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Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 105. Tierra desafiante, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

QUIEN ha dicho que traigas este caballo a esta cuadra? —El capataz. —Dile que yo no quiero que se haga. Así que déjale donde estaba. —Es que es orden de la hija del patrón… —¡Te he dicho que lo dejes allí!


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 107. Una gran mujer, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

GUADALUPE, a pesar de rondar los cuarenta años, era una mujer muy hermosa. Su gran belleza mejicana era tan provocativa, que exaltaba a los hombres de todas las edades. Siendo muchos quienes la deseaban apasionadamente. Sobre todo, desde la muerte de su esposo, ocurrida hacía meses, eran varios los que pensaban que el camino estaba libre para conseguir lo que tanto deseaban.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 108. Pistolero y enterrador, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ES una locura lo que acabas de hacer, Joe. Los cargos son incompatibles. No se puede ser pistolero y enterrador a la vez… ¡Nos tienen rodeados! —¡No te muevas de aquí! ¡Algo intenta ese coyote! Voy arriba a vigilar. Y Joe ascendió rápidamente por la escalera en que poco antes rodara el cadáver de uno que consiguió entrar. Descubrió Joe un hueco que en el techo había, hecho sin duda por aquel vaquero que pagó tan caro su atrevimiento.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 109. Marcado por una cobardía, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

SERA conveniente que antes de que salgáis me asome por si Dick Drake os espera… ¡Me ha dado la impresión de que sus ropas de caballero no van de acuerdo con su forma de proceder! Los dos jóvenes sonrieron agradecidos. Y el capitán salió, en efecto, a cubierta, regresando a los pocos minutos. —Parece que no está por aquí… —anunció.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 110. El sistema del miedo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

HABIA pasado ya la sorpresa de los primeros días y el espectáculo se convirtió en rutina. Los curiosos eran menos cada domingo. Y los que se atrevían a jugar rarísimos. Pero cada domingo se repetían los gritos de los que retaban a los demás, con unos dólares en juego. Los jinetes que iban entrando en la plaza y desmontaban, sonreían y pasaban de largo para entrar en el «saloon» que se había convertido en el mentidero de la población. Las dos empleadas y la dueña, amén del barman, estaban informados de todos los problemas del extenso condado.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 111. Respetos con plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LAS hijas de Winthrop miraban desde una ventana el paso de los mineros por la calle. —No comprendo —decía Diana, la mayor— por qué todo un pueblo ha de temblar cada vez que esos hombres bajan de las montañas. —Son violentos e impulsivos y están tan apartados de la civilización que la presencia de mujeres, especialmente, dicen que les excita. Las que hay en los «saloon» en cambio, prefieren a los mineros; afirman que son más espléndidos que los cow-boys y cazadores —dijo Helen, la menor de las hermanas.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 112. Cementerio de cuatreros, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LA familia Mendieta, en Albuquerque, se encuentra reunida y bajo una tensión nerviosa. Componen esta familia: Carlos, el padre, y sus hijos: Pedro, Juan y María. El hijo mayor, Pedro, dice: —No esperabas que Carmen viniera, ¿verdad? —Desde luego que no. Nunca ha dicho en sus cartas que pensara hacerlo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 113. Labor justiciera, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

¿CONOCE California? —No. Es la primera vez que vengo a este Estado. Buscaba a un amigo que trabaja en Barstow. Mi caballo murió en el desierto. —¿Barstow? ¡Si está al otro lado! —exclamó la joven. —Si es así, me debieron informar mal. La joven guardó silencio. No creía nada de lo que oía y sintió disgusto por ser engañada.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 114. Tarjeta de ventajista, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

A la vista de los extraños y en especial para los habituados a la vida ciudadana, el rancho era una especie de oasis. Una especie de remanso de paz en las grandes llanuras. Y sin embargo, como pasa siempre en la vida, cada componente de los miembros de esas propiedades eran mundos distintos. Con sus íntimos problemas y a veces verdaderos dramas ocultos. Los trabajos duros en su lucha con el ganado y en especial los dedicados al desbrave de potros, les hacia hoscos en general, y lo curioso era que en la dura lucha que había de sostener con esos animales, terminaban por encariñarse mutuamente. Y cuando el animal se daba por vencido, se convertía en un perro obediente y sumiso. El jinete había sabido demostrar al animal su indudable superioridad, acatada una titánica lucha entre ambos.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 115. Piel de serpiente, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EN Tombstone habían surgido serios y complicados problemas con los límites de las tierras en distintos ranchos, cuyos propietarios estaban tomando las medidas más eficaces para esclarecer el asunto. John Callagham rehízo su vieja posesión retrasando los alambres en todas direcciones. Tomó nota de todo ello y marchó a Tucson y Phoenix para que la inscripción legal de sus terrenos tuviera los límites que le correspondían. Era una medida que no habían hecho los demás y por lo que no motivó ninguna controversia.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 116. Dos homicidios frustrados, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

