y tentadoras opciones para preparar y disfrutar Un libro fantástico que presenta de manera práctica una selección de 84 recetas para preparar una variedad de opciones con todo tipo de frutos rojos, categorizadas por sus características culinarias principales. Una manera de recuperar el arte de la 'cocina casera', con delicias nutritivas y saludables preparadas sobre la base de las combinaciones más creativas que proponen un tentador universo de sabores y texturas. Aunque son más conocidas por su nombre individual, lo cierto es que los frutos rojos (también populares con el nombre de frutas rojas o frutos del bosque) son no solo unas frutas cuanto menos deliciosas, sino que también aportan interesantísimos beneficios y propiedades nutricionales. Dentro de la familia de los frutos rojos podemos distinguir las fresas (frutillas), arándanos rojos, arándanos azules, grosellas rojas, frambuesas, moras, cerezas y ciruelas rojas. Este libro recopila las recetas dulces que puedes incorporar como postres, tentempiés, en meriendas, ocasiones especiales o el momento que prefieras. Encontrarás recetas para preparar tortas, tartas, cheesecakes, budines, compotas, muffins, cupcakes, crepés, panqueques, helados, mermeladas y salsas. Ahora puedes disfrutar del auténtico sabor frugal de la cocina casera con ese “plus saludable”. Atrévete a probar esta nueva aventura gastronómica.