En La danza de Śiva está la esencia de la experiencia de la estética india, arraigada en la «constante intuición» de la unidad y la armonía de la vida, donde cada cosa tiene su lugar, cada ser su función y cada interpretación su momento en el divino concierto dirigido por Śiva, el señor de los danzantes. De su esencial armonía dan cuenta los siete ensayos de profundo y clarificador análisis con que Coomaraswamy nos presenta la historia y esencia del arte de la India.
Un asombroso trabajo de síntesis sobre la situación postrera del mundo moderno y algunos aspectos del proyecto secularizador global, expresado con un lenguaje claro y despojado de toda retórica. En él, el lector podrá encontrar información acerca del complejísimo proceso que afronta el hombre actual, así como enlaces para una investigación personal. Capítulo a capítulo, se van desentrañado los diferentes paradigmas de la modernidad (el evolucionismo, la eugenesia, la economía, el ambientalismo, la educación, la salud…) para llegar a unas conclusiones muy poco cómodas.
Con el darwinismo, la biología atañe a todos los aspectos culturales posibles, desde la filosofía, la estética, la ética, la política y la religión hasta una ciencia pura como es la física. Y es que el darwinismo biologiza la realidad en todas sus dimensiones posibles. Éste es un ensayo que trata sobre el impacto de la teoría de la evolución de Darwin en el pensamiento filosófico actual confrontado con autores como Heidegger, Dienstag, Sloterdijk o Rorty, entre otros. Para el autor, el principio de selección natural impera en un mundo en el que se constata la injusticia, el sufrimiento y la explotación de los unos sobre los otros. Sin embargo, éste es un principio más metafísico que físico, algo no tan sorprendente si se considera que dicho principio responde a una cosmovisión naturalista.
Entre las deficiencias de la Unión Europea, una de las más corrosivas es que no resulta inteligible. Europa no tendrá sentido mientras no haya una narrativa que pueda ser entendida y aceptada por su ciudadanía. Este libro trata de hacer comprensible el experimento europeo sin rendirse ni al minimalismo tecnocrático ni a las simplificaciones populistas. Su autor sostiene que la Unión Europea sólo puede ser entendida en el marco conceptual de una democracia compleja. En unos momentos en los que la carencia de épica no se ve compensada por una legitimidad funcional, en los que el proyecto europeo no puede contar ni con el recurso a gestas enfáticas ni con el discreto favor de la efectividad, el paisaje se nos ha llenado de referencias negativas. Debilitadas las diversas legitimaciones de la integración, los únicos relatos poderosos que quedan en pie son las impugnaciones populistas o la inevitabilidad con que se imponen las justificaciones tecnocráticas. Al mismo tiempo, los llamamientos genéricos a una mayor integración, a 'más Europa', tienen una resonancia coactiva, de rendición ante lo inevitable y en la dirección ya conocida. En unos momentos de especial incertidumbre en relación con el futuro de Europa, si de algo podemos estar seguros es de que su futuro no puede depender más que de reflexiones compartidas y decisiones libres. Daniel Innerarity Grau trata de explicar cuál es la innovación política de la Unión Europea, sus insuficiencias y sus oportunidades, su peculiar sistema de representación y decisión, qué tenemos derecho a esperar de ella y qué podemos exigirle para que sea, de acuerdo con su peculiar naturaleza, más democrática.
Siempre en discusión y determinante en el mundo, la diplomacia estadounidense ha tenido un protagonista central: Henry Kissinger, quien examina la diplomacia europea a partir de grandes personajes –Richelieu, Napoleón III o Bismarck–, de los cálculos de los estadistas en la segunda guerra, así como la diplomacia de su país, basada en el tejido de los principios de mesianismo, moralismo y pragmatismo. Kissinger revisa su experiencia como secretario de Estado de los presidentes Nixon y Ford. La diplomacia trata fundamentalmente de la acción diplomática entre las grandes potencias. Según el autor, para el siglo XXI existirán al menos seis potencias mundiales: los Estados Unidos, Europa, China, Japón, Rusia y la India. Ante este nuevo orden, Kissinger busca razones y estrategias para reorientar la diplomacia estadounidense. Uno de los aspectos más sobresalientes de La diplomacia es la importancia que el autor concede a los hombres de Estado en cuanto individuos con una visión clara del interés nacional, capaces de promoverlo en un contexto internacional adecuado y de procurar ciertos márgenes de estabilidad. El autor sitúa la actuación de los hombres de Estado por encima de consideraciones relacionadas con la estructura económica o los movimientos sociales; bajo esta interpretación analiza a personalidades como Richelieu, Napoleón III, Bismarck, Stresemann e incluye su propia experiencia como secretario de Estado del presidente Richard Nixon. Conocedor de la historia diplomática europea y de los conceptos clave sobre los que se ha estructurado, Kissinger utiliza esta visión del pasado en beneficio de la política exterior estadounidense contemporánea.
