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Bolsilibros - Héroes del Oeste 306. ¡Voy a disparar!, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

El doctor no tenía más remedio que obedecer. 
Pero al descansar el cuerpo sobre un estribo, se dejó caer al suelo, y desde allí, boca arriba, disparó a su vez. 
Mat inclinó la cabeza primero. El brazo armado cayó cuan largo era para quedar inerte como el correspondiente a la mano que sostenía la brida. 
Unos segundos más tarde, rodaba hasta el suelo, donde quedó con la cabeza en parte enterrada en la arena calcinada.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 349. Senderos de sangre, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—Esos senderos son vitales para nuestro ganado, Zimmer… —Son los que utilizan los indios para transportar sus cosechas que tantos beneficios están proporcionando al usurero de Arnold… El viejo no está muy conforme con lo que le he dicho… No quiere que causemos molestias a los indios… —Si no contamos con su apoyo… Tienes que convencerle, Emil. —Piensa reunir a los indios en el almacén de Arnold, donde intentará convencerles del error que están cometiendo. —Si nos cierran esos senderos con alambre de espino impedirá moverse con libertad al ganado.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 363. Aquí está mi ley, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Las mismas carcajadas que antes. El aludido se puso en pie de un salto. Su rostro indicaba que estaba muy enfadado y dejaron de reír en el acto. Pero la muchacha no se amilanó por su actitud. —¡Indica a éste dónde está la cuadra! ¡Parece que se ha decidido ir a ella!


Bolsilibros - Héroes del Oeste 400. Cuatro marcas, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Daniel Compton y su hermana Patricia estaban sentados a la mesa, servidos por criados que parecían arrancados de una estampa del siglo XVIII. Compton Manor era una de las mansiones más elegantes de Nueva Orleáns. Daniel Compton era, además, el juez de la ciudad. Ella, la severidad personificada y la amante de todo lo recto y justo.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 418. El secreto de Ben Desmond, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Qué raro que Ben nos visite dos veces seguidas en tan poco tiempo! —comentó el sheriff, que se hallaba con unos amigos charlando en uno de los locales de diversión existentes en Dallas. —Se le habrán acabado las provisiones. —Lo que no comprendo es cómo un hombre tan joven pueda estar encerrado sin salir de ese grupo de montañas —observó otro. —Y no somos capaces de descubrir su escondite...


Bolsilibros - Héroes del Oeste 448. Pocos minutos te quedan…, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Es una locura! ¡La ruina de muchos pastos y de ganaderos que eran y debían ser respetados! ¡Esto que hacéis, es la mayor locura! —¡Fuera! ¡Fuera! —gritaban muchas voces. —¡Es vuestro triunfo, Harry Black! ¡La nueva ciudad de bares, saloons y garitos, ha vencido a la honradez y al trabajo! Pero ¿con qué votos? Con los que ha facilitado el alcohol expendido gratis. ¡Ya sabéis lo que hacéis, Harry Black! ¿Qué importa este anticipo? Sabes que os lo devolverán con creces todos los que han bebido ahora sin gastar nada. —¡Que se calle!


Bolsilibros - Héroes del Oeste 460. El sheriff de Pecos, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

En la calle principal de Pecos, un jinete detuvo su montura al lado de un grupo de vaqueros y después de saludarles, dijo: —¡Gary!... ¿Dónde puedo encontrar a tu hermano? —Acabo de llegar del rancho — respondió el interrogado—. Pero supongo que estará en su oficina, míster Brecher. —En efecto — agregó otro de los reunidos—. Hace tan sólo unos minutos que he estado hablando con él. —¿Sucede algo que precise la intervención de mi hermano?


Bolsilibros - Héroes del Oeste 467. Obediencia obligada, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Rossalyn! ¡Rossalyn! —¿Qué quieres, Timothy? Rossalyn está con las ovejas. —¡Ya debía estar en el campo con los rebaños! Si en un par de semanas no han engordado lo suficiente... Chevelah no nos comprará una sola cabeza. ¿Qué diablos está haciendo en los corrales? —Lo que tú y tu hijo debíais estar haciendo.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 487. No quiso ser agente, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¿Quién sirve aquí? —Espera un momento, forastero... En cuanto termine de hablar con estos amigos, te atenderé. El forastero, un muchacho cuya estatura llamaba la atención, miró de manera indiferente al barman. Hacíase difícil poder averiguar el color de sus ropas por la gran cantidad de polvo que llevaba encima. Acercóse al barman y dijo: —Has podido sacudirte el polvo antes de entrar...


Bolsilibros - Héroes del Oeste 497. Kansas, el tahúr, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Buck Coldwater, uno de los rancheros más estimados de los alrededores de Wichita, charlaba bajo el porche con su capataz. —¿Qué tal el nuevo vaquero, Earl? —preguntó Buck. —No acaba de gustarme —repuso el capataz. —Pues parece un buen cow-boy. —Puedo asegurarle que conoce el oficio mejor qué todos nosotros, pero no me agrada su manera de ser... —Sigue sin hablar, ¿verdad?


