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Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 81. El resucitado, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

RITA…! ¿Te acuerdas de Carmen Solano? Debe ser de tu edad. —Es algo más joven que yo. Hace años que falta de aquí… Creo que la llevó su padre al Este, para que no se educara en aquel ambiente de entonces… Soñaban con hacer salir esta tierra de un célebre Pacto… Y se conspiraba, según dicen los mayores con verdadero descaro. Siendo su padre el más importante propietario, no quiso mezclarse nunca en aquellas conspiraciones. Todo esto que digo, lo sé porque se ha comentado muchas veces ante este mostrador y en esas mesas. ¿Por qué preguntabas si la conozco?


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 82. El colono, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

VAMOS, Cumberland. Deja de curiosear. Tienes el mostrador completamente abandonado… —Los clientes está atendidos… Quédate aquí, Laurel. La diligencia ha llegado con todas las plazas ocupadas. ¡Fíjate en ese viajero! ¡Vaya estatura! Echóse a reír el llamado Laurel. —Viste de cow-boy —comentó seguidamente—. Y debe ser amigo de los Pullman a juzgar por lo que oí comentar ahí dentro… —Me parece que te equivocas. Yo diría que es amigo de los Wells…


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 83. Caída mortal, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

CAMINABA lentamente el jinete por una especie de sendero que supuso ser el camino que utilizaban los cow-boys de las distintas propiedades limítrofes. Se detuvo un momento y escuchó atentamente. Los disparos, que era lo que llamó su atención se oían cada vez más cercanos. No quería salir del camino, porque aun no estando limitadas las propiedades con alambre, no era aconsejable caminar por dónde no hubiera camino o vereda. Pero los disparos, que seguían, eran una tentación a su curiosidad.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 84. Motín en la penitenciaría, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

QUE le digo a Pamela cuando llegue? Le di mi palabra que hoy estaría todo arreglado… —Lo sé, querida, lo sé… Ya conoces a tu padre. Ha tenido muchos problemas últimamente. Yo misma le pedí que se quedara unos días en Tularosa descansando. Hoy espero que llegue y te prometo que lo primero que haré será pedirle que os deje visitar la prisión. Sin su autorización se opondrá John a que lo hagáis. Hay convictos peligrosos a los que no podréis acercaros. —¿Es que no hay suficientes guardianes? —Demasiados, diría yo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 85. Un tejano, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL barman, observaba sorprendido al joven y alto vaquero, que apoyado en el mostrador le había solicitado un doble del mejor whisky que tuviese embotellado. Y con el ceño fruncido, huraño, replicó el barman: —Tendrás que beber del que sirvo a todos. —¿Es que no tenéis whisky especial para los amigos? —No.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 88. El infierno blanco, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

MAS de seis pulgadas de nieve cubrían el patio del Fuerte. Y la nieve seguía cayendo en gran cantidad. Los que se hallaban en la cantina, limpiaban el cristal de la ventana con la manga del uniforme. —¡Vaya nevada? —exclamó uno—. Nos va a incomunicar por completo. —Este tiempo es la delicia del cantinero —dijo otro—. Aquí nos dejamos la paga. —¿De cuánto tiempo? —dijo el cantinero sonriendo—. Porque por ejemplo tú, no liquidarás tu deuda con la de un mes. —¿Y qué vamos a hacer si sigue así el tiempo? Estar aquí y una vez en la cantina, beber. O jugar.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 89. La lucha por los caballos, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

YO en tu lugar haría eso en la calle, amigo. Acabarás por intoxicarnos a todos si continúas sacudiendo tus ropas. Es la primera vez que veo desprenderse tanto polvo de una camisa. —Lo siento, amigos. Movió el sombrero que llevaba en la mano y al intentar hacer desaparecer la nube de polvo que le rodeaba, provocó nuevas protestas. Aquel hombre de edad madura salió a la calle y sacudió con rapidez sus ropas. Poco después aparecía, con rostro sonriente, en el local nuevamente y, al pasar por la mesa que ocupaban los «cow-boys» que le habían aconsejado que sacudiera las ropas en la calle, les saludó. —Has estado a punto de intoxicarnos a todos, amigo. Ahora, casi puede definirse el color de tu camisa.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 90. Expulsados de California, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

DIANA Birkin, desmontó ante la puerta del «saloon» propiedad del viejo Rooney, siendo saludada con cariño por todos. Rooney, que sin duda era una de las personas más estimadas por los vecinos de Prescott, salió solícito hasta la puerta al saber que era ella, para hacerle los honores de la casa. —¡Qué alegría, Diana! —exclamó, cariñoso, y feliz, Rooney. —¡Hola, viejo zorro! Y la joven abrazó al viejo, haciendo que este se emocionase.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 91. Te has hecho viejo, pistolero, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LOS viajeros se miraban con la mayor indiferencia. Y cada uno iba pensando en sus distintos problemas. Aunque estaban casi seguros que coincidían en la finalidad, del viaje. Llevaban muchas horas de viaje en común con las molestias inherentes a la desigualdad del terreno que hacía a la diligencia batir sus cuerpos como si estuvieran metidos en un caldero echado a rodar por la ladera de una montaña. Eran lanzados con frecuencia unos sobre otros.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 94. Serenidad de pistolero, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL juicio contra Nora Grey, iba a dar comienzo. La acusada se personó en el local del Juzgado, acompañada por su buena amiga Carol Snow y el padre de ésta. Al verlos entrar, unos murmullos insistentes expusieron el ambiente que habían creado los autores de aquel espectáculo. Todas las miradas se concentraban en Nora, presunto reo en el juicio.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 95. Incendio justiciero, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

