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Bolsilibros - Servicio Secreto 94. Doble triunfo, de F. P. Duke

Novela, Intriga, Policial

Estaba en el antedespacho del señor Wolff, su superior. El agente, un tipo alto, fuerte y elegante, de unos treinta y dos años, de tez morena, ojos negros y pelo liso, brillante y bien peinado, avanzó elásticamente hacia el despacho. Dickson vestía con elegancia, aunque sin destacarse demasiado, pero apto para no hacer el ridículo en ninguna reunión de personas elegantes. Era un hombre al que se le podía confiar cualquier papel en la sociedad, seguro de que al menos, en presencia, no fuera nota discordante.


Bolsilibros - Servicio Secreto 122. Traficantes de muerte, de F. P. Duke

Novela, Intriga, Policial

El agente Sax Howie repasaba mecánicamente el «New York Times», mientras tomaba el aperitivo. El célebre diario dedicaba la mayor parte de sus páginas a defender la política exterior del Presidente y apenas si en sus numerosas columnas había nada que pudiese interesarle. Únicamente en la sección de sucesos se hablaba del suicidio de un morfinómano, algo que estaba ocurriendo muy a menudo, desde que en Nueva York las drogas circulaban con una prodigalidad terrible, sin que se consiguiese localizar sus fuentes de distribución.


Bolsilibros - Servicio Secreto 165. Cerco a Damasco, de A. Rolcest

Bélico, Intriga, Novela

La cubierta negra de pelo de camello empezó a hincharse, tan pronto arreció el viento. Las estacas que sostenían el techo cuadrangular pareció que fueran a saltar de sus cimientos. Cuantos había en la tienda se quedaron mirando hacia un punto de la llanura, donde una polvareda de arena semejaba una carga de caballería que a todo galope se estuviese acercando a ellos.Dos de los beduinos, los que se hallaban sentados sobre una estera extendida en la parte donde el techo de la tienda se inclinaba, y donde la sombra era completa, después de mirar hacia la estepa, se volvieron para mirarse entre sí. Ambos llevaban el turbante de seda sujeto con un cordón de pelo de camello, bien inclinado sobre el rostro, y una especie de venda que les cubría desde la barbilla hasta la nariz.


Bolsilibros - Servicio Secreto 175. Cerco de Sombras, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

Vuelven Doug Martin y Audrey como matrimonio ya consolidado y un tiempo después de su primera aventura. Esta obra da título al volumen. Nuestro periodista de sucesos vuelve a involucrarse demasiado en otra de las exclusivas de su periódico. En esta ocasión todo se ve precipitado desde un raro accidente con una bella estrella del cine. Las peripecias que viven nuestra plumilla y su mujer a bordo de este libro son de traca. Y son maravillosas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 192. Brigada de choque, de A. Rolcest

Bélico, Intriga, Novela

Cuando el aparato se detuvo, infinidad de hilos de agua marcaron la silueta del avión sobre el emparrillado de la pista.Resultaba extraño. Enfocado por los reflectores de una camioneta, veíase el enorme avión de transporte echar agua por todos lados, como bajo una formidable lluvia. Y ocurría cuando en lo alto brillaba la noche limpísima, en un impresionante torbellino de estrellas.La tripulación saltó a tierra, dirigiéndose a la camioneta. El último en salir del aparato, al percibir la lluvia, se colocó junto al tren de aterrizaje, extendió una mano y acarició una rueda.—¡Buen chico! ¡Te has portado como los buenos! ¿Hace una buena ración de café caliente?…


Bolsilibros - Servicio Secreto 196. Vacaciones de sangre, de Alar Benet

Intriga, Policial, Novela

—La estatua de la Libertad, que para los Estados Unidos es un símbolo, fue inaugurada el 28 de octubre de 1886. Como pueden ustedes comprobar, representa una mujer sosteniendo una antorcha. En su mano izquierda, pegada al cuerpo, lleva unas tablas de la ley en las que hay escrita la fecha memorable del 4 de julio de 1776, día de la Declaración de Independencia. Sobre la cabeza, una diadema de puntas, y a los pies unas cadenas rotas…Mientras el cicerone hablaba, el doctor Paul White miró a los que, como él, habían contratado los servicios de una agencia para conocer los lugares más típicos de Nueva York. Las dos mujeres, que atrajeron su atención en el muelle de Battery Park, primero, y en «ferry-boat», después, conversaban animadamente. Una de ellas, muy pálida, retorcía el bolso entre las manos, presa de visible nerviosismo. Ambas eran jóvenes de una belleza provocativa. Sus palabras, en inglés no muy correcto, que a veces llegaron a oídos de Paul White, las denunciaban como extranjeras.


Bolsilibros - Servicio Secreto 204. Costa Bárbara, de Arnaldo Visconti

Intriga, Policial, Novela

La extremidad norteña de Escocia presenta la estructura de un enorme puño tendido en actitud de amenaza hacia el mar. Son las llamadas Tierras Altas, poseedoras de un prestigio sostenido desde tiempos lejanos. Es la comarca que forja marineros que se gozan en luchar con salvaje complacencia contra el furioso embate de los elementos.En el símbolo de su configuración, los nudillos son su costa, occidental, inhóspita, sin habitantes ni puertos de abrigo, cortada por fiordos donde el mar, en permanente ebullición alborotada, imposibilita el acceso ni la salida.El dorso del puño lo traza la costa oriental en la que se jalonan los puertos y poblados conserveros, protegido por las anchurosas bahías de Dornoch y Cromarty.