UNO de los trabajos más duros de cow-boy, era la doma de potros. Abundaban los vaqueros con algún miembro fracturado. Existieron especialistas que se dedicaban a la doma y cobraban un tanto por potro domado. De esta forma no distraían vaqueros en ese cometido. Estos pequeños grupos de jinetes, que rara vez pasaban de tres, hacían el mismo recorrido cada año. Y los ganaderos esperaban su visita. Solían ser a la vez cazadores de caballos cerriles, salvajes. Que vendían a buen precio.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 117. Veneno en la sangre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL criado de color soportaba la dura cura de sus heridas a base de vinagre y sal sin exhalar una queja. —No hiciste motivos para este castigo, Fred —dijo Dashell, otro criado del mismo color de piel. —Ya lo sé. ¡Mataré a ese hombre! —Debes olvidar lo sucedido —añadió Dashell—, aunque sigo afirmando que fue excesivo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 118. Herencia de plomo, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

VAS a tener problemas, muchacho. No has debido hacer eso. El joven que acababa de arrancar el pasquín miró sonriente a su interlocutor. —Me llamo Sam Lytton —dijo tendiendo la mano al viejo que acababa de amonestarle. —Yo soy Max Tetón. Me conocen todos en Tombstone…


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 119. Ley de un sheriff, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

SE que no has tenido más remedio que hacerlo, Jeff, lo sé, pero al matar a Larry Robards, te has condenado a muerte tú también. Nos tienen rodeados. —¡Ese obstinado sheriff! —¡Escucha, zanquilargo! —gritaba el sheriff desde, la calle—. ¡La única posibilidad que tienes de salir de esa ratonera con vida es entregándote! Permite salir a esa mujer que continúa a tu lado porque la estás obligando a…


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 120. Garito de indeseables, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EMPEZABA a anochecer cuando la diligencia procedente de Santa Fe se detenía en Las Cruces. Los viajeros descendieron para estirar las piernas. Al saber que pasarían la noche en la Casa de Postas, todos se alegraron, ya que estaban rendidos. —Saldremos hacia El Paso tan pronto amanezca —informó el conductor. Jane, una joven preciosa, fue la última en abandonar el vehículo.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 121. Trágica partida de poker, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

¿QUIEREN callar? No van a conseguir nada con dar gritos. Deben escuchar con calma. La Compañía no podía contar con estos trastornos. Y al no contar con ellos, no pensó en aumentar el servicio que de manera habitual pone a disposición de los usuarios. Y ello hace que muchos de ustedes no puedan salir con la premura que algunos desearían. Para la primera diligencia, que llegará de un momento a otro, están vendidos los ocho boletos. He dado preferencia a los que marchan a mayor distancia… Aunque para estos, tienen en Kansas City y en S. Joseph el ferrocarril que les llevará al lejano y misterioso Oeste.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 122. Cabalgando hacia la muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

PASANDO el codo por el ala del sombrero, en movimiento de limpieza, que para los conocedores de McKuen suponía en él preocupación o curiosidad, miró de arriba a abajo al forastero, diciendo: —No es de aquí, ¿verdad? —No. Soy de muy lejos. Vengo de Montana. —¿De Montana? —Sí. Parece que el sheriff, de acuerdo con usted, me escribió. —¿De acuerdo conmigo? No sé nada.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 123. Rostro de póker, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

LOS tres jinetes desmontaron ante la vieja cabaña. Y cuando estaban en el interior, exclamó Jenny: —¡Tony! Esto está como cuando veníamos… No ha cambiado nada. —Alguna vez me acerco hasta aquí cuando los demás van al pueblo a beber y a divertirse. Pero lo hago pocas veces. Por eso está tan sucio todo. —¿Nos sentamos? Vamos a hacer unas pruebas para ver si aún lo recordamos. No hace mucho, yo estaba en condiciones de «pelar» a los contrarios. Pero no lo hice. Te habíamos prometido que no se emplearía ese conocimiento en beneficio propio.


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 124. Sin sentimientos, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

EL jinete desmontó y después de sujetar el caballo a la barra que para tal electo hablará una yarda del porche, se encaminó decidido hacia la puerta del «saloon». El «saloon», propiedad de Lewis Randall, estaba animadísimo a pesar de la hora. Al darse cuenta el jinete que su presencia no llamaba la atención de nadie, comprendió que Pueblo era una localidad acostumbrada al paso frecuente de forasteros, cosa que le agradó. Se aproximó al mostrador y al apoyarse en el mismo, unos que bebían a su lado, después de observarle con curiosidad que rayaba en admiración, le preguntó uno: —¿No crees que has crecido demasiado?


Bolsilibros - Gran cañón (Ed. Easa) 125. Un lío de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

ABY Norton era una muchacha nacida y criada entre ganado, y considerada como uno de los mejores jinetes del territorio. No se arredraba ante las dificultades. Y era bastante tozuda. Había grandes dificultades para el envío de ganado, porque Cecil Custer era el que tenía en exclusiva el servicio de los vagones del ferrocarril. Hacía varios meses que no había conseguido enviar una sola res y sabía que sus reservas se agotaban a mayor velocidad de la deseada.