La docta ignorancia es la obra capital de Nicolás de Cusa, y en los tres libros que la componen, dentro de una gran concisión y brevedad, se tratan los temas de Dios, el Universo y Jesucristo. Es decir, del ser máximo considerado absolutamente, el ser máximo contraído en la pluralidad de las cosas y, por último, el ser máximo en cuanto absoluto —Dios— y a la vez contraído —hombre—. Todo el proceso discursivo de Nicolás de Cusa se apoya en una concepción perfectamente delimitada del conocimiento humano. Ya el título de la obra indica el principal punto de apoyo, partiendo del cual De Cusa edificará su construcción metafísica. Sin embargo, la concepción gnoseológica de Nicolás de Cusa se apoya a su vez en una concepción metafísica. Un inicial concepto de Dios determina el ámbito de la cognoscibilidad humana.
La experiencia de lo sagrado, lo sobrehumano, ha ido transformándose y modificando a su vez la forma en que el hombre concebía el universo y a sí mismo. Éste es el punto de partida que nos propone un viaje distinto a través de la historia del conocimiento, una nueva odisea que presenta una visión global del pensamiento y del ser. Un diálogo entre la luz de la razón y la sombra de lo irracional, las dos vertientes que conforman el espíritu humano y lo convierten en lo que es: ni dios ni animal sino un ser fronterizo, hijo del mestizaje de ambas naturalezas.
Del baúl que Fernando Pessoa legó a la posteridad —de donde salen los papeles manuscritos o mecanografiados, firmados por diferentes personajes, que conforman buena parte de su obra— surgió un misterioso cuaderno de tapas negras atribuido al Barón de Teive, que comenzaba con una decidida afirmación de voluntad suicida y que iba encabezado con el subtítulo «la imposibilidad de hacer arte superior». Más que un manual teórico o una guía de consejos prácticos para la vida —o para la muerte—, «La educación del estoico» es crónica personal de todo un camino voluntariosamente dispuesto: el ejercicio de la razón y sus armas para erradicar el dolor y, consecuentemente, la abdicación —lúcida, implacable, irónica— ante la vida.
«Actualmente llamamos educación a la mera acumulación de datos y conocimientos extraídos de los libros, lo cual está al alcance de cualquiera que sepa leer. Una educación de este tipo es una sutil evasión de la realidad de lo que somos, y, como toda huida, inevitablemente acrecienta nuestra desdicha.» Tal como está organizada actualmente la sociedad, enviamos a nuestros hijos a la escuela para que aprendan alguna técnica con la que algún día puedan ganarse la vida. Queremos hacer de nuestros hijos, ante todo, especialistas, con la esperanza de que eso les reportará una buena posición económica. Pero ¿acaso la destreza técnica nos capacita para conocernos a nosotros mismos? Si bien es a todas luces necesario saber leer, escribir y aprender ingeniería o cualquier otra profesión, ¿nos dará la destreza técnica capacidad para comprender la vida?
«Emboscarse», o huir, aislarse en los bosques, no es un acto romántico, idílico. Muy al contrario, «el lector de este ensayo», escribe el propio Jünger, «habrá más bien de disponerse a emprender una excursión que da que pensar, una caminata que conducirá no sólo allende los senderos trillados, sino también allende los límites de este libro». A partir de la crítica de los «nuevos analfabetos de la política» y del cambio que ya se ha producido en la naturaleza misma de las cuestiones que los poderes nos inducen a responder, arranca uno de los estudios más reveladores acerca de «cómo el ser humano está llegando a una situación en la cual se le exige que él mismo genere unos documentos que están calculados para provocar su propia ruina».
Cervantes, Shakespeare, Donne, Milton, Molière, Cyrano de Bergerac, Descartes, Bacon, Spinoza, Locke, Pascal, Galileo, Caravaggio, Rubens, El Greco, Rembrandt, Vermeer… El siglo XVII en Europa redirigió el curso de la historia humana al cambiar la perspectiva de la humanidad acerca del universo y de sí misma. Es desconcertante que esta gran explosión de ingenio se diera en una centuria tan turbulenta: una época de guerras, de disturbios civiles y de continuación de los conflictos religiosos tras la Reforma, que fueron perturbadores y destructivos hasta un punto nunca visto antes en la historia de Europa. ¿Cómo se entiende que floreciera tal talento en ese contexto? ¿Explica lo tumultuoso del siglo esa genialidad y los cambios que tuvieron lugar entonces? ¿O tal vez hubiera habido incluso más innovaciones de haberse tratado de un tiempo de paz? En este agitado período, la ciencia se movió desde la alquimia y la astrología de John Dee hasta el minucioso trabajo y la astronomía de Galileo, desde el clasicismo aristotélico hasta la investigación basada en la evidencia de la Royal Society. A pesar de eso, los usos antiguos aún persistían y afectaban a la nueva mentalidad: Newton, el hombre que entendía la gravedad y las leyes del movimiento todavía estuvo, después de todo, fascinado hasta el final de su vida por la alquimia.
