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Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 426. Propulsión mental, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

La chica era guapa de verdad, pero estaba muy asustada. Parecía una heroína de las antiguas historietas gráficas de ciencia-ficción. Inevitablemente, todos los dibujantes representaban a sus heroínas, ya fuesen rubias, morenas, castañas o pelirrojas, con el mismo tipo físico. La heroína debía tener una figura determinada, si no, la historieta carecía de… salsa. Alta, busto exuberante, cintura de avispa, caderas de ánfora y piernas largas y bien torneadas, generalmente al descubierto a causa de los pantaloncitos cortos con que las dibujaban, o con el clásico traje ajustado de una sola pieza, que tan bien moldeaba sus curvas.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 429. Dirección prohibida, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

El agente Jeff Heenan pertenecía a la «Liga Antialcohólica». Además, era un celoso cumplidor de su deber. Amable, cortés y paciente incluso con los delincuentes a quienes detenían. En Heenan una fantasía era inimaginable. Sus informes eran un modelo de sobriedad y concisión. Nunca sobraba ni faltaba una coma, jamás leía una palabra que no tuviese su puesto en el escrito. Heenan conocía la opinión que sus jefes tenían de él. Por eso, cuando, en una de sus rondas por una calle desierta, al filo de las tres de la madrugada, vio aquel extraño fenómeno, su corazón empezó a sangrar, pensando en que la reputación tan trabajosamente elaborada se iba a ir al cuerno en unos segundos.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 435. La fábrica, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

Luis García Lecha (Haro, La Rioja, 11 de junio de 1919 - Barcelona, 14 de mayo de 2005), fue un novelista y guionista de cómic español. Funcionario en excedencia, fue uno de los más fecundos escritores de literatura popular o de kiosco española (bolsilibros). Compuso dos mil tres novelas largas de gran variedad de géneros, casi seiscientas de ellas de ciencia ficción, para editoriales especializadas en este tipo de literatura, fundamentalmente de Barcelona, donde estuvo viviendo, como Toray, Bruguera, Ediciones B, Editorial Andina y Ediciones Ceres. Cultivó también el western, el género bélico, el policíaco y el de terror y usó los seudónimos de Clark Carrados, Louis G. Milk, Glenn Parrish, Casey Mendoza, Konrat von Kasella y Elmer Evans.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 441. En busca de la luz, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Esta vez, la Tierra fue atacada y no fue cosa de historieta de aventuras ni fantasía de novelistas. Las naves extrañas vinieron de un remoto mundo y cuando los terrestres quisieron darse cuenta de lo que pasaba, ya habían sido derrotados por completo.Cuidado, derrota no significa necesariamente invasión. Los atacantes ni siquiera llegaron a poner pie en la Tierra.Estaban allá arriba, en el espacio, a bandadas, poco menos que inmóviles con respecto al planeta, pero vigilándolo continuamente, celando de que se cumplieran las condiciones del armisticio impuesto.Por supuesto, la Tierra, cuando notó los primeros síntomas de ataque, intentó defenderse por todos los medios a su alcance.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 443. Historia de un robot, de Clark Carrados

Novela, Ciencia ficción

Luis García Lecha (Haro, La Rioja, 11 de junio de 1919 - Barcelona, 14 de mayo de 2005), fue un novelista y guionista de cómic español. Funcionario en excedencia, fue uno de los más fecundos escritores de literatura popular o de kiosco española (bolsilibros). Compuso dos mil tres novelas largas de gran variedad de géneros, casi seiscientas de ellas de ciencia ficción, para editoriales especializadas en este tipo de literatura, fundamentalmente de Barcelona, donde estuvo viviendo, como Toray, Bruguera, Ediciones B, Editorial Andina y Ediciones Ceres. Cultivó también el western, el género bélico, el policíaco y el de terror y usó los seudónimos de Clark Carrados, Louis G. Milk, Glenn Parrish, Casey Mendoza, Konrat von Kasella y Elmer Evans.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 449. El hombre de Cirok, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

Pseudónimo del escritor Carlos Pepió


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 450. Hombres-L, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Bien mirado, no se podía decir que «Gynt» no fuese un perro. Lo que sucedía era que no se trataba de un can corriente. «Gynt» medía casi ochenta centímetros de altura por metro y medio de largo, sin contar la cola. El pelaje era abundante y fuerte, pero no demasiado largo. En el lomo, «Gynt» tenía una estremecedora teoría de rayas de color rojo y amarillo, los flancos tendían al anaranjado y el vientre era de color blanco marfil, mientras que las patas eran de color negro. Los dientes podían hacer mella con facilidad en el acero, cuanto más en la garganta de un adversario, humano o animal. En distancias cortas podía alcanzar los ciento veinte kilómetros a la hora y si se trataba de largas etapas, podía resistir trotando cuarenta o cincuenta kilómetros antes de dar la primera señal de fatiga.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 454. Hombres del silencio, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