Bolsilibros - Héroes del Oeste 572. El infierno del oro, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Cripple Creek se había transformado en un verdadero infierno con el descubrimiento del oro. Las autoridades se habían convertido en peones dóciles, movidos por los propietarios de saloons a su capricho. Habíase perdido el respeto a la ley y la única que se obedecía era la de los revólveres. Cada día aumentaba el número de víctimas y robos.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 586. Contrabandistas de drogas, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Había una verdadera multitud en cualquier parte que se mirara. Los encerraderos llenos de reses. Las calles, repletas de transeúntes. Las espuelas tintineaban al pisar en la madera de los cobertizos, a una yarda y media de altura sobre el nivel de la calle. Con esto se evitaba que en los días de lluvia no pudiera cruzarse de una casa a otra, quedándose aprisionado en el río de barro. Los bares y saloons, más numerosos de lo que podría imaginarse, también estaban llenos.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 588. Trabajo para la muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

—¡Oye, muchacho! ¿Es que no sabes que esa joven es mi novia? —No sabía nada, pero, de todos modos, nada la he dicho. —¡Mira, Leo! —dijo ella—. Soy yo la que le he dicho que bailara conmigo. Así que déjale tranquilo. —¡Tienes que respetar a mi novia! ¡Tienes que hacerlo! Y si te ha dicho que bailara contigo, has debido responderla que no podías...


Bolsilibros - Héroes del Oeste 611. Nieves traidoras, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Las características tormentas de todos los años hicieron su aparición dos semanas después. 
Tanto Sherman como sus compañeros no tuvieron más remedio que permanecer en Chinook. 
Convencido el sheriff de que no guardaban rencor a John, les entregó las armas. 
Resultaron ser los mejores clientes del bar.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 613. Cañón de oro, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

El paisaje había cambiado en las últimas diez horas. A la inmensa llanura habían seguido cadenas montañosas que impedían ver el horizonte, que antes era lejano. Los altos pastizales por los que corrían los búfalos en competencia con el tren, dieron paso a montañas que rozaban las ventanillas, limitando la visibilidad. Y si antes, el traqueteo endemoniado de los vagones hacía difícil el conciliar el sueño, tanta curva, en una y otra dirección, casi arrancaba a los viajeros de los asientos. La joven que había subido al vagón en Saint Louis bastantes horas antes, luchaba con el sueño, dormitando a ratos.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 615. La venganza de un inspector, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Sam miró preocupado a su amigo. Este iba atado al caballo que montaba para impedir que se cayera. Con ambos caballos de la brida, Sam caminó decidido hacia la casa que tenía enfrente. Un hombre de edad avanzada, con una espesa barba que cubría todo su rostro, apareció en la puerta.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 636. Jefe de caravana, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

Ninguno de los dos se habla quitado la ropa de cow-boy, y por ello eran contemplados con curiosidad. Lo que más llamaba la atención eran aquellos enormes "Colt” que colgaban a los lados de los muchachos. Ambos eran muy altos, aunque Steve un poco más. Ante un gran almacén se detuvieron.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 643. Música de plomo, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Las calles de la ciudad estaban engalanadas con cadenetas de papel que iban de un lado a otro de las mismas. 
A la puerta de los muchos saloons que había en la ciudad, las empleadas con misión de «sirenas», no dejaban de llamar la atención de los transeúntes, ensalzando las delicias del local de que hablaban.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 648. Oportunistas norteños, de M. L. Estefanía

Novela, Aventuras

Marcial Antonio Lafuente Estefanía (n. 1903 en Toledo, Castilla la Nueva - f. 7 de agosto de 1984 en Madrid) fue un popular escritor español de unas 2.600 novelas del oeste, considerado el máximo representante del género en España.1 Además de publicar como M. L. Estefanía, utilizó seudónimos como Tony Spring, Arizona, Dan Lewis o Dan Luce y para firmar novelas rosas María Luisa Beorlegui y Cecilia de Iraluce. Las novelas publicadas bajo su nombre han sido escritas, o bien por él, o bien por sus hijos, Francisco o Federico, o por su nieto Federico, por lo que hoy es posible encontrar novelas 'inéditas' de Marcial Lafuente Estefanía.


Bolsilibros - Héroes del Oeste 658. Sorpresa de muerte, de M. L. Estefanía

Aventuras, Novela

La diligencia se detuvo ante uno de los hoteles que había en la población, que se hallaba al lado de la Posta. Descendieron los viajeros que se quedaban allí, mientras que los que continuaban viaje permanecían en el vehículo. Hasta que el encargado les hizo saber que podían almorzar en el hotel mientras cambiaban los caballos y descansaban los conductores, quienes almorzarían en la misma Posta.