La evolución creadora: la distinción entre lo orgánico y lo inorgánico. el repaso de las teorías evolutivas y su proposición. La conciencia se impone a la materia, la duración como trazo de unión. Henri-Louis Bergson o Henri Bergson (n. 18 de octubre de 1859, en París, Francia - 4 de enero de 1941, Auteuil) fue un escritor y filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927.
La revolución darwiniana, lejos de ser algo ya superado, como a veces se pretende, aún no ha concluido del todo. Y no ha concluido porque todavía nos falta una adecuada explicación darwinista de uno de los aspectos fundamentales de los seres vivos. Tenemos explicaciones darwinistas de cientos, quizás de miles de rasgos adaptativos, pero aún no contamos con una explicación bien establecida del origen y desarrollo evolutivo de las capacidades cognitivas en aquellos seres vivos que las poseen, y muy en particular del origen y desarrollo evolutivo de la mente humana. ¿Puede realmente la biología evolucionista ayudar a contestar viejos problemas epistemológicos, tal como pretende la epistemología evolucionista? O, dicho de otro modo, ¿puede ofrecerse una explicación evolucionista del conocimiento y, a partir de ella, arrojar nueva luz acerca de qué es el conocimiento e incluso en qué consiste la validez de los conocimientos? Y aún preguntado de forma más precisa, ¿puede obtenerse alguna conclusión filosófica relevante de considerar el conocimiento como un rasgo fenotípico propio de ciertos organismos (no sólo seres humanos) y surgido por un proceso de selección natural (suponiendo que realmente lo sea, claro está)? Este libro analiza las principales hipótesis que han elaborado los científicos al respecto e intenta obtener algunas conclusiones filosóficas relevantes a partir ellas y de los datos sobre las que se sustentan. Después de su lectura posiblemente el lector llegará al convencimiento de hay algunas cosas interesantes —quizá esenciales— que pueden conjeturarse acerca de la evolución de nuestras capacidades cognitivas en función de los datos aportados por diversas disciplinas científicas y, en particular, por disciplinas biológicas.
Los tiempos en los que existía «el otro» han pasado. El otro como amigo, el otro como infierno, el otro como misterio, el otro como deseo van desapareciendo, dando paso a lo igual. La proliferación de lo igual es lo que, haciéndose pasar por crecimiento, constituye hoy esas alteraciones patológicas del cuerpo social. Lo que enferma a la sociedad no es la alienación, la sustracción, la prohibición ni la represión, sino la hipercomunicación, el exceso de información, la sobreproducción y el hiperconsumo. La expulsión de lo distinto y el infierno de lo igual ponen en marcha un proceso destructivo totalmente diferente: la depresión y la «autodestrucción». Este nuevo ensayo de Byung-Chul Han rastrea el violento poder de lo igual en fenómenos tales como el miedo, la globalización y el terrorismo, que son los que caracterizan la sociedad actual.
«¡Qué feliz sería si fuese feliz!». Estas palabras de Woody Allen quizá dicen lo esencial: que estamos separados de la felicidad por la misma esperanza que la persigue. La sabiduría, al contrario, sería vivir de veras, en lugar de esperar vivir. En esa dirección apuntan las lecciones de Epicuro, de los estoicos, de Spinoza, o, en Oriente, de Buda. Solamente tendremos una felicidad proporcional a la desesperación que seamos capaces de atravesar. La sabiduría es exactamente eso: la felicidad, desesperadamente.
La filosofía académica a veces olvida que su disciplina no fue casi nunca completamente autónoma y diferenciada, sino una reflexión suscitada en el curso mismo de los intereses morales, estéticos científicos y políticos. Lo que los filósofos hacen no es algo completamente ajeno a lo que son los hombres, o sus intereses o sus preocupaciones. Una filosofía considerada como arte —más en concreto: como acción retórica teatral— está en mejores condiciones que la elucubración monológica para comprender la vida de la que surge y a la que debe ayudar a aclararse. La fuerza de una filosofía bien relacionada con los demás saberes humanísticos, entendida como el arte de trabar y remitir, establecer vecindades y tejer vectores de sentido, logra ampliar el espacio situado entre la excesiva abstracción académica y la inmediatez irreflexiva. Esa atención medida, el equilibrio entre ingenuidad y estilo, la fuerza polémica aliada con la flexibilidad del temple humorístico, son lo que permiten entender la filosofía como arte. Un filósofo así entendido no sería nada parecido a un funcionario de la humanidad, a un fontanero de la historia o a un mecánico del gran curso del mundo, sino alguien que trata de indagar en la cultura poniendo en ejercicio una razón que es ingenua, narrativa, discursiva y cómica. Éste es el intento de Daniel Innerarity Grau y la justificación primordial de este libro.