Los habitantes de la isla, y más que a isla se podría denominar continente a tenor de su extensa superficie, habían adquirido con respecto a sus congéneres del mismo planeta un inverosímil progreso científico tan extraordinario, que la diferencia en el cultivo de las diversas ramas del saber humano era de muchos siglos de adelanto; de modo tal que, mientras gran parte de los habitantes del mismo planeta desconocían el elemental y primer descubrimiento, el uso del fuego, para los de la isla no tenía secretos el empleo de la energía nuclear. Celosos guardianes de sus vastos conocimientos, circunscritos a los hombres de ciencia en las distintas disciplinas, no los compartían con los otros pobladores del globo a quienes consideraban una variante más de las muchas especies de animales, semejantes a ellos únicamente en el aspecto físico.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 460. Y después la eternidad, de Marcus Sidereo

Ciencia ficción, Novela

QUÉ era aquella cosa? Los ojos atónitos de Parchet la descubrieron entre la hiedra del jardín. Se acercó cautelosamente. Nunca había visto nada igual. ¿Quién la había puesto allí? O acaso era mejor preguntarse: ¿De dónde había venido? Quiso acercarse más y algo le dejó paralizado e insensible a la vez. Sus piernas se negaban a andar porque no podía moverlas, ni siquiera las sentía. Solo conservaba su lucidez.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 463. Impulsión, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

El banquillo de los acusados —cuando menos, aquel banquillo— tenía capacidad para doce personas.Y, en efecto, había doce personas sentadas en el banquillo.Ocho hombres y cuatro mujeres. La mayoría eran jóvenes. Ninguno de ellos era viejo. Dos o tres eran de edad madura, pero sin alcanzar el medio siglo.Las doce vestían de la misma manera: blusa ceñida, de tejido suave y esponjoso, fácilmente acomodable a la anatomía personal, y pantalones ajustados, y todo el conjunto era de un color gris nada agradable a la vista.En el lado izquierdo del pecho, cada acusado tenía una serie de letras y números, grabados en una tira de tela blanca. Era su cifra de identificación penitenciaria.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 464. Mañana habrá marcianos, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Estaba cansado. Había trabajado bastante durante el día y consideraba que era la hora de disfrutar de un bien merecido reposo.Red Mickar, treinta y un años, soltero, ojos oscuros, pelo negro y metro setenta y siete de estatura, con setenta y cuatro kilos de peso, se preparó un vaso con una buena dosis de escocés y un par de cubitos de hielo. Agarró el paquete de cigarrillos y con el vaso en la otra mano, salió al porche de su casita de campo.Había bastante luz. La luna estaba en plenilunio y se reflejaba rielando en las aguas del lago cercano, situado a unos mil doscientos metros de distancia y a un nivel inferior en unos cincuenta o sesenta metros.El aire olía a pino y a flores silvestres. Mickar tomó asiento en el porche, en una cómoda tumbona, y durante unos momentos dejó vagar su mirada por los alrededores.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 469. Espía cósmico, de Addison Starr

Ciencia ficción, Novela

Soy Zen. Zen es mi nombre, traducido a su lenguaje. Al lenguaje de ustedes, claro. Digamos que yo no tengo nombre. Pero, aproximadamente, me denomino Zen, en mi propia escala vital. No soy un ente vivo, en el concepto de ustedes, al menos. Pero vivo. Existo. Y, como tal, pienso, reflexiono, observo, veo...Ninguno de ustedes lo diría, viéndome. Si es que pudieran verme.

No soy materia. No tengo forma. No me parezco en nada a ustedes. Soy... apenas un chispazo, una lucecilla parpadeante y rápida que penetra en su atmósfera terrestre. En realidad, para que me comprendiesen mejor, debería decirles que soy puro pensamiento, o bien pura energía mental viva.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 474. Exterminio total, de Carlo di Pietro

Ciencia ficción, Novela

La explosión de júbilo mundial que un día, de un lejano julio de trece años atrás, causaron los astronautas americanos Armstrong y Aldrin al pisar por primera vez en la prolija historia de la humanidad la superficie de la Luna, en el transcurso de los años venideros, había ido perdiendo el inusitado interés que despertó, por aquel entonces, la increíble hazaña y cuya consecución, antaño, solo había constituido un quimérico sueño. En su consecuencia, y por no ser ya una novedad apasionante, los viajes espaciales por el Cosmos no eran tema de actualidad y se habían convertido en rutinarios para la mayor parte de los hombres, de tal modo que únicamente despertaban la atención de los interesados en tales cuestiones y de los eruditos, cuya finalidad era ampliar y corregir los detalles astronómicos y geográficos que del sistema solar se poseían.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 478. El planeta muerto, de Marcus Sidereo

Ciencia ficción, Novela

Cuando Herb despertó, no sabía exactamente dónde se encontraba. Al abrir los ojos, la pequeña habitación de paredes grisáceas se le antojó un igloo. Tenía frío. Mucho frío. No era el frío natural que se experimentaba cuando la temperatura ha descendido más de lo normal. Su frío era algo que le helaba hasta lo más profundo de su ser. No era tampoco un frío material tan sólo, sino como si hasta su espíritu se hubiera congelado. — ¡Congelado! —exclamó para sí. ¡Congelado! Ésta era la palabra.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 480. Manden flores a la luna, de J. Carnicero