Bolsilibros - Servicio Secreto 218. La araña tiende sus redes, de Fred Gorhan

Novela, Intriga, Policial

La chica, descendiente de armenios, poseía un rostro descarado de ojos negros muy vivos, con la nariz respingona.
Se llamaba Dy; por lo menos, nadie la nombraba de otro modo, y había que reconocer que el corto diminutivo encajaba a la perfección en su físico, ligero y de una viveza de ardilla.
Su aguda voz solía dispararse muy aprisa, como el gorjeo de un pájaro, y habría sonado armoniosa sin las estridencias y desgarros de que a veces hacía gala cuando la muchacha se sentía acalorada, suceso bastante frecuente, por desgracia.
En ocasiones Bill Seton se daba a todos los diablos y la llamaba al orden, pero Dy no se mordía la lengua.
—¡Maldita avispa! ¿Callarás de una vez?


Bolsilibros - Servicio Secreto 219. Ellos, los muertos, de Charles Mitchell

Intriga, Policial, Novela

El agente de policía y veterano de la II Guerra Mundial Theodoro W. Martin, un nada amable (y sí muy realista) tipo duro que anda por ahí abofeteando damiselas sospechosas y corredores de apuestas, y que decide vengar la muerte de su amigo Corrigan (otro veterano, además de pintor reconocido —y manco, tras la guerra—, que se metió en asuntos turbios).


Bolsilibros - Servicio Secreto 221. Un cadáver a medida, de Charles Mitchell

Intriga, Policial, Novela

Un camionero, en un parada de carretera es abordado por una mujer. A partir de ahí, el apellidado Kane se ve mezclado en una turbia historia donde lo secuestran, golpean y su compañero de viaje, que en teoría quedó a la espera, borracho, en una población anterior, aparece muerto en el compartimento de carga. El personaje comenzará una huida de la policía para demostrar su inocencia y descubrir el motivo de todo lo que acontece.


Bolsilibros - Servicio Secreto 227. ¡Acepto el desafío!, de Alar Benet

Intriga, Policial, Novela

—Por favor, no me interrumpa. Lo que he de decirle es algo de suma importancia. Dentro de media hora se detendrá cerca de su oficina uno de los autocares que se dedican a mostrar la ciudad a los turistas. Le he reservado dos plazas. Una para usted y otra para su secretaria. A las nueve en punto de la noche apéense en Nidda Strasse y caminen hasta la confluencia de dicha calle con la de Moselstri Windmühl. En una de las casas que hacen esquina se cometerá el asesinato de un súbdito americano. Obedezca todas mis instrucciones.Paul Larmon, al notar que su invisible comunicante hacía una pausa, preguntó con avidez:—¿Quién es el que habla? Necesito saber su identidad o no haré lo que indica.—Peor para usted —fue la seca respuesta—. Morirá un compatriota suyo. Será inútil que avise a las autoridades. En Jefatura no darán crédito a su denuncia y si lo hicieran…


Bolsilibros - Servicio Secreto 246. Tres balas, de Alan Carson

Intriga, Policial, Novela

Aún tenía queaguardar cuarenta minutos. Le agobiaba aquella espera lenta, enervante,mientras el viejo, allá dentro, tal vez había caído para siempre bajo el plomodel mayor Barrows. Lyne llamaba familiarmente «el viejo» al inspector, aunqueéste no lo fuera tanto como para merecer el calificativo. Llevaban muchos añostrabajando juntos y para Lyne, la policía empezaba y terminaba en el inspectorSanders. Los numerososagentes que rodeaban, a prudente distancia, el chalet donde se refugiaba elmayor Barrows, permanecían inmóviles y en silencio, esperando. Todo se reducíaa esperar. Transcurrieronotros diez minutos. Arreció el viento, empujando algunas nubes que abrieron en el cielo pequeños espacios estrellados. La lluvia, en cambio, había cesado casipor completo.


Bolsilibros - Servicio Secreto 383. Misión en los trópicos, de Donald Curtis

Aventuras, Intriga, Policial, Novela

Frank Ellery, coninstrucciones concretas para ponerse en contacto con el agente federal RushSanders, en Nueva York, emprendió el vuelo desde la capital hacia la ciudad delos rascacielos. Parecía ser que lapoderosa y compleja maquinaria del «Federal Bureau» se había puesto enfuncionamiento alrededor de la personalidad extraña de una mujer rubia quenadie sabía quién era o de dónde procedía, pero cuya presencia en el paísconstituía, ante su solo anuncio, un inminente peligro contra algún engranajede su seguridad interna.