Después de su renuncia al papado, cada vez se reconoce más, en diferentes ámbitos, la importancia del pensamiento de Joseph Ratzinger para el mundo contemporáneo. El principal objetivo de este libro es precisamente profundizar en el pensamiento filosófico del profesor alemán, en las obras publicadas antes de su elección como obispo de Roma. El análisis de sus escritos permite articularlo en torno a cuatro áreas principales: la ciencia y la fe, el poder y la política, la libertad y la ética, la religión y el diálogo intercultural.
Con este ensayo se emprende un acercamiento inhabitual a la obra de Marx. Tras una delimitación exacta de «corpus» de fuentes, una vez denunciada la ausencia de rigor filológico de la obra del pensador de Tréveris, el autor sitúa el estudio de la filosofía de Marx en el entorno estrictamente filosófico. En «El capital» está la filosofía de Marx, no en el «método», en la «manera de proceder», sino en el contenido de la obra misma. Desde el momento en que, sobrepasando la etapa de los tanteos y de la búsqueda de un camino, Marx encuentra una definición de su problemática y se pone a elaborar sistemáticamente ésta, la obra que se propone realizar es, ya hasta el fin de su vida, una sola, nunca terminada, y que no es otra que aquella que, en un momento dado, sale a la luz parcialmente y que lleva por título «El capital» y por subtítulo «Crítica de la Economía Política». A lo largo de la rigurosa exposición de Felipe Martínez Marzoa llegamos a una sólida conclusión, la «teoría del valor», y, por lo tanto, «El capital» en su conjunto, es la verdadera obra filosófica de Marx, y, como tal, es un momento esencial de la historia de la filosofía.
La filosofía frente al comunismo pone en escena la intensa labor intelectual que Alain Badiou, uno de los pensadores más destacados e influyentes de nuestra época, ha desplegado en los últimos años en torno a los problemas de la filosofía, el sujeto y la política. Entendiendo al comunismo como representación intelectual que provee una perspectiva crítica sobre las políticas existentes, el autor renueva la apuesta y explica por qué, pese a los abusos del «comunismo de Estado», que deben repudiarse, sigue siendo necesario adoptar esta visión frente al recurrente contexto de las crisis sociales, en un arco que va del Manifiesto Comunista a la situación actual en Medio Oriente. Si el capitalismo reduce a meras categorías de consumidor y de competidor económico la noción de sujeto, que es el principal impulsor de ideas y acontecimientos nuevos, ¿qué tiene la filosofía para decir al respecto? Atento a los cambios en las expresiones políticas, estéticas y mediáticas, Badiou propone releer en clave polémica a Sartre y Lacan, decisivos para su propia formación, pero también a Lévi-Strauss, Kierkegaard, Hegel, Marx y Platón. Así, este libro ágil y provocador pasa revista a los principales debates vigentes desde la segunda mitad del siglo XX, en lo que es una formidable actualización del pensamiento filosófico, y propone intensificar los nuevos núcleos de reflexión y emancipación hacia formas de organización alternativas a la «representación» opresiva.
Los tres siglos transcurridos entre la muerte de Alejandro Magno y la batalla de Actium forman uno de los periodos de mayor esplendor político, intelectual y artístico de la antigüedad. Mientras la civilización griega se extendía por Oriente, la literatura, la filosofía, la ciencia y las artes plásticas helénicas se beneficiaban de esos fructíferos contactos con los pueblos asiáticos y africanos, y tras la conquista de Grecia por Roma, esa fusión de corrientes culturales penetraría profundamente en el Mediterráneo occidental. Durante esta larga etapa, sin embargo, los pensadores estoicos, epicúreos y escépticos dominaron el panorama intelectual y la filosofía continuó siendo una actividad predominantemente griega. Desgraciadamente, y a diferencia del legado clásico parcialmente salvado para la posteridad, hasta nosotros no han llegado sino las grandes líneas de las doctrinas epicúrea y estoica y la transmisión a través de fuentes secundarias del pensamiento escéptico. ANTHONY A. LONG expone en este iluminador ensayo tanto los rasgos originales de LA FILOSOFIA HELENISTICA como sus elementos de continuidad con la tradición de Platón y Aristóteles.