Ciencia ficción, Novela

El 16 de setiembre de 1959, a las 22 horas y 2 minutos, los aparatos de radio de todos los países anunciaron que, por vez primera, un cohete lanzado desde la Tierra acababa de llegar a la Luna. Se había establecido el primer contacto entre los dos cuerpos celestes. En aquellos momentos, no pude por menos que salir al patio de mi casa y contemplar la Luna. Me pareció distinta. Sentí una enorme y confusa emoción.¡Por fin!El hombre había logrado alejarse del planeta y hacer llegar a otro astro una máquina construida por él. ¡Era maravilloso! Supongo que fueron muchísimas las personas que sintieron lo mismo que yo... También fueron muchos, entre ellos destacados científicos, los que pensaban de distinta manera.¿Para qué queremos llegar a la Luna?


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 487. Mutaciones (Casa de comidas), de H. S. Thels

Ciencia ficción, Novela

Se incluye al final un relato titulado Casa de comidas cuyo autor es Law Space Mientras el ayudante del hombre que estaba sentado ante él examinaba en un aparato especial el microfilm con todos los datos de su fisiología, José, con los ojos entornados, se dijo que nada importaba el nombre de la ciudad, cuyas ruinas se veían desde allí. Todas las ciudades del mundo se parecían. La locura del Hombre las había convertido en eso: montones y montones de ruinas, ennegrecidas, desgarradoras, hasta más allá de todo lo concebible.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 488. Éste es mi planeta, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Mientras «galopaba» hacia Londkland a la moderada velocidad de cincuenta kilómetros a la hora, Pedro Barrán contemplaba, con una mezcla de envidia y amargura, los bien cuidados campos del Planetlord Angus Vince MacFayren. En comparación con los suyos, y tenían poco que envidiar a los de nadie, los campos de MacFayren eran un edén.Claro, se dijo; MacFayren era un Planetlord, un hombre que pertenecía a la privilegiada casta de los señores del planeta. En cambio, él era un simple Standard, un hombre de serie, como había muchos miles más en aquel mundo llamado Zengland.MacFayren, como todos los Planetlords, gozaba de una serie de ventajas y distinciones que a él le estaban vedadas. MacFayren podía emplear a otros hombres, tantos como quisiera, sin limitación alguna, pagándoles sueldos irrisorios. Si él, Pedro Barrán, quisiera hacerlo, tendría que pasar por tal serie de trabas burocráticas, que encanecería antes de conseguirlo.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 494. Freno para un planeta, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Los hombres avanzaban despacio, fusil al brazo, por el centro de la calle, vigilando atentamente las casas entre las que se movían.Había un silencio absoluto, total. La calle aparecía desierta y sólo se veían papeles viejos, cascotes y algunos vehículos abandonados o convertidos en chatarra.En algunos puntos de la ciudad, se elevaban columnas de humo de los incendios. En más de una vivienda, las mujeres lloraban en silencio, mientras los hombres se mordían los puños de impotencia.Los soldados eran hombres de buena presencia física y vestían uniforme de color azulado claro, con unas extrañas inscripciones en la parte superior de los brazos, junto a los hombros. Llevaban un gran casco semiesférico con visera blindada transparente y abatible en caso de necesidad.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 499. Sol encadenado, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Aquella noche, Rob Kane decidió concederse unas horas de expansión, después de varias semanas de trabajo apenas interrumpido para satisfacer las necesidades corporales más perentorias: comer, beber e higiene. Necesitaba «oxigenarse» su mente.El proyecto era importante y estaba a punto de llegar a la etapa final. Kane quería evitar los fallos en esa última etapa.Por dicha razón, había decidido divertirse un poco. La tensión en su ánimo estaba llegando a límites extremos y ello podía resultarle fatal para finalizar su proyecto, que, más que nunca en sus últimas fases, necesitaba una mente clara, lúcida y fresca por un buen descanso.Si hacía falta, incluso se tomaría algunos días de vacaciones. De momento, sin embargo, quería divertirse.


Bolsilibros - Espacio - El Mundo Futuro 500. La mente dormida, de Clark Carrados

Ciencia ficción, Novela

Aquella tarde, Kyril Morán decidió comprobar personalmente si la famosa domadora Sofía Garvy era tan bella como decían los carteles publicitarios. Además, tenía ganas de ver el Gran Circo Prehistórico.Era un espectáculo impresionante. A algún individuo avispado, que debía de llevar sin duda en las venas sangre de los Barnum y Ringling, se le había ocurrido la idea de encargar medio centenar de animales gigantescos de la Era Secundaria y, tras hacerlos domar, exhibirlos públicamente, con lo que la asistencia a las sesiones del circo batían todas las marcas de público y, naturalmente, de taquilla.Por supuesto, dadas las colosales dimensiones de aquellos monstruos, el circo había debido ser instalado en las afueras de la ciudad, en un vasto descampado, cuya arena tenía las dimensiones de un par de campos de fútbol juntos. Morán había visto un par de reportajes gráficos de una de las sesiones y había quedado sumamente impresionado por las galopadas de los dinosaurios, obedeciendo con gran docilidad las órdenes de su domador.