Bolsilibros - Servicio Secreto 384. La contraseña, de F. P. Duke

Novela, Intriga, Policial

El agente Alexander Reagan abandonó las oficinas del F. B. I., sin nada importante de qué ocuparse. AL parecer las cosas marchaban bastante tranquilas y su jefe no le había encargado nada que realizar. Eran las diez de la mañana, el día se presentaba soleado y primaveral, y Reagan se encaminó a una de las droguerías de Broadway donde, sentado ante una mesa, pidió un whisky. Al llevar la mano al bolsillo en busca de la pitillera, recordó que había guardado en él un diario del día anterior. Había encontrado en sus páginas algo digno de ser estudiado con calma y ningún momento más adecuado.


Bolsilibros - Servicio Secreto 388. El cheque falsificado, de F. P. Duke

Novela, Intriga, Policial

Aquella mañana el Inspector Jefe de Scotland Yard se encontraba muy preocupado con cierta información que su inspector preferido, Joe Graven, acababa de entregarle. El joven Henry Jenkins, hijo de uno de los más prestigiosos magistrados de Inglaterra, se había suicidado en una avenida solitaria de Hayde Park, administrándose dos onzas de plomo en la sien derecha. Por los informes que el inspector Graven pudo recoger, el asunto era muy espinoso y tenía cierta conexión con otros dos suicidios de jóvenes aristócratas, ocurridos con un intervalo de pocos meses.


Bolsilibros - Servicio Secreto 392. ¡Bésame, muerte!, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

Tenía las manosrígidas, agarrotadas, colgando por los lados del lecho, como si hubiera queridoasirse a las dos pequeñas alfombras. Shelby entró en la habitación lentamente,en un estupor silencioso y aturdido, hasta inclinarse y rozar con sus dedos lasmanos del infeliz. Estaban aún calientes, sin el «rigormortis» de un cuerpo que lleve varias horas carente de vida. Se irguió,pensativo, volviéndose hacia la ventana entreabierta del dormitorio. Entoncesla vio a ella. Era la rubia del cuadro de los velos, y si llevaba algo encimade la parte del cuerpo que se veía sobre el alféizar de la ventana, no eramucho más espeso que el velo del cuadro. Estaba allí,mirándole con ojos de profundo terror, como si colgara del vacío, junto a lafachada del edificio, asomándose entre las cortinillas agitadas por el frío airematinal.


Bolsilibros - Servicio Secreto 403. Los insobornables, de Alf Regaldie

Intriga, Policial, Novela

Resultaba impresionante el silencio que reinaba a semejantes horas en aquel barrio residencial de Túnez «La Blanca», la hermosa capital norteafricana, de inconfundible aspecto por su encalado caserío deslumbrante de blancura y por sus numerosas mezquitas de esbeltos almilares.Pero a Dick Matews no le impresionaba aquello en absoluto y ni siquiera se fijaba en ello. Sus sentidos estaban pendientes de una lujosa mansión rodeada de frondoso jardín y en la cual le había parecido ver moverse siluetas que calificó de misteriosas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 420. Trust del crimen, de Alf Regaldie

Intriga, Policial, Novela

Se deslizó sigiloso, llegó hasta la puerta y volvió a observar por la mirilla. Y seguro ya de las posiciones que ocupaban sus dos adversarios, se dispuso a actuar.Abrió de improviso y descargó con la rapidez del rayo un furioso golpe en la cabeza de uno de los hombres, empleando para ello su pistola la cual había empuñado por el cañón.No había perdido de vista al otro hombre, advirtiendo su gesto de sorpresa.Le vio llevar la mano a su cuchillo, pero antes de que llegase a él le asestó un puñetazo que lo lanzó violentamente de espaldas.


Bolsilibros - Servicio Secreto 448. La muerte acosa, de Alf Regaldie

Novela, Intriga, Policial

Apenas el capitán Ernie Short hubo traspuesto la entrada de la amplia dependencia, vestido de forma un tanto descuidada, con negligente elegancia, el sargento Wellesley, que estaba operando con unas fichas, se apresuró a ponerse en pie. Aunque Short, lo mismo que Wellesley, vestía de paisano, el sargento había adivinado en él al militar, y más aún, al militar de mayor graduación. —Por favor, no se moleste. Debo ver al señor Thorpe. —Sí, señor, enseguida. Publicada por editorial Bruguera en la colección Seleciones Servicio Secreto con los números 26 y 242.


Bolsilibros - Servicio Secreto 449. Trece horas, de Donald Curtis

Intriga, Policial, Novela

Eran ya las seismenos cuarto cuando su «Dodge» verde penetró en el amplio aparcamiento deltransbordador de la Estatua de la Libertad. Adquirió un billete y subió abordo. Soplaba un airehúmedo en la bahía, agitando su liviano traje claro y sus cabellos revueltos,ligeramente adheridos a las sienes por la transpiración. Se acodó en la borda,viendo alejarse de él los altos edificios de la ciudad. Parecía tan fácil. Comosi aquella distancia pudiera ir creciendo, creciendo, poniendo ante él y sudestino una infranqueable barrera de agua. Todo un mundo, que ni siquieraJohnny Moran podría salvar, porque fuera de su imperio apenas si era nadie. Ysu imperio moría allí donde muriesen los límites de la ciudad de hierro ycemento vertical.