BERNARD Cornwall era uno de los ganaderos importantes. Y durante tiempo muy estimado en el pueblo. Con Charles Monroe, era de los que más atendía a los que necesitaban ayuda. Sobre todo en los años de sequía, cuando los pastos no podían alimentar el ganado. Fue de Bernard la idea de asociarse los ganaderos, pero de una manera especial. Propuso que los asociados se comprometieran a que sus pastos dejaran de tener ganado unos dos años, llevando mientras las reses a los otros.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 96. Pasquín delator, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ERES el hombre que necesito. Te haré capataz si aceptas trabajar conmigo. —¿Y por qué no, si las condiciones me agradan? —Cien dólares al mes. —Prefiero por viaje. —No te comprendo. ¿Has pensado que tardamos siete o nueve semanas? —Sí, por eso pido trescientos dólares por viaje. Necesito dinero.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 97. La placa de oro, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ELISABETH Peele, forastera en la ciudad, contemplaba el local, abandonado y sucio desde la misma puerta. Un caballero, vestido con elegancia que estaba a su lado, dijo: —Hace unos meses que está cerrado… Pero si hacen algunas reformas y… —¿Por qué lo abandonaron? Es amplio. —El matrimonio propietario no tiene edad para luchar. Estaban cansados.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 98. Un corazón y dos colts, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ESTO sí que es una fiesta, niña Carmen. — ¡Pero estoy que no resisto! —¡Por lo que más quieras no defraudes a tu padre! Piensa que hay invitados americanos, cosa extraña. Herrero había querido que presenciaran el boato de una fiesta típicamente californiana. Carmen cumplía su mayoría de edad y el número de invitados era tan importante que aun siendo la casa-palacio de la hacienda una de las mayores del Estado, no era posible alojarles a todos, teniendo que habilitar a tal efecto parte de las viviendas de los peones, metiendo a estos en las cuadras.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 99. ¡Es la hora!, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LA llegada de la diligencia llamaba menos la atención que la del tren. La competencia del ferrocarril había afectado poco a esa línea que no se confundía con los raíles en ninguna parte de su recorrido. Y era una zona rica en ganado. Las autoridades de Salina habían hablado con el senador de Kansas que estaba en Washington para que consiguiera un ferrocarril que cubriera el recorrido que hacían las diligencias por esa amplia zona ganadera que iba de Dodge City a Salina. Mucho ganado así podría ser embarcado en las estaciones intermedias.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 100. Más trabajo para el enterrador, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LONE Pine, pequeño pueblo en la ladera Este del monte Whitney, no habría llegado a tener la importancia que te dio la construcción de una carretera a través del bosque de sequoias y del desierto de Mojave. Los cientos de trabajadores dieron al pueblo una fisonomía especial y para los comercios un importante negocio. Precisamente en ese pueblo se bifurcaba la carretera, encaminándose un ramal sinuoso a través de terrenos desérticos hasta el Valle de la Muerte, con lo que se facilitaría el traslado del bórax en mejores condiciones y con más corto plazo hasta los lugares de almacenaje y embarque.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 101. Comerciantes de muertes, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

DAVIE Floyd hacía verdaderos esfuerzos porque la emoción que sentía no se reflejara en su rostro que parecía tallado en roca. Solamente los ojos no podían ocultar la angustia que le embargaba. Durante catorce años había estado al frente de la Reserva. Sus cuatro hijos se habían criado entre los indios, como unos más de ellos. En la casa, la familia hablaba más en indio que en inglés. Los tres hijos varones marcharon a estudiar lejos, pero en las vacaciones eran felices en los tipis de la Reserva. Los indios no les consideraban extraños a su raza. Nunca hubo el menor incidente. Y los indios se sabían atendidos como una gran familia.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 102. Pistolero y justiciero, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

FUERON varios los que, al ver el brillo, acercáronse curiosos, hasta que uno exclamó: —¡Esto es oro! —¡No es posible! —dijo Tieton intrigado. —Pues lo es —insistió el que hablara antes, que era un forastero de los muchos que iban de paso. —¿Dónde lo encontraste? —¡Hay oro otra vez aquí!


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 103. Vaquero sin rumbo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LEWIS Bell Potter, sin duda alguna, era uno de los hombres más conocidos de Arizona. Poseía varias rancherías y era propietario de diversos negocios, que hacían de él, uno de los hombres más poderosos y ricos del territorio. Pero de cuantas propiedades tenía, su orgullo era el rancho que poseía en las proximidades de Tucson y donde cientos de caballos y reses pastaban a su libre albedrío en una extensión de terreno al noroeste de la ciudad de unas cuatrocientas millas cuadradas.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 104. Las tierras del condenado, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ME asusta, papá, hacer un viaje de tantas millas, con tanto dinero encima… ¡No puedo evitarlo, es superior a mis fuerzas! —Es incomprensible, pequeña, que habiendo nacido en estas tierras, te asuste tan poca cosa… ¿Es que no corre sangre del Oeste por tus venas? —Ser responsable de los ahorros de tu vida, me aterra… ¿Qué sucedería si me quitasen o perdiese esa cantidad?